Mi familia.
Al día siguiente, Naoya despertó en su cama, pero sin Toji a su lado, solo un espacio vacío que hace pocas horas era ocupado por aquel hombre tan robusto y varonil. Suspiro, resignándose a que su relación con Toji sería solamente clandestina. Así que se levantó, se dio un baño con agua helada, y luego fue a desayunar, todo estaba en silencio, nadie le reclamaba nada, así que supuso que nadie se enteró de toda la acción que tuvo junto a Toji por la noche. Se sintió más aliviado, pero a la vez sentía que le faltaba algo, tenía el deseo de hablar con su primo mayor, quería volver a verlo, no quería sentirse utilizado, no le gustaba la idea de ser follado y luego desechado, el valia demasiado como para permitir esas cosas. Estaba a punto de salir de su casa cuando se encontró con su padre en la entrada principal.
— Naoya, ¿A dónde vas tan temprano, hijo?
— Tengo que... tengo que ir a comprar algo.
— ¿En serio, y porque no mandas a alguna de las sirvientas?
— No, es que, es algo que yo mismo necesito ir a ver para poder comprarlo. — No sabia que más decirle, le tomo desprevenido y sus mentiras no eran tan buenas en ese momento.
— Oh esta bien... ¿o no me digas que iras a ver a alguna chica linda? — Hablo el padre en un tono más relajado, y un poco bromista, guiñándole el ojo.
— ¿Qué? No, no es eso, ya te dije, que necesito compras algunas cosas... es algo personal. — se estaba irritando, así que dio un pequeño suspiro.
— Mmm, ¿Y qué es eso que tienes en el cuello? — el anciano se acercó a su hijo, había notado una marca roja en aquella zona, pareciéndole extraño.
— ¡No es nada, solo es un piquete de abeja! Mientras dormía una estúpida abeja entro a mi habitación y... en serio, me tengo que ir, padre, vuelvo más tarde. — Camino rápidamente hacia fuera de su casa, cubriéndose con una mano el cuello, pudo sentir el dolor de la mordida de Toji como si hubiera sido mordido en ese mismo instante, recordando nuevamente lo que sucedió por la noche, se ruborizo, sacudiendo su cabeza a ambos lados, quería disipar sus recuerdos pervertidos.
Llego hasta el departamento donde vivía su primo mayor, dudo en tocar la puerta, pero su padre no crio a un cobarde, así que tomo aire, lo medito unos segundos, y luego toco la puerta, a los segundos le abrió una mujer, que parecía tener una edad mayor a la de él, pero menor a la de Toji, debía admitir que era bonita, pero también le causaba algo de celos.
— Hola, supongo que usted debe ser...
— ¡Oh, Hola! Soy la esposa de Toji, ¿y tú eres algún amigo suyo?
— Yo soy su... soy su primo.
— ¿En serio? Pensé que no él tenía contacto con nadie de su familia, pero me da gusto saber que aún se acuerden de él. — Respondió la mujer con una sonrisa cálida y sincera.
— Si... recuerdo que cuando era niño fue la ultima vez que vi a Toji. — Sonrió con entusiasmo al recordad aquellos tiempos. — Hasta hace poco volví a saber de el, y quisiera mantener más contacto con el, después de todo, somos... familia. — Ahora su rostro se miraba serio.
— Entonces, pasa, Toji, aún no regresa del trabajo, pero puedes esperarlo aquí conmigo en la sala, prepararé algo de té. — Hablo la mujer con bastante amabilidad y alegría, yendo rumbo a la cocina.
— Oh, gracias, si, si me gustaría eso. — Paso dentro del hogar de Toji, tomando asiento en uno de los sillones, miro algunas fotografías que estaban en el mueble a su lado, una era de Toji, junto a su esposa, su hijo y su hijastra, lucían felices. — Vaya, Toji, disfrutas acostándote con hombres más jóvenes que tú mientras tienes esposa e hijos. — Murmuro para si mismo, sonriendo con burla.
— Aquí esta el té. — Volvió la mujer con una taza de té en cada mano, dejo las tazas sobre la mesita que estaba enfrente de ellos, se sentó en el sofá, quedando cara a cara con su invitado.
— Muchas gracias, sin duda alguna Toji es muy afortunado al tener una esposa tan amable y dulce. — Hablo en un tono de voz halagador, tenía que hacer uso de su encanto, como el típico manipulador que era.
Naoya estaba apunto de tomar su taza de té cuando escucho como la puerta principal se abría haciendo aparición Toji, el cual al entrar a su hogar rápidamente logro ver a su primo menor sentado al lado de su esposa, esto lo volvió loco, como se atrevía aquel mocoso estúpido a entrar a su hogar.
— Hola, Toji, ya llegaste, ¿sabes? estoy alegre de verte de nuevo. — Dijo Naoya manteniendo un semblante amigable.
— Cariño, no me dijiste que esperábamos invitados. — Comento la esposa con una sonrisa y toda la inocencia del mundo.
— Él ya se va, ¿no es así, Naoya? No tiene tiempo para quedarse, su padre lo necesita en casa. — Contesto el pelinegro visiblemente irritado, camino hasta quedar aún lado de su primo menor, luego coloco su mano en el hombro ajeno, apretándolo con fuerza.
— Pero si acabo de llegar, ¿Qué te sucede? Pensé que estarías feliz de verme. — Se levanto, viendo al pelinegro, se quedó unos segundos en silencio. — ...Esta bien, creo que, Toji, tiene razón, debo volver a casa temprano. — Sonrió con sarcasmo una vez más, viéndolo de reojo. — Fue un gusto conocerla, Señora Fushiguro.
Naoya se despidió de la mujer, para después caminar hacia la puerta, mientras Toji lo seguía por detrás, una vez afuera del apartamento, Toji cerró la puerta de golpe y tomo del brazo a su primo menor, siendo brusco.
— ¿Qué te sucede? ¿Por qué demonios tenías que venirme a buscar aquí? — Susurro el pelinegro, estaba molesto.
— Bueno, esta era la única forma de contactarte, me dejaste solo ayer, sin decir nada, no puedes hacerme eso a mí, ¿entendiste, imbécil? — Respondió con todo su orgullo zenin, quería tanto a Toji, que los celos lo carcomían.
— Mira, si vuelvo a verte cerca de mi familia, juro que...
— Yo también soy tu familia, Toji, soy tu primo, ¡además nos acosta...! — Fue callado por la mano del pelinegro, la cual le cubría toda la boca con fuerza.
— ¿Queríamos que esto se mantuviera en secreto? Bien, yo no pienso decir nada, pero tú tampoco debes andar gritándolo cerca de mi esposa o hijos, maldita sea, Naoya. — Retiro su mano lentamente de la boca ajena, observando aquellos ojos claros, los cuales le parecían muy bonitos y encantadores, se ruborizo un poco luego desvió la mirada. — Mira, haremos esto, te daré mi número celular, puedes mandarme algunos mensajes y...
— Si, si quiero, dámelo, y, me conseguiré un celular lo más pronto posible.
Toji anoto su número en un pequeño papel, dándoselo a su primo menor, después de eso Naoya se retiró por completo del apartamento, pasando a una tienda donde vendían cosas electrónicas, se consiguió un celular para estar en contacto con el hombre del cual estaba locamente enamorado.
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