Decisiones.
Era esa la gota que derramo el vaso, Toji ya estaba muy cansado de toda la situación, ya no podía cargar más con la culpa de estarle mintiendo a su esposa, ella no merecía eso, tampoco Naoya merecía estar con alguien que lo tenía como plato de segunda mesa. Necesitaba confesarle todo a su mujer, decir la verdad lo liberaría, y a su vez le daría la oportunidad a ella de elegir si seguir con un infiel o no, aunque era casi segura una separación.
Busco a su esposa en la cocina, la miro limpiando la mesa, se acercó a ella sin decir palabra alguna, ella rápidamente dejo de hacer lo que estaba haciendo para mirar y acercarse a Toji, presentía que algo no estaba bien en ese momento.
— Cariño... — pronuncio la mujer un poco preocupada.
— Tengo algo que decirte.
— ¿Estas bien? — Acorto la distancia entre ambos tocándole el brazo.
— No, no estoy bien... necesito decirte algo... — La voz del pelinegro se entrecortaba sentía un nudo en su garganta.
— Entonces ¿qué sucede?
— Es algo difícil... yo...
— Ya Toji, basta de rodeos, siempre me has contado todo, aunque fuera muy terrible ¿Qué tan malo puede ser lo que me vas a decir?
— Estoy viéndome con alguien más.
— ¿Qué?
— Te he estado mintiendo todo este tiempo, los trabajos extra solo eran una excusa, las llegadas tardes, esa vez que me llamaste y no conteste, mi indiferencia a la intimidad... todo era porque te estaba siendo infiel.
— ... — La mujer se quedó en silencio, hecha piedra, no podía creer lo que escuchaba, pero ya todo comenzaba a tomar sentido, era tan obvio, solo que ella había sido demasiado confiada, confiaba bastante en su marido, jamás pensó que Toji le fuera a engañar, siempre pensó que eran simple coincidencias, cosas sin importancia que pasaban.
— Dime... ¿Por qué, Toji? ¿Por qué lo hiciste...? ¡Quiero saber quién es ella! ¿es más bonita, es más joven, tiene dinero...?
— No se trata de una mujer... — Apretó un poco sus puños, lo que estaba por decir requería todo su valor. — Me he estado viendo con Naoya... él es mi amante.
Un gran silencio se hizo presente después de esa confesión, la mujer no podía estar más en shock, si es que segundos antes estaba impactada ahora aún más, sentía que el corazón se le salía del pecho. Minutos después un fuerte sonido rompió el silencio, el sonido de la palma de la mano de ella estrellándose sobre la mejilla de Toji, una fuerte cachetada, Toji la recibió como algo que, si se merecía, merecía eso y más.
— No, no lo puedo creer... ¡No! ¿Ustedes cómo pudieron...? ¿Cómo pudieron hacerme esto? Tú y el... — La voz de ella comenzaba a quebrarse, sus ojos se llenaron de lágrimas, no podía más con todo lo que escuchaba.
— Perdón yo realmente no pensé que esto fuera a pasar... estoy enamorado de él...
— Es suficiente, no quiero oírte más, Toji... — las lágrimas bajaban por sus mejillas, aun así, mantenía un semblante enojado.
— Se que nada podrá arreglar el daño que te he hecho, estas en todo tu derecho de odiarme si quieres.
La mujer salió de la cocina dejando a su esposo solo, ella corrió hacia su habitación encerrándose en ella, devastada se sentó sobre la orilla de la cama, llorando con más fuerza, no quería ver a Toji nunca más, su corazón estaba roto, una doble traición que jamás se esperaría de dos personas que quería. Miro la foto que estaba dentro del porta retratos en la mesita de noche, la tomo mirándola más de cerca, era una foto de ella y Toji de el día cuando se casaron, lucían tan felices, como siempre pensó que serían, ahora se sentía tonta por pensar eso.
...
En el parque que estaba cerca de la escuela de hechicería, estaban Naoya y Yuta sentados en una de las bancas, Yuta sostenía un pequeño emparedado entre sus manos, y Naoya tenía una malteada de fresa a medio terminar.
— Oye, vi que me eliminaste de tus redes sociales ¿hice algo malo? — Comento Yuta.
— ¿Qué? No Mmm... debió ser mi novio, es que es un poco celoso, debió ver mi celular y vio que nos mensajeábamos y por eso él te elimino... ya te agrego de nuevo cuando llegue a mi casa.
— Eso es un poco toxico diría yo.
— No es nada, en serio, es más me parece lindo que sea un poco posesivo conmigo.
— Bueno, ¿y has visto a Maki?
— Creo que sí, ayer vino a recoger unas cosas.
— Si la ves con algún hombre debes decírmelo, enserio, quiero saberlo, o sea con algún hombre que no sea de la familia, porque mataría a cualquiera que quiera estar con ella, sé que estamos separados, pero vamos a volver, tú me entiendes.
— Por supuesto, yo te digo cualquier cosa que vea extraña. — Naoya le sonrío para luego beber su malteada.
— Así se habla. — Yuta también le sonrío mordiendo su emparedado.
El celular de Naoya comenzó a sonar, lo tomo con su otra mano libre, viendo que era una llamada de Toji, tomándole por sorpresa, ya que Toji no solía llamarle a esas horas, se levantó de la banca caminando un poco lejos de ella para contestar.
— ¿Hola?
— Mi esposa ya sabe que somos amantes.
— ... — Naoya se quedó en silencio, procesando lo que oía. — ¿Qué? ¿Cómo, como se enteró...? Yo, yo no he dicho nada... enserio, te digo la verdad... — Comenzó a ponerse nervioso.
— Yo fui quien se lo dijo.
— Pero, pero... ¿por qué?
— Era lo correcto, ahora no sé qué pasará con ella y conmigo, bueno si se, ella querrá el divorcio y sinceramente yo también...
— Eso significa que... — Una pequeña sonrisa se formo en el rostro de Naoya, era esperanza y fé en que por fin Toji será solo suyo.
— Por el momento necesito estar solo, perdóname, Naoya, por esto, pero te pido que no me busques, no me llames, no me escribas, tengo muchas cosas que resolver.
La sonrisa del joven zenin se desvanecido entre una ligera tristeza, definitivamente no quería oír eso, pero estaba claro que el pelinegro necesitaba su espacio, lo que le preocupaba era el tiempo que duraría así, sabia que el confesar lo de su aventura a la esposa no era cualquier cosa.
Después de su confesión, Toji se estaba quedando en un hotel cerca del departamento donde vivía su esposa. No quería hacerle más daño con su presencia, sería lo mejor hasta que empezaran los trámites de divorcio. Paso una semana desde aquel suceso, Toji volvió al departamento solo a recoger algunas cosas que había dejado.
— Me han llamado para un trabajo de alto riesgo, lo tomaré y cuando vuelva podremos empezar con lo del divorcio. — Comento el pelinegro mientras empacaba unos libros suyos.
— Ya contacté con un abogado, le diré que agende una cita cerca de tu fecha de llegada. — Respondió la señora Fushiguro con una voz apagada, mientras observaba desde la entrada de la habitación a su aún esposo guardar aquellas cosas.
— Quisiera pedirte perdón un millón de veces, no te merecías nada de esto.
— Hubiera sido mejor si desde un principio me hubieras hablado con la verdad... se entender cuando el amor se acaba.
— Tienes razón, pero fui muy estúpido al creer que podía dividir mi corazón.
Sin pensarlo dos veces, Toji acepto el trabajo del alto riesgo que su agencia de seguridad le estaba ofreciendo, era un tipo de trabajo que casi nadie aceptaba, ya que eran bastantes peligrosos, con una alta probabilidad de sufrir daños o hasta perder la vida, aunque también eran los trabajos mejor pagados, con ese dinero pensaba en pagar lo del divorcio y también comprar una casa para su mujer, ella siempre había soñado con vivir en un lugar más bonito, y sentía que debía recompensarla por todo el daño hecho.
Pasaron un par de días, cuando un hombre de traje negro toco a la puerta del hogar de los Fushiguro, la pelinegra abrió la puerta, aquel hombre era representante de la agencia de seguridad, y estaba para notificarle del fallecimiento de su esposo. Toji Fushiguro había fallecido durante su labor, la persona que protegía tenía varios enemigos, así que un atentado planeado acabo con la vida del guardaespaldas, fue atacado hasta quedar en la inconciencia luego el edificio donde estaba fue quemado, quedando solo un cuerpo irreconocible y muy calcinado. La mujer casi cae al suelo al escuchar aquella noticia, a pesar de que estaban por separase, ella aún le tenía cariño, era el padre de su hijo después de todo.
El funeral fue a la semana siguiente, cuando el cuerpo fue trasladado al cementerio de la ciudad. Luciendo ropa de negro estaban presentes la esposa y los hijos, Megumi lucia bastante decaído, a su lado estaba Itadori dándole su apoyo, solamente ellos estaban presentes. La señora Fushiguro jamás le conto a sus hijos lo de la infidelidad, no quería que ellos tuvieran una mala imagen de su padre, sentía que era lo mejor, después de todo Toji siempre fue un padre increíble con ellos.
Cuando termino el entierro empezaron a retirarse. La tumba de Toji quedo sola, hasta que a los pocos minutos llego Naoya, cuando todos se habían ido, aprovecho para llevarle un gran ramo de rosas, las dejo sobre la tumba, mirándola con bastante tristeza, su corazón se desmoronaba al leer aquella placa, nunca pensó que todo terminarla así. Tenía tantas ganas de llorar, tantas ganas de tirarse sobre la tierra, deseaba en ese momento ser enterrado junto a él, pero solo se quedó ahí parado en silencio, dejando que solo un par de lágrimas bajaran por su rostro deprimido.
— Así que viniste.
Naoya se dio la vuelta, mirando a la señora Fushiguro a un par de metros suyo. Ella todavía no se había marchado del cementerio ya que tenía que firmar algunos papeles del entierro, como aún era la esposa de Toji le correspondían esas cosas, y ver a Naoya en la tumba de Toji no le sorprendió para nada.
— Podría ahora mismo recriminarte por todo lo que hiciste, pero creo que eso ya no tiene sentido... así como no tiene sentido odiar a alguien que ya no está en esta vida. — Siguió hablando la mujer. — Por favor, solo te pido que te mantengas alejado de nosotros.
...
Naoya tenía semanas fuera de su casa, no pensaba volver a ese lugar, tampoco quería volver a comunicarse con nadie de su estúpida familia. Estaba quedándose en el hotel lujoso que más frecuentaba junto a Toji. Y aquella noche se convirtió en la más fría y solitaria de todas. Lleno la bañera de agua, y se sumergió en ella sin importar que tuviera encima toda la ropa puesta, solo dejo su cuerpo hundirse como una roca, quedando solamente su cabeza sobresaliendo del agua. ¿Qué sentido tenía el seguir vivo ahora? Sentía como toda su razón de existir se hubiera desvanecido justo cuando recibió la noticia de que Toji había muerto. La idea de cortarse las venas hay mismo le rondaba por la cabeza, quería hacerlo, pero no tenía siquiera animo para quitarse la vida, era como si su cerebro estuviera apagado, solamente actuaba por inercia. Su mirada perdida se fijo en el techo, mientras sacaba el pequeño cuchillo que siempre guardaba en la parte superior de su ropa. Paso el filo del cuchillo sobre su cuello mientras recordaba todo lo que había vivido junto al hombre que amaba.
— Te dije alguna vez que no siempre iría detrás de ti... pero ahora quiero seguirte, quiero seguirte donde quieras que estés, Toji...
Nota : Tenia planeado actualizar antes pero tuve unos problemitas, en fin, ahora todo esta bien, y prometo traerles pronto el próximo capitulo, que sería el ultimo:) ayyyy que triste:(
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