7. "Vegas, baby"
7. Vegas, baby
WENDY
Cuando vuelvo a mi habitación, veo a Jordan junto al ventanal, observando la ciudad. Al escuchame, se gira y me dedica una sonrisa encantadora.
—Wow... ¿Todas las fiestas de tu hermano son así?
—Sí, es un asco. —Cierro la puerta y me siento en la cama.
—Bueno, tiene sus ventajas.
—¿Cómo cuáles?
—Cómo que si no fuera por ellos, yo ahora no estaría aquí —comenta acercándose hasta el borde del colchón.
—Cierto —sonrío—. ¿Te apetece tomar algo?
—¿Qué me puedes ofrecer? —pregunta con seriedad.
—Lo que quieras —respondo con el mismo tono de voz.
Tira de mi mano para que me coloque de rodillas sobre la cama, se acerca y rodea mi cintura con una mano. Con la otra aparta un mechón de mi pelo y se acerca a mi oreja.
—Una copa de ron con naranja, por favor —susurra. Yo sonrío por mis sucios pensamientos, y asiento.
—Bien, ahora vuelvo. Ponte cómodo.
Salgo de la habitación y sacudo la cabeza por el calentón momentáneo y absurdo. Está aquí para que le dé clase de francés y punto.
Entro en el salón, ignorando las miradas fulminantes de mi hermano y de Josh, y voy a por una botella de ron que hay sobre el mini-bar. Rick hace amago de levantarse, pero Josh le dice algo y es él quien se acerca.
—¿Dónde te crees que vas con esa botella? —Sujeta mi muñeca.
—A mi habitación —respondo con tranquilidad—. ¿Algún problema?
—Sí, que esa botella no es tuya y mucho menos de ese maldito mamón que tienes allí.
—Bien. No te preocupes, tengo dinero de sobra como para irme a beber a cualquier otra parte.
Antes de que responda, la dejo sobre la barra y vuelvo a mi cuarto.
—¡Agh! —grito dando un portazo.
—Ey, cálmate. —Jordan da unos pasos para acercarse—. ¿Qué pasa?
—Nos vamos —digo impulsivamente.
—¿A dónde?
—A tomar por el culo lejos de esta casa —revelo mientras revuelvo mi armario.
—Genial —sonríe.
Me quito los pantalones y la camiseta bajo la mirada lujuriosa de Jordan. Se que no está perdiendo detalle de mi cuerpo, pero me da igual, este chico me gusta y no le debo nada a nadie. Me pongo un vestido rojo sin tirantes, unos tacones negros y una chaqueta de cuero.
—¿Voy bien así? —Coloco las manos en las caderas y le miro.
—¿Tengo que responder? —Pasa la lengua por sus labios.
—Ya lo has hecho —sonrío.
—Sabes que tu hermano y ese otro tío no te van a dejar salir así como así, ¿verdad?
—No les va a quedar más remedio.
Cojo mi cartera y la abro para asegurarme de tener dinero. Bien, ochenta pavos. Entro al baño un segundo para ponerme un poco de rímel y pintarme los labios a juego con el vestido, y cojo la mano de Jordan para salir del dormitorio.
Cuando entramos en el salón, todos nos miran, incluidas las gemelas y sus amigos.
—Rick, me voy —digo de camino a la puerta.
Veo cómo Josh le mira con los ojos muy abiertos esperando que me diga algo. Los dos se levantan y caminan hacia la puerta, yo suspiro impacientada.
—¿Y ahora qué? —Me cruzo de brazos con Jordan a mi lado.
—¿¡Qué!? —Mi hermano ríe con sarcasmo, mira a Josh y vuelve a mí— ¿¡Cómo que qué!? —señala mi vestido primero y a Jordan después.
—¿Qué pasa? Vosotros os estáis divirtiendo y yo solo quiero hacer lo mismo, así que dejad de joderme y haceos a un lado.
JOSH
¿Divertirse? La única diversión que puede tener con ese vestido es pasar la noche sujetándolo para que no se le vea el puto culo. Ni de coña va a salir así vestida con este cabrón. Bueno, ni así ni con ninguna otra cosa.
—Ni de coña vas a salir así vestida, Wendy —apunta su hermano mirándola de arriba abajo.
—¿Qué tiene de malo? Yo creo que esta... muy bien. —El gilipollas pasa un brazo por su cintura y ambos se sonríen.
—¿Tú eres Wendy? —pregunto dando un paso hacia él— No. Pues te callas la puta boca.
—Bueno, colega —ríe—, relájate. Solo queremos divertirnos.
—¡No soy tu colega y ella solo es una niña, puto pervertido! —grito perdiendo la poca paciencia que me queda.
—¡Mira quien fue a hablar! —Wendy me señala.
Abro mucho los ojos mirándola fijamente para que cierre la puta boca. Rick ha fruncido el ceño porque, lógicamente, no comprende a qué mierdas ha venido ese comentario. Ella parece darse cuenta porque rápidamente cambia de tema.
—No vamos a hacer nada que no estéis haciendo vosotros.
—Wendy, no vas a salir y punto. Y menos con este vestido, por el amor de Dios —le dice Rick.
—¿Es que acaso ellas llevan más ropa? —Wendy mira a las gemelas y a Alice por encima de nuestros hombros.
—Eh, mocosa, a nosotras no nos metas —le responde Jenna.
—No la llames así. —Todos me miran cuando digo eso que no sé de donde ha salido. Pero, mierda, solo yo puedo llamarla así.
—Os meto porque estáis en mi jodida casa. —Ella finge que no le da importancia, aunque se que sí lo hace—. Y si no os gusta, ahí tenéis la puerta.
Joder, debo de estar enfermo o muy colocado porque eso me la acaba de poner dura. Las gemelas son bastante peleonas y no están acostumbradas a que les lleven la contraria, y mucho menos a que las desafíen.
—Niña, te voy a decir un par de...
—Eh, Jen, relájate. —Sujeto a Jenna por la cintura para que no avance más.
—Eso, Jen, metete otra raya y relájate —le dice Wendy mientras Jordan se ríe.
—Ya basta, Wendy. Haz lo que te de la puta gana, pero te quiero aquí en dos horas.
—Que sí, Rick. Olvídame.
Sujeta a Jordan de la mano y salen dando un portazo.
—Me cago en... ¿qué cojones haces, tío? —Me giro hacia su hermano—. ¿¡No conocemos de nada a ese gilipollas y la dejas que se marche con el!?
—¿¡Y qué quieres que haga!? ¿La ato a la cama o qué? —Le da una patada a la silla que tiene delante y se sienta en el sofá, enfadado.
Salgo al balcón para fumarme un cigarro y despejarme, y un minuto después les veo salir y montar en un coche. Entro para el salón y camino de un lado para el otro, intentando no ir a por mi coche y seguirles.
—Venga, cariño. —Vicky se acerca y me pasa un porro.
La miro mal al principio, pero cuando me sonríe y mueve las pestañas de esa forma tan particular, la levanto por el culo mientras ella rodea mi cadera y me la llevo a la cocina.
—A esto es a lo que me refería, cielo —dice con voz melosa cuando su trasero toca la encimera.
—Se te da bien hacerme olvidar, Vic.
—Sé lo que necesitas. —Me empuja contra la isla de enfrente, donde desayunamos, y se baja de un salto.
Me relamo cuando se quita la camiseta para enseñarme las tetas libres de tela, como siempre.
—¿Es que nunca llevas sujetador? —le pregunto cuando se acerca para que las acaricie— Tu hermana tampoco.
—¿Para qué? No lo necesitamos y así nos ahorramos tiempo —sonríe coquetamente cuando me agacho para lamer uno de sus pezones.
—En eso estamos de acuerdo.
Beso sus labios varios segundos hasta que se separa y me da un lametazo antes de agacharse entre mis piernas.
WENDY
—¿Dónde quieres que vayamos, muñeca? —me pregunta Jordan cuando para en un semáforo.
Dios, estoy tan enfadada con Josh... Sé que no debería, que él es un gilipollas desde que tengo memoria, pero no sé, me jode saber que puede besarse y costarse con cualquiera menos conmigo. No es que él me guste, pero me desconcierta con su puta actitud, parece que quiere que yo no esté con nadie más que con él, pero solo cuando él quiera. Y mientras tanto puede follarse a quien le dé la gana, pues no me sale de las narices. Que le jodan, no pienso volver a acercarme a él.
—¿Mañana tienes alguna clase importante?
—Mmm, no. —Gira la cabeza un segundo y me mira con confusión—. ¿Por qué?
—Bien. —Saco mi teléfono para mirar la hora que es—. ¿Te apetece un viaje?
—¿Hablas en serio? —pregunta con emoción y sorpresa.
—Completamente.
—Apenas me conoces, muñeca. Podría ser un psicópata violador.
—No lo eres.
—Me alegra que estés tan segura. ¿Puedo elegir el destino? —Dibuja una sonrisa traviesa que termina por convencerme.
—Claro, pero antes necesito que paremos en un cajero. Sospecho que no me va a llegar con lo que llevo.
—No es necesario, tengo dinero.
—Créeme que sí va a ser necesario, Jordan.
A pesar de insistir en que no me hará falta, le obligo a parar en un cajero de Lombard Street.
—No tardo —indico antes de bajarme del coche.
—Tranquila, no pienso irme a ninguna parte sin ti —sonrío y cierro la puerta.
Camino por las calle desierta hasta el banco y me aseguro de que no hay nadie alrededor, aunque estoy segura de que si aparece un ladrón y me ataca, Jordan no dudará en venir corriendo.
¿Cuánto dinero saco? No sé donde tiene planeado llevarme, pero no pienso medir esta noche, solo quiero perder la cabeza y no pensar en el dinero. Dos mil dólares, con esto será suficiente. Cojo la tarjeta y vuelvo con él.
—Ya estoy lista. —Me monto y abro el bolso para guardar todo dentro de nuevo— ¿Dónde vamos?
—Las Vegas, muñeca —dice guiñándome un ojo.
—Oh, Dios. ¿Hablas en serio? —Mis ojos se abren por la emoción.
—Claro que sí, yo no bromeo con estas cosas.
—Mi hermano me matará. —Me mira un segundo esperando mi aprobación—. Arranca.
Después de unas siete horas, siento un toque en el brazo que me hace despertarme del todo. Aprieto los ojos y pestañeo varias veces para despejarme, a la vez que estiro los músculos.
—Despierta, muñeca. Hemos llegado. —No le estoy mirando pero se que está sonriendo.
Lo que estoy viendo termina por despertarme de golpe. Millones de luces y formas de todos los colores pasan a nuestro alrededor a medida que vamos adentrándonos en la ciudad. Todos los pelos de mi cuerpo se ponen de punta y siento que el corazón se me va a salir del pecho por la emoción. El pulso me va a mil y no puedo pesar en nada más que en este momento. Las Vegas, la ciudad del pecado.
A pesar de ser las seis de la mañana y de haber amanecido ya, la ciudad entera vibra por todos los costados. Miro por la ventanilla emocionada y Jordan sonríe por mi reacción.
—Esto en alucinante —expreso mirándole sin poder dejar de sonreír—. ¿Habías estado antes?
—Podría decirse que sí... Mis padres son de aquí.
—Vaya, nunca lo habría imaginado. ¿Y por qué no vives aquí? Esta ciudad es...
—Por eso —sonríe—, prefiero venir de vez en cuando y sentir esa emoción cada vez. Si vives aquí, te acabas acostumbrando y ya no es lo mismo.
—Creo que nunca me acostumbraría —señalo mirando los carteles llenos de luces.
—Créeme que sí.
—¿Cuál es el mejor hotel?
—Bellagio o Wynn, sin duda.
—Bellagio. Me gusta más el nombre —ríe ante mi respuesta y niega con la cabeza.
—Wendy, ese hotel es carísimo. —Me mira cuando paramos en un semáforo.
—No hay problema. —Abro la cartera y le muestro el dinero con una sonrisa traviesa.
—Bellagio entonces —dice sonriendo.
Saco el móvil y veo que tengo cuatro llamadas de mi hermano y ocho de Josh, además de algunos mensajes.
2.03am Josh
¿Dónde cojones estás?
2.47am Josh
Maldita sea, Wendy. Tu hermano está muy preocupado,
coge el puto teléfono.
3.58am Josh
Pienso matar a ese cabrón en cuanto te traiga de vuelta.
¿Pero qué mas le da a él? Dios, no entiendo de qué va. Primero me dice que no quiere nada, luego que si, luego que no, ahora se pone celoso, anda y que le jodan. Pesados los dos. Vuelvo a guardar el móvil y sigo admirando el paisaje.
Entramos en el aparcamiento del Bellagio y un chico vestido con uniforme se acerca para abrirme la puerta. Le sonrío y le doy las gracias, y veo cómo Jordan le entrega las llaves del coche a otro. Se acerca a mí y coge mi mano para entrar. Sonrío y le sigo encantada.
Tengo que levantar la cabeza para poder admirar bien el hotel por dentro. Los colores, las luces, las pinturas y cuadros por todas partes. Estatuas, tiendas de ropa de las marcas más caras y un mostrador de recepción más grande que toda nuestra casa.
—Bien, entonces la suite del ático para dos personas. ¿Cuántas noches? —Nos pregunta el recepcionista.
—Una, de momento —respondo yo.
—Perfecto, serán quinientos dólares. ¿Pagará en efectivo o con tarjeta de crédito?
—Tarjeta. —Jordan le entrega la suya.
—Efectivo. —Saco el dinero y lo dejo sobre su tarjeta.
—Wendy, por favor.
—No, Jordan. Ha sido idea mía lo del viaje.
—Sí, pero ha sido mía lo de venir aquí.
—Touché.
Me sonríe y mete el dinero en mi monedero. Más tarde le preguntaré por qué él tiene tanto. Sí, soy curiosa, ¿qué pasa?
Subimos a la suite y la verdad es que después de ver nuestro ático, poco me sorprende ya el lujo... Aunque he de reconocer que la habitación tiene unas vistas espectaculares de Las Vegas. Da directamente a la fuente de la entrada principal, esa tan increíble que aparece en todos los canales de viajes, y a la calle Strip en general. Frente a nosotros se encuentra el hotel París, con la increíble Torre Eiffel tan característica.
—Deberíamos dormir un rato —comenta Jordan pasando de la zona del salón a la habitación.
—Sí —le sigo—, estarás muerto de conducir tantas horas.
—Bueno, me gusta conducir aunque la verdad es que no me vendría mal un descanso —sonríe antes de frotarse los ojos.
Nos acercamos a la cama, cada uno por un lado, y sin dejar de mirarnos nos quitamos la ropa. Me sonrojo cuando se baja los vaqueros y se queda con esos bóxers que remarcan a la perfección lo que esconden. Sonríe al ver hacia donde miro y abre la cama para meterse dentro. Dejo caer mi vestido, quedándome solo con el tanga y el sujetador y me tumbo a su lado. Nos miramos unos segundos sin decir nada, hasta que mi teléfono vuelve a sonar.
—Joder, que pesadilla. —Me giro para cogerlo y apagarlo.
—Es normal, tu hermano estará muy preocupado.
—Que se joda —digo acercándome un poco más a él.
Sonríe imitándome, y cuando creo que va a besarme, eleva la cabeza y deposita un beso sobre mi frente.
—Date la vuelta —pide con suavidad.
Hago lo que me manda y giro sobre mi misma. Siento su cuerpo pegarse al mío por detrás y su brazo rodear mi cintura.
—Descansa, muñeca. Mañana será un día largo.
JOSH
—¿¡Por que coño no coge el puto teléfono!? —grito lanzándolo por quinta vez contra el sofá.
Todos se han ido hace un rato y ya son las cinco de la mañana. He estado mandándole mensajes, pero no ha respondido a ninguno y no ha vuelto aún. Su hermano tampoco ha dejado de llamarla, sin éxito.
—Cómo ese hijo de puta le haya hecho algo, juro que le mataré. —Salgo al balcón para asomarme.
—Joder, hermano —se apoya en la barandilla a mi lado—, ¿desde cuándo te preocupas tanto por mi hermana?
—Desde siempre.
—Eso es mentira. Si no fuera porque sé que es imposible, pensaría que estás enamorado de ella —ríe.
—No digas gilipolleces.
—¿Dónde estará metida? —murmura encendiéndose un cigarro y observando San Francisco amaneciendo.
—No lo sé, tan solo espero que esté bien. Ve a descansar, yo me quedaré despierto, no tengo sueño.
—No podría dormir aunque quisiera —reconoce.
Asiento y palmeo su hombro antes de volver al interior del salón. Enciendo la televisión y la Play para matar el tiempo hasta que a la mocosa le dé la gana coger el puto móvil.
WENDY
Abro los ojos por la luz que entra por las enormes ventanas y me doy cuenta de que Jordan sigue rodeándome con sus brazos. Saco la mano de la sábana para coger el teléfono y mirar el reloj del móvil, las doce la mañana. También veo quince llamadas perdidas de mi hermano y cuarenta de Josh. ¡Cuarenta! Menudo loco.
Me muevo para levantarme pero los brazos de Jordan me aprietan.
—¿Dónde vas?
Oh, Dios... esa voz ronca por la mañana me pone a cien.
—Voy a darme una ducha —intento soltarme—. Deberíamos levantarnos ya, son las doce.
—De acuerdo. No tardes, yo también quiero ducharme.
—Vale.
Me retraso más de lo debido esperando que Jordan decida meterse conmigo en la ducha, pero no lo hace.
—Hasta que por fin sales —dice levantándose de la cama.
—Lo siento. Se está muy bien ahí dentro.
—¿Ah, sí? —Camina descalzo hasta mí y tengo la necesidad de ir elevando la cabeza a medida que se acerca para poder mirarle a los ojos—. ¿Quieres meterte otra vez? —Acaricia mi mejilla con su pulgar y retira el pelo mojado de mi cara—. Conmigo.
—A eso es a lo que estaba esperando —respondo sosteniéndole la mirada.
—¿A qué?
—A que entraras para ducharte conmigo.
Se acerca despacio, con una sonrisa traviesa y la otra mano en mi cintura. Cuando sus labios están a punto de tocar los míos, gira mi cara y roza mi oreja con los labios.
—La próxima vez, pídemelo.
Después de comer en el restaurante de la terraza del hotel, vamos a ver el espectáculo de fuentes del Bellagio. Es increíble ver cómo el agua sube, baja, gira, se esconde y vuelve a aparecer al ritmo de la música.
—¿Quieres que te haga una foto? —pregunta cuando ve mi mirada emocionada.
—¡Sí!
—A ver, colócate ahí para que se vea el hotel y las fuentes de fondo. —Le obedezco y él levanta la cámara de su móvil hacia mí, pero le hago un gesto para que espere.
—Ven, ponte conmigo, así tendremos una foto juntos —sonríe y se acerca hasta mí.
Cuando termina el espectáculo, caminamos por la ciudad entrando en tiendas y parándonos en cada rincón para hacernos más fotos, entre llamada y mensaje de esos dos pesados.
A las seis de la tarde, y después de un día increíble en el que hemos tenido que comprar algo de ropa —ya que yo seguía vestida con ese minúsculo vestido rojo—, Jordan me dice que tiene una sorpresa para mí. Cogemos el coche y conduce durante unos minutos. Cuando lo detiene de nuevo, me pone un pañuelo alrededor de los ojos y me coge de la mano para guiarme.
—¿Dónde vamos? Joder, estoy nerviosa.
—Relájate, muñeca —ríe—. Te va a gustar, solo unos pasos más...Vale, ya puedes quitártelo.
Él mismo lo hace por mí, dejando caer la venda improvisada al suelo. Necesito pestañear varias veces para acostumbrarme a la luz.
—¿¡En serio!? —Oh, Dios, no me lo creo.
—¿Te atreves?
—¿¡Que si me atrevo!? ¡Joder, vamos!
Me ha traído nada más y nada menos, que a un jodido circuito de Nascar. ¡Nascar! Dos coches increíbles están frente a nosotros, con sus respectivos equipamientos. Dos hombres nos ayudan a colocarnos las protecciones mientras nos dan indicaciones sobre el funcionamiento.
—¿Estas segura? —me pregunta desde la ventanilla de su coche.
—¿Es que tienes miedo de que una chica te de una paliza? —sonrío con malicia.
—Adelante —ríe en dirección al hombre que maneja el circuito.
El señor hace una señal y los semáforos nos dan la luz de salida. Acelero pasando a Jordan y conduzco gritando como una loca por la emoción. Me voy a hacer adicta a este subidón de adrenalina.
En la segunda vuelta, él me adelanta y sigue sacándome ventaja casi hasta la meta, donde le paso y le gano por dos segundos. Me bajo del coche dando saltos y gritando excitada por la velocidad y la victoria. Tanto, que corro hasta él y salto sobre su cuello dándole un beso en los labios. Él me lo devuelve pero me separa con suavidad y con una sonrisa. Mierda.
JOSH
—Tío, esto ya no me gusta. —Vuelvo a salir al balcón para asomarme—. Deberíamos llamar a la policía.
—Joder. —Sale conmigo—. Como no le haya pasado nada juro que estará encerrada hasta que acabe la universidad.
—Eso ya te lo digo yo. Si no te encargas tú, ya lo haré yo.
De pronto su teléfono suena y por su expresión sé que es ella. Entra en el salón y yo tras él, pegando la oreja para escuchar.
—¡Wendy! ¿Estás bien?... ¿Qué coño dices?... ¿Dónde?
—¡Pon el puto altavoz! —grito quitándole el móvil para ponerlo yo mismo.
—Que estoy en Las Vegas. —La escucho decir.
—¿¡Qué haces en Las Vegas, Wendy!? —Rick está cada vez más enfadado.
—Pues pasármelo bien, hermanito —ríe con alguien por detrás— ¡Para!
—¿Con quién estas? —pregunto apretando la mandíbula.
—Con Jordan, volveremos el domingo.
—¡Vuelves ya! —grita su hermano.
—Tengo que colgar, Ricky. Nos vemos el domingo.
—¡Wendy! ¡Cómo no vuelvas hoy mismo, juro por Dios que voy a buscarte!
—Bueno, mañana voy, ¿vale? Tengo que colgar, te quiero.
Mi colega abre la boca para responder pero ella cuelga el teléfono antes. Los dos nos miramos, e inmediatamente sin decir nada cogemos las llaves y bajamos al garaje.
WENDY
Ya son las ocho de la tarde así que decido que es hora llamar a mi hermano porque es capaz de avisar a la policía. Tenía pensado volver mañana, aunque le he dicho que vuelvo el domingo para ver si cuela, pero no. Solo espero que no se les ocurra presentarse aquí.
—Esta noche iremos al casino, ¿no? —le pregunto cuando entramos en el ascensor del hotel.
—Hombre, por algo he sacado mil pavos más —ríe.
—Sobre eso... —Me muerdo el labio sin saber cómo preguntárselo sin sonar muy directa.
—Quieres saber de dónde saco tanta pasta, ¿verdad?
—Pues sí... si no es mucho preguntar —sonrío inocentemente.
—Mi padre tiene una cadena de limusinas. —Se encoge de hombros.
—Claro, algo era ello. —Me guiña un ojo y tira de mí para entrar en la suite.
—Aún eres menor así que no te dejarán entrar en el casino así vestida —dice señalando los pantalones y la camiseta que me compré esta tarde.
—Joder, así que me quedaré con las ganas. —Agacho la cabeza decepcionada.
—Bueno, tienes tres opciones —camina lentamente hacia mí—: Quedarte con las ganas, esperar a cumplir los veintiuno o... —abre el armario y saca un vestido dorado, lleno de lentejuelas y con un escote tan grande que ni Josh aprobaría— ponerte esto.
—¿De dónde lo has sacado? —Se lo quito de las manos, impresionada por lo bonito que es.
—Lo compré esta mañana mientras mirabas embobada el espectáculo de las fuentes. Ni siquiera te diste cuenta de que me había ido.
—¿Crees que con esto me dejarán entrar? —Pego el vestido a mi cuerpo y me miro al espejo.
—Sí, con eso y con una buena propina. ¿Qué te parece si bajamos a cenar y después te lo pones y lo intentamos?
—Vale —digo con una sonrisa.
A las diez ya estoy duchada y peinada. Me he rizado el pelo y maquillado más de lo habitual para intentar parecer un poco más mayor, aunque lo que parezco es otra cosa. También me he puesto el vestido, con el cual no puedo llevar sujetador ya que se vería por delante y por detrás, y los tacones negros que traía ayer. Dios, voy embutida aquí dentro.
—Joder, Wendy. —Jordan me mira de arriba abajo cuando salgo del baño—. No creo ni que haga falta la propina.
—Tu tampoco estas nada mal —indico con una sonrisa.
La verdad es que el traje que se ha comprado le queda... Está muy sexy.
—Las señoritas primero —dice haciéndose a un lado para dejarme entrar en el ascensor.
—Muchas gracias —sonrío.
—Espero no tener que pelearme con nadie esta noche a cuenta de este vestido.
—Calla, bobo. —Le doy un empujón y él tira de mí para pegarme a su cuerpo.
—No bromeo, muñeca.
—¿Estás ligando conmigo? —Levanto la barbilla para poder estar un poco más a su altura.
—No he dejado de hacerlo —susurra cerca de mi boca justo cuando las puertas se abren.
Bajamos las escaleras al casino y tal y como Jordan había predicho, el portero me mira de arriba abajo y me deja entrar con una sonrisa. "Te lo dije", susurra en mi oreja.
—¿Qué quieres tomar? —me pregunta cuando encontramos dos sitios libres en la ruleta.
—Tequila.
—¿En serio? —sonríe y eleva una ceja.
—Sí.
—Bien.
Me deja jugando y vuelve a los pocos minutos con dos chupitos.
—¿También vas a beber tequila?
—Claro. Tendré que acompañar a mi sexy profe de francés.
—Très courtois de vous. (Muy caballeroso de tu parte).
—Dios... —Se muerde el labio sin más comentarios.
Seguimos bebiendo y jugando hasta que ya me he gastado casi todo el dinero y Jordan, en cambio, ha duplicado su parte. Un par de tíos han intentado ligar conmigo, pero cuando él se ha puesto de pié y han visto que les sacaba una cabeza, se han dado la vuelta sin añadir nada más.
—Eres muy bueno en esto —comento cuando salimos del ascensor.
Ya son las dos de la madrugada y estamos demasiado borrachos como para seguir en el casino.
—Ya te dije que no había nada que se me diera mal —dice poniendo sus manos en mi cintura y acercándose peligrosamente a mí.
—¿Nada... de nada? —Camino despacio hacia delante y él lo hace hacia atrás.
—Nada de nada.
Abre la puerta de la suite y sigue andando marcha atrás sin dejar de relamerse mientras me recorre con la mirada.
—Me gustaría comprobarlo. —Muerdo mi labio mientras cierro tras de mí.
—Mmm, curiosa. Me gusta. —Su tono de voz es bajo y oscuro, serio.
Paso los dedos por la parte superior de mi vestido, y sin parar de mirarle, bajo los tirantes por mis brazos, dejando caer el vestido a mi alrededor. Observa mi cuerpo de arriba abajo, deteniéndose en mis pechos que ahora están al descubierto.
—Ven aquí. —Me hace un gesto con los dedos.
Me acerco mientras se quita la camisa y se desabrocha los pantalones. Cuando me detengo frente a él, lleva las manos a mis brazos y sube despacio, acariciándolos con la yema de los dedos. Tiro de su cinturón para acercarle más y él sonríe, agachando la cabeza para poder besarme. Me pongo de puntillas y dejo que me levante para besarle mejor. Camina conmigo hasta el sofá, donde se sienta y baja las manos hasta mi culo, las sube por la espalda y la acaricia mientras mi lengua lucha contra la suya. Sabe a tequila y a limón, y huele a esa colonia tan fuerte que me excita y a la vez me aturde. Me empuja un poco hacia atrás para meter una mano entre nosotros y llegar hasta la parte interna de mis muslos, acariciándome por encima del tanga y encontrando mi clítoris sin ningún esfuerzo. Realmente es bueno en todo, joder.
—¿Sabes el tiempo que llevo queriendo probarte? —dice contra mis labios.
—¿Cuánto?
—Demasiado, desde el día que mi prima me enseñó tu foto.
—Ahora puedes hacerme todo lo que quieras.
Me lanzo a su boca y tiro de sus labios para excitarle aun más y provocar que pierda el control.
Seguimos con las caricias hasta que un ruido fuerte nos hace reaccionar, viene de la puerta. Están intentando derribar la jodida puerta.
JOSH
—Con lo malditamente caprichosa que es estoy seguro de que estará en el Wynn o en el Bellagio. —Hablo con Rick por el manos libres ya que cada uno hemos cogido nuestro coche.
—Estoy de acuerdo, yo iré al primero y tu ve al Bellagio. Si la encuentras me llamas inmediatamente.
—Y tú igual —digo antes de colgar.
Aparco en la puerta del hotel y le doy quince pavos al aparcacoches. Entro en recepción y a pesar de ser casi las tres de la madrugada, hay tanta gente como a las tres de la tarde.
—Estoy buscando a esta chica. —Me acerco al recepcionista, que no tendrá más de veintiún años, y le muestro una foto de Wendy.
—Lo siento, caballero, pero no puedo darle esa información.
—Mira, niñato —me inclino en el mostrador y agarro su corbata en un puño—, llevo más de siete horas conduciendo así que no estoy para tonterías. Esta chica es menor y está aquí sin el consentimiento de sus padres, así que una de dos, o me dices a mí donde está y nos evitamos más rollos, o se lo cuentas a la policía. Aunque dudo que ellos vayan a ser tan amables como yo.
—D-de acuerdo —tartamudea—. Está en la suite del ático con otro caballero.
—Gracias —digo soltándole y colocándole bien la corbata.
Entro en el ascensor y maldigo por que sea tan lento. Busco el número de Rick y le llamo.
—Está aquí, suite del ático. Estoy subiendo.
—Espérame, ahora mismo voy.
—No, no te pienso esperar.
Le cuelgo sin escuchar sus advertencias y salgo del ascensor. Busco la puerta y camino hasta ella con decisión y una furia incontrolada. Tomo aire profundamente dos veces y toco con suavidad, intentando no perder la paciencia. No responde nadie así que vuelvo a tocar. Nada. Toco otra vez. Nada. Mierda, empiezo a aporrearla con fuerza, tanto que si no abren terminaré derribándola. De repente se abre y el grandísimo hijo de puta se coloca en medio, en calzoncillos y con pintalabios rojo por todo el cuello y la boca. Le pego un empujón y entro en la habitación.
—¿Dónde está? —Miro en todas direcciones.
—Cálmate, colega. No voy a dejar que la veas en ese estado —señala el maldito borracho que huele a tequila de aquí a San Francisco.
—¿¡Dónde coño esta!? —Sin pensarlo ni perder más el tiempo, le agarro del cuello. Me la suda que sea más alto que yo.
—¡Suéltale! —Wendy aparece por la puerta de la habitación con la camiseta al revés y el pelo alborotado. Sin mencionar su pintalabios rojo todo corrido.
Me giro de nuevo hacia el cadáver que tengo agarrado del cuello y sigo apretando. Y aprieto más. Intenta liberarse pero yo soy más fuerte.
—¡Suéltale, Josh! —grita Wendy dándome puñetazos en el brazo y tirando de mí.
No soy capaz de parar. Apenas escucho su voz a pesar de estar gritando en mi oído. La imagen de ellos dos revolcándose en la cama cruza por mi cabeza una y otra vez. Me repito a mí mismo que ese no es mi jodido problema, que ella no es para mí, que es la misma mocosa de hace cuatro años, esa a la que no soportaba. Y en cierto modo sigo sin soportarla, pero solo por desearla tanto.
Unos brazos tiran con fuerza de mí, consiguiendo que retroceda y que los sonidos vuelvan a mi cabeza.
—Hermano, ya basta, tranquilízate —Rick me sujeta la cara con las manos y me obliga a mirarle.
—Déjame. —Fulmino a Wendy con la mirada, odiándole ahora mismo por ser la responsable de que me odie a mí mismo.
Empujo a mi amigo para que me suelte y salgo de la habitación y del hotel, me meto en mi coche y acelero. Acelero sin control hasta que los coches a mi alrededor son solo puntos.
WENDY
Josh sale hecho una furia por la puerta. Nunca le había visto tan enfadado, jamás. Ni siquiera con Connor. Mi hermano me mira y después a Jordan, que se frota el cuello y tose con dolor.
—Vámonos.
—Rick...
—Wendy. Nos vamos. —Su voz es firme, más que nunca.
Sale de la habitación y escucho cómo llama al ascensor, dando por hecho que voy a seguirle. Corro a la habitación y cojo mis cosas, las dejo sobre el sofá y me acerco a Jordan.
—¿Estás bien? —Acaricio su mejilla observando su cuello.
—Sí, no te preocupes. Ve, hablamos mañana.
—Lo siento mucho, Jordan... No esperaba que ellos vinieran.
Mi hermano vuelve a entrar y solo con la mirada sé que debo irme ya.
—Gracias por todo —murmuro mirándole antes de salir por la puerta. Él solo me sonríe guiñándome a un ojo.
Cuando aparcamos en el garaje, el coche de Josh ya está en su sitio. Hemos hecho las siete horas de viaje en completo silencio, y a pesar de estar muerta de sueño y mareada por el alcohol, no me he dormido. Son las diez de la mañana y soy consciente de que los dos han hecho catorce horas de viaje prácticamente seguidas para venir a buscarme, y ahora mismo me siento como una puta mierda.
La puerta de su habitación está cerrada y no se escucha nada así que imagino, y espero, que esté dormido. Voy hacia mi cuarto pero la voz de mi hermano me detiene.
—Desde ahora hasta que yo te lo diga no saldrás de casa más que para ir a clase. Si quieres salir para hacer algo que no sea eso, lo harás conmigo o con Josh. ¿Lo has entendido?
—Sí. —Mierda, la he cagado pero bien, joder.
Gracias de corazón a todas las personas que me estáis ayudando a informar de que la trilogía ha vuelto a Wattpad🤗
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