5. "Efectos secundarios"

5. Efectos secundarios

JOSH

Subimos en silencio en el ascensor y entramos en el ático. Siento los ojos de Wendy fijos en mí y los de Rick fijos en ella. Voy hacía mi habitación, cerrando de un portazo, busco alcohol y gasas para curarme las putas heridas que esos dos malditos cobardes me han hecho. Oigo otro portazo e imagino que es Rick, ya que Wendy entra con cara de susto en mi dormitorio. La miro pero no le digo nada. Me acerco al espejo, ignorándola, y comienzo a limpiar la sangre seca de mi nariz. Veo que tengo otro corte en la ceja, sin mencionar que han destrozado mi estómago, joder. Sé que no tengo ninguna costilla rota porque ya me ha pasado más de una vez y el dolor es insoportable.

—Déjame a mí —dice claramente nerviosa mientras sujeta mi muñeca para quitarme la gasa.

Sin decir nada me siento en la taza del váter y ella se arrodilla entre mis piernas. La miro fijamente mientras limpia mis heridas. Se muerde el labio por los nervios y eso solo hace que me enfurezca más por mis ganas de besarla.

—Ya está, puedes irte. —Me levanto y la rodeo para tirar la gasa en la papelera del baño.

Me quito la camiseta y me tumbo mirando al techo, doblando los brazos tras la cabeza.

—Eso debe dolerte mucho —señala los moratones que comienzan a formarse bajo mi pecho.

—¿Qué quieres, Wendy? —pregunto sin mirarla.

No responde, solo se queda ahí sin hacer nada, así que me incorporo apoyándome sobre los codos y la miro. Sigue mordiéndose el labio y jugando con sus dedos.

—Como sigas mordiente el labio así, vas a terminar haciéndote sangre.

—Connor me dio éxtasis —dice de repente.

Me levanto despacio y la miro con atención para comprobar si está mintiéndome, pero ella solo agacha la cabeza.

—Maldito hijo de puta —murmuro intentando controlar mi ira.

—No fue culpa suya... —levanta la vista, asustada— yo acepté.

—¿Pero por qué coño querías drogarte?

—Yo te vi con esa pelirroja y... me habías besado esta tarde y después desapareciste... Cuando me la ofreció me pareció una buena idea, pero...

—¿Pero qué? —pregunto con impaciencia.

—Pero estoy un poco nerviosa.

Entonces me fijo bien y veo que está sudando. Su pecho sube y baja demasiado deprisa y sus ojos son más oscuros de lo habitual. El éxtasis puede sentarte bien o mal, como todas las drogas, pero si es la primera vez que lo tomas y empiezas a rayarte, desde luego que la hostia que te da es monumental.

—¿Por qué?

—Bueno, me siento... extraña.

—¿Qué sientes? —Levanto su barbilla para que me mire.

—Tengo mucho calor. Me cuesta respirar y...

—¿Y...? —Me está poniendo nervioso con tanto misterio.

—Cachonda. Estoy muy cachonda, Josh —dice mirándome fijamente.

No puedo evitar reírme, lo que produce que se sonroje y vuelva a agachar la cabeza.

—¿Es normal?

—Sí, pequeña. Es normal —respondo echando su pelo a un lado. Noto su pulso en mis dedos al tocar su cuello, sudado y caliente.

Maldita sea, esta realmente nerviosa. Y huele tan bien... Tengo clavado ese perfume desde que llegó a esta casa.

Se acerca a mí y acaricia mi pecho. Sus pupilas están dilatadas y, mierda... está tan excitada que no creo que sea capaz de resistirme. Así que decido acabar con esto antes de que sea imposible. Sujeto sus muñecas con suavidad apartándola de mí.

—Vamos, te acompañare a tu habitación. Los efectos pasarán en unas tres horas más o menos. Necesitas dormir.

Camina hasta su cuarto demasiado despacio, y yo cierro la puerta cuando se mete en el baño. Entonces vuelvo a mi dormitorio, necesito darme una ducha para despejarme, así no seré capaz de dormir. Enjabono mi cuerpo con cuidado, sin presionar en las zonas más doloridas.

Cuando salgo, me tumbo en la cama aún con la toalla rodeando mi cadera, y cojo el mando de la mini-cadena para poner un poco de música e intentar relajarme. Apago la luz, dejando solo la de dentro de la piscina. Esa luz me relaja. Siento que estoy quedándome dormido cuando noto cómo mi cama se hunde a un lado. Ni si quiera he escuchado la puerta.

—¿Qué haces aquí? Te he dicho que tenías que dormir. —Me giro para comprobar que es ella.

—No puedo... —murmura pasando una pierna por encima de las mías y acercando su boca a mi cuello.

—Venga, Wendy, no empieces. —La aparto de mí.

Vuelve a mi oreja, así que esta vez me levanto. Ella lo hace también, desabrochándose a continuación la bata fina que lleva. Me cago en mi suerte, está totalmente desnuda a excepción de un diminuto tanga negro de encaje. Mis ojos la observan con auténtico deseo, pero consigo reaccionar y mirar hacia otro lado.

—Joder, mocosa. No hagas esto. —Rodeo su cuerpo por la espalda para volver a atar su bata.

—Josh... —Se da la vuelta y me mira con esos ojos marrones, cuyas pupilas se encuentran dilatadas por la excitación.

Rodea mi cuello con sus brazos y se pone de puntillas para llegar hasta mi oído.

—Solo esta noche, Josh... Solo una vez —susurra rozando la piel de mi oreja con los labios.

Maldita sea, me lo está poniendo más difícil que en toda mi puta vida. Aprieto su cintura con mis manos tratando de deshacerme de las ganas de follarla, y la aparto de mí por cuarta vez.

—Vamos, Wendy, tienes que irte.

Tiro de la mano hasta su habitación y hago que se tumbe en la cama. A estas alturas mi polla está tan dura que me sorprende que la toalla no se me haya caído. Le doy un beso en la frente y me doy la vuelta, pero sujeta mi mano.

—No te vayas. Duerme conmigo —suplica haciendo un puchero.

—Está bien —acepto segundos después.

Sé que si me voy volverá a mi cama, y no estoy dispuesto a pasarme así toda la noche. El éxtasis es así... y más cuando los efectos llegan al máximo.

Me tumbo a su lado, boca arriba, y dejo que pase una mano por mi pecho. Coloca su cabeza sobre mi hombro, dejándome sentir su respiración caliente y agitada en mi cuello.

—Josh... —susurra.

—¿Qué?

—¿Por qué no me has dejado follar con Connor?

—No lo sé, Wendy —suspiro—. Simplemente no he podido.

Entonces su mano empieza a descender por mi pecho, hasta llegar al límite de la toalla. Acaricia mis oblicuos con sus dedos y los dos vemos cómo mi polla va aumentando. Agarro su mano para que se detenga.

—Basta. Lo digo en serio. —Sujeto su muñeca con fuerza.

Siento su lengua sobre el lóbulo de mi oreja y juro que sufro un dolor físico por el esfuerzo que estoy haciendo para no perder el control. Me merezco el puto cielo, joder.

Ella sigue acariciando mi piel con la punta de su lengua, cuando me encuentro a mí mismo cerrando los ojos y relajando la presión sobre su mano, lo que le permite bajarla un poco más hasta posarla sobre mi polla. La mueve por encima de la toalla, rozando con su palma mi erección y haciéndome respirar con dificultad.

—Joder, Wendy, no me hagas esto... No voy a follarte. —Giro un poco para sujetar su cara con mi mano y alejarla de mi oreja.

Sin previo aviso, posa sus labios sobre los míos y yo ya no puedo más. Agarro su mandíbula con una mano mientras rodeo su cintura con la otra para colocarla sobre mí. Ella desabrocha su bata tirándola al suelo y mostrándome sus preciosas tetas y su cuerpo dispuesto a todo. Mis manos van hasta ellas y las aprietan, provocando un gemido demasiado alto por su parte.

—Shh. Vas a tener que ser muy silenciosa, pequeña. Tu hermano está en la habitación de al lado.

Asiente y baja su boca hasta mi pecho. Comienza a dar pequeños besos, mientras yo acaricio su pelo. Va bajando hasta llegar a la toalla y entonces la suelta dejándola caer a los lados de mi cadera. Sin pensarlo dos veces, sujeta mi miembro con una mano y se lo mete en la boca. Tengo que esforzarme por no gruñir de placer cuando su lengua juega con la punta mientras la introduce una y otra vez entre sus labios. Maldita sea, esta niña sí que sabe lo que hace. Llevo cachondo demasiado rato como para saber que no voy a durar tanto como me gustaría, así que la levanto y giro con ella. Elevo sus manos por encima de su cabeza y muerdo sus pezones mientras ella hace lo mismo con su labio, para contener los jadeos. Desciendo hasta llegar a ese precioso tanga que ahora me estorba, y con un tirón fuerte se lo arranco con facilidad. Gime de nuevo. Abro sus piernas y paso mis labios por el interior de su muslo, provocando que ella baje las manos y apriete la sabana en un puño. Acerco mi boca pero sin llegar a tocarla. Coloca sus manos en mi cabeza, empujándome tímidamente para que agote el espacio que separa mi lengua. Dejo que me guíe, acariciando su clítoris con suavidad. Ella gime demasiado alto y ambos nos detenemos unos segundos para ver si escuchamos movimiento en la habitación de Rick. Gracias a Dios, todo está tranquilo así que la miro advirtiéndola que controle su preciosa boca, antes de volver a introducir mi lengua. Hago movimientos de arriba abajo sobre el punto más sensible de su cuerpo, mientras ella enreda los dedos en mi pelo. Acerco una mano e introduzco un dedo en su interior. Joder, esta empapada. Meto dos dedos más y ella tira con fuerza de mi pelo, haciéndome subir hasta su boca.

—Sabes tan jodidamente bien, Wendy...

—Hazlo, Josh... —suplica.

—Dime que quieres que haga —le pido rozando su entrada con la punta de mi polla.

—Josh... Vamos...—Rodea mi cadera con sus piernas y me aprieta hacia ella.

—Pídemelo, pequeña.

—Fóllame.

En cuanto esa palabra sale de sus labios, la penetro bruscamente, provocando un gemido por parte de ambos. La beso de inmediato para ahogar nuestros gritos y sigo metiéndosela alternando la velocidad, pero profundamente. Muy profundamente. Dejo de besarla y me separo de ella para colocar sus piernas sobre mis hombros, antes de volver a metérsela mientras aprieto sus tetas con mis manos. Por cómo me mira y la velocidad de sus jadeos, sé que va a correrse en cualquier momento. Y a mí no me falta mucho, así que la saco y me levanto deprisa. Me mira confundida.

—¿Dónde tienes los condones?

—Segundo cajón de la mesilla.

Abro uno con rapidez y me lo coloco, mientras trazo círculos sobre su clítoris con mi dedo pulgar. Me tumbo y la coloco sobre mí. Agarro su cadera con una mano para acompañar sus movimientos mientras sigo presionando su clítoris. Ella se mueve de manera que mi polla entre y salga y mi dedo se mueva como ella quiere. Poco después mis jadeos comienzan a ser incontrolables, y dejo de preocuparme por que Rick pueda escucharnos. Solo pienso en correrme y en escuchar su voz cuando ella lo haga. Comienza a gemir con intensidad y sé que ha llegado el momento. Giro sobre mí mismo, colocándola debajo, y se la meto con rapidez, mientras ella baja los dedos al mismo lugar donde yo tenía mi pulgar segundos antes.

—Sí... Ah... ¡Josh...!

Tapo su boca con una mano mientras se corre gritando mi nombre. Me pone tan jodidamente cachondo que mi orgasmo llega al mismo tiempo que el de ella. Araña mi espalda con tanta fuerza que me produce una mezcla entre dolor y excitación.

Voy disminuyendo la velocidad hasta detenerme por completo, aún dentro de ella. Apoyo mi frente en la suya, mientras nuestra respiración se normaliza, y entonces la saco, provocando otro pequeño gemido por su parte que me hace sonreír. Ella se sonroja y se levanta para ponerse la bata. Me quedo mirándola mientras me cubro con la toalla, y joder... No sé qué mierdas se supone que debo decir ahora... Así que no digo nada. Recojo el condón del suelo y me marcho.

WENDY

Se agacha para coger algo del suelo y se marcha. Mierda, ¿qué he hecho? Debe haber pensado que soy una salida desesperada. Maldita sea, esa pastilla me ha vuelto loca, juro que en mi vida había estado tan caliente y saber que Josh estaba en la habitación de enfrente... Con ese cuerpo... Recordar sus besos y su manera de apretarme contra él... Voy a matar a Connor.

Cuando miro el reloj a la mañana siguiente, me asusto al ver que ya son las dos de la tarde. Tengo un dolor de cabeza horrible y aún siento las manos de Josh por todo mi cuerpo. Madre mía, Josh. ¿Cómo voy a mirarle a la cara ahora? Voy a morir de vergüenza.

Me pongo un pantalón largo de pijama y una sudadera de Nueva York, y salgo con cuidado de mi habitación. Avanzo por el pasillo sin hacer mucho ruido, rezando para que ni él ni mi hermano se hayan levantado todavía. Cuando entro en la cocina, veo el gran tatuaje de Josh y mi cuerpo se tensa de golpe. Está sentado sobre una banqueta, comiendo algo y mirando la televisión.

—Buenos días —digo casi en un susurro.

—Hola —responde de manera seca.

Mierda, está enfadado. Es totalmente comprensible por mi insistencia de ayer, pero me duele demasiado la cabeza para aguantar sus estupideces, así que le ignoro y cojo un tazón de cereales y me sirvo un poco de zumo. Cómo paso de sentarme a su lado, camino hacia la puerta para comerlo en el salón, pero su voz me interrumpe.

—Wendy. —Me detengo y me doy la vuelta justo cuando él se gira hacia mí. Antes de que me suelte el rollo decido ahorrárselo.

—No te molestes, Josh. Se de sobra lo que vas a decirme... Lamento haber sido tan insistente anoche y que te sintieras obligado a hacer algo que no querías, de verdad... Bastante avergonzada me siento ya. —Bajo la cabeza porque no me atrevo ni a mirarle a los ojos.

Se levanta de la banqueta y se acerca. Cuando levanta mi barbilla, puedo ver que está sonriendo, me desconcierta.

—¿Crees que me sentí obligado?

—Bueno... es obvio que sí. Sé que fui realmente pesada y lo sien...

—Deja de decir que lo sientes —me interrumpe—. Nadie me obligó a hacer lo que hice, Wendy. Deseaba hacerlo más que nada desde que te pusiste sobre mí y nos besamos el día que apareció tu hermano —dice en voz más baja.

Vuelvo a agachar la cabeza sin poder evitarlo, me impone demasiado su mirada, pero sube de nuevo mi barbilla.

—Oye, de verdad que fue increíble... Tú lo sabes. Pero no puede repetirse, pequeña.

—Lo sé —doy un paso atrás—, no te preocupes. —Me doy la vuelta para marcharme, pero su voz hace que frene otra vez.

—Eh, pero tenías razón con eso de que las gemelas no tienen ni puta idea de lo que es una mamada comparado contigo. —Sé que está sonriendo aunque no le vea por estar dándole la espalda, y eso produce una sonrisa boba en mi rostro antes de dejar la cocina.

JOSH

Disfruto de su culo una vez más mientras sale con su comida de la cocina. La mierda que hicimos anoche no estuvo nada bien, pero maldita sea... realmente estuvo de puta madre.

Rick sigue en la cama y la verdad es que estoy bastante acojonado por lo que pueda decirme. No tengo ni idea de si nos escuchó, aunque espero que los porros le hicieran dormir profundamente. Las maldita heridas me duelen cómo un demonio. Anoche mientras estaba con Wendy no las noté, pero ahora me arde todo el cuerpo. Sé que tengo que alejarme de ella... Que he de aceptar que ella quiera... Dios, que quiera tener sexo con otros. Pero maldita sea, no va a ser fácil. Y ahora mucho menos.

Hoy es domingo, cinco de octubre. Y cómo todos los domingos impares de cada mes, hay batalla. Agradezco que esta noche me toca con uno que no vale para nada porque joder, estoy hecho un trapo.

Después de tomarme una pastilla para el dolor, voy a subir al gimnasio cuando Rick sale de su cuarto.

—Vaya, hermano, tienes una pinta lamentable —comenta observando mis moratones y el corte en la ceja.

—Gracias, colega, tú estas muy guapo por la mañana. —Le doy un empujón amistoso.

Pasa por mi lado riendo y sigue su camino hacia la cocina. Dios, gracias al cielo que anoche no nos escuchó.

Continuo subiendo las escaleras de caracol hasta el gimnasio, y lo primero que hago es encender la televisión y enchufar el pen drive para poner música. Caliento durante varios minutos y empiezo a atizar el saco que cuelga del techo.

Al poco rato veo a Wendy mirándome, apoyada en la barandilla.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —Me detengo y cojo la toalla para secarme el sudor.

—El suficiente para haber aprendido algunos golpes —dice acercándose con una sonrisa.

—Veamos lo que sabes hacer, mocosa. —Le hago un gesto con la mano para que se acerque.

Camina despacio, sin dejar de mirarme con una sonrisa maliciosa. Cierra el puño y me da en el pecho. Hago una mueca de dolor y me encojo agachándome en el suelo.

—¡Oh, Dios mío, perdona! ¡No me acordaba de los golpes de anoche! —Aprovecho que se agacha a mí lado para tirar de ella, haciéndola caer al suelo mientras me río—. ¡Imbécil! —Esta vez me golpea con más fuerza—. Pensaba que te había hecho daño.

Estoy tumbado sobre ella, con los brazos flexionados a cada lado de su cabeza y las rodillas apoyadas en el suelo. Se pone seria y yo hago lo mismo, sin poder evitar observar su boca. La boca que anoche devoré como si el mundo fuera a terminarse. Me veo a mi mismo flexionando cada vez más, acortando la distancia que nos separa, pero reacciono a tiempo y me levanto. Le doy la mano para que haga lo mismo y la escucho murmurar un "gracias".

—Venga, a ver qué has aprendido.

Ríe nerviosa y se pone delante del saco. Cierra los puños colocando el pulgar por dentro.

—El pulgar por fuera, niña. Si no puedes rompértelo al golpear.

—Vale. —Hace lo que le digo con expresión concentrada— ¿Así?

Asiento con una sonrisa y me aparto para dejarla espacio. Se coloca frente al saco y le da un pequeño puñetazo que apenas lo mueve unos centímetros. Me tapo la boca para no reírme y ella me mira fulminándome.

—A ver, tienes que ponerte de lado. —La sujeto por la cintura para colocarla.

El recuerdo de mis manos tocando cada centímetro de su cuerpo vuelve a mí, pero sacudo la cabeza para olvidarlo.

—Ahora aprietas el puño con fuerza y le das al mismo tiempo que adelantas una pierna.

—Vale. Lo he pillado, suéltame.

Sonrío por el nerviosismo en su voz y retrocedo, dándola espacio. Hace lo que le he dicho y el saco se mueve bastante más que antes. Me mira con emoción y yo le devuelvo la sonrisa. Le da unos golpes más, yo me siento a hacer unas pesas mientras la miro. Recorro su cuerpo, que se agita con cada movimiento, y no puedo evitar ponerme duro al saber que ha sido mía por un rato. Cuando sus tetas botan al dar pequeños saltitos siento mis manos y mi boca mordiendo sus pezones. Maldita sea, soy un pervertido de mierda.

Dejo de observarla y me concentro en las pesas hasta que a los pocos minutos sube Rick.

—¿Qué hacéis? —Wendy está tan concentrada que ni siquiera le ha visto.

—Enseñando a la mocosa a defenderse.

Parece que mi voz la tiene registrada en su cerebro porque se detiene de inmediato y me enseña su dedo del medido. Rick se ríe y le pasa unos guantes de boxeo.

—Toma, póntelos.

—No los necesito, Ricky. —Pasa la palma de su mano por la frente para secarse las gotas de sudor.

—Póntelos y practica conmigo —repite él levantando sus dos manos.

—¿Puedo pegarte? —Acepta los guantes con emoción y una sonrisa.

Los dos nos reímos y ella arruga la nariz. Me encanta cuando hace eso.

—Puedes intentarlo —responde él.

Me siento en la máquina para trabajar el pecho mientras veo cómo ella lanza golpes y él la sujeta todo el tiempo y la tira al suelo. Río hasta que no puedo más y entonces suena mi teléfono.

—¿Sí?

Jensen ha llamado para decir que no pelea me comunica el encargado de las batallas.

—¿Qué mierdas se supone que significa eso?

—Pues que te tiene miedo, seguramente.

—Maldito cobarde.

—Bueno, el caso es que tienes un nuevo oponente.

—¿Quién?

—Chad Andersen.

—Joder.

—¿Algún problema?

—No, ninguno. Adiós. —Cuelgo y lanzo el teléfono a la mesa.

—¿Quién era? —pregunta Rick.

—Wiston.

—¿Qué quería?

—El mierdas se ha echado atrás, peleo contra Andersen.

—¿Kevin?

—Chad —digo mientras él abre un poco la boca.

—Vaya...

—¿Qué pasa? ¿Qué significa eso de que "peleas"? —Wendy se acerca a nosotros.

—Nada —respondo secándome el sudor con la toalla. Hago una mueca de dolor al pasarla por mis costillas. A pesar de no tener ninguna rota, duelen de cojones.

WENDY

Me hago la tonta por un rato y los tres bajamos a la cocina. Rick y Josh se toman su batido de proteínas y yo voy a darme una ducha. Me desnudo y rodeo mi cuerpo con una toalla demasiado pequeña, pero antes de que me meta en la ducha tocan la puerta.

—¡Pasa!

—¿Mocosa, quieres nadar un rato antes de ducharte?

—¿En tu piscina? —pregunto a Josh emocionada.

—Claro —sonríe.

—Vale, espera que me ponga un biquini y voy.

—Sí... —recorre mi cuerpo de arriba abajo, deteniéndose en la gran parte de mis piernas que hay al descubierto— será lo mejor.

Cuando cierra la puerta, salgo a la habitación y rebusco en mi armario. Sé que lo de anoche no puede repetirse pero eso no significa que no me guste sentirme deseada, así que me pongo el biquini más sexy que tengo.

JOSH

Wendy entra envuelta en una toalla y avanza hacia mí con timidez. Dejo de nadar para concentrarme en ella y veo cómo se muerde el labio mientras deja caer la tela a su alrededor, mirándome. Sonríe cuando recorro su cuerpo una vez más, relamiéndome sin poder evitarlo. Joder, no podía haberse puesto un maldito bañador, no. Se tiene que poner un jodido biquini blanco y minúsculo.

—Niña, para ponerte eso mejor bañarte desnuda.

—No exageres. ¿No te gusta? —pregunta girándose y mostrándome su maravilloso culo en ese tanga de hilo.

—Paso de responder. —Hundo mi cabeza en el agua y cuando la saco, veo cómo camina hasta el borde de la piscina y se sienta, metiendo solo las piernas.

—Joder, es climatizada.

—Claro, ¿qué esperabas? —Nado hasta ella y la sujeto por los tobillos.

—Ni se te ocurra —me advierte con la mirada.

Sonrío malvadamente y tiro de ella, haciéndola caer de golpe. Saca la cabeza y se frota los ojos para abrirlos después.

—Te vas a enterar —ríe.

Nada hasta mí y pone sus manos sobre mi cabeza intentando hacerme una ahogadilla. Agarro sus piernas con mis manos cuando pega un pequeño salto para hacer fuerza sobre mi cabeza, y hago que rodee mi cuerpo con ellas. Baja sus manos hasta mi cuello y deja de reírse. Subo la mano para apartar un mechón húmedo de su mejilla, acariciando la misma con la yema de mis dedos. Cierra los ojos y entreabre la boca.

—¿Qué te dije sobre hacer eso? —me sorprendo a mí mismo por la ronquera de mi voz.

—Lo siento. No puedo evitarlo cuando te tengo tan cerca. Cuando me tocas... —dice casi susurrando.

Me acerco más y llevo la mano hasta su boca, deslizando el pulgar por su labio inferior para que deje de morderlo.

—Joder, Wendy.

Besa mi dedo y se lo mete en la boca. Lo chupa mientras me mira fijamente y gime cuando la aprieto más a mí para que sienta mi polla comenzando a tensarse.

—Ven aquí. —Sujeto su mandíbula con una mano y es ella la que agota el espacio que nos separa.

Se acerca hasta que nuestros labios se rozan. Paso mi mano por su cuello y muevo mis labios sobre los suyos con suavidad, sin el salvajismo de las otras veces. Por primera vez ambos estamos sobrios, sin drogas ni alcohol de por medio. Y es increíble. Ella hunde los dedos en mi pelo y refuerza el agarre de sus piernas alrededor de mi cadera. Acaricio su labio inferior con mi lengua y sonrío cuando ella entreabre la boca. Su lengua se encuentra con la mía y se unen sin remedio. El beso que comenzó siendo calmado, se convierte en desesperado y feroz. Mis manos bajan por su espalda hasta encontrarse con la piel de su culo desnudo, lo aprieto y ambos gemimos de nuevo. No sé si lo hace sin querer o si lo hace a propósito, pero ha adquirido un movimiento de pelvis que está volviendo loco a mi mitad inferior.

—¿Josh, a qué hora es la pelea? —Ambos nos separamos deprisa cuando escuchamos la voz de Rick entrando en la habitación. Wendy finge que bucea y yo no sé ni para donde mirar.

—Wiston ha dicho que a las diez.

—¿Tan pronto? —pregunta metiéndose en el agua.

—Sí.

—¿Vais a decirme ya de que pelea habláis? —Wendy nos mira mal desde el otro lado de la piscina.

Rick me hace una señal con los ojos pero yo niego con la cabeza. Lo último que me falta es añadir en mi lista las peleas clandestinas.

—¿Josh? —Enarca una ceja.

—No es nada, mocosa.

—De vez en cuando nosotros...

—Hermano, no —le interrumpo—. Cuanto menos sepa mejor.

—Se va a enterar tarde o temprano.

—Eso te lo dije yo a ti le recuerdo.

—¿Queréis dejar de hablar como si no estuviera aquí? —reclama ella nadando hasta nosotros.

—Los domingos impares de cada mes Josh y yo peleamos con gente...

—Por dinero —añado yo para aclarar que no somos unos matones así porque sí.

—Lo que os faltaba. Alcohol, drogas, carreras, zorras y ahora pel...

—¿Qué has dicho? —Rick la interrumpe con el ceño fruncido.

Mierda, Wendy. No podías mantener esa jodida y preciosa boca cerrada.

—¿Cómo sabes lo de las carreras? —Ella me mira buscando mi ayuda.

—Seguro que ha sido Connor —respondo yo, mirándola para que siga mi mentira.

—Sí, el me habló de que corríais y eso...

—Claro, cómo no. Bueno, Wen... sé que no tenemos vicios muy buenos que digamos...

—Todo lo contrario más bien —le reprocha ella.

—Bueno, pero no hacemos daño a nadie... —Rick trata de justificarse.

—Excepto al que pelea contra nosotros —río sin poder evitarlo.

—Mierda, Josh. No es el momento para coñas —me reprende—. Lo que quiero decir es que no quiero que te metas en toda esta mierda.

—Es un poco tarde para eso, ¿no crees? —Nos mira a los dos acercándose a las escaleras.

—No. No lo creo. Tú debes concentrarte en ir a la universidad y salir con tus amigas. No en venir a nuestras peleas y mucho menos a nuestras carreras.

WENDY

Después del beso con Josh y la conversación con mi hermano, me doy una ducha y me seco el pelo. Ya son las siete de la tarde y estoy profundamente aburrida, además me muero de ganas de besar a Josh otra vez, joder. Esto no es bueno, necesito liarme con otro tío y dejar de pensar en algo imposible.

JOSH

Después de que Wendy y Rick salgan de mi habitación, me doy una ducha y me dejo caer sobre la cama. Estaba increíble con ese biquini. Sé que le dije que no íbamos a repetirlo, pero cuando se ha metido mi pulgar en la boca y me ha mirado de esa manera... no he podido evitarlo. No sé qué coño me está pasando con esta mocosa. Necesito follarme a otra tía y dejar de pensar en algo imposible.

•••

Si has llegado hasta aquí y estás disfrutando de la historia, solo puedo darte mil gracias e invitarte a que la compartas con tus amigas :)

Un besito♥️

Ah! La trilogía tiene cuenta de Instagram, así que ya puedes buscarla para disfrutar de frases, escenas, memes y noticias:

@ trilogiapeligrosa

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top