3. "Retos peligrosos"
3. Retos peligrosos
WENDY
Salgo de mi cuarto y rezo para no encontrarme con Josh o con mi hermano. Les escucho hablando en el piso de arriba y recuerdo que aún no sé qué hay ahí, así que subo las escaleras de caracol sin hacer ruido y asomo un poco la cabeza. ¿Cómo no se me había ocurrido? Un gimnasio. Hay una bicicleta estática y un par de máquinas más que no sé cómo se llaman. En el fondo unas pesas y colgado del techo un saco de boxeo. La televisión está encendida en un rincón, sobre una máquina de agua. Mi hermano está haciendo pesas y Josh atizando el saco de boxeo. Todos sus músculos se tensan con cada golpe y el tatuaje del fénix brilla a causa del sudor. Phoenix, así es como le llamó anoche Connor. ¿Por qué llevará eso tatuado? Tengo que enterarme.
Entro en la cocina y me preparo un tazón de cereales y un zumo, cómo siempre. Enciendo la televisión y veo que están echando un programa de coches, entonces recuerdo que anoche vine con Josh y dejé allí el mío. Mi coche. Mi BMW nuevo. Mierda. Espero a que él baje y se meta en su cuarto para ir a reclamarle, fue su culpa que me marchara de allí sin él.
—¿Dónde coño está mi coche? —Entro sin llamar, por supuesto.
Acaba de salir de la ducha y solo lleva una toalla alrededor se su cintura. Aparto la mirada y entonces observo mejor la habitación. Vaya, claramente es la mejor de las tres, tiene incluso una pequeña piscina, es alucinante. Trato de no parecer sorprendida por el dormitorio y sobre todo por él. Por esos oblicuos que marcan el camino hasta su pene, el cual pude ver anoche. Intento borrar esa imagen de mi cabeza de nuevo.
—¿Otra vez entrando sin llamar? Voy a tener que pensar que intentas encontrarme desnudo —alardea mirándome y sonriendo seductoramente.
—Ya vi anoche todo lo que tenía que ver —le desafío sin apartarme—.Y la verdad es que no había mucho donde mirar. —Señalo con la mirada el bulto bajo la toalla.
Aprieta su mandíbula y camina hacia mí, con decisión. Agarra mi cadera y me hace retroceder hasta la barra de un pequeño mini-bar que hay junto a la puerta.
—Está claro que no observaste con atención. —Aprieta su pelvis contra la mía, clavándome la yema de los dedos en la piel.
Su rostro está muy cerca del mío, por lo que puedo ver mejor sus facciones. Tiene unos ojos verde claro, rodeado de pestañas muy oscuras, las cuales ahora tienen pequeñas gotas de agua por la ducha. Su pelo es negro como el carbón y sus labios bastante carnosos, de un tono ligeramente rosado. De pronto me pregunto cómo se sentirán sobre los míos, pero aparto ese pensamiento inmediatamente.
—¿Dónde está mi coche? —pregunto de nuevo sin dejarme intimidar.
Sonríe un poco y se separa de mí. Camina hacía su cama y deja caer la toalla, mostrándome un culo perfecto.
—Por el amor de Dios, deja de ser tan exhibicionista. —Me doy la vuelta con pocas ganas porque la verdad es que tengo unas vistas espectaculares.
—Y tú deja de acosarme —susurra en mi oído segundos después.
Giro de nuevo y me relajo al ver que ya tiene sus bóxers puestos.
—Yo no te acoso, estúpido. —Instintivamente miro sus labios un segundo—. Solo quiero saber qué ha pasado con mi coche nuevo.
—Está en el garaje —responde dándose la vuelta y cogiendo un pantalón de chándal y una camiseta de tirantes.
—¿Cómo que en el garaje? ¿Quién lo ha traído?
—Jay. Le mandé un mensaje ayer con la matricula.
—Imposible. Yo tengo las llaves.
—No hacen falta unas llaves para arrancar un coche, niña —ríe.
—¿Y cómo coño lo ha abierto? —Me estoy empezando a cabrear.
—Tampoco hacen falta unas llaves para eso.
Bufo y salgo de su habitación, encontrándome de cara con mi hermano.
—¿Qué hacías ahí dentro? —pregunta levantando una ceja.
—Nada —gruño pasando por su lado hacia mi cuarto.
—No, señorita, tu y yo vamos a tener una conversación.—Agarra mi brazo y tira de mí hasta el salón.
Josh nos sigue con una sonrisa divertida mientras termina de ponerse la camiseta. Se apoya en el marco de la puerta y cruza los brazos, observando la escena.
—Lo que hiciste anoche no va a volver a repetirse. No puedes salir de casa cuando te dé la gana y menos después de habértelo prohibido.
—Tú no puedes prohibirme nada, Rick. Tengo dieciocho años y voy a hacer lo que me dé la gana, te guste o no —le notifico sentándome tranquilamente en el sofá.
—Eso no te lo crees ni tú. Si te digo que no salgas, no sales. Si te digo que te quedes en casa, te quedas y si te digo que me cojas el puto teléfono cuando te llamo...
—Te cojo el puto teléfono. Lo he pillado, no soy retrasada —pongo los ojos en blanco, aburrida de la situación.
—Bien. Me alegra que nos hayamos entendido. —Coge su cartera de la mesa de la entrada y la guarda en el bolsillo, dando un portazo cuando se marcha.
—Bueno, bueno. —Josh dibuja una sonrisa nada amigable—. Parece que la mocosa está castigada. —Camina para acercarse hasta mí.
Se sienta a mí lado y decido que si lo que quiere es enfadarme y picarme, no le daré el gusto. Así que se me ocurre tocarle un poco las narices. Ponerle a prueba.
—¿Tienes papel? —pregunto sacando la marihuana de mi bolsillo y cogiendo un cigarrillo de la mesa.
—No vas a fumar, niña.
—Tienes dos opciones —giro mi cuerpo para mirarle—: darme papel y fumar conmigo, o que me busque la vida y me lo fume sola.
Suelta un suspiro, enfadado, y se levanta para coger un librillo de la encimera. Me da uno y siento cómo me recorre con la mirada mientras me hago el porro.
—¿Te gusta lo que ves? —pregunto sin mirarle.
—Por Dios, Wendy, eres una mocosa. Nunca podría mirarte con esos ojos.
Ese comentario me irrita, joder, no soy una puta cría. Si tan seguro está de que nunca podría verme así, entonces habrá que comprobarlo. ¡Vaya que si!
—Hace calor. —Me levanto para quitarme la sudadera y quedarme solo con una camiseta de tirantes, dejando un poco a la vista los bordes de mi sujetador por delante.
Sonrío al ver cómo observa mis tetas y aparta la mirada deprisa. Me inclino hacia delante para coger el mechero, poniendo mi culo en su cara. Vuelvo a sentarme y noto que está un poco nervioso, pero me aguanto de hacer comentarios. Tengo que parecer inocente. Enciendo el porro y le doy un par de caladas antes de pasárselo.
—¿Lo que vi anoche es habitual?
—Bastante, sí. —Fuma y me mira expulsando el humo lentamente—. ¿Por qué? ¿estás celosa? —Se mueve en el sofá de tal forma que queda frente a mí.
—¿Celosa? —Suelto una carcajada—. Esas dos ni siquiera sabían lo que hacían. Te puedo asegurar que si hubiera sido yo... Bueno, digamos que te habrías corrido bastante antes.
Se remueve incómodo en el sofá y da otra calada, aunque intenta disimularlo con una sonrisa sarcástica.
—Anda ya, Wendy. Estoy seguro de que no la has chupado en tu vida.
—Te sorprenderías —digo quitándole el porro de la boca para darle otra calada.
—Lo dudo. —Repite mi acto para darle otra él.
—¿Acaso quieres que te lo demuestre? —pregunto inclinándome un poco sobre su cuerpo.
Desciende los ojos hacia mi escote, sin ningún tipo de disimulo, y vuelve a mirarme a los ojos. Está serio y siento que comienza a respirar con dificultad. Gracias al fino pantalón de deporte que lleva, veo de reojo el bulto que se está formando bajo él. Me acerco a su boca, hasta quedar a pocos centímetros y expulso todo el humo. Sé que a Connor le encanta que haga eso, así que tal vez a Josh también le ponga. Baja la mirada a mis labios y vuelve a mis ojos. Me acerco despacio a su oreja y me rio con sutileza.
—Ah, no. Que soy una mocosa y tú nunca podrías mirarme con esos ojos —murmuro rozando el lóbulo con mis labios.
JOSH
Siento el roce de sus labios contra mi oreja y mi polla termina de ponerse dura. La sujeto por la cintura y la coloco sobre mí con un movimiento rápido, con una pierna a cada lado de mi cuerpo.
—¿Qué coño pretendes, Wendy?
—¿Yo? Nada, solo comprobaba una teoría —sonríe con indiferencia.
Puedo sentir la erección contra ella y también sé que ella lo ha notado. Es imposible que no lo haya hecho.
—¿Y qué teoría es esa? —No puedo apartar la vista de su boca mientras ella se concentra en el porro. Cierra los ojos y le da una calada profunda.
—Dios... me encanta. —Expulsa el humo casi gimiendo.
—Ya basta, te lo advierto —digo apretando su cintura con mis manos.
—¿Ya basta de qué? Solo estoy fumando.
—Sabes perfectamente lo que estás haciendo.
—¿Qué estoy haciendo, según tú? —me mira con la ceja arqueada.
—Ponerme cachondo.
—Oh, pero si hace un momento decías que no podrías mirarme con esos ojos —sonríe con falsa inocencia—. O es que acaso... —se acerca de nuevo a mi oreja y la acaricia con sus labios una vez más— ¿estabas mintiendo?
—Wendy, como sigas por ese camino esto va a terminar de una forma muy poco correcta. —Tiro levemente de su pelo para alejarla de mí.
—¿Y qué forma es esa?
Solo tengo ganas de arrancarle esos diminutos shorts y follármela sin compasión, pero sé que no puedo. Primero, porque es una cría. No lo es, tiene dieciocho años; Segundo, porque Rick me mataría. Rick no tiene por qué enterarse; Y tercero, porque no pienso reconocer que me pone. Creo que es tarde para eso.
—¿Sabes qué? —Se aparta y me mira con suficiencia—. No hace falta que respondas. Ya he comprobado mi hipótesis —añade levantándose.
—¿Cuál es tu puta hipótesis, niña? —pregunto con frustración.
—Que a pesar de ser una niña, una mocosa y una cría... —se echa el pelo hacia atrás con dramatismo— puedo ponerte igual de cachondo que esas dos zorras —concluye satisfecha y desaparece por el pasillo.
WENDY
¡Já! Que te jodan Josh Matthews. Entro a mi cuarto con una sonrisa triunfal, sabía que podría conseguir que se excitara. Sé que si hubiera seguido, habría conseguido que perdiera el control y me hubiera follado ahí mismo, pero es mejor evitar las tentaciones. Está muy bueno pero sería una putada vivir con la misma persona con la que me acuesto. Podría llegar a sentir algo más... y no estoy dispuesta.
Decido escribirle un mensaje a Connor porque, lógicamente, no pienso quedarme con este calentón absurdo.
12.50pm Yo
Puedo escaparme en diez minutos.
12.51pm Connor
Te recojo en quince.
Me encanta el hecho de que Connor no tarde nada en responderme, hace que me sienta segura de mí misma. Que me sienta la misma que hace dos años cuando esperaba a que las monjas se durmieras para escaparme y poder verle. Poder besarle y dejarme llevar por su... experiencia.
Bien, a ver que excusa me invento ahora para salir. No sé dónde coño estará mi hermano pero el imbécil de Josh no va a ponérmelo fácil.
Me quito el pijama y me pongo una falda por encima de las rodillas y una camiseta de manga corta, por dentro de la falda. Cojo mis botas y una cazadora y se me ocurre llevarme una carpeta para decirle a Josh que voy a la Universidad. Camino con decisión por el pasillo, fingiendo que soy una niña buena que va a hacer... Bueno, lo que sea que hagan las niñas buenas.
—¿Dónde vas? —pregunta en cuanto me ve.
Sigue sentado en el sofá y está bebiendo una cerveza mientras mira un partido en la televisión.
—A la universidad.
—Es sábado, invéntate otra excusa —dice sin mirarme.
—He quedado con una compañera para arreglar unos papeles.
—Todavía no conoces a nadie allí, tú misma lo dijiste ayer. Prueba con otra. —Ésta vez sí que gira la cabeza hacia mí.
—La conocí en secretaría —bufo fulminándole con la mirada—. Me marcho. —Camino hacia la puerta, pero no me da tiempo a abrirla.
—Eh. —Sujeta mi brazo y se coloca frente a mí—. Cómo me entere de que has salido con el cabrón de Connor, me asegurare de que tengan que trasplantarle todos los dientes.
Sonrío en mi interior. ¿Está celoso? Le rodeo y salgo sin responder, mirándole una última vez antes de entrar en el ascensor. Cuando llego abajo, saludo a John, el portero, y veo que Connor está en la puerta esperándome. Me sonríe cuando subo al coche y me ofrece un cigarro.
—Hola, guapa. ¿Estás lista?
—Claro. —Lo acepto y cojo el mechero de mi bolso.
Conduce más deprisa que mi hermano, hasta que llega a su apartamento. Aparcamos en frente de un edificio de unas cuatro o cinco plantas, con fachada de ladrillo. En cuanto las puertas del ascensor se cierran, tira de mi mano para acercarme a él. Rodea mi cintura con una mano mientras con la otra me sujeta por la barbilla.
—Anoche tuve que hacerme una paja cuando llegué a casa.
—Lo siento por eso. Josh es muy insistente cuando se lo propone.
Me besa con la misma naturalidad de siempre hasta que el ascensor se detiene. Caminamos hasta una puerta, abre y se hace a un lado para que entre.
—¿Vives solo? —pregunto ojeando el interior.
—Con mi hermano, pero ahora está trabajando. No vendrá hasta dentro de cuatro horas.
Me recorre con la mirada de arriba abajo mientras se relame y sonríe. Joder, esa sonrisa hace que me moje al instante al pensar en lo que viene a continuación.
—Ven aquí y enséñame lo que has aprendido —propone tendiéndome una mano.
Muerdo mi labio con nerviosismo y la acepto, dejándome llevar hasta un dormitorio. Se sienta en la cama y yo quedo de pié entre sus piernas. Saca mi camiseta de dentro de la falda y comienza a besar mi vientre, mientras una de sus manos sube por mi pierna. Acaricio su pelo con los ojos cerrados, sintiendo el tacto de sus manos y de su boca sobre mi piel. Mete la mano por dentro de mi falda, acariciando la parte interna del muslo. Roza mi tanga con sus dedos provocando un pequeño suspiro por mi parte. Entonces deja de besarme y levanta la cabeza, mirándome desde ahí abajo. Rodea mi cadera con un brazo y me tumba sobre la cama con agilidad. Se quita la camiseta, y puedo ver cómo su cuerpo también ha mejorado desde la última vez que le vi, antes de recostarse a mi lado derecho. Su lengua busca la mía con necesidad. Acaricio su mandíbula y gimo sobre sus labios cuando siento cómo introduce una mano en mi ropa interior y su dedo se posa sobre mi clítoris. Sonríe y sigue besándome, a la vez que su dedo se mueve y lo presiona con firmeza. Introduce un dedo en mi interior y suelta un gruñido profundo.
—Siempre tan húmeda, Wendy. —Otro dedo más entra en mí.
Muerdo mi labio evitando gemir de nuevo, y hago que saque su mano de mi ropa interior, incorporándome para ponerme sobre él. Sonríe con un brillo de diversión en sus ojos cuando acerco mi boca a su pecho. Voy descendiendo, dándole pequeños besos hasta llegar a su pantalón. Lo desabrocho con destreza y me levanto para sacárselo por los pies. Hago lo mismo con sus calzoncillos, dejando a la vista su polla deseosa de mí. Acerco mis labios sin dejar de mirarle y veo cómo cierra los ojos y echa la cabeza hacía atrás cuando la meto en mi boca. La rodeo con una mano y la muevo de arriba abajo al mismo tiempo que mis labios.
Su respiración es cada vez más irregular, los músculos de sus piernas y de sus brazos se tensan y relajan cada pocos segundos. Sigo unos minutos más hasta que sujeta mi pelo y me hace parar.
—No quiero correrme así, Wen. Voy a follarte. —Trago saliva cuando me hace girar y se coloca encima—. ¿Tomas la píldora?
Niego con la cabeza así que estira la mano para sacar un condón del cajón. Sujeta mis piernas con ambas manos y las abre despacio, mirando entre ellas sin disimulo ni pudor, para colocarse en el lugar preciso. Siento su erección sobre mi entrada, cómo la introduce de manera lenta, obligándome a apretar su espalda con mis manos para que la meta del todo.
—Shh —sonríe—. Veo que sigues igual de impaciente.
Me penetra con suavidad, haciéndome gemir cuando la siento dentro por completo. Vuelve a sacarla y a meterla igual de despacio.
—Esto te gusta —murmura antes de besarme.
—Eso es decir poco —respondo correspondiéndole.
Continuamos así durante unos minutos más. Me folla lento pero profundo. Sacándola casi por completo. A medida que el tiempo va pasando, va aumentando la velocidad hasta conseguir un ritmo constante. Mis cadera se coordinan con sus embestidas y mi respiración es cada vez más irregular. Connor besa mi cuello y muerde mi oreja con fuerza, susurrándome en el oído y haciéndome estremecer.
—Siempre me ha gustado lo malditamente estrecha que eres, Wendy —gruñe con todos los músculos tensionados—. Joder, me vuelves loco.
Me lo hace sin descanso hasta que siento que estoy al límite. Él lo sabe también porque me conoce muy bien en este aspecto.
—Vamos, quiero escucharte —comienza a penetrarme con una velocidad frenética.
Me mira y yo cierro los ojos arqueando la espalda mientras araño la suya con fuerza. Me corro y grito, dejando salir todo lo que llevo dentro, hasta que a los pocos segundos escucho sus jadeos cuando se corre conmigo. Se deja caer a mi lado y se retira el condón, tirándolo al suelo.
—Joder, Wendy —dice con la respiración acelerada—. Me matas.
Sonrío satisfecha y le doy un beso en el cuello. Nos quedamos en silencio unos minutos, completamente desnudos, hasta que nuestro pulso se normaliza. Las cosas con Connor siempre son tan sencillas y fáciles que no puedo evitar volver a él. No fáciles en el mal sentido, si no en el bueno. No siento vergüenza, no siento presión, no siento obligación. Puedo ser yo misma.
—Así que te quedas aquí a vivir —comenta mientras los dos miramos al techo.
—Sí. Ya no hacía nada en París y tenía ganas de volver a casa y ver a mi hermano.
—Me alegra que tomaras esa decisión. —Gira su cabeza hacía mí y yo hacia él.
Ambos sonreímos y entonces me doy cuenta de que cómo mi hermano llegue a casa y vea que no estoy, me la voy a cargar.
—Tengo que irme ya. Si mi hermano llega y no me ve, enloquecerá —le informo levantándome para vestirme.
—Vale, te llevo.
Llegamos en seguida al ático, riendo por el camino y recordando momentos en Francia, cuando quedábamos y me ayudaba a escaparme. Pero la sonrisa desaparece de mi rostro cuando veo a Josh en el portal.
—Maldita sea.
—Tranquila, yo me encargo. —Detiene el coche justo en frente.
Me bajo y camino hacia Josh deprisa, advirtiéndole con la mirada que no se le ocurra hacer ninguna tontería. Connor viene detrás de mí.
—Entra en casa, Wendy. —Josh habla conmigo pero al que mira es a él.
—Josh, no se te ocurra...
—¡Entra en el jodido edificio!
—Relájate, Matthews, y no la hables así —gruñe Connor aproximándose con tranquilidad.
Josh espera a que llegue hasta él, y antes de que Connor pueda decir nada más, le lanza un puñetazo en toda la cara, provocando que caiga al suelo por el golpe inesperado. Entonces me coloco en el medio de los dos.
—¿¡Qué coño pasa contigo!? —empujo a Josh con todas mis fuerzas—. ¡Si no me hubieras traído anoche a rastras, no habría tenido que mentirte hoy!
Me giro justo para ver cómo Connor se acerca con una expresión furiosa y los puños cerrados.
—¡No! Para, Connor. Por favor —suplico cogiendo su puño con mi mano.
Agarro su barbilla para que baje la vista y me mire, sonrío y le doy un beso rápido poniéndome de puntillas. Me devuelve la sonrisa y mira de nuevo a Josh.
—Cómo vuelvas a gritarla o a ponerme una mano encima...
—¿¡Qué!? ¿¡Qué vas hacer, gilipollas!?
—¡Basta, Josh! —Me giro y miro a Connor de nuevo—. Luego te llamo. —Tiro de su mano para llevarle al coche y obligarle a entrar en él.
Mira a Josh una última vez y enciende el motor. Cuando desaparece por la calle, le doy un empujón a Josh y entro en el portal, se cuela en el ascensor antes de que se cierre y no aparta la mirada de mí en todo el trayecto hasta arriba.
Cuando llegamos, voy hacia mi habitación directa, pero su mano en mi muñeca me detiene.
—¿Te lo has tirado?
Abro los ojos alucinada por su pregunta y me suelto de su muñeca dándole un manotazo.
—¿¡Y a ti qué coño te importa!?
—¿Lo has hecho? —vuelve a preguntarme con la mandíbula apretada.
—¡Qué te jodan!
—¡Eres una niñata desesperante!
—¡Y tú eres un psicópata con problemas de autocontrol! —grito cerrándole la puerta de mi habitación en las narices.
JOSH
Salgo a la terraza y siento cómo la rabia se apodera de mí cuando la veo subir en el coche de ese gilipollas. Lo sabía. Lo sabía y aun así la he dejado ir, ¡maldita sea! Vuelvo a entrar en el salón y saco una bolsita de la caja de la estantería, formo dos líneas con el polvo blanco y enrollo un billete de dólar. Me acerco, inhalando profundamente y pasando mi dedo índice por la nariz. Esta maldita niña me desquicia, joder. Me meto otra raya y me fumo otro porro, caminando desesperadamente de un lado para el otro. Se la está follando. Ese cabrón se la está follando. Voy a deshacer su cara cuando la traiga. Maldito pervertido, ¡es una jodida niña! Tú querías follártela hace unas horas y eres un año mayor que Connor. Que te jodan.
Decido bajar al portal para hacer más amena la espera y me alegra hacerlo ya que a los cinco minutos aparecen. Ella me mira, lanzándome una advertencia para que no haga nada, pero maldita sea voy a destrozarle. Disfruto inmensamente cuando mi puño impacta sobre su cara. Hubiera seguido pegándole si no fuera porque del primer puño ya está en el suelo. Marica.
Después de que se encierre en su cuarto cómo la niñata que es, me tumbo en el sofá esperando a que Rick venga, pero tarda demasiado. La frustración no desaparece y necesito golpear algo, así que subo al gimnasio.
A los pocos minutos escucho cómo se cierra la puerta de la calle y unas pisadas suben por las escaleras.
—¿Ha salido Wendy? —pregunta Rick colocándose delante de mí.
—Sí —gruño—. Es una maldita mocosa malcriada. —Lanzo otro puño al saco de boxeo.
—¿Dónde ha ido?
—Ha salido con Connor.
—¿¡Cómo!?
Dejo de golpear el saco y le miro levantando las cejas, afirmando lo que acabo de decir. Baja las escaleras deprisa y voy detrás de él, no quiero perderme esto. Abre la puerta de la habitación de su hermana de un manotazo, ella está sentada en la cama tecleando algo en su teléfono.
—¿¡De qué coño conoces a Connor Andrews?!
Wendy me fulmina con la mirada y yo le guiño un ojo, sonriendo. Quizá yo no pueda hacer nada por evitar que ese desgraciado se la folle, pero su hermano sí. O eso espero.
—Le conocí en París, salimos unas cuantas veces —responde volviendo a escribir algo en su móvil. Rick se acerca y se lo quita de las manos, lanzándomelo a mí.
—¿¡Qué coño haces!? —Mira a su hermano con furia— ¡Devuélveme mi teléfono! —grita levantándose y caminando hacia mí.
—Te estás pasando de lista, Wendy. —Él la sujeta para impedírselo—. No quiero que te acerques a ese gilipollas.
Concentro mi mirada en su teléfono, el cual está desbloqueado y con la pantalla de mensajes abierta.
4.21pm Yo
Tranquilo, me escaparé como sea. Cuando te escriba vienes a por mí.
4.21pm Connor
Bien. Estoy deseando hacértelo de nuevo.
Se la ha follado. Lo sabía, voy a matarle. Ese cabrón no sale vivo de esta noche.
Wendy me mira con nerviosismo al darse cuenta de que he leído los mensajes. Rick sigue hablándola pero creo que ninguno de los dos estamos prestándole atención ya. La miro con furia y salgo de la habitación, llevándome el teléfono conmigo. Me encierro en mi habitación y cojo el mechero para encenderme el porro que tengo en el cenicero.
WENDY
Estoy leyendo una revista para tratar de quitarme de encima el cabreo que tengo, cuando el sonido que me indica que es Connor, suena en mi teléfono.
4.18pm Connor
Esta noche hay una fiesta. ¿Vendrás?
4.18pm Yo
No sé si podré, Connor. Josh me ha estado tocando las narices y creo que le va a contar lo de esta mañana a mi hermano.
4.19pm Connor
Puto entrometido. ¿Qué coño le pasa? ¿le gustas o qué?
4.20pm Yo
No digas bobadas, simplemente adora joderme.
4.21pm Connor
Bueno, no te preocupes. Si no puedes salir, nos montamos la fiesta tu y yo solos en tu casa...
4.21pm Yo
Tranquilo, me escaparé como sea. Cuando te escriba vienes a por mí.
4.21pm Connor
Bien. Estoy deseando hacértelo de nuevo.
Cuando voy a responderle, Rick entra hecho una furia en mi habitación. Me pregunta que de qué conozco a Connor, y cuando le digo que le conocí en Paris, me quita el teléfono y se lo lanza a Josh. Estaba escribiendo y no me ha dado tiempo a bloquearlo, ¡maldita sea! Mi hermano me dice algo más, pero ya no le presto atención. Estoy mirando a Josh, que ha apretado su puño libre al leer los mensajes. Mierda, sabe que nos hemos acostado. Estoy jodida, muy jodida.
JOSH
Enciendo el porro y le doy hacía arriba a la pantalla del móvil para leer el resto de mensajes. Ese idiota le ha dicho sobre la fiesta de esta noche. Cabrón. Wendy no va a ir a esa fiesta ni de coña, solo habrá borrachos y droga, además de pervertidos y peleas. La puta imagen de ella sobre él hace que me hierva la sangre. Wendy no me gusta y no sé a qué se debe este impulso de protegerla... de mantenerla lejos de cualquier tío. Si lo que pretende es venir a mi casa y follársela en mi sofá mientras su hermano y yo estamos de fiesta, lo lleva claro.
Rick va a hacer la compra y yo me quedo en casa porque él me lo pide, para que ella no vuelva a escaparse. No sé si sabe que estoy en el salón o no, porque no sale de su cuarto en toda la tarde. En varias ocasiones incluso me acerco hasta su puerta para comprobar si escucho algo tras ella, pero tan solo se oye el sonido de la televisión.
Cuando llega la noche y le digo a Rick que no voy a ir a la fiesta, me mira sorprendido y levanta los brazos sin entender nada.
—Pero hermano, no me jodas. ¿Cómo que no vienes? Tengo la pelea con Andersen. Las apuestas están altas y te necesito allí.
—Lo siento, tío. No me encuentro bien. Me he pasado con la coca esta tarde y tengo la cabeza...
—¿Esta tarde? Joder, colega, te pasas con esa mierda...
—Lo sé, lo sé. Voy a tomármelo con calma unos días.
—Más te vale.
—Sí, papá —río para calmar el ambiente.
La droga es mala, lo sé, todos lo sabemos, no es ningún misterio. Y habitualmente tan solo fumo hierba, los estupefacientes tipo cocaína tan solo los consumimos de fiesta, pero desde que llegó la mocosa se me ha ido de las manos. Tengo que parar.
—No te deseo suerte porque no la necesitas —le digo a mi amigo con una sonrisa cuando se está poniendo la cazadora en la entrada.
—Como pierda, será tu culpa por no venir —señala frunciendo el ceño.
—Que no vas a perder, si acaso te llevas un par de hostias antes de tumbarle.
—Shh. —Se coloca los dedos en la boca para mandarme callar cuando escuchamos ruido en el pasillo.
Wendy se acerca para ir a la cocina, supongo, pero en cuanto nos ve se da la vuelta con el rostro enfadado.
—No quiero que se entere de nuestros rollos —me explica en voz baja.
—Vive aquí, Rick, es cuestión de tiempo.
—Pues cuanto más tarde, mejor. Venga, me piro —dice mirando su reloj—. Vente luego si se te pasa el dolor de cabeza, pero asegúrate de que a Wendy le quede claro que no puede salir.
—No te preocupes que no se va a mover de aquí. —Choco su mano y ambos sonreímos antes de que cierre la puerta de la calle, a eso de las once de la noche.
Yo me hago unas palomitas y me tumbo en el sofá para ver una película. Bien cerca de la puerta de entrada. Lo siento por la mocosa, pero por encima de mi cadáver dejaré que esta noche se reúna con ese imbécil. Ha aprovechado que Rick no estaba en casa para venir a reclamarme su teléfono, pero inevitablemente me he reído en su cara.
Flashback
—Devuélveme mi móvil. —La escucho decir mientras termino con las pesas.
—¿De qué móvil hablas? —Decido irritarla un poco.
—Josh. Mi teléfono. Dámelo. —Sube las escaleras para acercarse hasta mí.
—No sé a qué te refieres, mocosa.
—¡Que me des mi puto móvil!
Rio ante su enfado y eso le produce aún más rabia. Camina hasta donde me encuentro y me da un empujón, sin importarle la capa de sudor que cubre mis pectorales y todo mi cuerpo.
—Tú eras el graciosillo de la clase, ¿verdad? —masculla rabiosa con los dientes apretados.
—Fui a clase durante muy poco tiempo —contesto dando un último paso para pegarme a ella—. No me acuerdo.
—Eres un imbécil, Josh. ¿Qué te importa lo que yo haga con Connor? ¿Es que te gusto? —Sus ojos se detienen varios segundos en mis labios.
—Mocosa, no me hagas reír, anda. A ver si la graciosa vas a ser tú.
—Dame mi móvil, tengo que responderle.
—Te repito que no sé de qué me hablas.
—¡Agh! —Me empuja de nuevo antes de darse la vuelta y bajar las escaleras, dando un portazo después de encerrarse en su habitación.
Fin del flashback
No lo he sacado de mi bolsillo en toda la tarde. La he visto salir de mi dormitorio, enfadada por no encontrarlo, y la he guiñado un ojo desde la puerta de la cocina. Me ha mostrado su dedo corazón y ha vuelto a su habitación.
De repente vibra en mi pantalón, así que lo saco para ver quién es. No lo he bloqueado porque no me sé su código. Es ese mamón, otra vez.
11.23pm Connor
Preciosa, salgo ya de casa. Espero tu mensaje para pasar a buscarte, me muero de ganas de volver a probar esos labios.
Siento ganas de salir corriendo a la fiesta para partirle la boca, pero decido joderle de una manera más sutil. Le doy al botón de responder y comienzo a escribir.
11.23pm Yo
Mi hermano se ha enterado de todo y me ha castigado de por vida. No voy a poder salir esta noche ni ninguna otra.
11.23pm Connor
No te preocupes, ahora mismo voy.
Ah, ¿que quieres venir? Muy bien. Será un placer recibirte.
A los quince minutos suena el timbre del portal, porque encima es gilipollas y no se le ocurre que nosotros estamos en casa y le vamos a partir la boca. Abro la puerta y mi sangre hierve al ver la cara de ese subnormal. Se sorprende un poco al verme, supongo que esperaba que sería Wendy quien le abriría.
—No ofrecemos limosna, gracias —digo cerrándole la puerta en las narices.
Vuelve a tocar y vuelvo a abrir. Esta vez no digo nada, solo le miro y me cruzo de brazos frente a la puerta.
—¿Dónde está Wendy?
—En casa de tu puta madre. Corre, vete a ver. —Cierro una vez más, pero su pie me lo impide. Empuja haciéndome retroceder y eso termina de enfurecerme por completo.
—¡Wendy! —grita entrando en el salón.
Estampo mi puño contra su labio, haciéndole sangre de inmediato. Nadie me va a tratar así en mi casa, y mucho menos él.
—¡Josh! —Wendy corre hacia Connor pero la sujeto con fuerza antes de que se acerque.
—Sal de mi puta casa en este momento si no quieres que acabe contigo. —Levanta la cabeza después de ver la sangre y me mira.
—No me das ningún miedo, Matthews —revela encarándome.
Le doy un cabezazo sin soltar a Wendy, que no para de retorcerse. Connor lleva la mano a su nariz, que sangra de manera descontrolada. La puta nariz siempre salga demasiado, joder. Me mira con furia y después mira a Wendy.
—Suéltala, ella no quiere estar contigo.
—No te lo repetiré de nuevo, sal de mi casa. Ahora.
La mocosa está llorando. No sé en qué puto momento se ha puesto a llorar ni por qué lo hace. Joder, no es para tanto.
Nota mental: No llevar a Wendy a las peleas.
Connor se da la vuelta y sale por la puerta, cerrándola con fuerza. Suelto a Wendy y me acerco a girar la llave, guardándola después en mi bolsillo. Agradezco mentalmente que Rick le haya quitado la suya.
—Deja de llorar ya, niña. Ni que le hubiera matado.
—¡Agh! —Se abalanza sobre mí, gritando cómo una energúmena—¡Eres un maldito hijo de puta!
Agarro sus pequeñas muñecas y le doy la vuelta sujetándolas a su espalda, sin ningún tipo de esfuerzo. Me produce risa el hecho de que ni con toda su fuerza sea capaz de soltarse. Cuando me escucha reír, se enfurece aún más mientras yo camino hacia el sofá, sentándome y dejándola caer sobre mí.
—Ya basta, mocosa. Vas a hacerte daño.
—¡Suéltame!
—Te soltaré cuando te calmes.
—¡Te odio!
—Que mentirosa —río.
Poco a poco va relajando sus músculos, y entonces hago un movimiento con sus brazos para darle la vuelta y que quede sentada sobre mis piernas, mirándome.
WENDY
Josh me gira y quedo sentada sobre él, observándole furiosa. Muy bien, ha jodido mi salida pero que ni piense que va a joder mi noche del sábado. Que se prepare.
—Suéltame.
—¿Ya te has calmado?
—Sí, suéltame.
Deja que me levante y me observa mientras camino hacía el mini-bar. Cojo una botella de tequila y me encamino por el pasillo para meterme en mi habitación.
—¿Qué coño haces? ¿piensas emborracharte tu sola como una alcohólica?
—Ah. —Levanto un ceja mirándole—. ¿Es que quieres beber conmigo? —Duda un segundo y después sonríe con diversión.
—Vale. ¿Quieres comportarte como la niña que eres? Perfecto, pero mañana no llores cuando tengas la resaca más grande tu vida.
Se levanta y me quita la botella después de coger dos vasos de cristal. No puedo dejar de mirar su culo cuando camina delante de mí, moviéndose bajo ese pantalón de deporte que usa para andar por casa.
—Paso del vaso —digo abriendo la botella y pegándole un trago.
—Calma, pequeña. Tenemos toda la noche —revela con voz seductora.
Me quita la botella y camina hasta el sofá. Yo me doy la vuelta para ir a mi dormitorio.
—¿Dónde vas ahora? —pregunta confuso.
—A ponerme el pijama —respondo sin mirarle.
Revuelvo mi armario buscando lo más provocativo que tenga. Me decido por unos shorts de chándal que se pegan completamente a mi piel, y una camiseta de tirantes que deja un poco al descubierto mi vientre y mi sujetador. Me suelto el pelo y lo revuelvo, dándole un aire despeinado. Vuelvo al salón y mi estómago salta al ver cómo me mira cuando me ve aparecer. Bueno, mi estómago y lo que hay más abajo. Sé que me desea desesperadamente, pero no va a poder ser... que se joda.
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