♱ Primera gota ♱


Solo trece golpes pudo soportar el muchacho antes de caer casi inconsciente al suelo. Chicos de Gwanju, principalmente de constitución delgada y algo débiles, hasta el más fuerte de ellos no era un rival problemático para Jungkook.

Aunque le gustaran las peleas donde sabía que ganaría dinero rápido, siempre preferiría a algún peleador del norte. El dinero sin sudor solo era dinero fácil.

Su oponente, ya bastante golpeado y con la sangre bajándole por el mentón, levantó la mano en señal de rendición. Un puñetazo más seria un boleto de entrada segura al hospital por tres días.

Jungkook no se acercó, ya había ganado, no tenía razón coherente para seguir lastimando al pobre enclenque. Su padre, sin embargo, lanzó la caja de cigarrillos vacía a su nuca, llamándole la atención.

—Termina —dijo contundente. Jungkook albergó esperanza de que esta vez no le pidiese nada extremo como en otras ocasiones, pero se equivocó, su padre nunca estaría satisfecho sin suficiente sangre.

Se acercó al muchacho, quien ni siquiera podía levantar la cabeza, su ojo morado se oscurecía cada vez más y de cerca se podía ver la herida en su labio; bastante grave.

Lo matará. Seguro que lo hará.

Él apretó la mandíbula y de una patada lo dejó inmóvil en el suelo.

Entonces el bullicio regresó a sus oídos, los hombres fuera de la reja se pasaban dinero entre sí y otros simplemente bebían comentando sobre la pelea, algunos ni siquiera de esta.

Nadie se preocuparía por el chico.

—¡Jungkook! ¡Mi muchacho! —Hyunbin, el organizador, esquivó el cuerpo en el suelo para acercarse y darle un par de palmadas en su hombro descubierto—. Ganando como siempre, aunque el de hoy estuvo algo fácil. Te conseguiré un buen contrincante para el próximo mes.

—Sabes que dinero es dinero, Hyun, no importa si es una victoria fácil o no —respondió su padre apoyado en la alambrada.

—Hmm —analizó el hombre—. Supongo que tus tareas en el CNG son más interesantes que pelear por dinero.

Jungkook se tensó ante sus palabras. El CNG, claro que era mucho más interesante que las peleas clandestinas, pero eso no lo volvía mejor. Había entrado a ese grupo delincuente muy joven, incluso antes de fallecer su madre y que su padre se hiciera cargo de él. Tenía una gran marca en la espalda baja que lo hacía parte de ellos.

Y no podía escapar.

Su mente divagó mientras los viejos hablaban —siempre— de dinero.

En tres días exactos CNG haría un movimiento contra la banda Drivers, los desgraciados habían estado cruzando su territorio para robarle a los contrabandistas afiliados. Dinero, armas, droga. Bastante cantidad había sido robada sin ninguna preocupación.

Hasta ahora.

—¡Jungkook! —el grito se su padre lo hizo olvidarse del futuro—. Nos vamos —sin más recogió la maleta con dinero que se le fue entregada y puso rumbo.

Él obedeció, caminando fuera del ring, su vista siempre clavada en el muchacho. No supo su nombre, nadie lo dijo. Supuso que probablemente los apostadores sí, pero solo era un animal de pelea ¿Para qué molestarse en eso?

En eso vio un mínimo movimiento de cabeza ¿Seguía vivo?

Esta vez su mano se arrastró unos pocos centímetros más hacia su pecho. Definitivamente seguía con vida.

Un par de hombres le pasaron la camisa y la chaqueta con la que había llegado, mientras se la ponía le habló al organizador.

—Debería llevarle al médico.

—¿Qué?

—El chico —señalo con la cabeza—. Lo golpee muy fuerte, pero creo que se puede recuperar.

El hombre dejó de sonreír, miró el cuerpo unos segundos y luego solo volvió a ser el amigable presentador.

—No te preocupes, nosotros nos encargamos.

Estúpido, estúpido, estúpido.

Se mordió el labio para que nadie notara que estaba temblando y se movió a la salida.

Quiso hacer algo. Simplemente lo quiso.

El disparo sonó antes de que la puerta metálica se cerrara detrás de él, claro como trueno, clavándose en su cabeza cual recordatorio perpetuo. Ahora eran cuarenta y uno.

El auto de su padre aún estaba estacionado, se adentró en la parte trasera junto a él y arrancaron.

—Entrena más, golpeas sin convicción-

—Era solo un niño —no tenía que ser muy listo para darse cuenta de que tenía menos de 18.

—Eso no te debería de importar, solo sigue órdenes.

Faltó el siempre confiable "es lo único que sabes hacer", pero estaba implícito.

El resto del camino culminó silencio absoluto. Fue el primero en bajarse, su padre simplemente diciéndole que se verían dentro de 6 días y que saludase a Kim —el jefe de la CNG—. Después solo se marchó.

Jeon Hansoo, el director ejecutivo de Novavox, la farmacéutica más grande y reconocida de corea ¿Quién pensaría que el viejo habría tenido a un bastardo fuera del matrimonio? ¿O que invertía en peleas ilícitas y grupos delincuentes?

El hombre había mantenido sus secretos con dinero o con una bala en la cabeza. Era alguien a quien definitivamente nadie quería de enemigo y menos con un hijo como Jungkook.

Nadie lo quería. Solo querían lo que sus puños y habilidades podían causar.

El pequeño departamento se abrió ante él cuando entró. No eran lujoso, como los de sus hermanastros, pero al menos era cómodo y no le faltaba nada. Lo que su madre nunca pudo darle con seguridad.

Hizo su rutina normal después de una pelea; baño, comida, vendas y simplemente quedarse viendo la televisión.

La pelea. Eso seguía recorriendo su cabeza como una carretera en círculos.

¿Qué hubiera pasado si mantenía cerrada la boca? ¿Lo habrían descubierto ellos mismos? Tal vez realmente lo tomarían por una persona muerta y lo habrían tirado en alguna parte, después alguien lo encontraría y lo ayudaría. Pero ya no podía seguir buscándole soluciones posibles a algo que no lo necesitaba. Porque ese muchacho ya no estaba, al igual que los otros cuarenta a los que se había enfrentado. El primero de ellos, a los 18 años. Oh diablos, su mente no iba darle paz ese día ¿verdad? Ahora se pondría a recordar a su madre, la mierda de vida que tenían y lo mucho que la amaba porque era por lo único por lo que sonreía todos los días.

Apagó la televisión y se acostó intentando dormir.

Volvería a ignorar lo que había hecho, comenzar un nuevo día y repetir sus acciones.

En eso se basaba su vida; solo en repetir. 



—¿Y qué dijo?

—"No puedo salir con alguien que se viste como un proxeneta de esquina" —imitó Jin con un tono ofendido mientras golpeaba la base de su copa contra la mesilla de café. Jimin frunció los labios y Namjoon puso un gesto que no pasó desapercibido para el mayor—. ¿Algún comentario, desastre con patas?

Jimin rodó los ojos. Ahí iban otra vez.

—Oh nada, realmente me pregunto por qué habrá pensado eso de ti... —contuvo la risa dando un sorbo a su bebida.

—No es mi problema que la mayoría de humanos patéticos no tengan buen gusto en la moda —reprochó.

—Es Seúl, Seokjin, podemos tener una moda relativamente abierta, pero lo tuyo sobrepasa límites.

—Patrañas.

Jimin le sonrió con empatía, su amigo siempre ha sido incomprendido por años, por siglos, fuera a donde fuese siempre encontraría algo por lo que estar inconforme.

—Ya no te preocupes por eso, hyung —comentó el rubio—. Era un patán.

Jin se acomodó más en el mullido sofá, soltando un dramático suspiro.

—Qué difícil es encontrar un buen hombre en estos días.

Namjoon abrió la boca para soltar otro de sus brillantes y sarcásticos comentarios, pero la advertencia en la cara de Jimin era bastante clara.

"No te atrevas".

Y él solo se encogió de hombros desviando la atención a cualquier otra cosa.

El más bajo sonrió ¿Cómo había llegado a conocer a este par de cabezas duras?

Seokjin, de ambos, era el más viejo y al que conoció primero. Muchos, muchos años atrás. Doscientos cuarenta y cinco años, para ser exactos. En ese entonces Jimin era solo un joven de 20 años que había vivido una agradable vida, solo con un poco de lujos, antes de que todo se viniese abajo. Si bien, Jin no fue quien lo convirtió en lo que era, este sí que lo crió. De no ser por la gran confianza mutua que se había formado por siglos entre ellos, Jimin le estaría diciendo papá en vez de hyung.

Después estaba Namjoon. Un chiquillo que había conocido hacia 20 años, cuando era solo un crio. Sus padres, hermana y él eran los únicos humanos —vivos— que conocían el secreto de Jin y Jimin. Sin embargo, fue el maestro sobre la modernidad para el par de huesos amarillos, claro, Jimin siendo el que mejor se adaptaba de los dos.

—¿Y qué tal tú? ¿Sigues teniendo problemas en el trabajo?

Jimin puso una mueca ante la pregunta—. Es un estúpido compañero, lo he mantenido a raya, pero sigue haciéndome todo más difícil.

—Clávale los dientes —comentó Jin—. No hay mejor forma de controlar a un humano.

—Y también de matarlo.

—Bah, detalles.

Jimin rio para sus adentros.

—Por ahora solo necesito concentrarme en la primicia, los casos de acoso cibernético han aumentado y algunas bandas delincuentes siguen haciendo de las suyas en las zonas más pobres de la ciudad.

—¿Y si hablas de Jeon Hansoo? —dijo Namjoon, no trabajaba junto a Jimin, pero siempre estaba dispuesto a darle noticias jugosas en las que investigar, sobre todo teniendo amigos de muy dudosa reputación en los barrios bajos.

—¿Quién? —preguntó Jin.

—Es el director de una farmacéutica, ya sabes, medicinas, pastillas, esas cosas —le respondió el rubio.

—Oh, que aburrido, esas cosas nunca sirven.

—En ti.

Jin volteó los ojos con hastío—. Afortunadamente.

—¿Qué hay sobre él? —preguntó Jimin ignorando a su amigo.

—Dicen que está metido en cosas turbias, le acusaron de lavar dinero y participar en peleas clandestinas.

Jimin abrió los ojos con interés. Bingo, una buena historia, lo que más amaba. Oh de los pobres historiadores que no sabían que Jimin había estado detrás de varios descubrimientos, como asesinatos, proyectos secretos e incluso conspiraciones gubernamentales.

Otros, prefería callarlos, como de que los aliens eran solo inventos para controlar a la multitud o que la muerte de Kennedy había sido planeada por su propia gente.

Cosas que habrían afectado demasiado el mundo, prefería que las cosas mantuvieran un cierto equilibrio. Si todos los misterios tuvieran sus respuestas el mundo habría caído hacia años.

—Agradezco la ayuda, Nam.

—Y que lo digas ¿Aún siguen con lo de los asesinatos?

—Ah ¿La de esos muchachos con el rostro desfigurado? —intervino Jin, los otros dos le miraron expectantes, él no era muy de estar al corriente del mundo. El mayor era de solo vivir por vivir, gracias a los caprichos pasajeros y una que otra moda nueva. Eso lo ayudaba a olvidar el dolor—. ¿Que? Muertes son muertes, tarde o temprano me tengo que enterar.

Desde hacía unos 5 años habían estado apareciendo cuerpos en pésimas condiciones por toda la ciudad. Nadie sabía quiénes eran, de donde venían, sus nombres o si sus familias los estaban buscando, simplemente un día aparecían muertos de distintas formas y en lugares diferentes. Solo se conocían las edades, muchachos de entre 18 a 25 años.

El gobierno seguía presionando a la policía y los investigadores para parar lo que sea que estuviese ocurriendo, pero no habían conseguido nada. Tampoco podían implementar algún método preventivo o de seguridad, era como si los cuerpos cayeran del cielo mágicamente.

—Sí, pero solo cubrimos cuando un cadáver aparece, los detectives se han puesto recelosos con cualquier información que se cuele a la prensa, creen que no debemos alterar a la ciudad.

—Estúpidos, ni siquiera han descubierto sus identidades ahora van a poder encontrar a los culpables ocultando información útil.

—Quisiera realmente poder hacer algo —se lamentó Jimin—. Pero todo es tan aleatorio que solo puedo sentarme y mirar.

—Mejor —interceptó Jin—. Una bala en tu cabeza es lo que menos quiero.

Jimin le sonrió con cariño. Sabía que perderle causaría un dolor irremediable en el mayor. Él es lo único que le queda en el mundo y que, aunque el tiempo pase, todo quedará atrás, menos ellos dos. Tal vez esa es una razón por la que no suele tomar cariño con la gente fácilmente, a diferencia de Jimin que aprecia a todos lo más posible.

Dos vistas distintas de la inmortalidad.



—¡Hasta que al fin llegas! —Dongwook, el líder del grupo CNG, levantó la vista del mapa cuando él entró al lugar, siendo seguido por otros dos miembros—. Estaba a punto de mandar a alguien a buscarte.

Jungkook se acercó calmado, esperaba que eso no tomara mucho tiempo—. No será necesario.

—Bien, no lo repetiré así que concéntrate.

El plan era en esencia bastante fácil. Solo era colocar un par de bombas en una fábrica abandonada donde estaba el cargamento y explotarlo; era como esa frase de "si no es mío no es de nadie".

Jungkook suspiro cuando empezaron a entregar las armas y los materiales. Esta vez no tendría que enfrentarse a nadie, solo explotar un par de objetos y ya. Sencillo.

—¡2J! —le llamó Dongwook de repente—. Hoy iras con KG, entre los dos será más rápido, no pienso darles a esos malditos ni tiempo a reaccionar.

KG... ¿Quién era KG?

Terminando de recoger la munición y los explosivos se le acercó un joven—. Hola —saludó cordial ¿Aún quedaban ese tipo de personas—. Soy KG, Kim Taehyung.

—Así que tú eres KG... —Jungkook esperaba a alguien... mayor. Taehyung se veía demasiado Joven, era solo un centímetro más bajo, cabello castaño alborotado y contextura delgada. No era alguien físicamente intimidante, a excepción de su voz.

El muchacho se había tragado a un guerrero vikingo.

—Espero que nos llevemos bien —se encogió de hombros al ver que Jungkook no tenía la intención de estrechar su mano.

—Bien.

Lo primero que pensó Taehyung; es que Jungkook era un estirado.

Para cuando ambos habían llegado a la fábrica ya se estaban marchando otros tipos, fueron rápidos con las explicaciones, toda la zona norte estaba cubierta, faltaba el almacén sur, donde solo había cajas inútiles. Pero igual Dongwook quería volarlo.

—¿Y cuántos años tienes?

—22

—¿En serio? Yo tengo 24.

—No lo pareces.

—Me lo dicen seguido.

La conversación continuó siendo amena conforme instalaban las bombas.

Jungkook estaba cansado, ese día no había sido el mejor para él. El guarda espaldas de su padre se había enfermado y al primero que llamó para que se encargara de sus trabajos sucios fue a él. Había estado despierto muy temprano y casi ni había comido.

Solo quería regresar a su apartamento cuanto antes.

—Bien, ya terminamos aquí —avisó Taehyung cuando terminó de programar la última bomba, esa debía ser su especialidad ya que Jungkook solo las aseguraba, no las encendía.

Caminaron por entre los oscuros pasillos de cajas y altos armarios.

—Oye ¿No es un desperdicio todo esto? Después de todo, son cosas valiosas.

—Esas fueron las órdenes.

—Creo que a Dongwook se le zafó un tornillo ¿No era mejor robar?

—Ya no importa, las bombas están puestas, hay que irnos antes de que volemos junto a estas co- ¡¿Qué haces?!

Al jefe no era a quien precisamente le faltase un tornillo. Taehyung estaba revisando un par de cajas.

—Deja eso, no tenemos tiempo.

—Solo busco algo que valga la pena, no regresaré con las manos vacías.

—Sí Dongwook se entera será como si le robaras a él.

—¿Se lo dirás? —preguntó con picardía ¿Qué mierda pasaba con él?

—No.

—Gracias.

Jungkook solo espero un par de segundos para volver a preguntar.

—¿Porque estas tan interesado en esto? ¿Necesitas qué? ¿Drogas? ¿Dinero?

—Lo último, necesito lo que sea que me dé lo último.

Extraño, la CNG pagaba bien por los buenos trabajos, incluso a alguien como Jungkook que solo era musculo, le daban una cantidad decente. Tal vez el muchacho simplemente fuera avaricioso.

—Escucha —habló Taehyung apartándose de la caja—. Tengo una familia que mantener, necesito todo el dinero posible, júzgame todo lo que quieras.

—No lo hacía.

—Si claro.

—¿Así fue como llegaste a la CNG? ¿Robando?

—Sí, bueno, no precisamente a ellos. Tengo muchos hermanos a los que cuidar, era la forma más rápida.

A Jungkook le entraron ganas de decirle que no era lo mejor, si él mismo hubiera tenido más opciones en el pasado, jamás se habría ido con su padre. Pero no podía venir de moralista cuando no lo era. Taehyung debía ser igual... sin opciones.

—Ey... Kookie —él se extrañó del apodo, pero lo dejó pasar—. ¿Te dijeron algo sobre lo que guardaban aquí?

—Drogas, dinero, armas, ese tipo de cosas ¿por qué?

—Bueno...

Jungkook sintió una extraña sensación de incertidumbre, se acercó a Taehyung y miró dentro de las cajas. Ropa, medicinas y juguetes ¿Estas eran realmente las cosas robadas por los Drivers a la CNG? Debía ser una equivocación.

—Debemos irnos, nos hemos expuesto demasiado.

Taehyung se quedó quieto un momento, pero al final le siguió.

Para cuando todo explotó ellos ya estaba muy lejos. Solo se podía ver el humo.

—Al final esto salió bien —comentó Taehyung bajándose de la moto en la que iban, un préstamo de la CNG—. Ey, Kookie, no hablas mucho, pero me caíste bien.

—Tú hablas demasiado.

Taehyung hizo un mohín con los labios y luego sonrió—. También te quiero. Ey ¿tienes teléfono? El mío es una basura, pero puedes tener mi número si necesitas algo o tienes algo para mí.

Él accedió, se dictaron mutuamente los numero, Taehyung tecleando en su pequeño cacharro y Jungkook solo guardándolo en su cabeza, no llevaba teléfonos cuando iba con la CNG.

—Genial, no te olvides de mí, nos vemos —Taehyung le dio un guiño y se marchó

Jungkook le imitó ya estando solo, plantando un suave gesto en su cara, cosa que se borró por completo al día siguiente.

El control remoto de la TV se cayó se sus dedos al ver las noticias.

"...Se estiman que aproximadamente 112 personas sin hogar fallecieron en el incendio repentino de una central ecológica abandonada, entre ellas los oficiales pudieron contar 28 niños que no superaban los 12 años y una docena de adultos mayores. Se desconoce hasta el momento si el fuego fue provocado intencionalmente o circunstancial...".

No eran parte de los Drivers, eran a quienes estos intentaban ayudar, todo lo que robaron fue intercambiado por víveres para que siguieran sobreviviendo.

Y él los había matado.

Niños. Por primera vez en su vida la sangre inocente de un niño había manchado sus manos.

No solo uno. Su casa estaba inundada en sangre. 



—¿Crees que fueron las mismas personas? —preguntó el hombre mayor a su empleado.

Jimin asintió.

—Aun así, no tenemos nada de información, dudo mucho que eso perros sarnosos de la policía quieran brindarnos alguna declaración.

—¿Y si especulamos? —intervino Jaebum.

—¿Bromeas? Eso solo alteraría a las personas —arremetió Jimin.

—No es mala idea.

—¡Señor!

—¡Calla! De todas maneras, la gente especula sin estar dentro de esta empresa, que lo hagamos realmente no cambiará nada.

—Solo se creará caos, vienen a nosotros buscando la verdad, alguna razón para ya no tener miedo.

—¿Y qué quieres que les digamos? —dijo Jaebum golpeando la mesa—. ¿Que todo es solo un espectáculo interactivo y que no serán los próximos? Mientras más sugestionados estén no confiaran ni en su sombra.

—¿Cuál es la finalidad? —terminó preguntando Jimin al verse confundido con una situación que le sobrepasaba. Este era el primer crimen al que realmente no le tenía una hipótesis.

—Rating.

El pobre inmortal se dejó caer pesadamente en su silla cuando la reunión terminó, solo había sido otra discusión entre su jefe, Jaebum y él. Una en la que nadie más quiso intervenir, solo se quedaron callados cual conejos esperando alguna orden.

¿De qué sirven las personas que solo siguen ordenes?

Se puso a pensar entre la diferencia de los que solo siguen órdenes y el vivir por vivir de Seokjin, podía parecer lo mismo, pero en realidad su amigo solo hacia las cosas por el mismo. Jimin había olvidado cuantas veces Jin lo había obligado a meterse en algún tonto curso de bordado, pintura o manualidades, solo para matar el tiempo.

Él había despilfarrado bastante dinero en cosas tontas, pero quien lo culparía. Vivir por más de 400 años no debía de ser fácil. El propio Jimin había tenido varios ataques emocionales causado por el paso del tiempo y agradecía en demasía haber tenido la compañía de Seokjin.

No alcanzó a encender el computador cuando su celular sonó. Hablando del rey de roma.

—Jiminnie, amorcito —canturreó Jin al otro lado de la línea.

Esas dos palabras fueron suficientes para quitarle el mal humor—. Hola Jinnie.

—Escucha, antes que digas nada, dañé la lavadora...

—¡¿Qué?!

—¡Lo siento! Los botones no funcionaban, así que lo golpee, pero el tablero se hundió...

Jimin se presionó el puente de la nariz intentando ser paciente—. Jin, las cosas no se arreglan si las golpeas —Jin solía olvidarse cosas, como que en ese caso había desconectado el cable y que por eso no encendía

—¿Cómo qué no? Pero si el televisor se arregla así.

—Hace 50 años, Jinnie, ya no es necesario —Jimin suspiró, pero su sonrisa no desapareció—. Olvídalo, no golpees nada más, mañana encargaré uno nuevo.

—Jiminie —balbuceo con pena.

—No estoy enoja-

—Lo sé, no podrías —Jin no le dejó reaccionar ante eso—. Quiero mover las aguas.

Eso le hizo tragar en seco, hacia algunas décadas que no escuchaba esas palabras, más o menos el tiempo que llevaban en corea.

—¿Ya te has aburrido?

—No, me gusta corea, pero no pensé que viviríamos en constante peligro.

—Oh Jinnie, sabes que nada puede contra nosotros, no estamos realmente en peligro, sé defenderme.

—Claro, pero te niegas a empalar a tu basura de compañero.

Odiaba cuando usaba esa palabra.

—Es una situación diferente.

—No, no lo es, siempre has tenido problemas para matar, Jimin.

—No soy tu, hyung.

—Por algo lo digo.

Él se tomó un minuto para calmarse, sentía las lágrimas llenar sus ojos, más por la idea de marcharse de Seúl que por la verdad de Jin. Sí, no le gustaba matar, era la principal razón por la que Namjoon se encargaba de traerles bolsas de sangre cada semana.

—¿Qué tienes pensado?

—Francia.

—¿Podemos tomarnos un tiempo? Al menos para decirle a Nam, tal vez pueda venir con nosotros.

Jin hizo un sonido gracioso al otro lado—. ¿Tenemos que traer al nerd?

—Solo si él quiere.

—Vale, hace tiempo no pides una mascota —Jimin no pudo evitar reír.

—Gracias Jin, eres el mejor.

—Lo sé, nene, lo sé.

Al terminar la llamada Jimin suspiró ¿Realmente seria lo correcto marcharse? Quitando a Namjoon no había nada más que lo anclara a Seúl, ni siquiera su trabajo. Tampoco es que le faltara el dinero, con el paso del tiempo se habían creado cuentas en los diferentes países por donde habían pasado. Donde sea que volviesen no les faltaría nada.

Y Francia no era una excepción.

Jaebum se acercó a él y se apoyó en el escritorio.

Jimin intentó ignorarlo. Solo era una escoria.

—¿Así que no me miraras? ¿Qué pasó, Jimin? Estábamos tan bien.

—Pescaste una ETS.

—¿Y?

Ahora Jimin sí le miró ofendido—. ¡¿Y?! ¿Solo eso dirás? —Jaebum se encogió de hombros—. Yo no fui, así que a saber con quién mierda te acostaste.

—¿Eso es lo que te molestó? ¿Qué me tiré a alguien más?

Jimin sin duda perdía la paciencia—. Jaebum, solo olvídalo, hemos repetido esta conversación muchas veces, no volveré contigo, ahora déjame en paz.

La sonrisa petulante de Jaebum se marchó, en un rápido movimiento agarró el cabello del más bajo y le hizo mirarle, pero no habló. Jimin golpeo su brazo con cuidado de no romperlo y lo empujó.

—Púdrete Im.



Jungkook se dio apoyo mental toda la mañana. Habían pasado meses, pero la voz de la reportera seguía repitiéndose en su cabeza una y otra vez. Lo atormentaba.

Tampoco podía olvidar a Taehyung. El chico le había llamado varias veces después de las noticias, él le había ignorado al principio, pero al final del día contestó. Taehyung estaba entre el llanto y la rabia, no paraba de maldecir y culparse a sí mismo.

Al final Jungkook terminó diciéndole su dirección y pasaron la noche juntos. El pobre chico no dejaba de lamentarse, incluso días después siguió culpándose, veía los carteles en las calles, las protestas, las familias en las noticias y eso solo le lastimaba más.

Jungkook en cambio era más cerrado, aunque por fuera tuviera una imagen seria por dentro era un manojo de nervios y caos mental.

Taehyung y él eran solo personas rotas que buscaban refugió entre sí. Desde entonces se volvió común ver al muchacho de cabello azul en su apartamento, a veces simplemente robándole un poco de comida, otras veces se tiraba en el sofá a llorar por horas. Jungkook le incomodó al principio, prefería estar solo, sin embargo, la energética personalidad de Taehyung le empezaba a agradar cada vez más.

—Te puedes negar ¿Sabes? —le dijo su amigo mirando la televisión en la sala.

—¿A qué te refieres?

—A donde sea que vayas. Tienes la misma cara que yo cuando tengo que ir a la CNG.

—¿Han dicho algo porque no he regresado?

—Dongwook está ocupado en otras cosas, dice que cuando se te pase la rabieta regresaras.

—Tu tampoco deberías de ir.

—De algo tengo que comer —una de las tantas preguntas que se hacía Jungkook era la razón por la que Taehyung —teniendo tanto control en la tecnología— no buscaba salir de los grupos delincuentes. Pero le daba vergüenza preguntar, después de todo no era su asunto.

—Irónico, porque solo vienes a mi casa a comer —Taehyung le respondió con una gran sonrisa.

—Es un pagó por mi presencia —Jungkook resopló algo divertido.

Sí, realmente el muchacho le agradaba.

—Si todo sale bien no tendré que volver —tragó saliva—. Pero ya no podré alimentarte.

Taehyung se levantó y le dio un par de golpes en el hombro—. Tal vez ya es mi turno de darte comida a ti.

Jungkook sonrió, por primera vez desde que había fallecido su madre estaba sonriendo con sinceridad.

El claxon de un vehículo anunció la llegada de su padre. Él solo se despidió de Taehyung y se marchó.

—¿Preparado para hoy? Hyunbin consiguió un interesante adversario —fue lo primero que dijo su padre cuando arrancaron.

Jungkook intentó tomar el valor para negarse a pelear, pero por más que buscaba coraje dentro de él no lo conseguía. De alguna forma que no lograba comprender del todo, no podía ir contra su padre, él había sido el único apoyándolo desde los 16, con métodos cuestionables, pero realmente nunca le había puesto una mano encima.

Él no era de golpear, prefería usar sus palabras para obtener lo que quería.

Su lengua se desenredó cuando llegaron al lugar.

—Padre —le llamó antes de entrar al lugar—. Yo, quiero saber si puedo trabajar en algo más.

—No, ya no tengo más cosas para ti hoy.

—En realidad me refería a-

—¡Mira! Parece que tenemos algo prometedor hoy —comentó ignorándole al abrir la puerta y escuchar los voceos del publico dentro.

Él mordió su labio y no tuvo más opción que seguirle.

Cuando entró había más multitud que en otras peleas. La mayoría hombres bastante mayores.

—¡Ahí está mi estrella! —grito el organizador cuando le notó—. Hoy te tenemos algo muy especial, Jungkook.

—¿Ah sí? —perfecto, cada vez más se reducían sus oportunidades de abandonar las peleas.

No, la intención seguía, las esperanzas de algo tranquilo ya no.

—Bien, quítate la camisa y ponte esto —dijo lanzándole un par de puños de acero con varias púas en el centro de cada nudillo, era la primera vez que pelearía con algo más que no fueran sus manos desnudas.

Él obedeció, preparándose como si fuera otra pelea más. Por primera vez estaba nervioso, le habían dado un arma, por lo que teorizaba que su contrincante esta vez seria alguien mejor que él.

Oh que equivocado estaba cuando de la compuerta negra en mitad del ring apareció un niño.

No llevaba nada encima más que un calzoncillo blanco manchado con lo que debería se orina y una cara de absoluto horror. No podía tener más de 12 años

Las personas en el publico gritaban palabras de aliento para que Jungkook le diera una buena paliza, mientras en su mente el torbellino de emociones contenidas a lo largo del mes explotó. Recordó a Taehyung llorando, a la reportera narrando los muertos, el humo y el olor del fuego.

Se giró a ver a su padre, quien simplemente endureció la mirada—. Hazlo.

El niño temblaba, miraba a todas partes seguramente preguntándose donde estaba y quienes eran aquellas personas.

No podría. No de nuevo. Esta vez habían llegado muy lejos.

—No...

Su padre se irguió sobre la silla.

—¿Qué dijiste?

—No lo haré, es solo un niño.

—Es tu rival.

—No lo es.

—¡Jungkook!

—¡No! —tiró los puños de acero al suelo que resonaron sobre el lugar haciendo callar a todos—. Ya no participaré en esto, no quiero más este sucio dinero.

—Bien —dijo sin más. Jungkook siguió estando nervioso a pesar de que ya no tendría que pelear—. Sal de ahí, vístete y márchate.

Asintió y se acercó al niño quien retrocedió claramente asustado.

Jungkook se arrodilló frente a él—. Tranquilo, no te haré daño, te sacaré de aquí.

Le tomó la mano y despacio caminaron fuera del cuadrado rejado, el organizaron se acercó con cautela—. J-Jungkook, podemos hablar, muchacho.

—Él vendrá conmigo.

La mirada que lanzó le hizo detener cualquier acción.

—S-sí, claro.

Todos estaban callados, demasiado. La euforia que sentían por la pelea se había esfumado por completo, ahora todos los pares de ojos estaban puestos en él.

Con cuidado caminaron hasta la cortina donde estaban los "Vestidores" aunque en realidad solo era un alargado almacén que daba a una salida al otro lado del edificio. Cuando cruzaron Jungkook no pudo escuchar las palabras de su padre.

—Mátenlos, ya no me sirve.

Ambos guardias acataron la orden.

—¿Cómo te llamas?

—Taehyun...

—Oh, mi amigo se llama parecido a ti, te caerá muy bien —el menor no respondió ante eso, Jungkook no le culpaba, debía seguir aterrado.

Un sonido extraño de rasqueteo sonó de repente haciendo a Jungkook girar, pero no le dio suficiente tiempo de esquivar el bate y este golpeó directo en su cabeza, haciéndole caer.

Todo daba vueltas, se distorsionaba y se mezclaban las formas. Otro batazo a su estómago le hizo dar vueltas sobre sí mismo. Escuchaba los gritos, eran los de Taehyun, pidiendo ayuda o rogándole que parará.

Logro evitar un tercer batazo, pero no el golpe en su cara con el puño de acero, la sangre chorreaba por su cara y manchaba el suelo. Un crack sonó y alcanzó a ver a uno de los hombres levantar la bota del cráneo destrozado del menor.

Su estupefacción fue suficiente para que el otro siguiera atacándolo, clavando repetidas veces las púas del puño en su estómago y espalda. Debía de estar hecho un manojo de sangre y jadeos. El dolor sobrepasaba cualquier limite que haya alcanzado antes.

En un movimiento rápido, aunque torpe, logró adueñarse del bate y noquear a uno de ellos. Se ensañó con el cuerpo aun cuando ya este no se movía, luego fue tacleado por el restante y forcejeo entre cortadas con navajas, sintiendo la piel abrirse y marearse por la pérdida de sangre.

Con la poca fuerza que le quedaba se giró sobre si, escurriéndose entre las piernas del hombre, golpeando su entrepierna con la cabeza y arrebatándole la navaja.

Donde primero se enterró fue en el ojo, luego cerca de la nariz, donde le costó sacarlo, pero lo siguió haciendo hasta que ya no había cara que reconocer. Se levantó adolorido y visiblemente afectado, tenía que escapar, sino acabaría peor que cualquiera de ellos.

Se arrastró hasta la salida y caminó por entre los estrechos callejones. No pudo alcanzar la calle principal cuando chocó contra una pared lateral y se dejó caer sobre su espalda.

Así que ese era su final. Morir desagrado en un oscuro callejón de los suburbios.

No merecía nada mejor.



El olor de la sangre le golpeó en la cara de camino al trabajo. Lo pudo sentir incluso a 8 calles de donde provenía, era demasiada. Él podía percibir una pequeña cortada estando a metros, pero si incluso tan lejos podía olerlo debía de ser una herida muy grande o tal vez varias.

Con cada paso que daba el olor se hacía más fuerte, para cualquiera como él que no estuviese acostumbrado o fuese nuevo, se vería afectado de mala manera. Incluso comenzaba a verse invadido por el hambre, pero se controlaba, lo intentaba de manera muy profunda y agotadora. Jin era de los dos quien mejor lo soportaba.

Apuró el paso intentando ignorarlo, ya que iba tarde y tampoco podía tomar algún otro camino. Jimin estaba acorralado ese día.

Su cabeza giró hacia el oscuro callejón. Afiló la vista solo un poco hasta observar con claridad el cuerpo sanguinolento recostado contra la pared. Debería de estar muerto, pero ante los agudos sentidos de Jimin, se dio cuenta de que no. Seguía vivo, por lo menos de momento.

Su débil corazón trabajaba lo que podía por no dejarle ir.

Jimin entonces se arrodillo frente a él, no podía distinguir que era sangre y que era piel. Supuso que debía ser una nueva víctima de los ataques, pero que estuviera vivo y reconocible, realmente no hacia parte del modus operandi.

Si no fuera porque había comido hacia solo un día atrás, le habría encantado clavar sus colmillos en ese fuerte cuello. Pero no, él no era ese tipo de inmortal.

Prefería ser llamado ladrón que asesino.

Tampoco podía dejarle ahí, llegaba tarde y tendría problemas por esto. Jin muchas veces le preguntaba porque trabajaba si de todas formas tenían suficiente dinero ahorrado, bastante y regado por el mundo. En un principio pensó que la atracción a este eran las noticias, después creyó que era Jaebum, ahora se daba cuenta de que solo lo hacía por apariencia y un poco de masoquismo propio.

Al demonio, se las apañarían sin él. No pensaba dejar a alguien abandonado mientras moría. No lo hizo en la segunda guerra y tampoco lo haría ahora.

Se quitó el largo abrigo de lino marrón y con cuidado subió al hombre en su hombro sintiendo la sangre chorrear por su ropa. Colocó el abrigo sobre él y con el brazo libre se colgó la mochila también mientras sacaba el teléfono.

—¡Namjoon! —gritó cuando su amigo al otro lado de la línea contestó—. Necesito tu ayuda, es urgente.

—¿Qué pasó? —respondió alarmado por el tono de voz del mayor.

—Sé que debes estar ocupado, pero en serio necesito que vayas a mi apartamento, trae un par de bolsas de sangre O negativo y-

Chocando con una persona su celular cayó, ambos se disculparon y cuando el desconocido recogía el teléfono por él noto la sangre en su ropa.

Jimin maldijo para sus adentros y solo corrió de la vista de cualquiera. Tardó menos de lo esperado en llegar a su propio apartamento y noto como Namjoon se aproximaba a ellos en su bicicleta, debió de haber pedaleado como loco para llegar hasta allí a tiempo.

Ambos se pararon frente a la puerta al mismo tiempo.

—¡Maldicion, Jimin! ¿Qué está pasando? —su vista cayó en el cuerpo bajo el abrigo—. ¿y quién es ese? —preguntó acusatorio, en todo lo que llevaba conociendo a Jimin nunca antes le había visto llegar con un cadáver, empezaba a dudar del autocontrol del inmortal.

Si Jimin antes no estaba nervioso, ahora sí—. Yo n-no lo sé.

—¿Disculpa?

—Realmente no lo sé, me lo encontré herido en un callejón, y-yo no podía dejarlo abandonado ahí —Jimin hablaba rápido cuando se estresaba.

—Está bien, está bien, subamos y atendámoslo primero.

Namjoon fue quien abrió, dando espacio libre a Jimin para subir las escaleras del apartamento. Ya arriba tuvo una lucha mental entre si llevarlo a la cama o al sofá.

No, a su cama no, el olor a sangre quedaría impregnado por días, lo volvería loco. Tampoco podía en la de Jin, no solo se alteraría por la sangre sino también por haber manchado su precioso cubrecama color salmón.

Al final optó por recostarlo sobre el sofá dejando el abrigo bajo de él. Ahora que lo veía más de cerca —y con toda la luz que ofrecía el enorme ventanal de la sala— realmente estaba grave. No llevaba camiseta y su pantalón se había roto en algunas partes. Tenía cortadas en el abdomen, la cara y los brazos, además de grandes hematomas que pasaban de morado a negro, al igual que el enorme chichón en su cien.

El muchacho parecía sacado de una película de terror.

—Bien ¿Qué hago? —se acercó Namjoon.

—¿Qué? —estaba estupefacto, sin coordinar bien sus pensamientos sobre la reciente situación en sus manos.

Namjoon agarró de los hombros al más bajo y lo sacudió suavemente—. Estas nervioso, lo sé y cuando eso pasa te bloqueas, no olvides que sabes de medicina y hay una persona frente a ti que te necesita.

—S-sí, lo siento, tienes razón —Jimin tomó aire y preparó su mente, no solo era la situación lo que lo ponía nervioso, la cantidad de sangre lo tenía ebrio—. Bien, trae el botiquín, un cuenco con agua del filtro, un par de toallas limpiar y necesito sangre.

Namjoon le miró extrañado, debió de pensar que tenía hambre—. No para mí, 3 o 4 bolsas de O negativo, un equipo de venoclisis y un par de bolsas de suero.

—¿Y si es Rh nulo o Bombay?

—Entonces morirá, ha perdido mucha sangre, aunque intente despertarle para que me diga su tipo, no lo hará.

—Vale, iré por eso

Mientras Jimin rasgaba lo que quedaba de pantalón para tener mejor visibilidad, Namjoon fue trayendo las cosas más cercanas, después se encamino a buscar en el pequeño refrigerador capsula las bolsas de sangre, leyendo las etiquetas para escoger las adecuadas.

Una ventaja de la amistad entre la familia Kim y los dos inmortales, eran sus trabajos, ambos padres siendo médicos directores de 2 grandes hospitales. Yeji —la hermana de Namjoon— estudiaba antropología en Italia y su hermano había escogido algo más sencillo, idiomas. Solía ser el traductor personal de sus padres en entrevistas, conferencias y reuniones del hospital.

Jimin entonces comenzó a tratar al desconocido, desinfectó bien las heridas, aplicó un poco de anestesia donde sabía que lo necesitaba, cosió los cortes más profundos y colocó los parches quirúrgicos en donde terminaba de cerrar. Namjoon en cambio preparaba el equipo de venoclisis para hacerle la transfusión de sangre y rezaba para sus adentros que esta no le matase.

—No hay suero.

—Jin debió de usarlo como enjuague bucal otra vez, toma lo que necesites de la encimera y compra un par, con la sangre aguantará un poco más —Namjoon acató la orden, pero Jimin le detuvo antes de que bajara—. Nam, gracias.

—Y que lo digas.

Con el trabajo ya casi terminado, vio el gran pecho del extraño subir y bajar con suavidad. Se dispuso a limpiarlo mientras esperaba, cambio el agua del cuenco muchas veces y al final puso una manta sobre su cuerpo.

—¿Quién eres? —le preguntó de repente, aunque sabía que no respondería—. ¿Quién te hizo esto?

Aprovechó el tiempo solitario para preguntar en voz alta "¿Cómo te llamas? ¿Dónde vives? ¿De dónde vienes? ¿Tienes familia? ¿Grupo de sangre? ¿Edad?" hacía mucho tiempo que no sentía verdadera curiosidad por algo.

Ahora con la cara limpia y los moretones cubiertos, notó que era apuesto. El cabello largo y negro se ondulaba casi al final, tenía pecas en la cara, nariz grande, piel clara y músculos gruesos. Debía de entrenar, aun así, Jimin podría cargar con un elefante sin problemas.

Sí, era su tipo. Él siempre se había sentido atraído por los hombres se constitución gruesa y más altos, también de las mujeres altas y atléticas. Debía ser un fetiche tuviesen músculos marcados, ya que él no los tenía. Poseía fuerza sobrehumana, sí, pero sus brazos y constitución seguía siendo muy delgada para su gusto.

Entonces su mirada cayó a su cuello, específicamente ese espacio en su clavícula y el comienzo de la espalda. Mierda, el olor a hierro lo había sobre estimulado porque podía escuchar el correr de la sangre en sus venas.

No se dio cuenta de que se estaba acercando peligrosamente hasta que la puerta al final de las escaleras sonó.

Carajo. Era Jin.

—Ah ¿Jimin, ya regresaste? ¿Qué no te quedarías todo el día en la oficina? —habló su amigo mientras subía las escaleras, se escuchaba el sonido de las bolsas de compras en sus manos.

"Joder, joder, joder" pensaba el inmortal más bajo.

A Jin no le gustaban los desconocidos, menos si invadían su lugar seguro. Tenía que hacer algo con Jungkook.

Con rapidez y cuidado lo levantó y lo escondió en su propia habitación, tendría muchos problemas más tarde, pero no importaba, por ahora tendría que encargarse de Jin hasta que regresara Namjoon.

Jimin se planta frente a su amigo cuando le ve dejar las bolsas en la encimera, sus ojos se afilaron cuando percibió el reciente aroma a sangre y a hedor desconocido. El olor de los humanos vivos era inolvidable.

—¿Qué está pasando? —preguntó sin rodeos—. La casa apesta a sangre y desinfectante.

—Bueno, hyung, yo... —"piensa rápido, piensa rápido"—. Derramé sangre por accidente y tuve que limpiar.

Jin levantó una ceja y se asomó mirando las manchas en el sofá.

—Pensé que eras más limpio a la hora de comer.

—Sí, ya sabes, escuchaba música y-

—¿Y qué haces aquí? Dijiste que trabajarías hasta tarde.

Mierda.

—Olvidé algo.

—Jimin —suspiró—. Siempre has sido malo mintiendo, por favor dime que está pasando.

—B-buen-

Sus palabras fueron interrumpidas por un exhausto Namjoon.

—Traje el sue- —la mirada enojada de Seokjin cayó sobre él—...ro.

—¡Perfecto! —Jimin le arrebató las bolsas y corrió por el pasillo, siendo detenido por la velocidad de Jin.

—No hemos terminado, tú y yo- ah...

El mayor giró su cuerpo a la habitación cerrada de su amigo.

—Jimin... ¿Quién más estas aquí? —lo sentía, sentía sangre fresca muy cerca y no era de Namjoon.

—¡Namjoon! —suplicó Jimin cuando la situación lo superó.

El menor se pegó a Jin intentando moverlo hasta la cocina.

—Te explicaremos todo en un momento ¿Qué tal si me cuentas que compraste hoy? —le distrajo.

—Espero explicaciones pronto —amenazó a Jimin quien solo asintió.

Con Seokjin siendo entretenido por Namjoon, el rubio pudo encargarse con más calma del desconocido, agregando un segundo canal en su otro brazo y acomodándolo sobre la cama. Hoy tendría que dormir con Jin.

Percibió que el hombre le miraba ¿Estaba despierto?

—Hola —se acercó a su lado—. ¿Qué tal estas?

El muchacho no dijo nada, sus ojos me movían pesados, apenas y podía mantenerse consiente.

—Estas a salvo, cuidaré de ti —comentó acariciando su cabeza, sintiendo las suaves hebras de cabello bajo sus dedos—. Descansa bien, yo velaré por ti.

Su mirada se clavó en el rubio solo unos segundos y el mayor pudo entender lo que significaban. Después simplemente se volvió a dormir.

"Gracias".

Jiminno se quiso mover en un rato, no supo que lo ató al desconocido, pero ahí sequedó. Sentando a su lado, simplemente acariciándole. 


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