♱ Cuarta gota ♱
Jimin intentó contener la emoción y la felicidad cuando Jin dijo que tendría que quedarse más tiempo en Bucarest junto al resto de vejestorios —como solía llamarlos en secreto— porque había llegado un visitante inesperado y tenían que comenzar casi desde cero.
—En serio, Minnie, esto es desesperante —sonó un suspiró por el altavoz y Jimin imaginó al mayor tirándose dramáticamente sobre el sofá más cercano—. Te extraño tanto.
Jimin soltó un ruido gracioso cuando Jungkook lo sorprendió tomándole de la cintura por la espalda—. Y-yo también te extraño, hyung.
—¿Estas bien? —Jin aclaró un poco su voz—. ¿Qué pasó con Jungkook?
—Oh, bueno, estamos bie-
—Jimin —la voz de su hyung sonó más grave a través de la línea.
—Tengo las cosas bajo control, Jinnie, te lo aseguro —respondió con rapidez, estremeciéndose bajo los besos de Jungkook atacando su cuello—. ¿C-cuanto tiempo te quedaras?
—Dos semanas más, tal vez menos si a estos vejestorios realmente quieren continuar con su vida, pero Jimin-
—Eso suena feo —afortunadamente un gemido murió en su garganta cuando el menor succionó la zona bajo su oreja—. M-me tengo que ir, hyung ¡Se me hace tarde!
—Pero es- —la pantalla se volvió negra cuando la llamada terminó y él se quedó desubicado, mirándola—. ...domingo.
Jimin saltó cuando las manos de Jungkook se colaron por debajo de su enorme camisón, haciéndole soltar el teléfono sobre el mesón de la cocina. Estaba siendo malo, muy malo, pero aun así el inmortal no puso evitar derretirse bajo su tacto—. ¿Qué haces? —preguntó entre las caricias a su espalda y los besos húmedos en su cuello.
Una suave melodía de piano resonaba desde el salón, haciéndole sentirse liviano entre los brazos del menor.
—Besándote —respondió con obviedad.
—Estaba en una llamada, no puedes- ¡ah! —el rubio se irguió hacia adelante ahogando un gemido cuando Jungkook metió las manos en su pantalón, una adelante, acercándose peligrosamente a una zona sensible y la otra atrás, estrujando una suave nalga—. B-basta.
—¿Quieres que pare? —la pregunta sonó más como una advertencia ¿En qué momento su dulce Jungkook se había convertida en esa bestia atrevida y lujuriosa?
Jimin se llevó la palma a la boca cuando la lengua del más alto subió por su nuca y empezó a dejar besos húmedos a lo largo de su hombro—. Estas haciendo algo que no podrás controlar después —le advirtió.
—¿Me estas retando?
Su risa cosquilleó en su oído.
—¿Entonces tu plan es cogerme en la cocina?
—Lo hicimos en el sofá Por qué no podría?
—Que atrevidos estas ho- ¡ah! —chilló cuando la mano en sus pantalones rodeó su miembro medio despierto—. Jung- ah ¡kook!
—Shhh, solo disfrútalo —susurró.
Jimin se mordió el labio cuando un dedo presionó la punta, los besos no se detenían, mordiendo un poco en unas zonas y en otras solo dejando un rastro húmedo y rosáceo. Una de sus manos se sujetaba al bordillo del mesón y la otra acaba sobre el antebrazo del menor.
Jungkook era hábil, alternando entre movimientos rápidos y otros más lentos, haciendo que el inmortal se desasiese entre sus brazos, con las piernas tambaleantes y el torso encogido.
—¡Ahh! ¡Mhh! —gimió cuando esta vez la velocidad no disminuyo y se sacudió por la excitación—. Jungkook, m-me vengo ¡Ah!
Apretó el antebrazo del contrario cuando de repente con la mano libre le hizo girar la cabeza y atrapar sus labios en un beso, ahogando un quejido en su boca cuando terminó. Una electrizante sensación le recorrió el cuerpo haciendo que se apoyase por completo en el pecho de su amante, respirando agitado mientras recuperaba la compostura.
Jungkook besó su mejilla y sacó su mano del pantalón—. ¿Te gustó?
—Creo que mi respuesta está en tu mano —respondió, sacando la lengua para burlarse del pequeño y vergonzoso momento.
Una suave risa se escapó—. Lo siento, pero tendré que quitarme tu respuesta con agua —lo soltó, caminando hacia el baño mientras Jimin suspiraba sobre el mesón de la cocina.
Luego de un rato volvió, con ropa de calle, una mochila y un gorro que debió de haber cogido del closet de Jimin—. ¿Vas a salir? —preguntó extrañado. Después de la advertencia de que podía haber gente buscándole, lo mejor era que saliese lo menos posible, cosa que había cumplido con rigurosidad, no yendo más lejos que a la tienda de conveniencia que quedaba a dos calles y al parque en la esquina —donde era común que acompañase a Namjoon para una rápida rutina de ejercicio—.
—Es un secreto y tu deberías salir un rato, también —Jimin alzó una ceja esperando una explicación que se negó a dar—. Confía en mí, volveré a las 6, tienes toda la tarde libre para ti.
—Pensé que "toda la tarde libre" seria para nosotros —enfatizó el nosotros ya que, a pesar de estar por varios días juntos, el trabajo del inmortal, más las constantes visitas de oficiales a su edificio por el ataque a Jaebum, le habían impedido aprovecharlos al máximo con su pareja. Su pobre —aunque muy irritante compañero— había terminado con la cara hecha pedazos, le escuchó decir a uno de los oficiales que tuvieron que reconstruir su mejilla derecha con un pedazo de su trasero por lo rota que había quedado. Jimin solo fue a verle una tarde, cuando por fin lo habían desemtubado, pero seguía con la cara demasiado hinchada como para hablar, así que cuando lo vio entrar por la puerta, escribió rápidamente en su pizarrón borrable que se fuese, que no diría nada sobre el loco que claramente conocía al rubio. Así que tras un gracias solo se marchó, siendo lo suficientemente caritativo como para pagar la mayoría de sus costos hospitalarios,
—¿Estás enojado?
Jimin se encogió de hombros con una sonrisa—. Claro que no, ve a hacer lo que sea que tengas que hacer.
Jungkook se acercó atrapándolo en un afectuoso beso—. Te amo.
—También te amo —el menor sonrió, acariciando su mejilla y observándolo unos segundos—. ¿No tenías prisa?
—Ah, sí, lo siento —sacudió la cabeza para que los largos mechones ocultaran sus sonrojadas orejas—. Es que eres hermoso, a veces creo que esto no es real.
El mayor posó las manos en el hueco de su cuello, acariciándolo y robándole un corto beso—. Tienes mi permiso para probar de cualquier forma que soy real, y estoy a tu lado.
—Conque lo digas es suficiente.
Dio unas ultimas caricias y se marchó.
El inmortal se quedó una hora más, recopilando información para la misión de Taehyung y ordenando pequeñas cosas mal puestas, ahora que estaba con Jungkook se sentía tan aturdido al quedarse solo ¿Qué podía hacer? Empezaba a entender un poco como se sentía Seokjin cuando no estaba con él, tal vez por eso tenía la necesidad de inscribirse a cualquier tonto curso para amas de casa, sin importarle si al final lo dejaba por la mitad y no lo retomaba.
Entonces decidió hacer algo por su chico, una cena. La idea de cocinar juntos le emocionaba, aunque tuviese que fingir que realmente disfrutaba de una comida que le dañaba más de lo que le hacía bien. Cuando dieron las 2, agarró sus cosas y salió.
Graciosa coincidencia que ambos planearan algo para el otro, Jimin un poco más tarde que su amado, claro. Mientras el menor organizaba todo a máxima velocidad, rogando porque el rubio no se encontrase en casa para cuando planeaba regresar, el contrario se encontraba teniendo un colapso mental en los pasillos del supermercado. Sabia a lo que era alérgico Jungkook, que le gustaba y que no, que le caía pesado y que cosas era mejor no intentar, quería hacer algo nuevo, pero tampoco arriesgaría a dañar la velada solo porque eligió camarones en vez de pollo.
Para cuando dieron las 5, el inmortal cerró la puerta del apartamento tras de sí, con 4 bolsas grandes de comida que sabía que más de la mitad iba a terminar dándoselas a Taehyung.
Al llegar al final de las escaleras notó el globo blanco frente a esta, con un cordon plateado del que colgaba un papel doblado, desde su posición pudo ver tres más, uno sobre el sofá, otro al lado del reproductor y el ultimo amarrado a la baranda del balconcillo—. ¿Jungkook? —llamó, por si había llegado antes de lo dicho, pero nadie contesto.
Esquivó el nuevo objeto flotante para dejar las bolsas en el suelo de la cocina y regresó a revisar. Tomó la nota y abriéndola, viendo la hermosa cursiva de su amante.
"Donde nos sinceramos"
¿Dónde nos sinceramos? ¿Era un acertijo? Se quedó bastante confundido unos instantes, solo por pura suerte caminó hasta el más cercano; el que estaba en el colchón. Y al abrirlo ponía:
"La mejor mañana de mi vida"
Esta vez Jimin tuvo el cerebro mejor preparado, recordando el día en el que amanecieron juntos. Corrió hacia su habitación y vio otro globo sobre la cama, como si su vida dependiera de ellos lo tomó rápidamente, abriéndolo.
"La dame brune"
Era la canción que bailaron hacía semanas. Se apresuró a abrir el que se encontraba al lado del reproductor.
"Cuando me di cuenta que no podía seguir ignorando el mundo"
Con ese Jimin se sintió bastante confundido, pero al final solo quedaba un globo más; así que se acercó al balcón, abriendo la puerta corrediza con nerviosismo. El cielo seguía claro, pero comenzando a mezclar los colores azules con los del atardecer,
"Encuentra la luz de mi corazón"
Ahí Jimin sintió que había vuelto a perder el hilo total de las cosas, intentó ver alguna pista en las otras tarjetas, pero no había nada además de las frases ya leídas. ¿Todo eso lo había organizado Jungkook en el tiempo en que estuvo fuera? ¿Por eso le había pedido que saliera un rato, para volver y organizar esa puesta en escena?
Justo cuando iba a regresar adentro notó una pequeñísima luz, alumbrar su pecho, se movió un poco y se dio cuenta que le seguía ¿Era parte del plan? Al alzar la vista de donde provenía el láser vio una figura en el techo de uno de los edificios al otro lado de la calle, era de mayor altura por lo que no podía ver claramente la identidad de quien lo alumbraba.
Agarró con fuerza sus notas y cuidando de que no hubiese gente mirándole, saltó desde el balconcillo, cruzando la calle y metiéndose en el estrecho callejón que daba a las escalerillas de emergencia. Subió como alma que llevaba el diablo, con el corazón latiéndole como galope de caballo en su pecho. Quería llegar rápido, lo necesitaba.
Era él, todo este plan fue suyo y necesitaba verle con urgencia.
Se quedó sin palabras al llegar al techo, llevándose una mano a la boca y conteniendo sin éxitos las lágrimas.
Su hombre, su amado, se encontraba a metros de él, llevando hermosamente una camisa blanca de vestir, pantalones negros y sus siempre confiables botas de salir, por muy elegante que quisiese verse, tenía su estilo pegado a él con chicle. Se acercó a él, extendiendo la mano de manera cortes—. Monsieur, permítame llevarlo a su mesa —pero Jimin no pudo moverse y Jungkook sonrió, acercándose más para quitar sus manos de su boca y entrelazarlas. De esa forma, con delicadeza y comprensión lo guio hacia la pequeña mesa en el centro del techo; esta tenía un mantel rojo, con dos velones altos en el centro, una botella de vino blanco a un lado y otra que parecía ser tinto. Las sillas eran de madera, se preguntaba de donde las había sacado porque claramente no eran las del comedor.
Primero tomo asiento él y luego, enfrente, Jungkook, con sus mejillas sonrosadas y su brillante sonrisa. Sentía que estaba en el paraíso.
—¿Estas... bien? —le preguntó cuándo lo vio demasiado calmado, aun sin quitarle la mirada y sin decir una sola palabra. Las lágrimas seguían retenidas en sus ojos, esperando el momento concreto para salir.
Con la voz temblorosa respondió—. Tú... ¿Hiciste todo esto?
Jungkook asintió.
—Oh Dios —se llevó de nuevo las manos a la cara, esta vez no solo tapando su boca, Jungkook se abalanzó hacia él, arrodillándose a su costado para que le mirase y le dijese que estaba mal.
—Jimin, no, no llores, amor —trató de calmarme, apartando sus manos y sujetando con la mayor delicadeza su rostro empapado—. Te ves tan hermoso, mi amor —susurró, dejando caer la cabeza en su regazo—. El amor de mi vida.
Si no fuera porque seguía respirando habría jurado que su corazón se detuvo en ese momento. Acarició el cabello negro del contrario y se ciñó a él, abrazándole.
Ya calmado, Jungkook le volvió a mirar, limpiando el rastro de las lágrimas que habían quedado—. Ya no llores.
—No lo haré —contestó, pero no estaba seguro, todo era tan simple y al mismo tiempo tan especial, cual simple flor mostrando su belleza, común para todos, pero única para quien la apreciase.
El menor se volvió a sentar, sin separar las manos de su amado y ahí se quedaron un buen rato, solo disfrutando del pequeño toque y las eternas miradas.
Si pudiesen elegir, habrían congelado el tiempo en ese instante.
Cuando el sol por fin empezó a ocultarse tiño el cielo de una preciosa paleta cálida, que caía a un morado cada vez más oscuros, hasta que el cielo estuvo negro y con él unas pocas estrellas llegaban a ser testigos de su momento.
Jungkook aprovechó entonces para agarrar el teléfono y conectarlo a un pequeño reproductor cuadrado que no era mayor de tamaño que el de su propia mano. Una suave canción francesa del siglo pasado comenzó a sonar. Ambos vinos fueron destapados, Jimin dándose cuenta que el blanco era el único en esa mesa, ya que en la otra botella había sangre, la cual fue servida en una copa para él. Le consterno que no hubiese comida, pero el menor, siendo intuitivo, le explicó.
—En este momento, nada nos hace diferentes —y tenía razón, dos personas con una simple bebida, mientras se dejaban llevar por la ocasión.
Esa noche, ninguno era inmortal o mortal, solo eran dos seres que se amaban.
—¿Tienes las tarjetas?
Jimin las sacó de su bolsillo, olvidando por completo que las había dejado ahí cuando subió.
—Es hermoso —comenzó el mayor—. Todo lo que prepararse es... no tengo palabras, eres increíble... ¿De dónde sacaste las sillas?
—Es prestado, Taehyung tendrá que cenar en el sofá hoy
Ambos rieron—. Tendré que compensarlo con una buena comida en otro momento.
—En realidad él insistió en que las trajera, yo planeaba un simple mantel en el suelo, dijo que yo era poco caballeroso.
—Lo que sea que hubieses hecho para mi estaría bien, incluso quedarnos en cama viendo una película romanticona de los 90's.
Jungkook sonrió y se levantó mostrando el primer papel.
—Cuando nos sinceramos en ese sofá, tenía mucho miedo, había una probabilidad de que me alejaras y otra de que no lo hicieses. Pero hablaste de ti y aunque estaba asombrado también entendí que estabas diciendo "no eres el único" —Jimin sonrió, apoyando la mejilla en una mano y colocando el codo sobre la mesa—. Cuando desperté a la mañana siguiente, con tus ojos sobre mí y su cuerpo entre mis brazos, dijiste que estabas hecho un desastre, pero para mí nunca dejaste de ser lo más bello que había visto en mi vida.
Su voz le falló un segundo y el mayor se enterneció de esto—. ¿Recuerdas cuando bailamos? Estaba muy nervioso y tú te veías tan cómodo, tan feliz, no entendí lo que intentabas hasta que me encontraba dando vueltas como ave perdida a tu alrededor. Cuando dije que no eras una dama alta y morena, también quería agregar que, aunque no fueras así, terminaste guiándome inevitablemente hacia ti y en ese camino no había vuelta atrás.
—Y lo del balcón es...
—Cuando entendí que, gracias a ti seguía vivo y que no podía desperdiciar mi voluntad cuando veía a otros perder la suya. Sin ti no estaría aquí, locamente enamorado como una tonta colegiala de telenovela —Jimin escondió la risa en sus nudillos.
Una canción suave sonó, era de un cantante en inglés y esa fue la señal que supo que era el momento. Tomó la mano del mayor y en un espacio más libre bailaron, lento, con calma, solo sujetándose de los brazos y con la cabeza del más bajo apoyada en su hombro, meneándose como humo en el viento.
El tiempo se sintió como una eternidad y al mismo tiempo los minutos se escurrieron por sus manos como arena. Bailaron, bebieron, rieron, se besaron, Jungkook quería hacerle la gran pregunta, pero comprendió que no era necesaria. Nunca lo fue, desde el primer momento ambos ya sabían lo que eran y no les importaba que no tuviese nombre oficial.
Para cuando la luna estuvo en lo alto, ellos ya estaban en cama, fundiéndose entre besos y caricias cálidas, gimiendo sus nombres y entregándose todo lo que podían.
¿A que debía temerle? Tal vez al tiempo, pero para ellos solo servía el ahora, el resto podía esperar.
Cuando Seokjin regresó de su viaje —dos días antes de lo esperado y con una enorme maleta que no llevaba cuando se marchó— no se sorprendió de ver que el pequeño mortal siguiera con vida.
Ambos, tirados sobre el sofá —en un mar de caricias, besos y comentarios que cruzaban velozmente entre lo obsceno y lo romántico— no notaron la presencia del mayor hasta que este dejo caer estrepitosamente la maleta al suelo, haciéndoles saltar y levantarse. Jimin tenía la camisa abierta —que dejaba ver todo su pecho— siendo unida solo por el ultimo botón, aunque tampoco se lo cerró para Jin, después de todo se habían visto desnudos más veces de las que quisiera decir en voz alta. Jungkook, en cambio, estaba más presentable, con un sweater grande de lana y un chándal gris, solo con el cabello desordenado y un gran chupetón rosáceo bajo su mandíbula.
—¡Hyung! Bienvenido —le dijo con una sonrisa ansiosa. Jimin si había pensado en que decirle a Jin cuando regresara, pero nada realmente le convencía, así que decidió concentrarse en disfrutar de Jungkook y esperar a ser iluminado mágicamente con alguna idea, pero no esperaba que llegará antes de lo planeado.
—Bienvenido a casa, Seokjin hyung —saludó el menor, haciendo una pequeña reverencia y visiblemente nervioso.
El silencio de parte del mayor se prolongó por varios minutos, congelando en un mar de pensamientos vergonzosos por parte de ambos enamorados—. Parece que se divirtieron mientras no estaba —dijo serio, Jimin entendió que tenia que se cuidadoso cuando su mayor se comportaba de esa forma, amenazante, como una pantera esperando el momento perfecto para atacar—. Y me desobedeciste —miró a Jimin, consternado.
El rubio se encogió de hombros mientras el recién llegado volvía a agarrar la maleta, caminando a paso pesado por el salón hacia las habitaciones.
—Hyung —le siguió deteniéndolo en la entrada del pasillo, pero ni una sola palabra salió de su boca.
Seokjin siguió su camino hacia la habitación y el rubio le escuchó dejar la maleta en la cama, luego la puerta del armario, el refrigerador y olió la sangre dentro de la bolsa de trasfusión.
No debió de haberse alimentado en toda esa semana, los antiguos no tenían los mismos gustos en comida que ambos, la sangre fresca era su debilidad, preferiblemente de alguien que siguiese con vida y ellos no compartían esas prácticas.
Seokjin había sido bastante estricto en evitar que Jimin se volviese una bestia como los antiguos, ya había sufrido demasiado al lado de su progenitor, no repetiría los mismos pasos.
Jimin regresó al salón con un remolino mental que no se iba a calmar. Jungkook se acercó a él, acariciando su hombro y acercándolo más—. ¿Estás bien?
—Yo... —se llevó una mano a la frente—. Lo siento, mierda... creo que lo he arruinado.
—Pero-
Seokjin pasó rápidamente por su lado hacia la cocina, Jimin apretó el brazo de su novio y le pidió esperar un momento, luego se acercó junto al mayor que se servía la sangre en una copa. Incluso hambriento y ansioso no iba a perder el glamour.
—Y —comenzó, nervioso—. ¿Qué tal te fue con los vejestorios?
—Bien, aburridamente bien, ojalá pudiera sacármelos de la espalda —le siguió el hilo y él lo sabía—. No intentes desviar el tema, Jimin.
Su nombre sonó tan gélido en su boca.
—No lo estoy desviando, solo... por favor, hyung, hablemos bien, no quiero una pelea.
—¿Estamos peleando? Debiste avisarme —dijo cínico—. Habría dejado mi copa para después.
—Jinnie, por fa-
—No, no enmieles tu voz conmigo en este momento.
—Sé que estás enojado, solo escucha, las cosas han cambiado. La llamada que te hice semanas atrás, estaba alterado ¿Ok? Creí que había arruinado las cosas-
—Las arruinaste —dio un tragó y se cruzó de brazos—. Fui claro, Jimin, era él o nosotros y Gust no estará nada feliz si te entera que otro sabe de nosotros. Me costó mucho evitar que matará a todos los antecesores de Namjoon en el pasado y solo tuve una oportunidad porque nos podríamos camuflar fácilmente.
Él asintió—. Lo sé y te aseguro que eso no volverá a pasar.
—¿Qué tan seguro estas? Una sola foto y estamos acabados, no son los tiempos de antes, no podremos desaparecer tan rápido —aunque si Jin no supiese como se usaba correctamente una lavadora, siempre estaba pendiente de los cambios más influyentes, solo en caso que tuviesen que escapar o pelear.
—Jin, lo sé, créeme, Jungkook no hará nada de eso, lo prometo.
—¿Te dio su palabra? Por Dios —se llevó la copa a la boca, pero no bebió, se notaba que estaba conteniendo su fuerza sobre el frágil cristal—. Esto ha llegado demasiado lejos, este juego que tienes con él, debe terminar —dejó la copa a la mitad en el mesón y caminó hacia el salón, pero Jimin le detuvo antes de salir de la cocina.
—No, no, espera, esto no es un juego —se plantó delante suya obstaculizando el camino—. Él no lo es.
Seokjin abrió más los ojos, en un gesto que parecía de incredulidad, probablemente comprendiendo por fin a que se debía tanta protección al débil humano—. Dime que no es verdad lo que pienso.
Jimin trago en seco, había tenido miedo antes, pero nunca tanto como en ese momento—. Lo amo, Jin, estoy enamorado de Jungkook y n-no es como mis amoríos de hace décadas —dio una suave sonrisa—. Encontré al amor de mi vida.
El mayor le miró serio unos segundos antes de romper en carcajadas mientras se erguía sobre sí mismo intentando contenerlas—. Esta es sin duda la mejor broma que me has hecho, pensé que ya habíamos dejado esa apuesta en 1988, pero sin duda la ganaste.
Jimin tembló un poco por la incómoda situación y cuando Seokjin siguió notando la seriedad y convicción en su rostro, se detuvo—. Es un chiste.
—No, hyung.
Incluso sin su respuesta, su mirada era todo lo que necesitaba para corroborarlo.
—Esto está mal —hablo más para sí mismo y si apoyó en el marco de entrada.
—Hyung.
—No tendré forma para convencerte ¿verdad? —se llevó una mano a la frente—. Estamos acabados.
Jimin se acercó rápido a él abrazándolo—. Todo está bien, no hemos roto ninguna regla, ellos no se molestarán, será como con Namjoon.
—No, no lo será, ellos saben de Namjoon porque necesitan tener control sobre todos.
—Entonces lo esconderé, después del golpe nos iremos lejos, ocultaré mi identidad, nuestros nombres, todo.
—¿Golpe?
—Es algo complicado de resumir, te lo explicaré, sol-
—No, no ¡No! —se soltó de su agarre—. Esto no es un juego fácil, Jimin, te llevaras al cuello a todos esos monstruos, si lo descubren no dudaran en atacarlos a ambos... no puedo perderte.
—No lo harás, hyung, siempre me tendrás a tu lado.
El inmortal lo tomó por los hombros con fuerza, por supuesto la suya era mayor, tenía muchos años más que él y en demasía. Jimin podía defenderse bien, pero Jin tarde o temprano le ganaría.
—¡Basta! Creí que te había educado bien ¿¡Donde mierda dejaste el cerebro!? ¡Yo mismo terminaré con esto!
—¡No! ¡Detente! Solo escúchame, por favor ¡Jin!
Jungkook ante los gritos que iban en aumento se acercó, tratando de cambiar la situación—. Ey, ey, podemos hablar con calma, no necesitan gritar —comentó poniendo su mano en el hombro de Jin, quien lo movió con brusquedad para apartarlo.
—Tú no te metas —amenazó—. Eres solo un niño, no tienes voto aquí, un maldito problema que se nos salió de las manos.
Tanto Jimin como Jungkook se quedaron estáticos por sus palabras, el inmortal había visto a su mayor enojado muchas veces, pero no tanto como para maldecir de esa forma.
El menor entonces puso sus manos sobre las de Jin en los brazos de Jimin—. Suéltalo y sentémonos a hablar, no es necesario esto y menos como te estas comportando.
Esto pareció enojar más al inmortal quien lo empujó—. He dicho que ¡No te metas!
—¡Basta! —Jimin se soltó de su agarré colocándose frente al menor—. Esta rabieta ha llegado muy lejos.
—No, tú has llegado demasiado lejos, Jimin.
—¿Todo esto es porque lo amo? —el llanto amenazaba con escapar de sus ojos.
—Sí... y porque ya no confió en ellos.
—¿Quienes?
—¡En los humanos! —el gestó en el brazo de Seokjin alertó a Jungkook, creyendo que golpearía a su novio, poco faltaría para que lo hiciese.
El menor lo tomó de la muñeca, como una advertencia, pero el inmortal estaba encolerizado, a duras penas podía reaccionar—. ¡No me toques! —el agarré que le propinó a su hombro fue tan fuerte que lo sintió quebrar, si Jimin no hubiera saltado entre ambos para separarlos, solo le habría quedado un brazo funcional.
Apenas le soltó el puño de Jungkook se estrelló contra la mejilla de Seokjin. Su cara, demasiado dura le lastimó los nudillos, dejándolos magullados y su cuerpo hormigueando por el golpe. Solo un rápido movimiento de rodilla del mayor bastó para dejarlo encogido en el suelo.
—¡No! —Jimin se lanzó contra su hyung, con las mejillas llenas de lágrimas, más por la rabia que otra cosa. Él esquivó un puño, pero no el codo derecho que logró darle en el pómulo y hacerlo tambalear. Se defendió, no dejara que un inferior a él le sobrepasase, incluso si este era Jimin.
El rubio soltó un quejido cuando el tacón de Seokjin se clavó en su espinilla y le hizo arrodillarse, ganándose un golpe que lo tiró al suelo.
Tan obstinado como lo era Jungkook, se levantó, atacando al mayor por la espalda y sujetando su cuello, con un humano normal lo habría dejado en el suelo al instante, pero obviamente no estaba luchando contra uno. Jin intentó quitárselo, haciendo que el hombro del saco gris que llevaba se rasgara y el no permitiría que continuase, no con su querida ropa siendo dañada por un mugroso mortal que solo estaba arruinando su vida.
Sujetó al menor de un hombro y lo estrelló contra el vidrio de la mesilla en el centro del salón, haciendo que esta se rompiese.
—¡Jin, basta! —lloriqueó Jimin levantándose—. Por favor, det- —su rodilla cayó con pesadez al suelo al ver sus fosas nasales invadidas con el peor de sus males en ese momento—. No —susurró, viendo la sangre acumularse bajo la pierna de Jungkook.
Raudo, su mirada se clavó en Jin con sus manos temblorosas y la cara desarticulada mientras miraba al menor como un depredador observaría a su presa delante de sí, moribunda y lista para ser devorada.
No se había alimentado adecuadamente y de seguro la ira lo estaría controlando más que su raciocinio, cometería la peor atrocidad que siempre trató de evitar.
—¡Ahg! —Jungkook agarró la herida en su pierna, viendo el único pedazo de vidrio que se había clavado con éxito en la parte posterior de su pantorrilla, ardía como los mil demonios.
Él no pudo hacer nada cuando Seokjin lo tomó del cuello, acercándolo a su rostro, con los ojos iluminados por el ámbar de la furia y el hambre.
El grito de Jimin comenzó con un "no" sonoro, pero pasó a ser un gruñido demasiado animal para salir de alguien tan lindo. Solo basto una fracción de segundo para que Jimin empujara a su mayor contra la pared y barriera el suelo con él, propinando certeros e iracundos golpes, rasgando la piel y lanzándose con los dientes hacia su cuello, más como una imposición de poder que de querer obtener su sangre. Eso fue suficiente para hacer que Jin perdiera el conocimiento y obviamente el control de la situación, que nunca tuvo.
El aliento caliente salía de los temblorosos labios de Jimin, su pupila dilatada contrastaba contra el ámbar brillante en su iris, sus colmillos sobresaliendo de su boca manchada con lo que debía de ser la sangre de Jin, más oscura de lo normal.
Su pecho subía y bajaba estrepitosamente con su respiración. Seguía clavado frente a la persona que menos hubiese querido lastimar. Seokjin era como su padre, su hermano mayor, quien lo educo, cuido y protegió desde el comienzo. Estuvo ahí cuando él caía en su naturaleza más ruin y también cuando regresó de una guerra, visiblemente afectado y con traumas. Jungkook siseo cerca de él mientras sacaba el cristal enterrado en su pierna y rompía su propia camisa para parar el sangrado.
Levantó la cara y se encontró con sus ojos oscuros, mirándole con preocupación—. Jimin ¿Estas bien?
Pero él no respondió, sus movimientos fueron rápidos, casi bestiales cuando se ciñó sobre el menor, tomando sus hombros y acechando el punto en el que clavaria sus colmillos. Podía sentir la sangre correr por sus venas bajo la piel, el sonido de su corazón acelerado y la calidez de su cuerpo con vida.
—Jimin...
Abrió la boca acercándose, a solo centímetros de que pudiera tocar algo de carne, Jungkook levantó se mano hacia cabello y le acarició, soltando un suspiro que sonó doloroso—. Te amo —susurró en su oído.
La mandíbula del inmortal se congeló aun sin tocar nada, pero Jungkook siguió hablando, lento y en voz baja.
—Puedes hacerlo, está bien, estoy aquí —tenía miedo, más bien incertidumbre, sus dedos temblaban entre el cabello rubio del inmortal—. Te amo.
Entonces cerró la boca y cayó suavemente en el pecho del menor, estremeciéndose cuando sus brazos lo cubrieron y lo apegaron más a él.
—Lo siento —siseó, entrecortado—. Lo siento tanto —sollozó.
—Está bien, shhh —el menor besó su sien y no se apartó—. Está bien.
Jimin se veía tan culpable y atormentado, sentado en la silla al lado de la cama, con las piernas pegadas, los hombros encogidos y las manos entre los muslos.
Seokjin estaba junto a él, recostado entre el montón de almohadas, procesando de manera sinuosa la montaña de información que le acababa de decir su mejor amigo. La verdadera identidad de Jungkook, los delitos de su padre, las muertes, las bandas criminales, los trabajos de Taehyung, las acciones de Jaebum, el romance que tenían, las represalias que tomarían para exponerlo al mundo; sentía que todo corría en su mente como una película de hora y media.
Jungkook, apoyado en la pared de enfrente —que en realidad era el cristal que dividía el baño del cuarto—, observaba en silencio, dejando que Jimin controlara la situación. La pelea había pasado hacía varias horas, por suerte la herida en su pantorrilla no era profunda, pero tardaría un par de semanas en estar como nueva. Lo que más le costó fue consolar a Jimin, había atacado a la persona que siempre estuvo en el pedestal, por proteger a quien llevaba amando alrededor de un mes.
—¿Así que el plan es que Taehyung recoja información para exponerlo en internet y luego escapar todos? —Jimin asintió sin mirarle, aún demasiado avergonzado por lo ocurrido.
—En resumidas cuentas, sí —rompió el silencio Jungkook, Jimin agradeciéndoselo con la mirada, ya estaba demasiado estresado, y no solo se estaba comportando de manera sumisa con Seokjin, también estaba evitando acercarse a su novio. Después de tratarle la venda y beberse 3 bolsas de sangre, impuso mentalmente la regla de no acercarse a menos de un metro de él. Jungkook se dio cuenta de sus intenciones y se lo permitió, esperaría a que se calmara y hablarían al rato, por el momento debían apaciguar las aguas con el mayor.
Jin no dijo nada por unos largos minutos, Jimin era una bolsa de nerviosismo andante y sentía que en cualquier momento iba a explotar. Había una batalla en su interior que tenía dos bandos y tenía que apoyar a solo uno, pero ¿Cómo poder si los amaba a los dos?
—Jimin —el nombrado alzó la cara—. Ayer compré nuestros pasajes de avión —la garganta del rubio de trabó y sintió las lágrimas llenar sus ojos—. Me iré mañana, puedes venir conmigo o quedarte aquí.
—No —lloriqueó—. Por favor no me hagas elegir, no puedo.
Seokjin miró a Jungkook y luego volvió la atención hacia su amigo, extendiendo la mano y tomándola—. Siempre supe que algún día ya no ibas a necesitar mi protección... —su voz se quebró y limpio rápidamente sus ojos—. Tengo tanto miedo de perderte, eres todo lo que me queda. Mi familia murió hace tiempo, mis amigos más cercanos, aquellos con quienes viví eternidades... y solo me quedas tú.
Jimin era un mar de lágrimas que Jin intentaba limpiar y no conseguía—. Si algo te pasara, ya no tendría razones para seguir existiendo. Te amo, Jimin, y pase lo que pase nunca dejare de amarte, mi hermano, mi amigo, eres todo para mí —el rubio bajo la mirada sin poder soportarlo más, Jin se acomodó en el bordillo de la cama para abrasarle—. Lo siento, lamento tanto lo que dije, lamento mucho haber lastimado a quien amas y ahora entiendo que es el momento de que seas libre.
—No, por favor.
—Eres mi chico fuerte —"mi chico fuerte", Jimin recordaba esas palabras como si fuesen de un día atrás, en vez de hace cientos de años, de lo decía cuando lo cuido en su etapa más vulnerable, cuando llegaba del exterior cubierto de sangre, con la mirada perdida y completamente destrozado por lo que sería su nueva realidad.
"Mi chico fuerte, ya no llores, esto pasará, aprenderás a controlar el hambre, podrás volver a sentir el sol, no te dejare" le decía cada día, cada vez que sus pecados lo hacían derrumbarse entre sus brazos. La última ocasión que lo escucho decirlo fue al regresar de la guerra, traumatizado, pero con una sonrisa, diciendo "he vuelto a casa" y recibía un abrazo del mayor "Sí, mi chico fuerte ha regresado".
—Ya no serás más mi chico fuerte —continuó—. Ahora debes ser el chico fuerte de Jungkook —acarició su espalda mirando al menor—. Él te necesita mucho más que yo, debes cuidarlo, esa es tu nueva misión —sonrió y él tensó la mandíbula—. Una misión que durará para siempre.
El inmortal, aun mirándolo, movió los labios en palabras sordas que Jungkook tuvo que leer—. Lo siento.
Y respondió, acongojado—. Está bien.
—Hyung, lo siento —Jimin lloraba como si la vida se le fuera en ellos, lo cual era en parte verdad, se estaba desprendiendo de algo que estuvo a su lado desde el comienzo, despertar y ya no ver a Jin, tomando la sangre en sus siempre confiables copas, iba a ser doloroso—. Por favor no me dejes.
—Nunca lo haré, seguiré acechándote, tonto, no te libraras de mi tan fácilmente, te visitaré una vez al año en donde sea que te hayas escondido y sacare tu trasero de la cama para ir de compras —una suave y magullada risa salió—. Al menos permíteme eso.
El rubio se despegó del abrazo limpiándose la cara con las muñecas—. Por supuesto que sí.
Jin sonrió y ayudo a secar su llanto con las sabanas, haciendo esto aprovechó para susurrarle—. Ve con él, hablen.
Jimin estrechó la mano del mayor en su mejilla y asintió.
—¿Y tendrán hijos? —preguntó de repente, interesado en el futuro.
—¡Hyung!
—¿Qué? Si adoptan pequeñas criaturitas en el futuro ¡Quiero ser el tío cool! —se volvió a acomodar la cama mientras el contrario se levantaba de la silla—. Solo imagínalo, me puedo mudar más cerca de ustedes, los llevaré a la escuela, les enseñaré violín, les daré clases de tejer ¡oh! ¡Podemos ir de pesca!
Jungkook se aguantó la risa.
—Aún falta mucho para que lo niños entren en el radar, pero puedes ir preparándote desde ahora.
—Genial, compraré los biberones, serán marca Prada ¿O prefieres Balenciaga?
Ahora sí, ambos enamorados rieron mientras salían de la habitación y Jimin cerraba tras de sí.
Todo había salido bien, pero quedaba algo más.
El inmortal caminó hasta el salón, donde vio a Jungkook al lado del ventanal, se acercó al sofá a su lado y se sentó en el brazo acolchonado. Jugó con sus dedos un momento, practicando lo que iba a decirle.
—Jungk- —pero no pudo decir la primera palabra, el menor se giró hacia él y le abrazó, perdiendo poco a poco la fuerza en las piernas y arrodillándose, el dolor había pasado a segundo plano. Jimin volvió a romper en llanto entre sus brazos, sujetándolo con fuerza y mojando el hombro de su camisa—. Lo siento tanto.
—Tranquilo, no ha pasado nada, estoy bien, mi pierna se curará y Seokjin está mejor —hablo también tocado por la emoción y las lágrimas.
—No, no, espera —el mayor se apartó lo suficiente para hablar cara a cara—. Esto no puede quedarse así, te lastimamos, yo... casi te muerdo —susurró, de no haberse detenido en el momento justo podría haberlo matado o algo que realmente no deseaba hacerle, convertirlo.
—No eras tú mismo, la situación nos sobrepasó a todos, no solo a ti, por favor, dime que no me dejaras...
Sus ojos se encontraron, igual de dolidos, igual de bastos—. No lo haré —respondió por fin haciendo que Jungkook soltara un pesado suspiro y apoyara su frente en el hombro del rubio—. Pero voy a tener que romper mi promesa.
—¿A qué te refieres?
—Sobre el golpe, hay inmortales muy peligrosos, Jungkook, lo que dijo hyung es verdad, ellos necesitan tener todo bajo control sino acabaran con los obstáculos y se limpiaran las manos —Jimin apretó su mano—. Si algo sale mal y los antiguos se enteran... las acciones de Jeon Hansoo quedaran como un simple juego al lado de lo que ellos pueden hacer.
Jimin solo conocía a un par de antiguos —además de Seokjin—, uno era el monstruo que lo convirtió y el otro era alguien del que era mejor no saber nada, este último no seguía las reglas del circulo principal, era un lobo solitario y por suerte —o por desgracia— nadie se oponía a eso, ni siquiera Jimin, que llegó a tenerle lastima.
Gust —como Seokjin le llamaba— era quien movía los hilos de todos, nada pasaba sin que él se enterara, excepto por supuesto, Jimin. Por esa razón el mayor no lo llevaba a las reuniones, lo mantenía apartado de toda relación con el circulo principal para evitar inmiscuirse en asuntos que no le afectaban directamente, pero estaría obligado a cumplir.
Los humanos piensan que están en la cima de la cadena alimenticia, pero viven en la ignorancia de lo que de verdad sucede. En un mundo que ni siquiera saben que existen, ellos son la presa, el ganado, las mascotas.
Si algo dentro del plan que había trazado para exponer a Jeon Hansoo soltaba el más pequeño error, no solo Jungkook perecería, también Taehyung, Jimin seria capturado por los antiguos e incluso Jin y Namjoon que no eran participes, tendrían represalias, solo por conexión indirecta.
—¿Qué harán? —el menor levanto la cabeza.
Jimin bajo la mirada y se mordió el labio—. Cosas horribles, realmente terribles, Jungkook, ellos... —pensar en lo que una vez le hicieron, mucho tiempo atrás, le causaba temblor y una ansiedad que le carcomía desde adentro hacia fuera. Tenía un deber que cumplir y no lo hizo, no quedaron mellas en su piel, pero si en sus recuerdos, cosas difíciles de olvidar, pero que la guerra—. No lo puedo decir, no hay forma bonita de narrarlo, solo créeme, nadie está seguro en este momento y... —sollozó—. Yo te he metido en esto, lo siento tanto.
Jungkook no dijo nada por largos minutos, después solo acaricio su mejilla y sonrió—. Ambos nos hemos metido en cosas difíciles, no tienes que disculparte, porque siento... que lamentas el amor que me tienes y que yo siento.
—¡No! Por supuesto que no, me arrepiento de muchas cosas, pero no de amarte, no de haberte salvado ese día en el callejón.
—Entonces está decidido —lo estrecho en su beso besando la coronilla entre sus cabellos—. No habrá golpe, no haremos nada, no si existe un mínimo porcentaje de que me tenga que apartar de ti y dejarte con esos... malditos chupasangre.
Jimin soltó una graciosa y muy difícil risa—. Está bien.
—Te amo.
—Yo también te amo.
Jimin se soltó del agarre para tomarlo del rostro y besarlo, momento que arruinó el sonido del timbre.
La cara de Taehyung, parado en mitad de la sala, viendo la mesa destrozada en la mitad y los rastros de sangre en el suelo que debieron de limpiarse sin mucho cuidado, era de incredulidad. Pero lo que le afecto no fuera esto sino, que apenas había entrado, comentando sobre la nueva y valiosa información que tenía para conseguir la prueba irrefutable que condenaría a Jeon Hansoo, Jungkook le dijo que el plan se cancelaba.
—Eso es un muy mal chiste —respondió serio, empuñando las manos.
—Pero no lo es —continuó el menor—. Me di cuenta de que es demasiado peligroso para nosotros, para todos.
Jimin, que miraba con la cadera apoyada en el respaldo del sofá, se sentía realmente mal por Taehyung, sabía que todo lo que hacía era por su familia. Levantó la vista encontrándose con sus ojos atigrados y visiblemente molesto.
—¿Entonces qué pasará? ¿Tienes un nuevo plan?
—No, Tae, hasta aquí llegamos —Jungkook realmente no quería decirlo, me costaba cancelar todo, realmente quiso ayudar a esos pobre niños que tendrían que pelear por sus vidas y aun así no ganarían, nadie reclamaría por ellos, nadie los reconocería, si sus nombres, ni sus caras; solo vidas perdidas para la diversión de gente monstruosa.
Taehyung se limpió rápidamente la única lagrima que logró escaparse de sus ojos. El menor se acercó a él, queriendo darle alguna caricia reconfortante, pero este lo empujó—. Eres un cobarde —masculló, con los hombros tensos—. Eres un maldito cobarde.
—Tae-
—¡No! ¡No me hables! —su rostro enojado se desencajaba con las oleadas de tristeza, traición y decepción—. Confié en ti, sabes que hago esto por mis hermanos y tu solo...
Sus labios se fruncieron en una línea, luchando por no llorar.
Luego observo a Jimin, encogido sobre sus hombros, con las cejas fruncidas en un gesto de vergüenza y lo supo.
—¿Es por él? —preguntó señalando al rubio que se había levantado sorprendido—. Todo es por Jimin ¿Verdad?
—No, Tae, por favor déjame-
—¡Basta! Eres un traicionero mentiroso y cobarde ¿Tenías esto planeado todo el tiempo? ¿Ilusionarme con una estabilidad en otra parte y luego dejarme botado?
—No, claro que no.
—Entonces... —se apoyó en la pared más cercana y suspiró con pesadez, todo parecía una pesadilla para él.
Jungkook iba a acercarse cuando Jimin se le adelantó, quedando frente al peli azul—. Tae, aunque se haya cancelado el golpe, no te abandonaré, hicimos un trato y yo lo cumpliré, te daré la casa en Italia, eso no fue una mentira, siem-
—Cállate —murmuro cabizbajo—. No te atrevas a decir ni una sola palabra más o te romperé la cara —ante la amenaza Jimin retrocedió y Jungkook fue a su lado.
Taehyung entonces, con paso lento, caminó hasta la escalera, deteniéndose antes de bajar—. Si el trato sigue en pie entonces no los necesito, yo solo conseguiré la información y-
—No, espera, Taehyung... —el menor quiso detenerlo, pero el peli azul esquivó el agarre—. No lo hagas.
—Yo no recibo caridad, por eso acepte —señaló a Jimin con el dedo, si tuviera un arma no habría dudado en disparar—. Así que más te vale cumplir con lo prometido —Y se marchó.
Ninguno dijo nada después de eso. Jungkook se tiró sobre el sofá, sujetando su cabeza y apretando el puño. Jimin se acercó por el espaldar y le abrazó los hombros, estrechando sus mejillas tratando de consolarle.
—Todo esto es mi culpa.
—No, no lo es, solo deja que se calme, hablaremos con él después.
—¿Es verdad de que le darás la casa en Vernazza?
—Me duele que dudes de mí, no sabía que tan mal estaba hasta que ideamos el golpe, si lo hubiese sabido antes le hubiera dado la casa de todas maneras.
Jungkook sonrió y entrelazó sus dedos con los del rubio—. No dejare a nadie más atrás.
—Ah, tú eres...
—Jungkook —respondió el azabache a la adolescente que le había abierto la puerta—. Soy amigo de Taehyung.
—Sí, te vi con él hace tiempo —respondió con una mirada feroz, se veía como una chica desconfiada, muy precavida como para no haber tenido una vida. Su atención se desvió atrás del hombre, al rubio bajito con sweater blanco.
—Yo soy Jimin.
—A ti no te había visto antes.
Él sonrió con pena—. Taehyung no habla mucho de mí.
—¿Esta en casa? Necesito hablar con él.
—No, salió hace unas horas.
—¿Y sabes a donde pudo haber ido?
La vio ponerse incomoda—. No, nunca nos dice a donde va, nunca habla de lo que hace.
La pareja compartió una mirada cómplice. Taehyung en ningún momento les dijo a sus hermanos de lo que trabajaba, ni siquiera a la mayor que estaba por terminar la preparatoria, cargó con la responsabilidad de sus acciones solo.
—Vinimos por algo que nos quería prestar ¿Te lo dejó a ti? —intervino Jimin sabiendo que la muchacha no les dejaría pasar tan fácil.
—No me dio nada —pero ella tan intuitiva como era, leyó la situación, y el inmortal lo supo—. Si fueran malas personas habrían pasado por sobre mí —dio una rápida escaneada a Jungkook, quien se veía como el más amenazante de los dos—. Su habitación esta hasta el final del pasillo, a la derecha.
—Gracias —respondió Jimin.
La chica se hizo a un lado, dejándoles camino libre para buscar cualquier pista que los llevase a donde estaba Taehyung, y ahora, que lo veía en primera persona, el inmortal comprendía por qué el joven estaba tan desesperado de sacarlos de ese hueco.
La habitación estaba desordenada, solamente con la cama hecha, el resto de cosas estaba desperdigado por el lugar, el día anterior después de la pelea él debió de haberse desquitado con sus propias pertenencias. Mientras Jimin revisaba los papeles y objetos en el suelo, Jungkook fue hacia el escritorio de metal oxidado con un computador viejo aun abierto, para su suerte seguía encendido y no le pidió ningún tipo de contraseña al entrar.
Solo necesitaron 10 minutos para dar con su ubicación.
Jimin se acercó a él con un par de hojas mientras Jungkook le dejaba espacio frente a la computadora y le mostraba lo que había encontrado.
—Eso es...
—La vieja central eléctrica de Seúl. La abandonaron en los 80's, iba a convertirse en un museo para 1997, pero las instalaciones estaban en tan mal estado que mejor prefirieron demolerla.
—Bueno, al final no lo hicieron.
—¿Por qué fue allá?
—Jungkook —le llamó el más bajo, mostrándole las hojas, que eran impresiones mal hechas de fotografías del lugar, una vista aérea y un par más por tierra. La que estaba tomado desde el cielo tenía un círculo hecho con marcador de una parte de las instalaciones en la parte norte que decía "niños" —. Esto es lo que nos quería decir —dijo consternado y arrepentido de no haberle escuchado en su momento.
—Los encontró, ese cabeza de globo azul realmente los encontró.
El rubio tomó su hombro y le hizo concentrarse en él—. Tenemos que ir por él.
—¿Qué? Si todo lo que Taehyung tiene aquí es verdad entonces ese lugar está controlado por la CNG.
—Fue solo, Jungkook. No le escuchamos y fue solo, todo por su familia, no podemos dejarlo ahí y hacer la vista gorda.
El nombrado apretó sus labios hasta que se hizo una línea—. Lo mataran, tenemos que ir.
—Decidí que iba a protegerte...
—No, no, Jun- —Jimin se apresuró a refutar, estarían condenando al peli azul, pero Jungkook apretó su mano, haciéndole callar, porque entendía que eso no era una amenaza, era una disculpa.
—Pero no puedo abandonar a mi amigo.
Jimin suspiro con una sonrisa de alivio y le robo un rápido beso—. Entonces vayamos por nuestro amigo.
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