Veinte años después.

Miré al cielo y me pregunté si mis padres estarían orgullosos de mí. No había logrado conocerlos, habían muerto antes de que yo naciera. O, mejor dicho, se habían quitado la vida con la esperanza de que Valquiria no pusiera sus manos en mí.

Había sido algo en vano. La droga que le habían dado a mi madre en su comida había hecho que yo me desarrollara mucho más rápido y que sobreviviera un par de horas más en el cuerpo de ella antes de que me sacaran y me trasladarán a otro siendo tan solo un embrión.

A veces sentía que no debía estar viva. Era injusto que yo viviera esta vida cuando ellos habían sacrificado todo con tal de que yo no sufriera lo mismo que ellos.

―¿Qué haces, Julie?

Volteé a ver a mi tía adoptiva, Flypper. Ella me había sacado de Valquiria cuando la mujer a la que me trasladaron, me dio a luz. Nos hizo pasar por muertas y me dio una vida libre.

―Pienso en mis padres.

Ella sonrió, sentándose a mi lado y observando el cielo conmigo desde la casa donde vivíamos.

―No conocí mucho a tu padre ―me miró―, aunque sí puedo afirmar que tienes sus mismos ojos. ―Sonreí―. Tampoco puedo decir que era la mejor amiga de tu madre, solo pasé con ella una semana antes de..., esa noche... Pero ella era muy buena y te amaba aun sin conocerte. Todo lo que hizo fue para que no sufrieras lo que conlleva ser hija de dos Valquirias.

―Lo sé ―respondí, regresando la vista al cielo―. Pero te juro que los vengaré. Haré pedazos el Proyecto Valquiria.