9
Wattpad se puso en modo rebelde otra vez y no me deja poner el banner.
Phillip nos asignó una habitación para los dos y nos dejó allí para que, según él, «recuperemos fuerzas y estemos al nivel que espera, en el entrenamiento de mañana». Ni bien la puerta se cerró a nuestras espaldas, empujé a Demian sin pensarlo hacia la cama y me acomodé encima de él, conteniéndome para no pegarle la cachetada que se merecía.
―¡¿Se puede saber que mierda estás pensando?! ―grité con toda la furia que llevaba contenida. Su explicación anterior no me había bastado, nada me había bastado. Dios, ¿en qué estaba yo pensando cuando me callé y lo dejé seguir a Phillip?―. ¡Más que salvarnos nos matarás, idiota!
Apoyó las manos en mi cintura, pero no hizo el esfuerzo para sacarme de encima suyo. Simplemente se limitó a mirarme como si no nos hubiera sentenciado.
«Es el karma. Yo se lo hice una vez y ahora me la está devolviendo inconscientemente».
―¡Reacciona! ―chillé cuando vi que no hacía nada más que agujerearme la cara con esos ojos negros.
Entonces hizo lo que más esperaba que alguien como él pudiese hacer, sonrió de esa manera que me sonreía solo a mí y empecé a ser consciente de la posición en la que estábamos.
―Estoy reaccionando, Danáe. Me disculpo si no es de la manera en la que esperabas.
Le di un golpe en el pecho.
―Idiota.
Tuve la intención de apartarme, pero no me lo permitió. Ejerció más presión sobre mi cintura, sus pupilas se dilataron y comprendí que ya no tenía manera de volver atrás; había hecho un movimiento peligroso y esas eran las consecuencias... Y las enfrentaría con gusto.
Me giró hasta que yo quedé debajo de él y apresó mis muñecas por encima de mi cabeza, inmovilizándome por completo. Trató de besarme e hizo un puchero cuando le corrí la cara, haciéndome de rogar un poco más. Si quería jugar, jugaríamos bien.
―Eso no es justo, Dan ―dijo cuando volví a esquivarlo y me reí al ver que su cara era parecida a la de un niño que no obtenía lo que quería.
―¿No es justo dices? Tú me enseñaste a jugar así, Demian, atente a las consecuencias de ello.
Lo empujé de nuevo hasta tenerlo con la espalda pegada al colchón conmigo encima. Estuvimos tentándonos mutuamente un rato más y ni siquiera recordé porque había estado enojada en primer lugar. Todo desapareció de mi cabeza en el instante en el que comenzamos a reír y, cuando la cosa ya pasó a otro tono, el mundo ya no existía para ninguno de los dos.
―Les había dicho que descansaran, pero parece que algunos reclutas no hacen caso ―dijo Phillip a una pelirroja que se hallaba preparando tazas de café en la pequeña, básica y oscura cocina―. Los jóvenes de hoy en día solo piensan en una cosa.
Agaché la cabeza con la intención de ocultar mi sonrojo. No me había puesto a pensar que estaba en un lugar donde todas eran Valquirias ―y por ende tenían un oído muy desarrollado―, mi cabeza había estado... en otras cosas.
Sentí un cosquilleo seguido de un brazo sobre mis hombros, apretándome.
―Y los viejos envidian a los jóvenes porque ellos si tienen esa cosa.
Con todo el disimulo que pude, levanté el codo y se lo clavé en la costilla a Demian.
―¿Quieres callarte? ―lo recriminé en un susurro.
―¿Ahora me pides que me calle?
―¡Demian Colton!
Él se limitó a reírse y a depositar un beso en mi coronilla mientras yo no podía más con la vergüenza de que estuvieran escuchando todo lo que decíamos. De todas formas, Phillip y la chica nos ignoraban deliberadamente.
―Danáe Slide, deja de avergonzarte ―respondió mi novio con otro susurro―. Mi novia está buenísima y no todos tienen ese privilegio así que solo lo estoy aprovechando. ―Y como si eso no fuera suficiente para querer esconderme de todos, añadió―: Además, tú tienes un novio que también está buenísimo, así que nadie te puede culpar por tirarte encima de mí cada vez que me ves.
La chica pelirroja carraspeó, atrayendo nuestra atención y recordándonos que no estábamos solos.
―Ah, Demian, Danáe, ella es Flypper, la más joven de las Valquirias ―anunció nuestro antiguo líder señalando a la menuda muchacha.
Ella murmuró un «hola» por lo bajo, con timidez, y alisando el vestido amarillo andrajoso que llevaba puesto.
―¿Cuál es tu número? ―pregunté notando que era muy chica como para tener dieciocho―. Y tu edad.
―Valquiria cero cincuenta y tengo quince ―respondió ella con la cabeza agacha.
Abrí los ojos con sorpresa de que ahora la organización ni siquiera tuviera decoro en experimentar solo con mayores de edad. Era demasiado pequeña para ser sometida a todo lo que conllevaba ser una Valquiria.
―Es increíble ―masculló Demian―. La crueldad de esa gente no tiene límites.
Phillip soltó su taza de café y la dejó caer con tal fuerza, que esta vez me sorprendió que la taza no se rompiera. Señaló con el dedo índice a Demian y sonrió.
―¡Esa! ¡Esa es la actitud que quiero que tengan cuando piensen contra quien vamos a luchar! ¡Ese es el pensamiento que hay que tener en cuenta cuando derrotemos a la organización!
Podía sentir la euforia de mi compañero y sus ganas de hacer algo, pero no podía evitar estar nuevamente asustada. No podía permitirme perderlo, no iba a aceptar eso aun sabiendo que si a él lo mataban yo no tardaría en seguir su camino.
―¿Ustedes son la pareja? ¿La de... compañeros? ―inquirió Flypper en un murmullo y con evidente curiosidad.
Asentí.
―¿Cómo es... el proceso? ¿Es diferente al de una Valquiria común?
Esta vez, Dem respondió.
―Es parecido. La única diferencia es que unen cada una de nuestras células a las del otro y podemos sentir su dolor o su cercanía. El proceso se hace más llevadero o doloroso dependiendo de la persona a la que te unan.
―Nosotros fuimos la única pareja que sobrevivió ―añadí yo bajo la impresionada mirada de la pelirroja.
―¿Estaban juntos desde antes del experimento o el proceso tuvo que ver con su amor?
Demian aumentó el agarre que tenía sobre mis hombros. Comenzaban a incomodarle tantas preguntas sin fundamento, aunque solo era una niña preguntando por simple curiosidad.
―Desde mucho antes.
Phillip aplaudió a la vez que se incorporaba de un salto, reclamando nuestra atención. Flypper desapareció por una puerta que supuse llevaba a la despensa.
―¡Hora de ver la sala de entrenamiento. ¡Vamos que con lo que hacían anoche no basta para estar bien ejercitados!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top