3

Haberme hecho pasar por el guardaespaldas enviado desde la organización que apoyaba a Charles había sido una de las mejores ideas que tuve en la vida. Luego de huir de Valquiria, logré reunir los suficientes contactos como para enterarme de todo lo que sucedía en el interior y saber cuál momento sería el perfecto para interceptar a Danáe y sacarla de allí.

El solo hecho de pensar que ella estaba ahí dentro, sola, era algo que me carcomía por dentro todas las noches y me hacía querer arrancarle los ojos al maldito de...

―¡Demian! ―gritó Charles Naviers viniendo en mi dirección. Gruñí por lo bajo al verlo. Otro más al que le metería un balazo en la sien sin pensarlo dos veces―. Tengo que ir a una junta con un par de profesores. Vamos.

Lo seguí sin rechistar hacia el edificio donde se llevaría a cabo la reunión. El asesino estaba tan cagado en las patas que hasta me necesitaba para ir a una reunión sin importancia.

Las personas susurraban a nuestro paso, tal y como lo habían hecho desde que llegué aquí, y podía entender el porqué: no era común que el líder de una importante fraternidad estuviera pegado al director todo el día. A mis compañeros ya hasta les debía resultar sospechoso que no fuera a clases como un chico normal de mi edad, pero poco me importaba. Lo único importante para mí en ese momento y siempre era llevarme a Danáe lejos conmigo.

Detecté un movimiento por el rabillo del ojo que era demasiado rápido para ser de un simple humano. Y entonces, una cabellera roja en la parte superior del edificio que se esfumó a la velocidad de la luz me lo confirmó: Natalie, la perra faldera del científico, había venido con su equipo de rastreo. La razón era tan obvia que no tardé más de un nanosegundo en llegar a ella: Danáe y yo en un mismo lugar era algo demasiado peligroso para toda la organización y tenían que eliminarnos.

Él se había enterado que yo estaba aquí y como consecuencia ya no confiaba en ella. Enviaría a alguien más para detener a Charles una vez que la matara...

Pero eso no pasaría ni en sus sueños. Me encargaría de ello.

Di media vuelta, en dirección a donde había visto desaparecer a Natalie, cuando oí el silbido de Charles, llamándome de vuelta a su lado como si fuera un perro. Lo miré sobre el hombro y alcé una ceja.

―Aún no he ingresado a la reunión ―dijo con un tono tan soberbio que me dieron ganas de cortarle las cuerdas vocales para no escucharlo nunca más.

―Falta un metro para que entres y estés a salvo ―respondí―. Hazlo antes que decida matarte yo mismo en ese metro que falta.

Abrió los ojos con sorpresa y tragó. Me sorprendía el hecho de que él había sido el autor de horribles matanzas y torturas. Era demasiado miedoso como para cometer actos de semejante calibre. Al final ingresó al edificio con rapidez, dejándome libre por las siguientes dos horas. No lo dudé y fui detrás de Natalie.

Ella una de las que más velocidad habían desarrollado, pero no me llegaba ni a los talones cuando nos obligaban a correr carreras entre nosotros. La acorralé detrás de una residencia a los dos minutos, apretándole el cuello con ambas manos y cortándole el flujo de aire. Sonrió al verme.

―Demian ―dijo, comenzando a boquear―. ¿Cómo está tu perra? Lion está muy ansioso de verla en un pozo.

Apreté más y con satisfacción vi cómo se ponía roja por no poder respirar.

―¿Dónde están los demás?

Sus ojos castaños brillaban con maldad.

―Con órdenes de matarla apenas salga de sus clases. Lo cual ―boqueó―, calculo que será en cinco minutos. Tic, tac, Dem.

La solté y cayó al piso como una bolsa de papas, tosiendo y respirando agitadamente.

En algún momento de mi vida, la llegué a considerar una amiga, pero ahora... Ahora debía matarla. No dude en sacar la pistola del cinturón, apuntar a su cabeza y disparar. Estaba tan debilitada que no tuvo fuerzas ni para intentar esquivarla. Sus ojos se quedaron sin vida en el acto.

―Una menos.

En el equipo Discover eran seis. Sin su líder, estaban tan acabados como una rata siendo perseguida por un gato. La gran mayoría de ellos no eran novatos, pero tampoco estaban entrenados fuera de las misiones de localización. No eran soldados como el resto.

El segundo en caer lo encontré cerca de la hermandad de Danáe y eliminarlo fue tan sencillo como aprender a bailar vals. Así fui uno tras uno, quitando de mi camino a cuatro de cinco restantes. No lo había visto pero sabía que Joan era el último que me quedaba. El desgraciado siempre fue tan escurridizo como una serpiente, y, para una persona normal, atraparlo era imposible.

Ni siquiera tuve que pensar mucho donde podía estar. Era más que obvio que él había sido el enviado para acabar con Danáe.

Así que corrí. Corrí lo más rápido que pude solo para ver como el amor de mi vida recibía un disparo. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top