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Mis comidas tenían un gusto raro, pero me daba tanto sueño después de comerlas que no recordaba ese hecho hasta la siguiente comida, y era un ciclo que se había repetido los últimos días.

En el fondo agradecía estar dormida la mayor parte del tiempo, era una forma de no sentir una parte minimizada del dolor que Demian estaba sintiendo en ese momento; pero por otra parte lo odiaba. No me gustaba la sensación de estar tan expuesta ante toda esa gente que podía hacerme cualquier cosa en cualquier momento y tampoco tenía sentido escapar. Al menos no mientras ellos fueran el único recurso que tenía para sacar a Demian de adentro de Valquiria.

―¿Te sientes bien, Danáe? ¿Cómo vas con los vómitos? ―preguntó Flypper, ingresando en la habitación con una gran bandeja llena de distintos tipos de comida. Era de lo único de lo que no me podía quejar aquí: me traían lo que se me daba la gana cuando se me apetecía. Tanta compasión debió de haberme alertado, pero estaba tan ida esos días que lo que más me importaba era saber si podrían sacar a Demian y la comida que necesitaba para que mi hijo pudiera crecer.

Sé que se están preguntando a donde quedó esa chica que hasta hace una semana decía que iba a eliminar al que se cruzara en su camino... Y ni yo sabía a donde se había ido esa chica tan rápido. Me sentía extraña, más lenta, más torpe y menos pensante que lo usual. Estaba totalmente fuera de este mundo.

Le sonreí a Flypper antes de contestar.

―Bien. Suelen ser muy fuertes durante la mañana, pero luego disminuyen. ¿Tú cómo estás?

Ella me sonrió, sentándose a mi lado. Me caía bien pese a lo raro de su comportamiento. Me había enterado que su hermano mayor la había vendido a Valquiria para poder sobrevivir un par de meses más luego de que sus padres los abandonaran y desaparecieran de la faz de la Tierra de un día para el otro.

―Lo mejor que se puede estar en un lugar como este ―dijo y suspiró, bajando la mirada a mi panza―. Sé que es muy pronto, pero ¿qué nombres tienes pensados? ¿Te dio tiempo a pensar alguno?

Sonreí al recordar una de las muchas charlas que tuve con Demian un año después de que comenzáramos a salir. En ese momento habíamos estado bromeando, aunque ahora me parecía que había un poco de verdad en aquella charla. En ese entonces una parte de nosotros ya era consciente de que permaneceríamos juntos por el resto de nuestra vida.

―Jules ―respondí sin dejar de sonreír al pensar en mi futuro hijo―. Julian si es niño y Julie si es niña, si es que quieres saber el nombre completo.

―Te oyes muy ilusionada para estar de un mes y, no lo digo a mal, sin el padre.

Suspiré y la sonrisa se desvaneció de repente.

―Demian volverá. Es fuerte, somos fuertes, y pasaremos toda esta mierda como lo hicimos siempre. ―Soné tan segura que la mirada de Flypper fue de absoluta admiración―. ¿Sabes algo de él? ¿Josh dio nuevas órdenes?

―Josh está tratando de recuperar a los agentes que envió a las instalaciones del Proyecto. Creo que van a enviar a un par de soldados hoy por la noche para rescatar a Jacqueline y a Laurent.

―¿Qué? ―inquirí al reparar que ninguno de esos nombres era el que me importaba―. ¿Solo los buscará a ellos?

Flypper abrió los ojos al darse cuenta de lo que había dicho y trató de levantarse para huir. No contó con que yo tenía muchísima más experiencia que ella y la agarraría del brazo, apretando sin medir mi fuerza con tal de que no pudiera soltarse. Su cara se contrajo en una mueca de dolor, pero no hizo amago alguno para librarse de mí.

―Habla ahora Flypper, o te juro que tiraré de tu brazo hasta arrancártelo.

―No lo quieren de vuelta ―susurró, sus ojos comenzaron a verme con miedo, pero no podía importarme menos―. Ustedes ya no les interesan. Tienes algo mucho más valioso para ellos que tu habilidad como soldada.

―Mi bebé.

Asintió.

―Ustedes serán la pareja más fuerte, pero la combinación de sus genes es mucho más poderosa. Quieren el arma que tienes dentro y lo arrancarán de tu cadáver si es necesario.

Los cabos se conectaron en mi cabeza y miré la comida como si fuera veneno. Probablemente lo era.

―¿Qué me dieron de comer? ¡¿Qué me dieron de comer, Flypper?! ―grité, totalmente histérica y fuera de control, apretando tanto el brazo de la muchacha que sus dedos empezaban a ser violetas por la falta de sangre y oxígeno.

Ella agachó la cabeza, un par de lágrima se escaparon de sus ojos.

―No lo sé ―murmulló en medio del llanto―. Te juro que no lo sé, Danáe.

La tiré al suelo mientras me incorporaba, tambaleante por la droga que seguramente habían puesto en la comida para mantenerme ralentizada. Me agaché a la altura de Flypper y revolví sus bolsillos, luchando contra su intento de quitarme de encima, hasta dar con un sobrecito. Lo levanté a la altura de los ojos de la pelirroja y la mirada que me dedicó me indicó que era lo que necesitaba.

―No sabias, ¿eh?

Agarré el vaso de agua y eché el contenido del sobre en el líquido. Un minuto después de tomarlo sentí como mis sentidos volvían a ser tan ágiles como debían serlo. Me sentí mucho menos cansada y mi mente se despejó hasta que pude encontrar una solución a todo este problema.

Una solución que a Demian no le gustaría, pero que era la última cosa que podíamos hacer para salvarnos de toda esa gente que solo buscaba usarnos. 

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