Cap8 [El Principio del Fin]
En la amplia sala del castillo de Melromarc, la luz de las antorchas titilaba suavemente sobre las paredes de piedra. Una atmósfera de expectación rodeaba la mesa redonda en la que se encontraban sentados los héroes convocados: Motoyasu, Ren, Itsuki, y el poco convencional Héroe del Escudo, CJ. Frente a ellos, la Reina Mirelia Q Melromarc observaba con autoridad y una pizca de curiosidad.
CJ, conocido por su actitud desafiante y su sarcasmo, se reclinaba en su silla con aparente desinterés. Sin embargo, los ojos de todos estaban fijos en él, esperando su relato. Con un suspiro resignado, CJ se levantó, apoyándose en la mesa con ambas manos.
"Bien, escuchen. No es que quiera estar aquí, pero la reina me convenció de que esto es importante." Su voz, aunque relajada, tenía un tono que demandaba atención. "Mi nombre es Carl Johnson, pero todos me llaman CJ. Vengo de un lugar llamado Los Santos."
Motoyasu, siempre curioso, no pudo evitar preguntar: "¿Los Santos? ¿Es una ciudad de tu mundo?"
CJ asintió. "Sí, un lugar donde los problemas son el pan de cada día. Fue allí donde conocí al Payaso Asesino."
Ren levantó una ceja, escéptico. "¿Payaso Asesino? Suena como una broma."
CJ soltó una risa seca. "Sí, eso pensé al principio. Pero el tipo apareció en mi tele, llamándose así, y había hipnotizado a casi toda la ciudad para que me quisieran fuera de juego. Por suerte, mis amigos no cayeron en su trampa."
Itsuki, siempre analítico, se inclinó hacia adelante. "¿Y cómo enfrentaste a alguien así?"
"Fui tras él, obviamente," respondió CJ, con un brillo decidido en los ojos. "En el camino, me encontré con una katana que hablaba. Prometía poderes especiales, aunque yo siempre he preferido mis armas de fuego."
La Reina Mirelia, con su sabiduría característica, lo instó a continuar. "¿Qué ocurrió cuando lo enfrentaste?"
CJ sonrió, recordando la batalla. "Cuando llegué al enfrentamiento final, fue un caos. Ninguna de mis armas pesadas le hacía daño, era como si fuera intocable. Pero entonces me acordé de la katana. Al desenfundarla, se encendió en llamas. Con un solo tajo, una explosión lo redujo a nada."
Los héroes escuchaban con asombro, pero CJ no tardó en enfriar el entusiasmo. "No se emocionen demasiado. Ese fue solo el primer encuentro. Habrá un segundo y un tercero, con clones del payaso."
La sala permaneció en silencio, cada uno procesando la magnitud del desafío que se avecinaba. CJ continuó relatando su segundo encuentro con el Payaso Asesino, mientras los héroes y la Reina Mirelia escuchaban atentamente.
"Todo empezó de nuevo cuando el payaso regresó en mi tele," dijo CJ, su tono lleno de irritación. "Se burló de mí, diciendo que no lo había derrotado realmente y que volvería por más venganza. Afirmó ser inmune incluso a mi katana de fuego, y no estaba solo. Tenía un ejército de 20 clones riéndose de mí."
Motoyasu preguntó, sorprendido: "¿Veinte clones? ¿Cómo te enfrentaste a algo así?"
CJ se cruzó de brazos, recordando la frustración de ese momento. "Al principio, solo veía a 20, pero los clones decían que igual no podría vencerlos. Así que fui directo al lugar donde estaban."
Ren lo miró con interés. "¿Y qué hiciste?"
"Sin rodeos, desenfundé mi katana, que se encendió en llamas, pero para mi sorpresa, ya no les hacía efecto." CJ hizo una pausa, su expresión endureciéndose. "Los clones se lanzaron a puño limpio. Lograron golpearme hasta que me escabullí para sacar mis armas de fuego."
Itsuki, intrigado, preguntó: "¿Y las armas tampoco funcionaron?"
CJ negó con la cabeza. "Nada de eso. Ninguna les hacía daño. Estaba empezando a quedarme sin opciones cuando recordé algo absurdo: un ramo de flores que llevaba conmigo."
La Reina Mirelia levantó una ceja, interesada. "¿Flores?"
CJ asintió, una sonrisa irónica asomando en su rostro. "Sí, flores. Cuando las saqué, los clones gritaron al unísono que no les tocara con ellas porque eran alérgicos. Me reí de lo ridículo que sonaba, pero fue efectivo."
Con cada golpe del ramo de flores, los clones del Payaso Asesino caían uno a uno. "Finalmente, acabé con el último, o eso pensé. Pero no fue el final. El payaso regresaría para un tercer y último enfrentamiento."
La habitación quedó en silencio por un momento, los presentes asimilando la extraña pero efectiva estrategia de CJ. Finalmente, Motoyasu rompió el silencio con una risa incrédula. "Nunca subestimes el poder de las flores, ¿eh?"
CJ se encogió de hombros, aún con su sonrisa desafiante. "Supongo que en este mundo, cualquier cosa puede ser un arma. Y todavía falta la última batalla."
La Reina Mirelia asintió, comprendiendo la importancia de lo que venía. "Gracias por compartir esto, CJ. Nos aseguraremos de estar preparados para lo que venga."
CJ se reclinó en su silla, listo para enfrentar el próximo desafío, sabiendo que esta historia aún no había terminado.
CJ tomó aire, sabiendo que el relato del tercer y último enfrentamiento con el Payaso Asesino era crucial. La atención en la sala era palpable, mientras sus compañeros se preparaban para escuchar la parte más intensa de su historia.
"Todo comenzó cuando el payaso regresó, pero esta vez no estaba solo. Trajo un ejército de miles de clones, todos armados hasta los dientes," comenzó CJ, su voz grave y decidida. "Con ese ejército, conquistó las ciudades de Los Santos, San Fierro, y hasta Las Venturas. Todo San Andreas estaba bajo su control."
Motoyasu miró a CJ con incredulidad. "¿Miles de clones? ¿Cómo enfrentaste algo así?"
"Era una locura," reconoció CJ, frunciendo el ceño. "El payaso no solo tenía números, sino que también capturó a mis amigos. Estuvo a punto de atraparme, pero logré escapar en el último momento. No podía dejar las cosas así. Rescaté a mis amigos uno por uno, y juntos le dimos pelea."
La Reina Mirelia, con su expresión serena, lo instó a continuar. Ren y Itsuki escuchaban con atención, impresionados por la magnitud de la lucha.
"Luchamos durante años," continuó CJ, su voz llena de determinación. "Cada vez que creíamos tener la ventaja, él regresaba con más clones y más armas. Fue un juego interminable de estrategia y resistencia."
Ren, intrigado, preguntó: "¿Cómo lograste finalmente enfrentarlo?"
CJ sonrió con un toque de nostalgia. "Fue entonces cuando decidí fusionarme con la katana, la misma que había perdido su poder antes. Esa fusión me dio una fuerza increíble. Finalmente, cuando enfrenté al Payaso Asesino, un solo golpe fue suficiente para derrotarlo."
Los héroes quedaron en silencio, procesando la magnitud de lo que había dicho. "Pero," continuó CJ, su voz más sombría, "esa fusión hizo que la katana desapareciera. Aseguré que el payaso fuera al infierno, pero de alguna manera, llegó a este mundo."
El silencio se apoderó de la sala mientras los presentes asimilaban lo que implicaba su relato. Itsuki rompió el silencio con una pregunta seria: "¿Entonces el Payaso Asesino aún está aquí, en este mundo?"
"Sí," confirmó CJ, su mirada dura y decidida. "Eso significa que no hemos terminado con él. El peligro sigue latente, y debemos estar preparados para enfrentarlo de nuevo."
La Reina Mirelia asintió, su expresión reflejando la gravedad de la situación. "Gracias, CJ. Tu historia es crucial. Debemos unir fuerzas y prepararnos para lo que venga."
CJ se cruzó de brazos, su habitual arrogancia regresando con confianza. "No se preocupen, no dejaré que ese payaso me gane. Estoy listo para la pelea."
Con determinación en el aire, todos comprendieron que la batalla contra el Payaso Asesino aún no había llegado a su fin. Unidos, sabían que tendrían que enfrentar lo que se avecinaba y proteger su mundo del caos que una vez había consumido San Andreas. . .
En el territorio de Seyaette, un lugar marcado por la reciente liberación de los semihumanos, CJ y su grupo se encontraban abasteciéndose como parte del trato entre CJ y la reina. El ambiente era tenso pero esperanzador, las sombras de la opresión comenzaban a desvanecerse. El sol brillaba en el horizonte, iluminando el camino que habían recorrido con sacrificio.
CJ observaba a su alrededor, notando cómo algunos semihumanos comenzaban a reconstruir sus vidas. Entre ellos, Raphtalia se destacaba, arrodillada frente a una pequeña ceremonia improvisada. Ella estaba dando respetos a sus difuntos padres y a su mejor amiga, Rifana. Con una expresión de tristeza en el rostro, murmuraba palabras de despedida mientras las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas.
CJ sintió un nudo en el estómago al recordar a su propia madre, cuya ausencia había marcado su vida de maneras que nunca podría olvidar. Se dio cuenta de que, aunque sus mundos eran diferentes, la pérdida era una carga que ambos llevaban. Se acercó un poco, manteniendo su distancia, no quería interrumpir ese momento tan personal.
Después de un rato, Raphtalia se levantó, con una mezcla de dolor y determinación en su mirada. CJ se acercó un poco más, encontrando las palabras adecuadas. "Lo hiciste bien," dijo, intentando ofrecerle un poco de consuelo. "Ellos estarían orgullosos de ti."
Raphtalia asintió, agradecida por el apoyo silencioso de CJ. "Gracias, CJ. Es difícil, pero tengo que seguir adelante por ellos y por todos los que hemos liberado."
El grupo se preparó para continuar. Después de un breve descanso, se dirigieron al puerto, donde un barco esperaba para llevarlos a la isla Cal Mira. Era un lugar conocido por su evento de bonificación de experiencia, un paso crucial para subir de nivel y prepararse para los desafíos que vendrían.
Al llegar al puerto, el bullicio de la gente les dio la bienvenida. Semihumanos y humanos trabajaban juntos, cargando provisiones y asegurando los botes. CJ sintió una mezcla de emoción y ansiedad. Sabía que la isla Cal Mira podría ofrecerles una oportunidad para fortalecerse, pero también era un recordatorio de que la lucha aún no había terminado.
"Este viaje es importante," dijo CJ, mirando a su grupo. "No solo para nosotros, sino para todos aquellos que dependen de que triunfemos. Tenemos que estar listos para lo que venga."
Raphtalia, Filo y los demás asintieron, comprendiendo la importancia de su misión. Con un último vistazo al territorio de Seyaette, donde tantas vidas habían cambiado, CJ subió al barco junto a su equipo, listo para enfrentar el próximo capítulo de su aventura, con la esperanza de que cada paso los acercara un poco más a la victoria definitiva.
CJ y las chicas llegaron al vibrante territorio de Cal Mira, ansiosos por aprovechar el evento de bono de experiencia y subir de nivel. La isla estaba llena de vida, y los monstruos que merodeaban por la costa ofrecían la oportunidad perfecta para fortalecer sus habilidades.
Con su habitual energía, CJ y Raphtalia disparaban sin cesar a todos los monstruos que se cruzaban en su camino. Las balas silbaban en el aire, y cada impacto resonaba con la satisfacción de un trabajo bien hecho. Filo, por su parte, utilizaba su enorme fuerza para aplastar a los enemigos con una facilidad asombrosa, riendo mientras lo hacía.
Los días pasaron rápidamente en un torbellino de combates y entrenamiento. CJ se dio cuenta de que, tras un arduo trabajo, tanto él como las chicas habían alcanzado el nivel 100. Sin embargo, notaron que ellas no podían subir más. "Parece que este es nuestro límite," comentó Raphtalia, algo decepcionada.
CJ, intentando animar el ambiente, sugirió: "¿Qué tal si tomamos un descanso? Esta isla es hermosa, y podríamos relajarnos un poco antes de lo que se viene."
Las chicas aceptaron con entusiasmo, y decidieron pasar un rato en la playa. Mientras disfrutaban del agua y el sol, CJ se recostó en la arena, cerrando los ojos y dejando que la brisa marina lo relajara. Sin embargo, su tranquilidad fue interrumpida cuando Filo salió del mar, empapada y emocionada. "¡Amo! ¡He encontrado unas ruinas debajo del agua!"
La curiosidad de CJ se activó al instante. "¿Ruinas? Suena interesante. Vamos a verlas." Raphtalia, siempre lista para la aventura, asintió y se pusieron trajes submarinos para explorar.
Una vez que se sumergieron, nadaron hasta las ruinas, que emergían misteriosamente del fondo marino. Al llegar, encontraron una puerta antigua adornada con símbolos extraños. CJ empujó la puerta, que se abrió con un crujido, revelando un oscuro interior lleno de ecos del pasado.
Dentro de la ruina, se encontraron con un impresionante Reloj de Arena de los Dragones, similar al que habían visto en la Iglesia de Melromarc. "Esto es increíble," murmuró CJ, fascinado por la belleza del artefacto.
De repente, el reloj se activó, iluminándose con una luz intensa al sentir la cercanía del Escudo de CJ. La emoción se transformó en alarma cuando, al mirar más de cerca, se dio cuenta de que solo quedaban 2 días para la Última Ola de la Calamidad.
"¡Esto no puede ser!" exclamó CJ, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. "¡Debo avisar a la Reina!"
Sin perder tiempo, se apresuró hacia la playa, donde hizo aparecer un jet frente a él. Filo y Raphtalia lo siguieron, preocupadas. "¿Qué sucede, CJ?" preguntó Raphtalia, notando su urgencia.
"Hay que avisar a la reina de inmediato. La Última Ola de la Calamidad está más cerca de lo que pensábamos," respondió CJ, subiendo al jet con determinación.
Despegando de la playa, CJ miró hacia el horizonte, consciente de que el tiempo se les estaba acabando. La batalla final se acercaba, y era su responsabilidad prepararse para enfrentarse al caos que amenazaba su mundo una vez más. Con el corazón acelerado, se dirigió hacia Melromarc, decidido a hacer todo lo posible para proteger a aquellos que había jurado salvar.
Fin del cap8.
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