Cap7 [Juicio Real]

En la opulenta sala de la mansión de CJ, la luz de la tarde se filtraba suavemente a través de las grandes ventanas, proyectando sombras alargadas sobre el suelo de mármol. Mirelia Q Melromarc, la Reina de Melromarc, estaba de pie frente a CJ, quien se encontraba cómodamente sentado, observándola con una mezcla de curiosidad y desdén.

—Mi visita hoy tiene un propósito crucial —comenzó Mirelia, su voz resonando con autoridad—. Mientras estaba en un congreso internacional, trabajé incansablemente para forjar alianzas contra las Olas de la Calamidad. Sin embargo, la imprudencia de mi esposo, el rey, al invocar a los cuatro héroes juntos con la Iglesia de los 3 Héroes, desató la ira de los otros reinos.

CJ se echó hacia atrás en su silla, una sonrisa burlona jugando en sus labios. —¿La Iglesia de los 3 Héroes? —rió entre dientes—. Ya tuve un encuentro con ellos. Conquisté su territorio, y su líder, con esa extraña arma dorada, no fue rival para mí.

La reina asintió lentamente, reconociendo sus palabras con una mezcla de admiración y preocupación. —Aunque mi esposo es el rey, había confiado la gestión del reino a un noble sabio. Lamentablemente, él murió en la Primera Ola.

—Jajajajaja, siempre supe que el rey era basura y su hija, la princesa Malty, no valía mucho más —se burló CJ, su risa resonando en la sala.

Mirelia suspiró profundamente, su rostro mostrando signos de cansancio y frustración. —Tal vez se pregunte del porque mi marido odia solo al Héroe del Escudo. El odio del rey hacia el Héroe del Escudo se debe a un antiguo incidente con nuestra familia y los semihumanos. Pero eso no justifica su trato hacia ti y tus compañeras.

Con un gesto inesperado, la reina se arrodilló ante CJ, su voz llena de sinceridad. —En nombre de mi esposo e hija, te pido perdón por todo lo que has sufrido.

CJ se quedó atónito por un momento, luego se ruborizó ligeramente. —Vamos, deja de hacer eso. Me da vergüenza.

Mirelia se levantó con dignidad, su decisión clara en sus ojos. —Te compensaré por las humillaciones que sufriste. Aclararé la verdad sobre el crimen de la princesa, te otorgaré la mayor condecoración de nuestro reino y te ofrezco una recompensa de 500 monedas de oro.

CJ permaneció en silencio, sus ojos fijos en la reina mientras procesaba sus palabras. La oferta era significativa, pero la sinceridad de Mirelia parecía impactarlo más que cualquier recompensa material.

Finalmente, Mirelia pidió hablar en privado. CJ asintió y se volvió hacia Raphtalia y Filo, quienes habían observado la escena con atención.

—Chicas, pueden dejarnos solos un momento —dijo CJ, su tono más suave ahora.

Raphtalia y Filo intercambiaron miradas antes de salir del despacho, dejando a CJ y Mirelia en un silencio cargado de significado, listos para discutir asuntos que podrían cambiar el curso de su destino y el de todo Melromarc. La puerta se cerró suavemente detrás de ellas, y la reina se acercó más a CJ, lista para revelar sus planes y esperanzas para el futuro.

En el silencio del despacho, la reina Mirelia observó a CJ con intención. —¿Es esto poco para ti? —preguntó, su voz cargada de una mezcla de expectativa y preocupación.

CJ sonrió, con la mirada astuta que lo caracterizaba. —Sé que buscas algo más a cambio, ¿verdad?

Mirelia asintió, un destello de sinceridad en sus ojos. —Sí, quiero que nos sigas apoyando contra las Olas.

CJ se recostó en su silla, cruzando los brazos. —Apoye o no, no cambiará lo que se viene. Estamos en el principio del fin. El Payaso Asesino, un enemigo de mi mundo, es el responsable de las Olas de la Calamidad. Vendrá en la próxima Ola con su ejército de clones, los mismos que enfrentamos cuando secuestraron a la princesa Melty.

La sorpresa se dibujó en el rostro de Mirelia. —¿El Payaso Asesino? —repitió, procesando la revelación.

CJ asintió con gravedad. —Solo enfrentamos una parte de su poder. El verdadero vendrá con miles de clones en la próxima Ola.

Mirelia, aunque perturbada, mantuvo la compostura. —Te apoyaremos en todo lo que podamos. Haré que el rey y la princesa Malty paguen con sus vidas por sus crímenes.

CJ la interrumpió, su tono brusco. —Conozco ese rostro de remordimiento. Antes de ofrecer sus vidas, sé que sacrificarías la tuya por ellos.

La reina se quedó impactada por la agudeza del Héroe del Escudo.

—Mejor ofréceme algo a cambio de dejarlos con vida. Venga, estoy dispuesto a escuchar ofertas —añadió CJ, su voz firme.

Mirelia se quedó en silencio, considerando las palabras de CJ, sabiendo que debía encontrar un equilibrio en medio de la tormenta que se avecinaba. . .

CJ y sus compañeras, Raphtalia y Filo, avanzaron por el majestuoso pasillo del castillo hacia la sala del trono. Al llegar, encontraron a los nobles, caballeros, los otros tres héroes—Motoyasu, Ren e Itsuki—y a la reina Mirelia esperándolos. La atmósfera estaba cargada de anticipación y tensión.

La reina Mirelia dio inicio a la reunión con una declaración solemne. Las puertas se abrieron de par en par, y el rey y la princesa Malty entraron encadenados, provocando murmullos de sorpresa entre los presentes.

—¿Por qué están encadenados? —preguntó Motoyasu, claramente desconcertado.

—Ambos son criminales —respondió la reina con firmeza—. Hoy comenzaremos el juicio del necio rey y la princesa.

A pesar de las protestas del rey y Malty, la reina ordenó a los caballeros que los silenciaran. Luego, con un gesto decidido, congeló al rey con su magia y ordenó que a la princesa se le pusiera una Marca para evitar que mintiera durante el juicio.

—En presencia de los cuatro héroes, juzgaremos a los mayores criminales del reino —anunció, su voz resonando por toda la sala.

La reina comenzó exponiendo cómo la Iglesia de los 3 Héroes había conspirado para acabar con los héroes y la familia real, y cómo el Héroe del Escudo había sido clave para detenerlos. Motoyasu intentó defender al rey y a Malty, pero la reina explicó que ambos habían apoyado a la iglesia.

La princesa Malty intentó objetar, pero la marca se activó, provocándole un dolor que la hizo gritar. La reina, visiblemente decepcionada, continuó.

—Es lamentable que hayas querido derrocar al reino, Malty.

La princesa respondió que solo había acordado acabar con el Héroe del Escudo, y que los otros planes fueron de la iglesia. La marca no se activó, indicando que decía la verdad.

Motoyasu, sin pensar, afirmó que Malty no había hecho nada malo. Sin embargo, la reina presentó el siguiente cargo: contratar a 100 asesinos disfrazados de bufones para eliminar a su hermana Melty y quedarse con la corona.

Cuando Malty intentó negarlo, la marca se activó nuevamente, causándole más dolor. Melty, horrorizada, y el rey, visiblemente impactado, no podían creer la verdad recién revelada.

La reina continuó, explicando que si no hubiera sido por el Héroe del Escudo y su ejército, Melty ya estaría muerta. Malty, en un intento desesperado, aseguró que amaba a su hermana, pero la marca se activó de nuevo, confirmando su mentira.

El rey, incapaz de aceptar la traición de su hija, permanecía en silencio, atónito. La reina entonces presentó el siguiente cargo: la invocación de los cuatro héroes sin su autorización.

El rey intentó justificarse alegando que lo hizo para enfrentar las Olas de la Calamidad, pero también acusó a CJ de causar destrozos en el reino. Motoyasu se unió a esta acusación, insistiendo en que CJ había atacado a la princesa.

La reina, con mirada firme, preguntó directamente a Malty si era verdad que CJ la había atacado. Malty comenzó a afirmar, pero la marca se activó de nuevo, esta vez con un dolor tan intenso que la dejó inconsciente.

La verdad había salido a la luz, y la sala del trono quedó en un silencio sepulcral mientras todos procesaban lo que acababan de presenciar. La justicia comenzaba a prevalecer, y el reino tenía la oportunidad de sanar y avanzar.

La sala del trono estaba en un tenso silencio mientras la reina Mirelia se dirigía a los presentes. Con voz firme, aclaró que los incidentes en los que CJ había acabado con caballeros habían sido en defensa propia. A medida que las palabras de la reina resonaban, se reveló que todos esos caballeros habían colaborado con la Iglesia de los 3 Héroes, lo que significaba que el Héroe del Escudo no solo se había defendido, sino que había ayudado a la ley. Por lo tanto, el juicio encontraba a CJ inocente de los cargos en su contra.

La princesa Malty, al escuchar esto, intentó negarlo con vehemencia, pero la marca se activó de nuevo, causándole un dolor agudo que la hizo callar.

El rey, visiblemente afectado, admitió que sus acciones habían sido impropias de la realeza. —Lo hice porque amo a mi reino y a mi familia —explicó—. Quería deshacerme del Héroe del Escudo, porque es un demonio que respalda a demonios semihumanos, temiendo que la tragedia de mi familia se repitiera.

La reina, con una mirada severa, concluyó con el veredicto. —Ambos son culpables y serán condenados a muerte.

Justo cuando la reina estaba a punto de anunciar la fecha de la ejecución, CJ intervino. La sala se quedó en silencio, todos los ojos fijos en él.

—¿Hay algún problema, Héroe del Escudo? —preguntó la reina, con una mezcla de curiosidad y sorpresa.

—Sí, —respondió CJ de forma arrogante—. La pena de muerte me parece poco castigo para el rey y la princesa. Aunque los ejecuten, nada cambiaría; todos los que murieron por su culpa no regresarán.

CJ hizo una pausa, mirando a los presentes antes de continuar. —Sugiero que su condena sea diferente. Serán despojados de su estatus y vivirán como plebeyos. El rey será conocido como "Basura" y la princesa como "Mendiga" y su nombre de aventurera será "Meretriz".

La reina se quedó en silencio por unos momentos, considerando la propuesta. Finalmente, asintió y dijo: —El Héroe del Escudo ha sido la mayor víctima de sus acciones, pero también les ha mostrado compasión. Por lo tanto, ese será el veredicto.

La sala se llenó de murmullos, mientras la reina firmaba la sentencia. La decisión de CJ resonaría en todo el reino, un recordatorio de que la justicia no siempre se mide por la severidad de la pena, sino por la verdad que se mantiene en pie.

Después del juicio, CJ y sus compañeras, Raphtalia y Filo, se retiraban del castillo, el eco de la reciente sentencia aún resonando en sus mentes. El ambiente estaba cargado de una mezcla de alivio y reflexión. Mientras se dirigían hacia la salida, fueron detenidos por la reina Mirelia y la princesa Melty, que se acercaron con gestos de gratitud.

—Héroe del Escudo, por favor, espera —llamó la reina, su voz suave pero llena de emoción—. No puedo dejar que te vayas sin expresar nuestro más profundo agradecimiento. Lo que has hecho por nuestro reino es invaluable.

La princesa Melty, a su lado, asintió con entusiasmo. —Gracias por protegerme y por todo lo que has hecho. Nunca lo olvidaremos.

CJ asintió, manteniendo su habitual compostura. —Solo hice lo necesario —respondió con sencillez.

Mientras continuaban su camino, la reina Mirelia reflexionaba sobre las acciones de CJ. Se dio cuenta de que tal vez desde el inicio, el Héroe del Escudo había buscado una solución que evitara que ella sufriera más, protegiendo a su familia del destino más severo. En ese gesto, vio no solo la justicia de CJ, sino también su compasión y humanidad.

—Es un hombre admirable, además de guapo —murmuró Mirelia para sí misma, viendo cómo se alejaba.

Al salir del castillo, la atmósfera en la capital era notablemente diferente. Los ciudadanos, informados del resultado del juicio, se reunieron para vitorear a CJ y su grupo. Se sentía una ola de gratitud y reconocimiento hacia el héroe que había defendido el reino con valentía y justicia.

Un grupo de caballeros, inspirados por las acciones de CJ, se habían vestido con relucientes armaduras verdes. Se alinearon a lo largo de la calle principal, formando un pasillo de honor. Su gesto era un símbolo de respeto y admiración hacia el Héroe del Escudo, quien había demostrado ser un verdadero defensor del reino.

—¡Larga vida al Héroe del Escudo! —gritaron al unísono, sus voces llenas de fervor y agradecimiento.

Raphtalia, caminando al lado de CJ, sonrió al ver el apoyo de la gente. Filo, siempre energética, daba pequeños saltos de alegría, encantada con la atención y el cariño de los ciudadanos.

—Parece que finalmente me tratan como un héroe — comentó CJ, observando las caras agradecidas a su alrededor.

—Sí, y todo es gracias a ti —respondió Raphtalia con admiración en su voz.

Mientras se dirigían hacia su mansión, CJ no podía evitar sentirse conmovido por el reconocimiento y el apoyo que recibían. CJ se sentía como en Los Santos donde todos lo respetaban.

En su mente, CJ reflexionaba sobre los desafíos que aún le aguardaban, consciente de que las Olas de la Calamidad seguían siendo una amenaza. Sin embargo, en ese momento, se sintió fortalecido por el apoyo de sus amigos y el reconocimiento del reino.

Volviendo a su mansión, CJ sabía que había encontrado un lugar donde podía marcar la diferencia, y con sus compañeras a su lado, estaba listo para enfrentar lo que viniera. La capital, ahora un lugar de esperanza y reconciliación, se había convertido en un nuevo hogar para el Gangster de Los Santos.

Fin del Cap7.

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