Epílogo
Dos años más tarde
Alice volvió a mirarse a sí misma a través del espejo. No estaba segura de si esa elección de ropa era la más adecuada. Se escondió un mechón de pelo tras la oreja, se ajustó la camiseta, quitándole las arrugas —aunque realmente no tuviera ninguna—, se subió los pantalones y volvió a repetir el proceso, nerviosa.
—Nunca te quitarás ese mal hábito, ¿no?
No levantó los ojos hacia Rhett, que estaba apoyado en la puerta con un hombro, mirándola. Sin embargo, esbozó media sonrisa.
—¿Cuál de ellos? —preguntó directamente, alcanzando su cinturón.
—El de quitarte imperfecciones inexistentes —replicó él, ladeando la cabeza.
Alice no dijo nada por unos segundos, centrada en abrocharse el cinturón. Finalmente, se giró hacia Rhett y levantó la mirada hacia él, señalándose a sí misma.
—¿Y bien?
Rhett intentó no sonreír con burla.
—¿Quieres que te ponga nota?
—¡No! Solo... dime si estoy bien.
—Depende.
Ella sintió que su pecho se hundía junto con sus pocas esperanzas.
—¿De qué depende? —preguntó, desilusionada.
—De la opinión de cada uno.
—Muy bien —Alice le enarcó una ceja, irritada—, ¿y cuál es la tuya?
—Que llevas demasiada ropa.
Ella lo miró por unos segundos antes de sonreír y empujarlo ligeramente del hombro. Rhett se estaba riendo.
—Vas bien —dijo, ahora en serio—. No tienes nada que demostrar, así que cálmate.
—En realidad, tengo mucho que demostrar, ¿no?
—Lo has hecho durante mucho tiempo —él abrió la puerta—. Venga, hazlo ya y deja de pensártelo.
Alice suspiró y asintió con la cabeza —más para sí misma que para Rhett— antes de salir de su habitación. Él la alcanzó en unas pocas zancadas y empezaron a bajar juntos las escaleras.
—No entiendo qué te pone tan nerviosa —murmuró él, negando con la cabeza.
—¡No lo sé! Últimamente, todo me pone nerviosa.
—No lo parece en público.
—Porque en público intento ser una buena líder.
—¿Y conmigo no? —enarcó una ceja, divertido.
—¿Eres tú un instructor al mando cuando estamos tú y yo solos?
—Sí.
—Qué más quisieras.
Él empezó a reírse mientras le sujetaba la puerta. Alice vio que casi todo el mundo estaba ya yendo a cenar. Y había oscurecido. Estaba a punto de avanzar hacia ella cuando se detuvo de golpe al ver la enorme cantidad de luces, decoración y otras tonterías que había en todo el edificio de la cafetería.
—¿Qué demonios ha hecho Jake? —preguntó con voz aguda.
—Te dije que no dejaras la decoración en manos de esos tres.
—Pensé que Kilian compensaría las ideas de Charles y Jake —protestó.
—Y yo te dije que eso no pasaría. Si alguna vez me escuch...
—Rhett, es Navidad. No me obligues a matarte en Navidad.
—Vale, esperaré a que empiece el verano.
—Bien.
Los dos llegaron a la cafetería no mucho más tarde, pero no entraron junto con los demás. Alice tenía un nudo en el estómago cuando se detuvo junto a la entrada de la ciudad. Miró los muros nuevos y suspiró, mirando la puerta abierta. Notó que Rhett le ponía una mano en la parte baja de la espalda al detenerse a su lado.
—¿Vas a ponerte a chillar cuando lleguen? —preguntó Rhett directamente.
—Soy una líder madura y fría. Claro que no.
Él ahogó una risotada.
—Sí, ya.
Apenas unos minutos más tarde, Alice escuchó el rugido de un motor de coche acercándose y esbozó una pequeña sonrisa al ver que tres de los vehículos de Ciudad Capital se detenían dentro de la ciudad. Unos cuantos androides bajaron de él —entre ellos algunos que ella conocía—, pero Alice fue directa a ver a Anya.
—Feliz Navidad —le dijo la recién llegada.
Alice le dio un corto abrazo antes de separarse para mirarla. Anya ya no parecía una androide inocente. De hecho, parecía mucho más adulta que la última vez que la había visto. Y, por lo que había oído de la ciudad que ahora lideraba, era muy buena líder. Esperaba que dijeran lo mismo sobre ella.
—Gracias por invitarnos —dijo ella—. La verdad es que tenía curiosidad por ver la ciudad totalmente arreglada. ¿Cuánto habéis tardado en hacerlo?
—¿En reformar todos los edificios? —Alice resopló—. Dos largos años. Se podría decir que esta noche celebramos Navidad y que por fin hemos dejado de construir cosas.
Anya empezó a reírse y, tras una pequeña charla, entró en la cafetería con los suyos. Alice volvió junto a Rhett, que la miraba de reojo.
—Bueno, has mantenido tu aspecto de líder madura y fría —murmuró—, por ahora.
—¿Por ahora?
—Ya veremos cuánto te dura.
—Toda la noche.
—Ya, seguro.
La conversación se detuvo en cuanto Alice escuchó el ruido de otro vehículo. De hecho, de cuatro más. Los cuatro entraron en la ciudad. Alice sintió que la emoción la embargaba cuando vio que Max salía del asiento del piloto del primer coche, mirando a su alrededor.
Y, bueno, no pudo evitarlo.
Soltó un chillido de emoción y Rhett dio un respingo a su lado. Por no hablar del que dio Max. Fue corriendo y —literalmente— se lanzó sobre él sin preguntarse si estaba preparado para sujetarla. Por suerte, lo estaba. Le rodeó el cuello con los brazos y le dio un abrazo casi asfixiante sin tocar el suelo. Max le devolvió el abrazo torpemente, algo incómodo por tanto contacto humano.
—Sí, yo también me alegro de verte —murmuró.
—¡Por fin! —Alice se separó y volvió a tocar el suelo con los pies, mirándolo—. Me esperaba un poco más de emoción, la verdad.
—Tú la tienes por los dos —él negó con la cabeza y volvió a mirar a su alrededor—. Vaya, esto es...
—Ha quedado bien, ¿eh?
—Me gustaba más antes.
Alice torció el gesto y él esbozó media sonrisa.
—Pero no está mal para una principiante.
—Me lo tomaré como un cumplido.
Rhett se había acercado, pero obviamente no se lanzó a los brazos de Max a darle un abrazo. De hecho, solo se quedó de pie junto a ella con las manos en los bolsillos.
—¿Qué tal? —le preguntó Max.
Rhett asintió con la cabeza a modo de respuesta.
Alice los miró a ambos con una mueca de disgusto.
—¡Venga ya, hace dos años que no os veis! ¿Ni siquiera os vais a decir nada?
—Me ha preguntado qué tal estaba —protestó Rhett.
—Exacto —protestó Max.
Estuvo a punto de hacer que se abrazaran entre ellos, irritada, pero le sorprendió ver que alguien se le adelantaba. Tina apareció de otro de los coches y rodeó a cada uno con un brazo, atrayéndolos juntos para abrazarlos a la vez. Alice casi empezó a reírse cuando vio sus caras de horror.
—¡Por fin todos juntos de nuevo! —canturreó ella igualmente.
Entonces, levantó la cabeza y su mirada se fijó en Alice.
—¡Alice, cielo!
Los soltó como si no existieran y fue directamente hacia ella. Alice disfrutó de cada segundo de ese abrazo. Cuando se separó, Tina la sujetó por los hombros para mirarla de arriba abajo.
—Mírate. Pareces toda una adulta. ¿Cuándo has crecido tanto?
—Tina, yo ya no crezco más.
—No me refiero a físicamente. Se te ve más... madura.
—Y más pesada —intervino Rhett.
—Tú no has cambiado nada, cielo —Tina le dio un apretón cariñoso en el hombro—. ¡Tenéis que contarme todo lo que haya pasado en nuestra ausencia!
—Id a la cafetería —Alice sonrió—. Tenéis un lugar en la mesa principal.
—Sí, todavía queda un invitado —murmuró Rhett.
Ellos dos se marcharon felizmente y Alice sonrió disimuladamente cuando vio que Tina enganchaba su brazo con el de Max.
—¿Le faltará mucho? —Rhett suspiró—. Tengo hambre.
Al final, sí que le faltó un poco. Unos diez minutos, de hecho. Alice estuvo a punto de pedir que cerraran las vallas cuando escuchó el característico ruido de unas caravanas acercándose. Rhett y ella se apartaron cuando las caravanas entraron. La primera se detuvo junto a ellos y la puerta se abrió de una patada.
Alice sonrió ampliamente cuando Trisha bajó de un salto y miró a su alrededor, suspirando.
—Joder, menuda reforma —asintió con la cabeza—. Se ve que lo único que necesitaba esta ciudad era una chica a cargo de ella.
Se giró hacia ellos y sonrió ampliamente.
—¿Qué tal, tortolitos? Feliz Navidad y todo eso. ¿Dónde está la comida?
Alice negó con la cabeza.
—En la cafetería —la señaló—. Admito que me esperaba, al menos, un abrazo.
—Ya te di uno. Una vez. Dejemos las cosas así o te enamorarás de mí y no quiero que tu novio se ponga celoso.
Rhett soltó una risa irónica mientras entraban en la cafetería.
Jake, Charles y Kilian habían decorado incluso el interior. No había una sola mesa que no tuviera una ostentosa decoración navideña. Alice intentó no poner los ojos en blanco mientras entraba y todo el mundo reía y charlaba alegremente. Optó porque se le pegara el espíritu navideño. Fue directa a la mesa principal, la del fondo, donde ya estaban sentados los demás.
Trisha se dejó caer enseguida junto a Charles, que le sonrió ampliamente.
—Hola, rubita.
—No empieces —advirtió ella.
—¿Qué tal se te da liderar mis caravanas?
—¿Quieres decir mis caravanas? Muy bien, la verdad.
—Bueno, no es como si no estuvieran acostumbrados a ser liderados por un androide sin mano.
Trisha puso los ojos en blanco, negando con la cabeza. Alice pasó junto a ellos y se dejó caer en su lugar, entre Rhett y Jake.
A pesar de que lo viera cada día, seguía sorprendiéndose cada vez que veía a Jake tan cambiado. No se había dado cuenta de en qué momento exacto había pasado, pero de pronto dejó de ser un niño regordete con una manada de rizos para ser un adolescente delgaducho con una melena desordenada encantadora y un aspecto bastante agradable para las chicas. Lástima para ellas que solo tuviera ojos para Kilian, que estaba sentado a su lado mirando con ojos de deseo a la comida que tenía delante.
Rhett empezó a hablar con Tina y Max, que estaban sentados al otro lado de la mesa. Alice la recorrió con los ojos. Kai estaba sentado con 43 charlando animadamente. Frunció ligeramente el ceño cuando siguió buscando y no vio a...
—Hoy está muy nervioso —protestó Jake de pronto con esa voz grave a la que ella seguía sin acostumbrarse—, no sé qué le pasa.
Alice se apartó de la mesa e hizo un gesto al niño de dos años que se acercaba con el ceño fruncido y los brazos firmemente cruzados.
—¿Qué pasa? —Alice le hizo un gesto para que se acercara—. ¿No te han dejado sitio, es eso?
El niño asintió con la cabeza, enfurruñado.
—Ven aquí, entonces.
Él pareció mucho más alegre mientras se acercaba a toda velocidad. Alice lo ayudó a subir a la silla y sentarse en su regazo, desde donde revisó toda la mesa con ojos críticos. Su mirada se detuvo en Tina, que ahogó un grito de emoción.
—¿Es...?
—El hijo de Eve, sí —Alice sonrió de lado.
El niño la miró con curiosidad unos segundos, pero al final le restó importancia y se estiró para robar comida y empezar a devorarla sin piedad. Jake puso los ojos en blanco y volvió a su conversación con Kilian.
—Hacía tanto que no lo veía... —Tina sonrió—. Me alegra verlo tan bien cuidado.
—Es que papi Rhett es muy bueno —bromeó Alice maliciosamente.
Rhett puso una mueca.
—Yo no hago nada especial. Es un crío muy pesado.
—Cada vez que se pone a llorar, sales corriendo a socorrerlo.
—¡Eso no es verdad!
—No llegaste a decirme qué nombre habías elegido para él —interrumpió Max, mirándola con curiosidad.
—Oh, bueno...
Alice se acomodó mejor con el niño encima cuando él quiso acercarse más a la mesa para robar más comida.
—La verdad es que hubo un tiempo en que pensamos ponerle un nombre cualquiera, solo para quitarnos el problema de encima —murmuró—. Tanto Rhett como yo pensamos que solo era un nombre y que no tenía mucha importancia, pero...
Miró a Rhett, que esbozó media sonrisa. Tina y Max los seguían mirando con curiosidad.
—Al final, decidimos elegir un nombre que a los dos nos gustara —concluyó.
—¿Cuál? —preguntó Tina.
Alice sonrió.
—Max.
Durante unos segundos, el único que se movió fue el niño, que levantó la cabeza al oír su nombre, todavía con la boca llena de comida. Pareció que la situación no le interesaba mucho, porque enseguida volvió a centrarse en comer.
Mientras tanto, Alice intentaba no reírse con todas sus fuerzas al ver la cara que se le había quedado al pobre Max. Nunca lo había visto estupefacto. Era una bonita novedad.
Tina, por su parte, esbozó una enorme sonrisa.
—¡Es perfecto! —exclamó, emocionada—. ¡Es un detalle precioso! ¿Verdad, Max?
Él seguía pareciendo medio paralizado cuando lo zarandeó en busca de una respuesta. Se aclaró la garganta ruidosamente.
—Yo... eh... no me lo esperaba.
—No derrames toda tu alegría de golpe, Max —bromeó Charles, que había estado escuchando.
Todos empezaron a reírse y la cena continuó sin muchos más incidentes. El pequeño Max no tardó en aburrirse de estar sentado sin hacer nada y terminó recorriendo la cafetería y hablando con todo el mundo, como de costumbre. Alice observó a los demás integrantes de la mesa en silencio, pensativa.
Lo cierto es que había tenido suerte con la gente que la había acompañado a Ciudad Central. Al principio, solo habían sido ella, Rhett, Charles, Kai, Jake y Kilian. Bueno, y el pequeño Max, que por aquel entonces todavía no tenía nombre. Habían empezado a retirar todas las ruinas de la ciudad, cosa que llevó tanto tiempo que casi se arrepintieron de haberlo empezado.
Sin embargo, cuando empezaron a construir de nuevo no empezó a llegar gente nueva. Gente que buscaba un hogar después de todo lo que había pasado en las ciudades, principalmente. Ahora que las controlaban los androides, eran mucho más libres para elegir dónde querían vivir. Y muchos habían elegido vivir con ellos.
En cuanto la ciudad estuvo más preparada para llamarse como tal, Alice se había encontrado en la tesitura de elegir a nuevos guardianes.
Había pensado en hacer a Rhett guardián de los exploradores, y se sorprendió mucho cuando él sonrió y negó con la cabeza. Resultó que, tras tantos años, había empezado a gustarle eso de dar clase. Y no se le daba mal, así que Alice le dejó con los principiantes, los intermedios y en la especialidad de lucha y quien terminó quedándose con la parte de las exploraciones fue Charles, que pareció encantado con la idea de ser guardián.
No tardó en llegar a la conclusión de que su candidato ideal para el puesto que había ocupado Tina anteriormente era Jake. Él se había encargado del hospital durante todo ese tiempo, y junto con Kilian era increíblemente bueno con ello. La decisión de hacerlo guardián fue fácil. Al igual que la decisión de encargar la especialidad en tecnología a Kai, a quien no le pareció mal ser guardián.
Y, claro, solo quedaba la parte de la especialidad en armas, la cual Alice estuvo encantada de cubrir.
Además, no podía quejarse con los tratos que recibía por parte de las caravanas, cuya nueva líder se aseguraba siempre de que fueran los mejores. Tampoco tenía nada que objetar sobre la nueva capital, cuya nueva líder también se aseguraba siempre de que estuviera bien.
En conclusión, Ciudad Central volvía a ser una buena ciudad. O eso quería pensar.
Y lo cierto era que, mirando a su alrededor, creía que era verdad. Que formaban una buena ciudad. Que había tomado una decisión al reformarla junto a sus amigos.
Se sentía en su hogar. Y hacía muchos años que no podía decir eso.
Interrumpió el hilo de sus pensamientos cuando Charles levantó abruptamente su copa de alcohol —que Alice había advertido que no bebiera en exceso porque seguía trabajando en eso de estar completamente sobrio—.
—¡Por la Navidad! —exclamó.
Todo el mundo empezó a hablar a la vez, levantando también sus copas y bebiendo. Alice lo hizo con ellos, riendo.
—¡Por los invitados! —gritó Trisha, a su vez.
De nuevo, más risas y gente bebiendo.
Alice parpadeó, sorprendida, cuando vio que Rhett levantaba la copa. Él no hacía nunca esas cosas. Quizá por eso todo el mundo lo miró con más atención que a los demás.
Rhett sonrió.
—Por la líder.
Alice sintió que sus mejillas se teñían de rojo intenso cuando las voces y risas que había oído hasta ese momento se multiplicaban. Esta vez, todo el mundo bebió en su honor. Dio un manotazo a Rhett, que empezó a reírse.
—Me pienso vengar de eso —masculló de mala gana.
Rhett sonrió y apoyó un brazo en el respaldo de su silla, mirándola.
—Ha valido la pena.
—¿Ya vas borracho?
—Un poco.
—La última vez que pasamos la Navidad aquí, también estabas borracho. Y no puedo decir que me desagradara del todo.
Él enarcó una ceja, divertido.
—¿Qué parte te gustó más?
—Solo diré... que esta noche podríamos terminar lo que dejamos a medias.
Rhett empezó a reírse antes de asentir con la cabeza.
—Todavía tengo mucha música que enseñarte. Creo que vamos a necesitar algunas noches más.
FIN
Hola :D
Estoy llorando por dentro jajajaj
Bueeeeno, si habéis llegado hasta aquí después de dos años escribiendo estos dos libros... mushas grasias.
La verdad es que cuando empecé el primer libro me daba un poco de miedo porque nunca había escrito nada que no fuera estrictamente contemporáneo, así que me alegró mucho que os gustara. Y que os siga gustando. Ha sido muuuy divertido escribir esta historia. Especialmente los momentos de Alice y Rhett en el primer libro.
La verdad es que no sé qué más decir. Ahora mismo estoy sensiblera. Y estos discursos emotivos se me dan fatal. Por ahora no tengo pensado subir extras. Quizá lo haga en un futuro no muy lejano, así que si os interesaría leerlos, no borréis la historia de vuestras bibliotecas D:
Muchas gracias de nuevo por haber llegado hasta aquí. Lo que quería para el final era que todos los personajes tuvieran un final más o menos cerrado y justo para ellos, espero haberlo conseguido. Estaré leyendo vuestros comentarios, como siempre❤
Y nada, un placer escribir para vosotrxs *hace una reverencia*
Nos vemos pronto :D
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