Parte 30
Ary se puso de pie lentamente tratando de recuperar el aliento. No podía dejar de mirar a aquel hombre tan parecido a Declan y su hermano, el intimidante hombre tampoco dejaba de mirarla. Estaba de pie en el mismo lugar en que la envistió y parecía estar listo para volver a atacarla. Ary quiso pararse derecha para hacerle frente pero no fue capaz de enderezarse del todo. Le dolían las costillas, le palpitaba salvajemente el lado de la cara que azoto en el suelo y le sangraba un hombro. Se miró las manos y los brazos para saber porque le ardían tanto y se dio cuenta que se le estaban formando ampollas, ni siquiera se había dado cuenta de que se había quemado, su vestido también estaba quemado en varias partes y su cabeza olía horriblemente a pelo quemado. Al mirarse con atención se dio cuenta de lo cerca que había estado de morir quemada. Un jadeo llamo su atención y se dio cuenta que provenía de su madre que estaba siendo sacada de la casa por Raquel y se había dado cuenta de que ella estaba allí. Ary sonrió inconscientemente al encontrarse con su mirada pues por fin se volvían a ver. Su madre se veía tan diferente a como la recordaba. En su mirada no había más que horror y angustia, todo rastro de dulzura o paz había desaparecido, su hermoso rostro estaba todo golpeado y su nariz sangraba. Al escuchar a su madre sollozar Ary odio más que nunca a su padre y a todos los Leppala, su madre no merecía sufrir como lo estaba haciendo, ella era buena y tenía el corazón más bondadoso que alguien pudiera tener, pero Markkus Leppala lo había destruido, así como había destruido también el suyo.
Cuando vio a su madre mirar con miedo a Raquel, supo que ninguna de las dos saldría de aquel lugar con vida, ambas morirían allí y seguramente sus hermanitos también. Raquel no dejaría con vida a ninguno de ellos. Quiso llorar ante aquel pensamiento, pero luego pensó que tal vez aquello era lo mejor. Era preferible estar todos muertos que en las manos de los cazadores por el resto de sus vidas. Sin importar el horrible dolor por el que pasaran o todo lo que les hiciera su tía o los cazadores que había allí, la tortura no sería por siempre, solo serían unas horas de dolor y sufrimiento, después todo terminaría. Y ellos podrían estar juntos en el más allá y nadie los volvería a separar o a lastimar. Allí podrían ser una familia. Podría abrazar a su madre y a sus hermanos y jugaría con ellos sin temer a nada, sin esconderse de nadie. Cerró los ojos por unos instantes y se vio a sí misma y a sus hermanos corriendo y jugando mientras reían. Pudo oír las risas de felicidad de sus hermanos y sentir sus brazos alrededor de ellos. Su corazón se aceleró y sus ojos se llenaron de lágrimas, rogo a Dios por primera vez en mucho tiempo para que tuviera algo de compasión y permitiera que aquello se hiciera realidad. Abrió los ojos y la cruel realidad la golpeo con fuerza. Vio a su madre arrodillada delante de Raquel mientras su tía miraba en dirección a la casa. Ary siguió la mirada de la mujer y vio a un cazador sacando a un golpeado y ensangrentado Einar, casi no podía caminar por la golpiza que le habían dado. Volvió su mirada hacia la casa nuevamente para ver al cazador que saldría con sus hermanos pero pasados varios segundos se dio cuenta que los niños no saldrían. Miro a su madre y una sola mirada vasto para que Ary supiera que sus hermanos no estaban allí. Su madre los había puesto a salvo. Su corazón empezó a latir rápidamente pues eso lo cambiaba todo. Ya no morirían todos juntos y juntos se irían al más allá, sus hermanitos estaban en otro lugar y ella no tenía idea donde o con quien. Las lágrimas cegaron a Ary por unos instantes y la angustia le corto la respiración, no sabía que hacer ahora. Dejarse morir ya no era una opción si eso significaba dejar a sus pequeños hermanos a su suerte. Inspiro profundamente y se secó los ojos con la destrozada manga del vestido y lamento que Dios no tuviera tiempo para oír las suplicas de una de sus hijas, aunque mirando la masacre a su alrededor estaba claro que no tenía tiempo para oír las de nadie. Se preguntó si a él realmente le importaban las personas. O lo que pasara fuera del cielo. Acaso existirá realmente el cielo se preguntó Ary mientras miraba varios cuerpos tirados por el suelo y oía como el fuego seguía avanzando hacia ellos.
El jadeo de su madre llamó su atención y al mirarla vio que Raquel le había puesto un cuchillo en el cuello y la miraba esperando a ver qué haría para impedir que asesinara a su madre. Ary miró a su madre luego a Einar y se dio cuenta que él la miraba fijamente como si quisiera decirle algo. Ary miró nuevamente a su madre y vio que en su rostro había resignación. Lo mismo que en el rostro de Einar. Ary negó con la cabeza y sus ojos se anegaron de lágrimas, su madre no podía morir, no la podía dejar ahora que por fin se volvían a ver. Te amo le dijo su madre y antes de que Ary pudiera reaccionar a sus palabras Raquel la apuñalo en el pecho dos veces y su esposo corto el cuello de Einar. Después los arrojaron hacia adelante como si no fueran nada y pasaron por su lado en dirección a ella.
Ary no podía dejar de mirar a su madre, era incapaz de apartar la mirada de ella o de moverse, o de reaccionar ante lo que había pasado, muy en el fondo esperaba que ella se pusiera de pie y le dijera que todo estaba bien, sabía que no sucedería pero no podía dejar de mirarla esperando a que ella hiciera algo. Cuando el cuerpo de Raquel tapo la visión de su madre tirada en el suelo, Ary levanto la vista hacia ella y vio el regocijo en su rostro. Siempre había odiado a su madre y jamás se había molestado en ocultarlo, seguramente Raquel había deseado asesinarla desde hacía mucho tiempo. Cuando la tuvo a un par de metros Ary la miro con todo el odio del que era capaz mientras las lágrimas bañaban su rostro. Su corazón latía más acelerado que nunca antes, sus manos temblaban y en su cabeza reinaba el caos. Sentía que iba a enloquecer, miles de recuerdos y pensamientos se agolpaban en su mente y la destrozaban cada vez más. Nada de lo que estaba pasando le parecía real. Se repetía que no podía ser real, cuando su tía soltó una carcajada mientras la miraba, Ary sintió un zumbido en su cabeza y su mente quedo en blanco, segundos después el único pensamiento en su cabeza era asesinarlos a todos. Se dejó llevar por el instinto y cuando la cazadora estuvo a menos de un metro se lanzó contra ella con tanta rapidez que nadie alcanzo a sujetarla antes de que le diera un salvaje puñetazo en el rostro y luego apuñalara en el pecho a su esposo. Se fue de nuevo hacia su tía y le alcanzo a dar dos buenos puñetazos antes de que alguien la tomara del cabello y la alejara de ella lanzándola hacia atrás. Antes de golpearse contra el suelo se dio una vuelta en el aire y cayo de pie tal como le habían enseñado Luka y sus hermanos, inmediatamente empezó a caminar en dirección hacia Raquel con su mirada fija en ella. Su único objetivo en mente era destrozar a la asesina de su madre.
Un cazador le salió al paso y ella se detuvo para observarlo. No parecía tener más de veinte años, y por su mirada insegura estaba claro que no sabía bien que hacer. Ary le sonrió con frialdad pues le iba a demostrar el error que había cometido al atravesarse en su camino. Miro la espada tirada en el suelo al lado de su pie y se inclinó a recogerla. El cazador se preparó para el enfrentamiento pero Ary tenía otras ideas en mente. Le lanzo la espada y el joven e inexperto cazador no fue lo suficientemente rápido para esquivarla. La espada se clavó en su hombro y el cazador grito a causa del dolor, luego la miró horrorizado mientras avanzaba hacia él. Ninguno de los cazadores que estaban allí se movía, no podían creer que ella tuviera esa fuerza y rapidez, era una humana, no era posible lo que había hecho. Los lobos olieron varias veces en su dirección para asegurarse de que ella era humana, pero el olor de los cadáveres quemándose y todo lo demás que estaba ardiendo tenía su nariz totalmente inutilizable. Pasarían varios días antes de que su agudo olfato volviera a funcionar como era debido.
Raquel grito que la atacaran y la asesinaran y todos los cazadores presentes desenvainaron sus espadas y se fueron contra Ary mientras su tía emprendía la retirada y aquellos altísimos hombres caminaban tras ella. Ary se enfureció al verla huir y un salvaje e incontrolable deseo de asesinar a todo lo que se moviera se apodero de ella. Grito el nombre de su tía a todo pulmón y se lanzó hacia los cazadores.
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