Vil

La reunión había acabado tras acordar los detalles, todos parecían satisfechos con lo pactado, Gabriel salía de la habitación secreta, traían consigo un aire victorioso, Glob salía detrás suyo, pero Jack le detuvo.

—¿Qué sucede Jack? ¿Ya no necesita ser protegido? — intentaba eludir la verdad, pero el monstruo sabía la verdad, algo ocurrió.

—¿Necesito preguntar? — el reptiliano no tenía humor para jugar y Teodoro suspiro sin más alternativa.

—Edgar salvo mi vida, hace unos años atrás en una guerra por la ciudad, el me pidió que le permitiera hablar con el humano y eso hicieron, yo estuve allí cuidándolo — le confesó sabiendo que lo que hizo estuvo mal, pero no podía negarse.

—Bien, eso es todo, pero me gustaría estar al tanto de lo que pase entre tú y Edgar — termino diciendo el líder de los monstruos.

***


En la casa de la señora Mayers, la rubia bajaba las escaleras apenada de estar en la casa, nunca antes le había ocurrido algo similar, pero se sentía vigilada por doquier, mirará por dónde mirará no podía identificar a su acechador, esto la incomodaba, siguió su camino gracias a su olfato, el cual la llevo directo a la cocina, un sitio con azulejos verde claro, varios muebles de madera hacían juego con las paredes, hacia sentir a la joven Black como si estuviera en una cabaña o un sitio rústico.

—¿Te gusta lo que hueles “estrellita”? — pregunto la mujer mayor, quien preparaba el almuerzo — llegas a tiempo, está por salir mi famoso pan horneado.

—Sabe muy rico — le decía la nieta de Cleotilde, ella tenía una gran sonrisa por la presencia de la rubia.

—Gracias lo probaré — respondió apenada.

—Toma asiento, enseguida te sirvo, adelante también está el jugo de naranja — le invitaba cortésmente la anciana.

Ella quien no estaba acostumbrada a ser tratada con tanta amabilidad, miraba hacia abajo apenada.

—No ves que la incómodas anciana — le reprochaba una voz masculina del otro lado de la habitación, era un hombre en sus treinta, de aspecto severo y corto pelo castaño, evitaba hacer contacto visual con ella, manteniéndola al margen de él.

—¡Calla! Suenas a un perro — le regañaba la anciana, esto le dio risa a su nieta — ella me necesita aprecio, ser tratada como un ser vivo, no como una cosa.

—¡Pero tú la sofocas, terminara huyendo de ti!

—¿Quién es él? ¿Un familiar suyo? — interrumpió Mary, al preguntarle a la niña.

—El va a vivir con nosotras, está rentando una habitación — le respondió la nieta.

—Si, que mejor que tener a un hombre en casa, cuando un asesino merodea los suburbios — expresó Cleotilde, molestando a Lester, para luego señalarlo — el es Leo, Leonardo Tower.

El hombre la miro molesto por llamarle como quisiera, solo hizo un ademan para saludar y continuo tomado su té, mientras miraba la ventana, parecía ansioso por saber lo que ocurría del otro lado. La pequeña familia improvisada se alimento en silencio, con algún comentario de su miembro más joven, tras esto Mary se levantó de su silla, preparada para volver a su casa.

—Puedes quedarte si algo ocurre, mi puerta siempre estará abierta para ti — le confiaba la anciana, la niña la abrazo con fuerza.

—Siempre quise una hermana mayor, no te vayas — le pedía la menor, Cleotilde la separó para que ella pudiera partir.

—No te angusties, solo me voy a mi casa a unas cuantas casas de aquí, no al otro lado del mundo — le calmaba con unas palmadas en la cabeza — luego vendré a verte.

—¡Promételo! — extendió su meñique, Mary hizo lo propio, calmando a la pequeña y saliendo del hogar de los Mayers.

—Es mejor que se vaya, es peligroso que se quede con nosotros, sueles asustarme con tus ideas anciana — le confesó molesto, para luego retirarse al interior de la casa.

—Se lo que hago y ella volverá — musitó contenta.

***


En la casa de los Black, Beatriz esperaba, mientras tomaba una taza de café, en su rostro no figuraba ninguna clase de lamento, su orgullo podía más y estaba dispuesta a demostrarlo, el sonido de la puerta la alertó, dejando su café y yendo a toda prisa, apenas se abre la puerta mostrando el rostro herido de Mary, es empujada al exterior por la autoritaria mano de su madre.

—No eres bienvenida a esta casa — por su tono la joven podía saber que su arranque de irá no se había desvanecido.

—¡¿Cuánto más necesitas para dejarlo pasar?! ¡Estás sacando a la calle a tu propia hija! — vociferaba a todo pulmón, para tener la atención de los vecinos, cosa que ponía más nerviosa a Beatriz.

—Se que no tienes problemas, te albergo muy bien ese tal Jack ¿no? — soltó una pequeña risa y siguió — ¿Qué ocurrió? ¿Es gay? ¿Por eso te boto de su casa?

Sabia que era una mala elección ir a su casa — pensaba la joven lamentandose.

—No, es solo que no es lo que yo creía — le respondió altanera — quizá debí ir a los barrios bajos, allí tendría un techo en un instante.

—Al igual que sífilis mocosa — contesto irritada.

—Te noto muy preocupada madre, eso es raro — Mary apoyo su espalda en la puerta ya perdiendo esperanzas de entrar.

—Tu padre aviso que vendría en unos mes, tu lo conoces, siempre ocupado para su propia familia — respondía del otro lado de la entrada, su cansada voz continuó — supongo querrá conocer al nuevo alcalde de la ciudad.

—¿Qué tiene que ver conmigo? — nunca había sido muy apegada a su padre, luego de su niñez.

—No te quiero ver hasta entonces, cuando esté por venir yo te llamaré y acudirás a cumplir con la fachada de la perfecta familia — Mary estaba cansada de ello, luego de su desastroso viaje a Francia, donde nunca vio a su padre.

—¡¿Por qué?! ¿Por qué le sigues su juego? Debieron separarse hace mucho tiempo, tal vez así yo no.. — se detuvo al notar que se exponía a su madre, quien no dijo nada, un desagradable silencio continuó entre ellas.

—Nada es sencillo, tú no lo entenderías, eres demasiado joven para eso — contesto, tras otro silencio la puerta se abrió mostrando la maleta de Mary — tómalas y vete, allí encontrarás dinero, pero no creo que necesites mucho, tienes un espacio con Cleotilde.

Mary no sabía cómo ella podía saber tanto, pero tomo su maleta y se marchó, sin mirar atrás, a la distancia Beatriz fumaba mientras veía como su hija se alejaba de ella.

—Es lo mejor, sin dudas lo es — mascullo con el cigarrillo en los labios.

Mary miro en dirección a la casa de Cleotilde, recordando su gentil invitación, pero no quería ser una carga para ella, yendo a la ciudad con su maleta y su cara lastimada. Pero es detenida por una mano firme, en su mente vino a ella la imagen de Jack, sin embargo se llevo una gran sorpresa al ver qué era Leonardo.

—No lo hagas, sería una pésima idea — sus palabras abrían sus heridas emocionales, reaccionando agresivamente.

—¡Quien te crees tú para hablarme de esa forma! ¡Tu no sabes nada de mi! — vociferaba la rubia intentando retirarse.

—¡Eres la clase de mujer que necesita que la quieran! ¡Que lo buscaría incluso en un drogadicto! ¡No te tienes valor a ti misma, lo que suele ponerte en peligro! — repetía lo que averiguo previamente, cuando fue contratado por su madre, pero Mary se vio asombrada y temerosa del extraño que parecía saber tanto de ella.

—¡Aléjate de mi fenómeno! ¡No sé quién seas, ni quién creas que eres para darme tus estúpida impresión! — bramaba la rubia, al verse expuesta.

—¡No! ¡Detente! ¡Tu no puedes ver qué vas por un camino de autodestrucción y cuando puedas verlo será demasiado tarde! ¡Solo te pido que no te vayas! — la sujetaba de sus brazos y la miro directamente, con una voz más calmada le dijo — Solo piénsalo bien, esto te pido. Irte no te hará ningún bien.

Ella calló, el la soltó, solo para que en ese instante recibiera una cachetada que le hizo voltear la cara.

—Me quedare, pero mantente alejado de mi — le advirtió, para luego ir a la casa de Cleotilde.

Leonardo le sigue detrás de ella, la anciana miraba contenta el resultado logrado gracias a Lester.

—Espero que puedas quitarme tu hechizo con ella — hablaba de mala gana luego de ser agredido, ella río.

Jack llega descubriendo que Mary entra a la casa de la anciana, junto a un extraño hombre, quedando afligido en sus adentros, muchas ideas brotaron en su mente, pero todas convergían con una sola oración.


“Es tu culpa”


Intentando callar las voces en su cabeza siguió su camino, su corazón latía apresuradamente, el monstruo tenía miedo, todo evocaba las palabras de su padre en aquel sueño tan extraño.

No puede ser, no, no puede ser — se negaba con todo su ser a lo que era, una sola respuesta llegó a él — debo matarla, si, ella no podrá afectarme si muere en mis manos.

—Pero que galán vive con esa bruja — una voz tomo por sorpresa a Jack, se trataba de Frank, quien admiraba la nueva adquisición de los suburbios, desde su patio.

—¡Iker! — vocifero asustado, como si este fuera capaz de leer sus pensamientos.

—Lo siento, no quería asustarte — se disculpaba un poco apenado, nuevamente su sonrisa picarona surgió — veo que no te gusto que la joven Black se metiera a esa casa, con ese hombre.

—No sé de que me hablas — negaba, todo retirándose de allí.

—Vamos Jacky, entre ambos se nota que existe una conexión — se detuvo al escucharlo — podemos ayudarnos, tu la separas de ese adonis y yo me aseguro que no le gusten las mujeres.

—Suena bien, avísame si la ves fuera de esa casa — respondió de la única forma para acabar con la conversación.

—Tenlo por seguro — agitaba su mano para despedirse de él.

Lester quien se había vuelto a la ventana miro a sus observadores, sentía coraje al ver a Jack, su burla, humillación y su actual estado era su responsabilidad, al menos así lo veía él.

—Ese maldito, si tan solo yo.. — su desprecio se vio interrumpido recordando a la bruja, el mundo onírico y la muerte de su hijo — no, esa maldita. Siempre fuiste tu.

Sus recuerdos resultaban borrosos luego de su experiencia extra corporal, su olfato detectaba olores extraños en su taza de café, incluso su visión se volvía borrosa.

—Me esta usando, esa arpía. Debo hacerla pagar — su cuerpo se desplomó sobre el piso de madera, únicamente notando la silueta de Cleotilde llegando.

***


En el parque, en medio de la ciudad estaba Gabriel Oldman comiendo un helado, detrás de este le seguía el sonriente vagabundo, quien seguía fingiendo como guardaespaldas.

—Debí pedir otro guardián — se lamentaba el hombre.

—Oye ¿Por qué no hablaste de Edgar? No tenías ningún deber conmigo — no pudo callar su duda, este le miro.

—Desconozco el motivo de tu participación con ese tipo, pero arriesgarte tu vida, no puedo ignorarlo — respondió el hombre con sus propias motivaciones.

Me conviene tener tu apoyo, en caso de cualquier ruptura. Es obvio que tú eres de la clase de “persona” que cumple tratos — pensaba el vil hombre.

—Me recuerdas a uno de mis hijos, se llamaba Geril, siempre apoyando a su viejo — le contaba el monstruo gelatinoso.

—¿No vive aquí? — le pregunto intrigado y a la vez nervioso, por alguna aparición inesperada.

—No es algo que me guste contar, quizá luego te lo cuente — termino por decir su protector — ¿Pero que me dices de ti y tu mujer? Se que están separados, ella tiene a tu hija ¿no?

—Si, deshicimos nuestros votos — no parecía gustarle hablar del tema, pero seguía — ella llevaba un tiempo engañándome y yo fingía no darme cuenta, luego llegaron las comparaciones, los reclamos, lo que yo le daba no le era suficiente, nuestra relación se deterioro — suspiro recordando el último error, la violencia que ejercicio en su contra.

—Suena triste, pero me interesa saber sobre eso que los vuelve humanos, el sentimiento extraño que los impulsa a grandes cosas — sus palabras confundían al abogado.

—¿A qué te refieres?

—Al amor, le empatía por sus congéneres, yo nunca podré experimentarlo, por eso me interesa — de pronto Gabriel se sentía como si le estuviera por hablar de sexo a su hijo, estaba nervioso y sudoroso.

—El amor, si, eso — de un mordisco acabo su helado — es una asociación, un vínculo formado por la preocupación, el bienestar del otro, llegando incluso al sacrificio propio. Verás que ambos desearan el cuidado del otro, siempre querrán pasar el tiempo con el otro, siendo en algunos casos lo más importante en la vida.

—Suena muy problemático — respondió luego de pensarlo por un rato.

—Créeme que lo es — se relajo luego de ver qué la incómoda plática llegó a su fin.

—Pero parece intenso, debe ser bonito que alguien se preocupe tanto por el otro — su voz le dejaba en claro que nunca antes había experimentado dicho sentimiento.

—¿Cómo es que tuviste hijos? ¿Tu pareja y tú nunca tuvieron un vínculo? ¿O nunca tienen eso ustedes? — intentaba comprenderlo, Teodoro miro a los alrededores.

La boca del vago se abrió, mostrando a la criatura dentro del cadáver, incluso un fétido aroma fue desprevenido del cuerpo sin vida.

—Los de mi clase no tenemos pareja, solo al llegar a cierto tamaño nos separamos, dando la vida a otra cosa como yo.

—Eso fue — se tapo la boca para evitar vomitar, luego siguió — algo inesperado.

—No tendrás que temer de nadie, mientras yo este a tu lado, verás que mi cuerpo puede disolver toda clase de materia física — le contaba orgulloso de su talento mortal — fue por ello que Jack me mandó contigo.

—Quieres decir que ese tipo y sus hombres, son opositores de ustedes — entendía el hombre — ¿Solo ellos son el único peligro que corren ustedes?

Un nuevo silencio se hizo, Glob pensaba que tan buena idea sería contarle.

—Existe uno, los cazadores, aquellos quienes no temen de nosotros, los humanos capaces de darnos miedo — le confesaba con  temor a equivocarse nuevamente.

—Me es difícil imaginarlo, a decir verdad casi parece un rumor absurdo — respondía risueño, aliviando a Glob.

Eso significa que existe manera de matarlos, interesante — pensó el abogado.

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