The Man Who Sold The World
Un auto llega a la iglesia, en la entrada esperaba el Padre Tom con una ligera sonrisa, sale un Jack de aspecto demacrado.
—¿Miller se encuentra bien? —con rapidez lo toma del hombro para ayudarle.
—Si, solo aún me encuentro exausto de ayer —respondio mirando el yeso.
—Que bien, temía que estuvieras en peores condiciones, pronto verás a todos y nos contarás a detalle ese plan tan osado —en sus palabras se podía notar el gusto de aquella idea.
—Me sorprende saber que el rumor se haya extendido.
—Tu llegada a Nueva Brecha fue la que nos sorprendió, tu propuesta nos da nuevos aires.
—No sabes cuánto tiempo esperé a que algún monstruo notará lo útil de la cooperación y con su apoyo alcanzaremos la cima.
Las palabras de Miller hicieron encender una chispa en su mirada, el esperaba algo notorio de aquel reptiliano, pero ahora...
—Sabe algo Jack, yo soy de una raza antigua, nos llamaron Te Deum chartam.
—¿Monstruo de papel?
—Asi es mi joven camarada, nos llamaron así por nuestro enorme gusto por la documentación, mi raza es la memoria de nuestro pueblo.
—¿Eso es lo que haces aquí?
—Si, supe de este sitio y no pude evitar no registrar este extraño evento —miro de reojo a Jack— pero tú mi amigo, tu pareces capaz de algo más.
Pronto llegaron a un enorme librero, del cual el Padre Tom saco un libro, el cual tenía de leyenda Monstrum Hominis, de inmediato el mueble se movió a un lado, mostrando unas escaleras que se adentraban a la negrura, ambos descendieron y la luz detrás suyo se extinguió, cerrando el pasaje.
***
El hedor a carne descompuesta y humedad era potente en la antigua mina, Eric parecía asqueado, pero no Frederick ni Gideon.
—Debe ser por tanta "escencia de monstruo" que suelen embarrarse —como un relámpago esa idea le hizo notorio la ausencia de dicha sustancia.
—Por qué no usamos la "escencia de monstruo" ¿Acaso no nos descubrirán?
Fred soltó una carcajada.
—Ellos nos notarán, aún si lo usaramos y lo peor es que usarán juegos mentales.
—Si, ellos son bastante complicados —Frederick apoyaba las palabras del veterano.
Al ir a las profundidades de la mina se encontraron con un área amplía, donde bastantes puntos ciegos abundaban, junto con la oscuridad.
—¿Realmente llamabas a esto un plan? —Gideon miro con desagrado a Fred.
—No es perfecto, pero solo debemos atrapar a uno de ellos —se justificó al alumbrar el interior.
Sin aviso el sonido de la tierra cayendo llamo la atención del trío, el sonido vino de la izquierda, pero pronto otro sonido igual se hizo a la derecha.
—¡Mierda! Nos han rodeado — la molestia de Gideon era evidente.
—Solo tenemos que permanecer juntos, sus trucos no funcionarán — declaró Frederick, Eric nervioso dio un paso atrás, cayendo en un agujero.
—¡Mierda! ¡¿Acaso tiene un imán para los pozos?!
La indomable oscuridad abrigaba a Eric, había perdido la conciencia, sin embargo unos pasos resuenan, el joven fue descubierto.
Frederick se aventura con el arma en alto, detrás de él va Gideon cubriéndole la espalda, los sonidos a su alrededor eran cada vez más caótico, no cabía duda que al menos tenían dos enemigos cerca.
—¡Vamos carajos! ¡Salgan! —ordenaba Gideon, la angustia se apoderaba de él.
Frederick vio una sombra frente a él y disparo la escopeta, el desconocido solo levantó los brazos, recibiendo el disparo de lleno.
—¡¿Que has hecho?! —dijo Gideon incrédulo de la acción descuidada de Fred.
Gideon se acercó al cuerpo, tenía las tripas esparcidas, la sangre teñía el piso y al iluminar el rostro vio a Eric.
—¿De verdad pensaste que caeríamos? Como si Eric pudiera llegar tan pronto —descargo dos disparos, el monstruo reaccionó, mostrando sus interminables dientes, pero no pudo llegar a ninguna parte, su cráneo fue destrozado.
Gideon golpea el hombro de Fred con disgusto.
—No seas tan apresurado, pueden tener humanos aquí —sus palabras no parecían inquietar a Fred.
—Si... Claro lo que digas, pido encender a este —sonaba muy entusiasmado por quemar el cuerpo.
—¡Son unos bastardos! —escucharon los cazadores.
Frederick río, su risa desquiciada llenó la mina, Gideon miraba con molestia a su compañero.
—¿Nosotros somos los bastardos? — no podía evitar ocultar su sonrisa.
—¡Ustedes comen personas! ¡Ustedes hijos de Equidna son una peste!
—Es suficiente Fred —le detenía Gideon, pero solo hizo que el hombre desaliñado se alejara.
—¡Ven maldito! ¡Te enfrentare yo solo, sin mi escopeta!
—¡Ya para a tus tonterías! —el arma de Fred cayó al suelo.
—Aleja a tu compañero —escucharon la voz de la criatura, Frederick miro fijamente a Gideon.
—No tienes que hacer esto.
—Es cierto, pero yo lo necesito — Gideon se aleja, dejando solo a Fred, de las sombras aparece una criatura humanoide de piel áspera y agrietada, sus amarillentos ojos solo miraban al cazador.
—Un humano nunca tendrá oportunidad contra un monstruo, su fuerza está fuera de nuestras capacidades —decia Gideon mientras paseaba por los límites de la mina.
Eric reaccionó, viendo la eterna oscuridad, por suerte su lámpara estaba a sus pies, la encendió revelando una masa de piel, la cual aún liberaba calor.
—Debes estar bromeando... — intento buscar su arma, sin resultado alguno.
—No temas, no tienes motivos para usar tu arma — contó una voz femenina.
—No pienso lo mismo —respondio Eric, su voz reflejaba su nerviosismo.
—Yo no soy como mis hermanos, me encerraron por no pensar como ellos, quise huir pero me atraparon.
Eric no sabía que decir, o que pensar, le habían contado que ellos dirían lo que fuera por vivir, pero no esperaba algo tan humano.
—Si queremos salir de aquí necesitamos unir fuerzas.
—¿Acaso tú me quitaste el arma? —se hizo un silencio, Eric tomo su bolsa de sal.
—Si... Yo te la quite, no quise correr peligro, se que ustedes los cazadores son temibles por eso no me atreví a dejarla —sonaba sincera, pero no podía evitar recordar a Gideon.
"Mata a todo monstruo"
Esas palabras daban vuelta a su cabeza.
"Cynthia no pudo entenderlo"
—Cooperare, pero necesito confiar en ti —Eric no podía creer lo anteriormente dicho — dame mi escopeta.
Unos pasos sonaron en la oscuridad de la mina, se trataba de una mujer alrededor de los veintiocho años, Eric se incómodo al notar su desnudez, pero fue obligado a verla, ya que en sus manos tenía la escopeta y apuntaba al joven cazador.
—¡Eric! ¡Eric carajos respóndeme! —gritaba Gideon, el tiempo era valioso.
Piedras pequeñas caían detrás del cazador mayor.
—Vamos ven a mi desgraciado —le retaba sin temor alguno.
Una criatura robusta de piel café apareció, el monstruo parecía estar dispuesto a matar al hombre, sus brillantes ojos resplandecían con el anhelo de sangre, sus manos inquietas buscaban el cráneo de Gideon.
—Eres inusualmente grande — retrocedió evadiendo sus mortíferas manos.
—¡Nosotros los hijos de Equidna nos daremos un festín con sus cadáveres!
—No te imaginas cuántos han dicho lo mismo —conto disparando a la pierna del monstruo, está casi es separada del cuerpo, cayendo de rodillas.
—Veras que no fue buena idea incrementar tu tamaño — apunto con su arma al rostro llenó de rencor de la criatura y dispara, acabando con su vida.
Mientras sacaba un frasco una mano toma por el cuello a Gideon.
—No te será tan fácil — un cuerpo de serpiente se conectaba con el gran monstruo — soy un cambia formas, debiste ver mejor el cuerpo.
Gideon apunto hacia el cambiante monstruo, pero es levantado, el cambia formas le observaba como perdía el conocimiento.
—Oye apunta eso hacia otro lado... —Eric se notaba pálido.
—Perdona, no sé mucho sobre las cosas de cazador —entrego el arma.
Eric miro con atención a la criatura que aparentaba ser humana, su cuerpo estaba muy delgado y magullado, recordaba a las Trolls su figura era más robusta, no parecían querer parecer humanas, pero el monstruo delante suyo si, miraba con espectativa y timidez algún comentario de su cuerpo expuesto.
—¿Cual es tu nombre? — miro su arma, esperando no tuviera algún daño.
—Yo soy Rhea, ¿Quien eres tu? —sus ojos llenos de curiosidad conectaron con los de Eric, esto le puso nervioso.
—Soy Eric — contestó y sin poder evitarlo hizo la pregunta que no podía dejar atrás —¿Realmente eres un monstruo?
Ella miró con pésame el suelo, sentía pena de lo que estaba por decir.
—Si... Yo soy un cambia formas.
—¿Entonces por qué? ¿Por qué actúas como humano? ¿Quieres hacerme dudar? ¿Juegas conmigo? —levanto su escopeta en contra de la mujer.
—¡No! — levantó sus brazos al aire, mostrando su nula resistencia.
—Mirame, estoy en los huesos no puedo transformar mi cuerpo en algo intimidante —le contaba la mujer desnuda —pero prefiero morir en esta forma que con la que nací.
—Yo... Quiero creerte... De verdad pero —preparo el arma.
—Lo entiendo —dijo resignada, se sentó en el suelo y espero su inminente final.
—¿Que ganaría por hacer esto? Ella pudo matarme cuando estaba inconciente. ¡Esto no tiene sentido! —pensaba Eric desesperado.
La escopeta fue disparada.
***
Una mesa larga era lo que se encontraba al final de las escaleras, Jack notó que estaban ocho integrantes, sin contar al Padre Tom, notó al más joven, un niño pecoso, estaba al lado de un hombre que sentía haber visto antes, tenía un denso bigote negro y un peinado muy correcto, a su lado una mujer pecosa, la cual Jack aseguraba notar mareada, un asiento vacía se encontraba, era el de Edgar, seguidos de dos policías uniformados, uno era rubio con una desaliñada barba y el otro portaba sus lentes oscuros, el era lo contario a su pareja, luego estaba Teodoro y su inconfundible sudadera, dos hombres mayores estaban repletos de tierra, uno era Calvo y el otro tenía una desagradable cara de molestia.
—¡Bien! ¡Ya estamos aquí! —profirió el hombre mayor con escasa cabellera.
—Calma Franklin —dijo su compañero calvo.
—Para ti es fácil Raúl, tú entras en la noche ¡Yo tengo que cavar dos tumbas para hoy!
—Si fueron convocados a esta reunión es por que saben lo importante que nos resulta —contesto el Padre Tom.
El hombre de gran bigote levanta su mano para hablar, en un principio no le hacen caso, pero de repente todos lo observan.
—Yo quisiera disculparme por haberte chocado Sr. Miller —su voz parecía que se quebraría en cualquier momento.
—Fue un accidente y que mejor haberlo tenido con uno de los nuestros —el monstruo tenía muy claro lo que es importante.
—Yo creo que hablo por… todos al preguntar por tu plan —la mujer pecosa lucia pálida.
—Me encantará hablar de ello, en cuanto hablemos de mi posición aquí —todos los presentes se miraron extrañados.
—¿Hablas enserio? —pregunto insólita.
—Si, verán mi plan es el dominio absoluto de Nueva Brecha y no se podrá dar pie al plan si yo no estoy al mando.
—¡No puedes pedirnos eso! ¡Este grupo se armó gracias a que dejamos de lado nuestros egos! — exclamó un Franklin muy agitado.
—¿No estás cansado de comer esa carne sin sabor? ¿No desearías sentir el miedo en la carne? O ¿Sentir esa adrenalina que recorre nuestros cuerpos?
—No puedes hablar enserio, nos dices que ¿podremos cazar humanos? No es creíble —se negaba el policía desaliñado.
—Stuart déjalo hablar — respondió su pareja de forma calmada.
—¡Vamos Norman! Esto es solo un truco —se levantó de la mesa.
—Stuart… —la voz de Jack detuvo al policía, este le mira con molestia.
—Seguramente te han engañado varias veces, prometiéndote grandes cosas, pero ahora tienes la oportunidad— Jack se levantó y miro a los ojos al monstruo —esa oportunidad que siempre aguardaste a llegado.
Stuart miraba el piso indeciso de su decisión.
—¿Jack estas seguro de esto? —todos se sorprendieron al escuchar al Padre Tom.
—Sabes que por ser un monstruo de papel yo apoyo tu iniciativa, pero como monstruo debo decir lo arriesgado que es — los monstruos a su alrededor sentían un alivio al escuchar al Padre Tom.
—Se trata de nuestras vidas, no habrá segunda oportunidad —Jack con el rostro en alto acepto.
—Comprendo y me haré cargo personalmente de todos ustedes que han dado esta oportunidad.
—Si es verdad te daré mi permiso.
—Yo también te doy mi permiso — musitó la mujer.
Su pareja y el niño levantaron su mano, dando consentimiento a Miller, Jack miro al resto, los cuales alzaban sus manos.
En ese momento Jack sintió algo que nunca antes había sentido, satisfacción el alcanzaba su plenitud.
—Es unánime, así que es momento de revelar mi plan…
Todos escucharon, pero no podían creer lo que el reptiliano había maquinado.
***
Eric estaba de pie rodeado de la inmensa oscuridad, bajo su arma y lloró, le dolía, el no podía creer lo que había pasado, tenía claro que el fallaría de vez en cuando pero se sintió haber sido llevado a un extremo, donde lo bueno y lo malo se unían en un terreno gris, un sitio donde el aprendiz de cazador no quería volver a llegar, pero la realidad lo llamo pues el no había salido de aquel desagradable terreno gris, Rhea estaba de pie delante suyo.
—¿Qué significa esto?
—Tienes tu oportunidad de vivir, pero debes saber esto… —tomo un momento antes de continuar, le era difícil desobedecer las órdenes de Gideon.
—Mis compañeros mataran a tu familia y si te ven a ti también —lo había hecho, Eric supo que no podía dar marcha atrás.
—¿Qué debo hacer? —su rostro se arrugó de miedo.
—Ayúdame a salir del pozo, luego en la noche vendré por ti.
—¡No quiero quedarme!
—Lo sé, pero si sales ahora te arrojarán sal y si notan lo que eres te matarán —confeso el cazador.
—El mayor problema no es Gideon —se decía Eric al salir del pozo, con la ayuda de Rhea — es Frederick Mayers, el me contó anoche sobre su linaje…
Su mente le retrocedió a la noche pasada, donde hablaban en el arruinado pórtico, Frederick tomaba una lata de cerveza, Eric optó por un vaso de leche, cosa que le dio risa a Fred.
—Puede que mañana muramos aprendiz —sus palabras parecían reflejar indiferencia a lo dicho.
Eric le miró extrañado.
—¿Por qué parece no importante? Solo vivimos una vez.
—Eres demasiado joven —Eric no podía entender a Gideon y a Frederick, este último parecía un poco mayor, incluso su maestro le mostraba cierto respeto.
—¿Cuántos años dices tener?
—Me gustaría responder como todos, pero no puedo, yo tengo noventa y tres años.
Eric sonrió con nervios.
—Estas bromeando ¿Cierto?
—No — contesto con seriedad.
—Un antepasado mío hizo algo atroz, se convirtió en monstruo, dejó atrás su humanidad, consiguiendo dotes sombríos y una extraordinaria longevidad, la cual heredó a su descendencia.
Eric quedó sin habla, Gideon no mencionó algo así y dudaba que fuera otra de las mentiras de Frederick.
—Por eso odio mi vida y odio a mi casta de brujas… pero un día encontraré a esa maldita criatura corrupta…
—Eso quiere decir que eres ¿un monstruo? —le costaba hacerse a la idea.
—Una parte de mi, una maldita parte de mi —el rencor se asomaba por sus ojos — así que no te asustes cuando me veas.
Esas palabras vagaban sin significado algo, hasta salir del pozo, allí pudo entender lo que decía, Frederick aplastaba con sus manos desnudas el cráneo del cambia formas, los gritos de dolor del monstruo inquietaron a Eric y a Rhea, la cual salió al no poder aguantar el incesante alarido, finalmente el cráneo cedió a la impresionante fuerza de Fred, el cual notó al inexperto cazador.
—¡Eric! Es un gusto verte sano y salvo —se acerco con el rostro manchado de sangre.
—¡Suficiente de ésto! — el cambia formas traía a un inconciente Gideon —¡al suelo o muere!
Sin alternativa obedecieron, solo para escuchar el accionar de una escopeta, el cuerpo del cambia formas se desploma, los cazadores ven a una mujer en malas condiciones desnuda y con la escopeta en manos.
***
Una escandalosa alarma no paraba de sonar en la habitación, de la cama salió un brazo con mucho vello, callando el despertador, poco después la cabeza de un hombre de mediana edad se asomaba, se trataba de Gabriel Oldman, pronto se arregló y salió de su pequeño departamento.
—El tiempo es oro — musitó Gabriel al bajar con apuró las escaleras del edificio, él vivía en el quinto piso.
Subió a su Atos del dos mil doce, emprendiendo su camino a los juzgados, un inquietante sonido proveniente de su pantalón, se trataba de su celular, con una mano en el volante y otra en su aparato móvil contesto.
—Hablas con Gabriel Oldman abogado.
—¿Todo bien Gary? Estoy un poco nervioso, no me confirmaste nada del caso. ¿Lo estás manejando cierto?
—Si, gracias por pensar en mí Alberth, al saber del caso del homicidio, este tipo “Forgi” no para de decir que mato a ese pobre chico “por qué vio como salieron tentáculos de la boca” ¿Puedes creerlo?
—Suena a una locura para mi. ¿Conseguiste algún trató?
—No me fue sencillo pero el tipo irá a un centro psiquiátrico, donde estará un largó tiempo.
—Uhm… no me parece justo para la familia de la víctima.
—Oye yo represento a “Forgi” —hizo silencio un momento recordando su verdadero nombre— digo a Ferdinand, probablemente el tipo tiene un problema mental que puede ser tratado y yo le facilitare su ayuda.
—Bien, bien yo solo daba mi opinión Gary. Suerte en el juicio. —colgó Albert y Gabriel llegó a los jurados.
Al llegar a la corte con su defendido notó que el representante legal era su amigo Albert, el cual se notaba bastante tranquilo, fácilmente se notaba la diferencia de ambos, Albert con su fino traje y peinado pulcro, en cambio Gabriel llevaba un traje desgastado y su apariencia dejaban a desear una mejora.
El juicio inicio y Albert arremetió contra una posible locura de Ferdinand, dejando en ridículo tal posibilidad, sin dejar de presionar el hecho
“El golpeo mas de veinte veces el cráneo del joven y abrió su vientre para retirar sus órganos, pero aquí el caso es que si fuera un caso de locura habría hecho eso con algún cuchillo de cocina o habría atacado la cabeza con un sartén ya que fue allí donde sucedieron las cosas, sin embargo fue hasta la cochera y consiguió los instrumentos”
El caso término, no pudo lograr lo que prometió, mandando a Ferdinand a prisión por sesenta años.
Gabriel se quedó sentado en una banca en los juzgados, pensando cómo pudo haber acabado tan mal, fue cuando Albert apareció.
—Hiciste un gran trabajo Gary —le elogiaba mientras sacaba su celular— pero sabías que defendías un caso perdido.
—¿Por qué me elijes para esto? —Gabriel se sentía acabado, no tenía intención alguna de pelear— siempre me llamas para estos casos, donde tú estás y no solo no puedo ayudar a mi cliente sino que termina acabado peor para el.
—¿Pero de qué hablas? Yo te ayudo consiguiendo trabajos fáciles, no tienes que hacer nada, solo decirme lo que sabes.
—¡Yo no requiero ninguno de tus trabajos! —dejo en claro, pero Albert no quitaba su gesto de superioridad.
—Pienso lo contrario, pues todos te ven como un pésimo abogado, así que suerte, pero si cambias de opinión llámame —se retiro con aire triunfal, dejando atrás a un decaído Gabriel.
Luego de varias llamadas confirmo lo contado por Albert, nadie lo veía como un abogado capaz, intentando despejar su cabeza condujo a la casa de su exesposa y llamo a la puerta, una mujer rubia apareció y con gesto poco grato al ver a su anterior pareja.
—¿Qué quieres aquí? Hoy no es tu fin de semana para ver a Dina —dijo molesta.
—Si lo comprendo Natalia, pero solo quiero verla un momento —solo podía calmar su angustia el abrazar a su pequeña, el escuchar de su voz que le extrañaba, así y solo así podía seguir adelante.
—¿Mama... quién vino...? Suena a Papá... —se asoma la niña de ocho años en silla de ruedas, de pálida piel y cuerpo en los huesos, tenía parálisis cerebral — ¡Papi... viniste...!
Gabriel abrazo fuerte a su hija, de mala gana Natalia dejo pasar a su antigua pareja y en la esquina de la calle se encontraban Jack, Teodoro, Franklin, Stuart y el Padre Tom.
—El es nuestro hombre —concluyo Jack, todos miraban atónitos al extraño que ingresaba a la casa.
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