La Pesadilla Inicia

—A llegado el momento, nunca pensé que esto ocurriría de verdad, es casi como un sueño — se decía a sí mismo Jack, quien subía a un podio con un su imagen pegada en ella, bajo la leyenda de nuevo alcalde, las luces eran en cegadoras, pero los aplausos de bienvenida eran abrumadores — si lo logré, ya nada puede salir mal.

Estiró sus brazos aceptando la ovación del público, sentía como su sangre recorría cada parte de su ser, cada fibra de si mismo se regodeaba ante su triunfo, podía ver tras bambalinas a sus compañeros monstruos, estos se notaban complacidos con el resultado conseguido, pero entre la multitud pudo ver a su padre, este sostenía el cráneo de Jack y a su lado estaba el cuerpo de una mujer, su vientre estaba abierto, ella lo saludaba. Su padre se levantó y señaló detrás suyo, Jack volteo encontrándose a un hombre desconocido con un rifle en manos, este lo accionó. El primer disparo lo llevo a apoyarse en el podio, el segundo lo tiro al suelo, el tercero logro conseguir revelar su verdadero aspecto, los gritos del público no se hicieron esperar, el caos llegó. Jack intento protegerse de un próximo disparo, en esto vio que ninguno de sus compañeros estaba, lo habían dejado atrás.

—Eres una verdadera mierda — vocifero su atacante, apuntando a su cabeza.

—Tus errores te llevarán a tu ruina — le dijo su padre a la distancia.

—¿De que errores hablas? Yo me esforcé mucho por es esto y aún así consigo el fracaso — pensaba al mismo instante que su agresor le ponía su pierna en el pecho y con la otra retiraba su brazo para un disparo limpio — mierda.

El último disparo lo despertó de su sueño, su corazón aún latía con fuerzas, como si realmente lo hubiera vivido, su brazo se había regenerado sin problemas, esto relajaba un poco al monstruo, pero por algún motivo sus pensamientos volvían a Mary Black y su último encuentro.

—Nuestro distanciamiento es lo mejor que nos viene, pero ese tipo — recordaba como apareció de la nada el nuevo inquilino de la señora Mayers.

—¡Hey rubia! — Leonardo le llamo la atención el rejuvenecido Lester — Cleotilde te está buscando.

Ambos se miraron fijamente, creando un ambiente pesado y nada grato, Mary lo notó, no podía creer que pudiese sentirse tan incómoda como con su madre, tomo del brazo a Leonardo y tiro de este intentando alejarlo de Jack, este último quedó absorto ante lo que pasaba frente a él.

—Espera. ¿Te he visto en algún lado? — le pregunto al sentir que esa mirada ya la había tratado anteriormente.

—Si fuera así ya te hubiera golpeado — le contesto irritado, cosa que Jack sentía común de este tipo.

—Cállate y vamos — le regañaba mientras tiraba de su brazo para retirarlo de lo que parecía sería una pelea.

—Todo eso fue y será común a partir de ahora, no puedo dejar que se siga metiéndose en mi cabeza — se repetía Jack sentado en su cama, resignándose a estar lejos.

—Hoy es un día importante, no puedo arruinarlo — se señaló a si mismo.


***


Cleotilde estaba en su ático, había hecho un pequeño ritual repleto de velas, hilos rojos junto con amarillos y azules, todo alrededor de un círculo dibujando con cal, la bruja había estado meditando de lo ocurrido y llegó a una decisión, debía saber más para proteger a su familia, pero limitada únicamente a pócimas y pequeños rituales, dado a su estado.

—Tuve mejores días, días en los que todos me temían y respetaban, claro mi aspecto también era otro, pero todo cambió con la última de mis vástagos — hablaba la mujer mayor mientras arreglaba un par de cosas en el altar — ella deseaba verse libre de la magia, quería olvidar todo lo que tuviera que ver con ella, yo incluido. Claro yo le mate a su esposo, era un simple mortal y ella lo amaba, no podía permitirlo, era antinatural para nuestra clase.

Colocó como último el cráneo que llevaba Lester, dejándolo en el centro del altar, los hilos se movieron con vida propia, envolviéndolo, haciendo función de sus labios y oídos, solo entonces la cabeza respiro.

—Bienvenido de vuelta — lo saludo la mujer, la cabeza sin ojos intentaba moverse — no tienes ojos, apenas y tienes partes de tu rostro, será mejor que te acostumbres.

—¿Qué está pasando? ¿Dónde estoy? Yo.. yo.. morí — empezó algo confundido.

—Empecemos bien. Yo soy Cleotilde ¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu nombre? — le pregunto con su habitual tono amable.

—Es que yo.. no. No entiendo nada. Morí. El me mato en esa carretera, luego la densa oscuridad me acobijo. Era frío. Tan frío — repetía el difunto sin poder dejar atrás su experiencia.

—Esta bien, cuéntame ¿Cómo moriste? — continuaba con su tono amable.

—Yo conducía, lejos. Muy lejos del accidente — empezó a narrar el muerto — debía conseguir una fachada antes de que fuera tarde, pero entonces lo vi.

—¿Qué fue eso que viste? ¿A quien viste? — empezaba a perder la compostura.

—A la muerte. Pensé que sería la habitual parca encapuchada, pero no fue así — aún parecía asimilar su tragedia — estaba desnudo y era de un verde intenso, parecía entregarse a mi, pero esos colores parecían rogar por más tiempo yo fui incapaz de arroyarlo. Esos grandes colores no podían acabar allí de esa manera.

—¿Quieres decir que te estrellaste? — le pregunto la bruja.

—Si, pero seguía con vida. Hablé con ese monstruo sobre el deseo, era espléndido, tan grande y majestuoso. Pudimos sentirnos vinculados, pero yo quedé muy mal tras ese choque, él lo notó y me prometió que seríamos uno solo, que lo acompañaría en su ascenso al poder — hablaba aún embelesado por las palabras de aquel monstruo.

—Quieres decir que el te devoró — aclaraba Cleotilde.

—Si, no sin antes demostrarme su nueva identidad, la mía — le contó a la mujer.

—¿El robo tu identidad? Es un reptiliano — pensaba en voz alta nerviosa, ahora necesitaba más que nunca saber su identidad — pero aún no me has dicho ¿Quién eres tú?

—¡Espera! ¡¿Dónde está él?! ¿Cómo fue posible que me hicieras volver? ¡Déjame ver! — le exigía a la anciana antes de continuar, este tenía un mal presentimiento.

—¡Tu solo límite a obedecer las órdenes de los vivos! — su voz dejó atrás toda clase de cordialidad.

—Ya he muerto ¿Que más me puede pasar? — sentía que lo peor ya le había pasado, no tenía miedo alguno a las amenazas de Cleotilde — tu eres uno de los obstáculos de él ¿Cierto?

Ella calló al verse limitada en sus acciones, no podía dañarlo a él ni a nadie más.


***


—¿Mike? ¿Estás aquí? — Dayana se adentraba en la morgue, estaba bastante silencioso, más de lo usual, eso inquietaba a la monstruo — no es gracioso lo que haces, necesitamos hablar.

Nadie respondía a su llamado, sentía que algo iba mal, no parecía haber forma de que pasará lo que pasara su pareja estuviera bien, pero necesitaba saber la verdad, no podía existir ninguna clase de duda, se lo debía a él y al grupo. Siguió directo a donde tenían los cuerpos, el último recinto donde pudiera estar.

—¿Estas aquí? — pregunto temiendo lo que podría encontrar del otro lado.

Al entrar se encontró con varios cuerpos preparados y a Mike tumbado en un extremo de la habitación, estaba agachado pero cubierto de sangre, Dayana corrió para socorrerlo al notar que no reaccionaba.

—¡¿Qué te paso?! — lo agitó mirando su rostro repleto de marcas por parte de un ataque — ¡¿Quién te hizo esto?! ¡¿Quién te atacó?!

—Vete.. — susurro el agotado monstruo — el aún no despierta, vete y no vuelvas, avisa al resto sobre él.

El corazón de Dayana se vio conmovido por su pareja, está lo abrazo con fuerzas, negándose a abandonarlo.

—Es un licántropo. Ese maldito es un recién convertido, todos deben saberlo — le repetía su pareja, dejando en claro que debía huir lo antes posible — ¡Vete ya!

Dayana se retiró con lágrimas en su rostro con un gran pesar, sus torpes pasos no le permitían darse prisa, sus pies se cruzaban ante sus desbocados sentimientos, Mike la incitaba a retirarse al agitar bruscamente su brazo, entonces un ruido en la habitación conjunta alarmó a la pareja. Dayana corrió con todas sus fuerzas antes de que fuera tarde. Puerta a puerta abría con desesperación hasta llegar a la salida, donde se topo con el desaliñado Stuart.

—¡Stuart! ¡Que bueno verte! ¡Necesitamos avisar al resto del consejo! ¡Mike está allí atrapado con un licántropo! No sé que pasa pero es demasiado peligroso — le contaba a su compañero, este la tomo de los brazos, su mueca se vio afectada por su noticia, parecía dolido.

—Lamento que fueras testigo de ello, sobre todo a alguien en tu situación — explico Stuart, esto asustó a la monstruo, quien no podía soltarse.

—¿Tienes que ver con él? — pregunto entendiendo que se trataba de una artimaña de Edgar — ¡¿Pondrán en peligro todo para tener el poder?! Creí que estabas de nuestro lado.

—Yo.. yo sé supone.. — estaba confuso, en esto la soltó — vete. Yo nunca te vi.

Dayana no lo pensó más, ni siquiera se planteo hablar más con Stuart. Corrió a más no poder, hasta perderse.


***


Beatriz Black se encontraba en su casa, frente a su laptop con los múltiples videos y audios de Lester. Ella tenía una copa de vino en su mano y en la otra la botella casi vacía, había estado viendo todos los videos, incluso los repitió esperando equivocarse en lo que vio, pero no fue así y ahora tenía que pensar que tenía que hacer con estos videos y lo ahora sabido.

—No puede ser. ¿Monstruos? ¡¿Monstruos?! Es una puta broma ¿Verdad Lester? — se decía a sí misma llevándose la copa a la boca — una mierda, esto es una mierda. ¿Moriste por ellos? La bestia peluda fue a tu casa y eso fue todo.

Parecía estar al borde de la locura, acariciaba su cabello repetidas veces, dejo caer la botella, está golpeo a otras cinco más que estaban vacías en el piso, su respiración se volvía errática luchaba contra esta nueva verdad, su cuerpo sudaba en gran media, al mirar a un lado se encontró con su difunta madre, ella estaba sentada fumando un cigarrillo, está la miro con calma como si fuera otra visita más.

—¿Querida y mi pequeña estrella? — al aspirar del cigarro le salió parte del humo por debajo del mentón, lugar donde se disparó para acabar con su vida.

—No — contesto confundida al verla consigo.

—¿Qué está pasando contigo? Tu no eres así. La alejaste intencionalmente y aún sabiendo que existen seres de terror — le reprochaba agitando su cigarro, Beatriz veía la peluca pelirroja que llevaba puesta — Querida es de mala educación mirar de esa forma mi accesorio.

—Perdón, es solo que te moriste de cáncer y aquí estás — levantó sus brazos anonadada.

—Esto es por lejos lo menos extraño que has “visto” querida — le dejaba en claro mientras le daba otra pasada a su pequeño tabaco.

—Quizás tengas razón — contesto descansando su espalda en el respaldo del sofá, tras un breve respiro la miro — ¿Qué debería hacer? Me siento tan pequeña e insignificante.

—Cariño, noticias siempre lo has sido, nadie es la gran cosa, todos morimos. Nuestro tiempo es corto aunque otros no lo vean. Tu misión es la de siempre proteger a tu familia. A mí pequeña estrella — le acaricio la mejilla, para darle un par de palmadas — ahora ve y cuídala.

Su madre le dejo caer su cigarro en el brazo, esto hizo a Beatriz Black saltar del sofá, desapareciendo su madre en el acto, está se percató de haber quedado dormida, sin darse cuenta de su marca rojiza en el brazo. La mujer fue a la caja fuerte tomando un arma, las palabras de su madre estaban bien grabadas en su mente.

—Debo proteger a mi hija — murmuraba la rubia.

Jack se encontraba en el centro, ya se acercaba la noche, tras múltiples entrevistas y conferencias de Gabriel Oldman con su candidatura, pero sabía que estaba siendo vigilando por el “Druida Azul”, siendo cuestión de tiempo para desenmascarar su verdadera identidad.

—Esto debe parar, debo detenerlo antes de obtener algo de información vital — pensaba el reptiliano ya cansado de está situación tan estresante.

Jack se retiró del lugar, tratando de ocultar algo parecido a un arma, miraba con nerviosismo los alrededores y se fue a un callejón, para llegar a un estacionamiento subterráneo, este lugar tenía solo cinco vehículos y solo tres luces funcionaban, dando un aspecto lúgubre al sitio, poco después de entrar otra persona ingreso con una cámara colgada en el cuello, este se escabullía en la oscuridad para atestiguar las acciones de Jack. Para su sorpresa no lo veía, miro por debajo de un carro, pero no notaba los pies del hombre.

—¿Pero que? Estoy seguro de verlo meterse aquí — murmuró él extraño.

Este tipo sintió una extraña mirada sobre si mismo, pero por más que intentaba encontrar a su vigilante no podía encontrarlo en la oscuridad, hasta escuchar un ruido sobre el, viendo a un enorme reptil con restos de ropa en su cuerpo, este se dejo caer sobre su víctima. Sin ninguna restricción toma con violencia al hombre contra el suelo, sus garras abrían la piel del desprevenido.

—¿Eres tú el “Druida Azul”? — al oír al monstruo hablar dejo atónito al extraño, esto hizo que las garras  le amputaran un brazo con un rápido movimiento, el hombre grito de dolor al más no poder — ¡¿Eres tú el “Druida Azul”?!

—No, yo solo soy sus ojos, nunca lo he visto — le confesó luego de juntar fuerzas para hablar.

Molesto atacó al humano una vez más, despedazando al hombre luego de unos cuantos zarpazos, pero pudo oír el “click” del accionador de una cámara, era el “Druida Azul” le había tendido una trampa y cayó completamente en esta. Tan rápido como la oyó corrió en su búsqueda, pero los pasos de este se alejaba a gran velocidad. Jack salió del estacionamiento con un saco, tenía que darse prisa si lo perdía sería su ruina, las calles estaban desiertas, uno que otro carro pasaba ignorante de lo que pasaba en esas calles, el monstruo se dejaba guiar por el aroma del miedo, esto hacia que la persecución siguiera en marcha.

—Este tipo va al parque — se sentía más confiado al saber a dónde todo parecía llegar — allí estarás a mi merced.

Su impresionante fuerza le otorgaba ventaja en la persecución, logrando alcanzar a su víctima, siendo visible el sujeto de sudadera gris, portaba una cámara colgada en su cuello, pero un aroma llegó del parque, eran más personas, al menos se trataban de unas cuatro personas, estaban ya a tan solo media cuadra para llegar, no podía matarlo sin ser visto, pero noto una pequeña corriente de aire, se trataba de un callejón.

—¡Perfecto! — musitó tomando de la sudadera a su presa, para arrojarla al callejón.

El tipo aterrorizado por la horripilante figura escamosa se orinó en sus pantalones, el monstruo le vio con desagradó y con un veloz golpe le arrancó la mandíbula inferior, prosiguió a comerlo allí mismo con mucha prisa, no quería que alguien se percatara del otro cuerpo, un colgante salió volando contra la pared, en este se veía la identificación y para que periódico trabajaba. Esto llamo la atención de Jack quien no podía imaginarse al “Druida Azul” en una empresa donde usarán la información de la misma forma en que el mismo la empleó.

—No me quieras decir que.. — miro sobre si mismo encontrándose una ventana abierta — me tendiste una trampa..

Con apuró corrió hasta el estacionamiento donde tenía el otro cuerpo, podía detectar otro aroma en el ambiente, no era tan resiente, pero dejaba en claro que todo fue parte del plan del “Druida Azul”.

—¿Mi pesadilla se hará realidad? Yo cometí un terrible error — se quedó allí en la oscuridad del estacionamiento junto con el cuerpo, pensativo.

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