El Encuentro
Jack se encontraba en un claro, donde estaba repleto de flores blancas. Camino entre ellas hasta encontrar un árbol sobre una pequeña colina, al pie del árbol estaba alguien recostado, parecía serle familiar, al acercarse notó que era su padre, sus ojos se llenaron de lágrimas ante tan inmensa felicidad, su padre lo recibió con los brazos abiertos quedando ambos enlazados en un cálido abrazo.
—Lo siento, lo siento, realmente lo lamento mucho, fue mi culpa, siempre actúe como un imbécil, nunca lo vi, pero.. — se vio interrumpido por su padre al separarse.
—No tienes la culpa, eras un niño, yo solo cumplí mi deber como tú padre y estoy feliz con ello — le aclaro, quitándole un peso de encima.
—¡Padre! Tengo tanto que contarte, que no sé por dónde empezar. Yo estoy lográndolo, lo que pensamos sería imposible — se sentía orgulloso ante su logro, pero fue sorprendido al tener el brazo de su padre en su hombro.
—Lo se, lo he visto, pero existe algo más apremiante, algo que no creí que te ocurriría a ti — al instante supo que era algo urgente — es esa humana, tu la estás viendo como tú igual, aún siendo un monstruo.
El corazón de Jack latía apresuradamente, podía sentir como algo oculto en su interior saliera a flote, esto le provocaba miedo al reptiliano, dio un paso atrás retirándose de la presencia de su progenitor, de golpe todas las flores se secaron, dio otro paso atrás, una violentamente sacudida los azotó, creando una grieta entre ambos, su padre estiró su brazo en un desesperado intento por reunirse, vociferaba palabras que Jack intentaba ignorar, su rostro temeroso y lleno de desagradó no le permitía alcanzarlo, poco a poco se fue cayendo el lado de su padre, hasta que esté monstruo cayó junto al árbol, dejando solo a Jack.
El día brillaba, siendo el sol quien levantará a Jack, sentía un gran pesar en el pecho respecto lo sucedido con Mary Black, intentando evitar pensar en su perturbador sueño y su mensaje.
—¡No, es solo una estupidez! ¡Ella solo me abre el apetito! ¡Tu no puedes, no pudiste, es una mentira! — vociferaba desde su sillón en la sala, donde ella había estado, incluso tenía sus vendajes con sangre en su mano — esto es nada, esto no significa nada.
Se levantó, llenándose la cabeza de su meta, tener el apoyo de la mayor parte del grupo, siendo la única forma para sobrevivir en la comunidad de monstruos de Nueva Brecha. Portando un traje negro salió en dirección a la iglesia.
***
—Jura usted, Gabriel Oldman tomar la mano de Jean Jude, en santo matrimonio, para amarla y cuidarla en salud y enfermedad — hablaba el padre Tom al unir a la feliz pareja.
Un nervioso Gabriel asentía, mirando lleno de regocijo a su mujer, a quien tomaba de la mano.
—Perdón, podría decirlo señor Oldman — insistía el padre, al no poder tomar su reacción como respuesta.
—A-acepto — respondió con nerviosismo, Jean le oprimió la mano con brusquedad.
Cinco años después Gabriel esquivaba una plancha, su esposa estaba colérica, su rostro se había vuelto rojo ante su enfado contra el abogado.
—No fue como lo planeamos, pero tengo mi carrera.. — se detuvo al ver cómo ella tomaba un jarrón como arma.
—¡Tu mediocre carrera no nos llevará a ningún lado como en estos cinco malditos años! — vociferaba por el departamento donde vivían — ¡Eres un inútil! ¡Un maldito charlatán de cuarta!
Gabriel intentaba buscar algunas palabras para cambiar la situación, pero lo que ella dijo comenzaba a pesarle en el pecho, distraído fue golpeado por el jarrón, quebrándose ante el impacto, todo se volvió en un rojo turbio cuando se levantó para herir a su esposa, tras ello su esposa y su hija se fueron de su lado, dejándolo solo.
En la ciudad Glob montaba guardia a un lado del edificio donde vivía, bajo la piel de vagabundo guardaba las apariencias, entre varios coches estacionados en la calle se encontraba la patrulla del siempre pulcro Norman, quien aguardaba cansado de no ver ningún cambio.
—¡Joder! No se va a ningún lado, ese Jack debió presentirlo — bramaba un colérico Norman, dando un golpe al volante, pero recuperó rápidamente la compostura — no importa, Edgar ya tiene un plan, solo resta esperar el siguiente movimiento de ellos.
—Me cuesta creer que esto funcionará — Stuart mascullo desanimado.
—Ten por seguro que funcionará, si gracias a él ganaron la última ocasión, no deberías temer un fallo — encendió el motor del vehículo y partieron.
Gabriel salió con un traje, estaba bien peinado, incluso perfumado, portaba un aire triunfador, parecía un hombre renovado, entonces le llegó un aroma desagradable, era Teodoro quien se presentaba con el abogado.
—Gabi, Gabi, te tomaste tu tiempo ¿no es verdad? — el vagabundo hediondo lo señalaba con ambas manos a manera de pistolas — luces muy bien, pareces de esos muñecos de aparador para que las niñas jueguen.
—Señor, temo me confunda — respondió con desagradó ante la peste que le acompañaba.
—Tienes tratos con Jack ¿no? Así que también estás involucrado conmigo mi pequeño Ken — le dio un pequeño golpe en su traje, dejándole una desagradable mancha.
—¡Ey! ¡Ey! ¡Ey! — vociferaba molesto al arruinar su ropa — ¡¿Acaso tienes idea de cuánto dinero vale esto?!
—No deberías enojarte tanto con tu socio y por una simple manchita, ven sígueme, tenemos una cita urgente con Jack — el vago empezó su marcha y a cierta distancia le seguía Gabriel, quien limpiaba su traje con un papel previamente ensalivado.
—Esto sin dudas será toda una experiencia — musitó el hombre.
***
La iglesia se encontraba cerrada al público, con un cartel pidiendo perdón por el inoportuno cierre, dentro estaba el padre Tom, quien leía un libro en lo que esperaba a sus invitados, en sus manos tenía un libro sin título, pero sus pastas estaban arrugadas y de un espantoso tono marrón, el monstruo de papel se deleitaba al leer su contenido, parecía recordar sus chuscas vivencias, la puerta trasera se escuchó abrir, unos pasos resonaron por el recinto de dios, era Jack quien llego, al verlo acercarse guardo su libro con cuidado, bajando de su celebre lugar al oficiar las misas.
—Es todo un gusto verlo tan bien — con premura fue hasta su actual líder, tomando su mano — puedo suponer que si llegada antes de la reunión se debe a un tema de gran importancia.
—No te equivocas — le retiro su mano y miraba al gran ídolo tallado en madera que estaba unido a la pared — es tan increíble como su falso dios les causa tanta tranquilidad, me llegaba a incomodar cuando cazaba — se apoyo sobre una de las bancas de madera y continuo — una vez una mujer se incoó a rezarle a su dios, rogaba y rogaba por qué le ayudará, me dio náuseas su estúpido acto. Sabes yo estaba disfrutando de la cacería, el viento en mi rostro, el olor a terror, sentía el éxtasis en cada paso.
—¿Y te la comiste? — pregunto el padre.
—No, la probé, pero ya no pude luego de sentir ese amargo sabor, a esperanza, ello arruinó el increíble sazón que le estaba dando — Jack recordaba muy bien ese mal gusto.
—Allí tienes su milagro, no deberías dudar de los ídolos adorados, ellos nacen y se fortalecen con la simple idea de su existencia, por los humanos. Mientras más he vivido, más logro ver de este basto y justo ahora participó en este milagro — extendía sus brazos el padre Tom, su rostro por un instante cambio a uno lleno de años de experiencia, la parte superior de su cara se abrió, mostrando cientos de ojos, su boca tenía aún más dientes y vocifero — ¡Nuestra madre dadora de vida me dio oportunidad de vivirlo! ¡Grande Exidna!
—Hace años que no escuchaba su adoración — pensaba Jack, recordando a su padre, quien hacia lo mismo, pero intento olvidarlo recordando el motivo de su llegada.
—Si, nuestra señora — respondió el reptiliano — pero el motivo de mi visita temprana es sobre tu lealtad.
—¿Lealtad? Ja, algo casi imposible en nuestra propia naturaleza, todos siguen sus propias prioridades — guardaba sus manos en sus bolsillos.
—Supe que tienes una buena amistad con Edgar y no me gustaría llevarme una sorpresa — esto le causo risa al párroco.
—Mi interés propio está contigo, como historiador apuesto por el camino innovador — le confesó Tom y añadió luego de pensarlo — pero existe alguien que le debe una.
—¡¿Quién?! — vocifero alertado.
—Tu lo conoces bien, Glob — revelaba el monstruo en túnica — hace unos años Edgar le salvo la vida y este juro le recompensaría de alguna forma.
Jack sintió como si lo hubieran apuñalado en el pecho, de la impresión fue a caer en el mueble de madera, resentía el pasar de los segundos, siendo su corazón el mayor afectado, cerró los ojos asumiendo que ocurría lo peor, la muerte de Gabriel a manos de Edgar, era tan nítida la imagen en su cabeza, la figura ensangrentada del abogado, debajo de un puente y justo detrás un monstruo regocijándose por su muerte.
—Yo, yo lo envié con Gabriel — mascullo atemorizado de su decisión.
Un silencio incómodo surgió entre ambos monstruos, temiendo lo peor, pero intentando caer en la desesperación, Jack se hiperventilaba al pensar en su fatal error.
El sonido de la puerta trasera abriéndose llamo la atención de ambos monstruos, quienes vieron como Teodoro aparecía por la puerta, este sonreía sin contenerse, Jack se acercó a él con intención de agredirlo, pero entonces apareció Gabriel aún intentando limpiar su traje.
—Perdona mis fachas, tuve cierto accidente — miro a su guía, quien ignoraba la mirada hostil del abogado — pero ya estoy aquí.
Jack sin comprenderlo del todo le saludo con su única mano.
—Si, no te preocupes, iremos al sótano — lo llevo al pasaje secreto, no sin antes mirar a sus compañeros monstruos.
—¿Qué fue lo que has hecho? — le interrogó Tom al vago, al alejarse de Jack.
—Pague mi deuda con Edgar y mantuve mi palabra con Jack — Tom se quedó sin palabras, ambos siguieron a los otros.
Gabriel se adentraba al pasaje oscuro, una total negrura lo envolvía, aún sosteniéndose del muro no podía evitar perder el equilibrio, Jack trajo consigo una pequeña vela de cera, recordando su encuentro previó.
Gabriel y Teodoro andaban por un baldío abandonado, por algún motivo el hombre de traje de sentía nervioso, ya llegando en medio de este desolado lugar se detuvieron.
—¿Qué está pasando? Aquí no acordamos nuestra reunión — en su habla se reflejaba su nerviosismo, miraba a sus alrededores, temiendo un atraco.
—Espera un momento y no hagas nada estúpido — le dijo intentando contener un arranque del hombre y musitó — que yo ya lo hice por los dos.
A la distancia tres hombres se lograban ver, dos de ellos con uniforme de Policía y entre los dos un hombre de apariencia poco amigable, inicios de una barba se notaba en su barbilla, a Oldman le parecía un matón y lo creía con más fuerzas al ver su camisa de resaque y sus jeans.
—Creo que existe un error — agitó el hombro del vago — me has traído con un cartel.
Los tres llegaron donde el vago y el abogado, Gabriel sintió nuevamente como su pésima suerte lo acechaba, la garganta empezaba a dolerle de tanto maldecir en sus adentros.
—Hola Gabriel, es un gusto conocerte, yo soy Edgar — le ofreció su mano, pero solo consiguió asustar al hombre, la retiro al verlo — bien, verás soy un socio, notarás que tienes muchos — miro a Teodoro y a los tipos a su lado — y como nuestra gente está interesada en qué nuestra meta se cumpla vine a mostrarte nuestra seriedad en el asunto. Por qué es algo muy serio y no puede existir falla.
Su habla era intimidante y su mirada de desprecio no ayudaba en nada.
—Pero necesitas saberlo, tu vida está en juego, es casi imposible que salgas con bien en esta situación, tenlo presente cuando te reúnas con Jack, si es que te importa tu vida.
Al no ver ningún intento de oposición se retiró del lugar, satisfecho con dar entender su mensaje.
—Lo sé, pero no importa, esta vida que he llevado sin tomar ningún riesgo, cada decisión tomada por mí me ha traído ruina y desesperación — miro sus manos vacías, tomando las fuerzas necesarias para decir lo que debía — Y estoy harto, por eso sí el costo es mi vida por tener está oportunidad la yo la tomaré y haré lo que pueda por conseguirlo.
Edgar volteo a verlo, pero su cara se había transformado por una feroz, varias venas las tenía salteadas, incluso su cabeza se había ensanchado, sus pupilas cambiaron de tono por un ámbar, parecía listo para lanzarse sobre el abogado, pero dos cosas ocurrieron al mismo tiempo le sujetaron del hombro, y Glob se interpuso en el camino de Edgar, calmándolo al instante, regresando a su aspecto usual.
—Piénsalo mejor — termino por decir y se retiraron.
—Creo que no entendiste el mensaje — concluyó Teodoro — será mejor mantener esta reunión en secreto ¿no?
Un pálido Gabriel asintió sin objeción.
El grupo llegó a una habitación apenas iluminada por unas antorchas en las paredes, en medio una larga mesa los aguardaba, allí estaba una mujer de aspecto pálido, se veía mejor que la noche pasada, lo que calmaba un poco al reptiliano y a su lado un hombre con cara irritada.
—¿Son todos sus socios? — pregunto Gabriel, extrañado de no ver a ninguno de los tres sujetos de hace un rato, su pregunta incómodo a Teodoro.
—Hemos tenido asuntos importantes que atender para garantizar tu victoria — su seguridad al hablar era impecable, impidiendo tener dudas — así que tendrás que disculparnos. Sentemos.
Gabriel se sentó en la cabecera más cercana a las escaleras, Jack en la cabecera opuesta, a sus lados Teodoro y Tom, el bando del reptiliano miraba atentamente al humano.
—Bien, soy Gabriel Oldman — se presentaba con ánimo con el resto, pero al notar la poca euforia de los demás optó por hablar con seriedad — trabajaré con ustedes, solo si se cumple un par de exigencias.
—¿Exigencias? — se sorprendía del término usado.
—Si y no son negociables — al decirlo se ganó las miradas hostiles del grupo.
—¿Qué exigencias? — el rostro de Jack revelaba su verdadera naturaleza escamosa.
—Primero la seguridad de mi hija y la mía, ambos seremos intocables por ustedes, antes, durante y después de la elección — no existió respuesta, pero notaba que las caras humanas del grupo se perdían, revelando sus verdaderos rostros — segundo recibiré una paga aún si no gano la elección.
La cabeza de la mujer se partió, en la mitad múltiples dientes se avistaban, sus ojos sobre salían de su cráneo, su piel se notaba gruesa, su nuevo aspecto asqueaba a Oldman.
—Tercera y última, mataran a mi ex-esposa — Jack al escucharlo río aliviado — pero será de una manera muy específica.
—Claro, cumpliremos con tus demandas — contesto el reptiliano.
En la casa de Cleotilde la anciana preparaba un té, con calma avanzó a una de sus habitaciones, llegando a una de tapiz amarillo, en la cama se encontraba alguien descansando, la mujer dejo el té en la mesa de noche y se sentó en la orilla de la cama.
—Es hora de levantarse, ya es más de mediodía — advertía la mujer con una dulce voz, de la cama salía Mary Black con los ojos inchados.
—Perdone, usted me abrió las puertas de su casa y yo me excedo con su amabilidad — se apenaba la mujer, pero si gentil mano se posó sobre su hombro.
—Descuida, se lo que es no tener un lugar donde estar, por mi puedes quedarte hasta que arregles tu situación — eso alivio a la rubia — toma este té, te hará sentir mejor.
—Gracias, realmente me a ayudado tanto — le agradecía la joven.
—Cuando estés lista baja a comer, te estará esperando un plato de comida — le contó para luego salir de la habitación.
Ella se quedó sentada en la cama, pensando en todo lo que le había pasado y lo que debería hacer. Cleotilde parecía contenta con su nueva adquisición, al bajar se encontró con Lester quien la miraba con desaprobación.
—Ahora metes a una joven ¿Qué intentas? No puedes ser hostil hasta donde yo sé, así que, ¿Qué le harás? — desaprobaba lo que hacía pero tenía curiosidad por su meta.
—Nada malo pequeño cachorro, nada malo — siguió su camino a la cocina.
—Abuela, te quedaron deliciosos estos hot cakes — se encontró con su nieta, quien comía el plato de la nueva huésped.
—¿Si? Que gusto oírlo querida — se alegraba del alago.
—Si la ciudad está destinada al cambio, yo también lo haré — pensó la anciana mientras se dedicaba a hacer otro plato — existen diversas formas de sobrevivir sin necesidad de entrar en acciones bélicas.
En otra parte de la ciudad Edgar pensaba mirando el cielo, tenía una paleta de hielo en manos, sus compañeros llegaron un tanto irritados.
—Es una pena que no lográramos asustarlo.
—No importa, el ahora temerá de nuestra gente, no se sentirá seguro y en un punto su sociedad se quebrara — comía su paleta y continuaba — solo resta esperar. Tenemos la ventaja.
En el cementerio se tenía el entierro del cuerpo de Benjamin y su padre junto con varios de sus parientes y amigos lo acompañaban, su César no paraba de llorar en todo el evento, incluso luego de concluir el seguía allí, frente a su tumba.
—Esto nunca debió ocurrirte, es mi culpa, si tan solo yo te hubiera cuidado — se lamentaba con lágrimas en su ya roja cara.
Retirado de allí estaba Benjamín, quien miraba tristeza a su padre, quería ir allí y abrazarlo, contarle que estaba vivo, más vivo que nunca y con una sola intención vengarse de Lester.
—Pronto me volverás a ver, es una promesa — juro su hijo a la distancia.
Nota del autor: la historia vuelve con las actualizaciones semanales, hasta la conclusión.
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