38
Jane estaba sentada en el peldaño superior del Salón de los Acuerdos junto a Clary, contemplando la plaza del Ángel. La luna había salido un poco antes y resultaba apenas visible por encima de los tejados de las casas. Algunos guardas patrullaban la plaza a sus pies, y aparecían y desaparecían a medida que entraban y salían de la zona iluminada por las farolas de luz mágica.
Unos pocos escalones por debajo de ellas, Simon paseaba de un lado a otro; sus pisadas resultaban totalmente silenciosas. Tenía las manos en los bolsillos, y cuando daba la vuelta al final de la escalinata para volver a iniciar la marcha hacia el extremo donde estaban ellas, la luz de la luna brillaba en su tez pálida como si fuese una superficie reflectante.
—Deja de dar vueltas —le dijo Jane—. Me pones nerviosa.
—Lo siento.
—Es como si llevásemos aquí fuera desde hace una eternidad. —Clary aguzó el oído, pero no pudo oír más que el amortiguado murmullo de voces que llegaban de las cerradas puertas dobles del Salón—. ¿Oyes lo que dicen dentro?
Simon entrecerró los ojos; pareció concentrarse profundamente.
—Un poco —dijo tras una pausa.
—Ojalá estuviésemos ahí dentro —dijo Clary, golpeando los tacones con irritación contra los peldaños.
Luke les había pedido que aguardaran al otro lado de las puertas mientras la Clave deliberaba; había querido enviar a Amatis fuera con ellos, pero Simon había insistido en que no era necesario, argumentando que sería mejor tener a Amatis dentro para apoyar a Clary.
—Ojalá pudiese participar en la reunión.
—No —dijo Simon—. Mejor no.
— Concuerdo con Simon — dijo Jane — Sólo Dios sabrá las cosas que dirán allí dentro.
—A lo mejor puedo escalar uno de ésos —dijo Simon, observando los gruesos pilares blancos que sostenían el tejado inclinado del Salón.
Había runas talladas en ellos en dibujos que se solapaban, pero aparte de eso no había asideros visibles.
—Así estaría menos nervioso.
—Vamos, Simon —dijo Jane—. Eres un vampiro, no Spiderman.
La única respuesta de Simon fue trotar suavemente escalones arriba hasta la base de un pilar. Lo contempló pensativamente por un momento antes de colocar las manos en él y empezar a trepar. Jane le contempló boquiabierta, mientas las yemas de sus dedos y los pies encontraban asideros imposibles en la piedra llena de aristas.
—¡Eres Spiderman! —exclamó Clary.
Simon echó una ojeada abajo desde su posición a medio camino de la parte superior del pilar.
—Eso te convierte en Mary Jane. Es pelirroja —dijo; echó una ojeada sobre la ciudad y entrecerró los ojos—. Creí que podría ver la Puerta Norte desde aquí, pero no estoy lo bastante alto.
Jane sabía por qué quería ver la puerta. Habían despachado mensajeros hacia allí para pedir a los subterráneos que aguardaran mientras la Clave deliberaba, y Jane sólo podía esperar que estuviesen dispuestos a hacerlo.
Las puertas dobles del Salón se abrieron ligeramente. Una figura delgada se deslizó por la abertura, cerró la puerta, y se acercó a Clary. Estaba en sombras, y hasta que no avanzó y estuvo más cerca de la luz mágica que iluminaba los escalones, Jane no distinguió la brillante llamarada de su melena roja y reconoció a la madre de Clary.
Jocelyn alzó la mirada con expresión desconcertada.
—Bueno, hola, Simon. Me alegro de ver que te estás… adaptando.
Simon soltó el pilar y se dejó caer, aterrizando suavemente a los pies de la columna. Parecía un tanto avergonzado.
—Hola, señora Fray.
—No sé si sirve de gran cosa que me llames así ahora —dijo la madre de Clary—. Quizá deberías llamarme Jocelyn a secas. —Vaciló—. Sabes, con lo extraña que es… esta… situación, me reconforta verlos aquí con Clary. Ni siquiera recuerdo la última vez que estuvisteis separados.
Jane se mostró sumamente turbado.
—Me alegro de verla, también.
—Gracias, Jane. —Jocelyn dirigió una rápida mirada a su hija—. Bien, Clary, ¿habría algún inconveniente en que conversáramos un momento? ¿A solas?
Clary permaneció sentada totalmente inmóvil durante un momento, con la mirada fija en su madre. Le echó un vistazo a Simon, que aguardaba inequívocamente una señal suya que le indicara si debía quedarse o marchar, y luego miró a Jane. La muchacha suspiró.
—De acuerdo.
Simon dedicó a Clary un alentador gesto con los pulgares hacia arriba y Jane le dio una última sonrisa, antes de desaparecer de vuelta al interior del Salón.
— Es tan raro volver a ver a la madre de Clary — dijo Simon lo más bajo que pudo mientras caminaban — Quiero decir, me alegra tenerla de vuelta, pero honestamente eso era algo que creía imposible.
— Yo también lo llegué a creer — confesó Jane — Al menos algo bueno salió de todo este viaje.
— Tampoco seas tan negativa — Simon le regaló una sonrisa — Las cosas entre Alec y tú han mejorado muchísimo.
— ¿ Cómo sabes eso ?
— Es difícil que Isabelle se guarde algo para sí misma cuando está tan emocionada.
— Cuéntame algo, ¿ qué hay entre Isabelle y tú ?
— No mucho — Jane estuvo segura de que si aún pudiese, Simon se hubiese ruborizado — Desde el primer momento en que nos conocimos Isabelle me dejó muy impresionado, no creo que no lo sepas. Pero ahora ella está pasando por un momento muy difícil, y yo lo único que quiero es que sepa que no está sola.
Jane se quedó en silencio, contemplando a su mejor amigo de soslayo. Se quedó parada junto a una columna, sin esperanzas de encontrar a nadie conocido, y Simon se colocó frente a ella.
— Lamento mucho que lo tuyo con Clary no hubiese funcionado — dijo Jane, bajando la vista para evitar la mirada del vampiro.
— Creo que fue lo mejor — respondió él — Dicen que todo sucede por algo.
— Me gusta pensar eso también — sonrió débilmente — Era lo que me decía a mí misma todos los días cuando te veía con ella.
— ¿ Qué quieres decir ? — pareció desconcertado.
— Me gustabas, Simon — dijo la rubia finalmente, como si fuese lo más obvio del mundo — Realmente me gustabas mucho.
— No lo entiendo, ¿ por qué nunca me lo dijiste ?
— Porque siempre quisiste a alguien más, siempre fue Clary lo primero en tu vida. Jamás me podría haber permitido ser un premio de consolación para ti. No cuando había estado enamorada de ti por tanto años.
Simon se quedó en silencio, y al notarlo, Jane levantó la mirada. El chico la miraba fijamente. Algo en sus ojos, tan vez la intensidad de su mirada, la hizo estremecer. Simon jamás la había mirado de aquella manera. Fue casi como si la hubiera visto por primera vez en su vida.
Con un movimiento veloz y casi imposible de captar, Simon atrapó el rostro de Jane entre sus manos y la besó. La besó como nunca la habían besado antes. La besó de una forma torpe pero tierna, necesitada y salvaje. Jane sintió que estaba mal, pero no pudo apartarlo, no pudo hacer otra cosa que seguir besándolo. Entonces los azules y brillantes ojos de Alec se cruzaron por su mente, tan reales como un recuerdo, y se separó bruscamente de los labios del vampiro.
— No — dijo con la voz rota.
Sintió un peso en el pecho, mientras Simon la miraba con ojos tristes. Miró hacia el lado, y allí estaba Alec, con los ojos fijos en ellos dos y la mandíbula tan apretada que Jane temió que se hiciese daño.
— ¡ Alec ! — lo llamó, pero él ya caminaba con prisa hacia el otro lado del salón.
La rubia echó a correr tras él, pero una mano la agarró con fuerza por la muñeca. Se volteó, esperando encontrar a Simon, pero se trataba de Amatis.
— Necesito hablarte — le dijo la mujer.
— Ahora no puedo, Amatis — dijo dispuesta a seguir su camino — Tengo algo urgente que hacer.
— Esto también es urgente.
Al ver la súplica en la mirada de la mujer, Jane no pudo poner más resistencia y terminó por asentir y seguirla en dirección al pasillo.
N/A: Colapso después de lo que pasó ¿ qué creen ? Siento que llevaba mucho tiempo esperando ese beso entre Jane y Simon. No obstante, mi corazón sangra por Alec.
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Xoxo.
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