35

La mujer de los recuerdos de Jane se parecía muy poco a la mujer que tenía ante ella en aquel momento. Había recordado a Jocelyn en su faceta dulce y artística, un poco bohemia, con su mono salpicado de pintura, los cabellos rojos recogidos en coletas o sujetos en alto con un lápiz en un moño desmadejado. La Jocelyn que tenía delante aparecía tan radiante y aguda como un cuchillo, los cabellos recogidos atrás con severidad, ni un mechón fuera de lugar; el negro intenso de la vestimenta hacía que el rostro luciera pálido y duro. Tampoco mostraba la expresión que Jane había imaginado: en lugar de placer, había algo muy parecido al horror en el modo en que miró a Clary con aquellos ojos verdes tan abiertos.

—Clary —musitó—. Tu ropa.

  Clary bajó los ojos para mirarse. Llevaba puesto el equipo de cazadora de sombras de Amatis, exactamente lo que su madre se había pasado toda la vida intentando evitar. Clary tragó saliva con fuerza y se levantó, aferrando el borde de la mesa con las manos.

Jocelyn avanzó hacia ella, alargando los brazos.

  —Clary…

  Y Clary se encontró retrocediendo tan precipitadamente que golpeó la encimera con la parte baja de la espalda.  Lo mismo hacía Simon, y también Jane, con la boca levemente abierta; también Amatis parecía acongojada.

  Isabelle se puso en pie, colocándose entre Clary y su madre. Deslizó la mano bajo el delantal, y Jane tuvo la impresión de que cuando la sacara empuñaría el delgado látigo de electro.

  —¿Qué pasa aquí? —inquirió Isabelle—. ¿Quién es usted?

  Su voz recia titubeó ligeramente a medida que parecía advertir la expresión del rostro del Jocelyn; ésta la miraba fijamente, con la mano sobre el corazón.

  —Maryse. —La voz de Jocelyn fue apenas un susurro.

  Isabelle pareció sobresaltada.

—¿Cómo sabe el nombre de mi madre?

  El rostro de Jocelyn se ruborizó de golpe.

  —Desde luego. Eres la hija de Maryse. Es sólo… que te pareces tanto a ella. —Bajó la mano despacio—. Soy Jocelyn Fr… Fairchild. Soy la madre de Clary.

  Isabelle sacó la mano de debajo del delantal y miró a Clary, confusa.

  —Pero usted estaba en el hospital… en Nueva York…

  —Sí —dijo Jocelyn con voz firme—. Pero, gracias a mi hija, estoy perfectamente ahora. Y me gustaría estar un momento a solas con ella.

  —No estoy segura —dijo Amatis— de que ella quiera estar un momento a solas contigo. —Alargó el brazo para posar la mano sobre el hombro de Jocelyn—. Se ha llevado una buena impresión…

  Jocelyn se desasió de Amatis y avanzó hacia Clary, alargando las manos.

  —Clary…

  Por fin Clary recuperó la voz. Era una voz fría, gélida, tan enojada que la sorprendió:

—¿Cómo has llegado aquí, Jocelyn?

  Su madre se detuvo en seco y una expresión de incertidumbre asomó a su rostro.

  —Viajé a través de un Portal hasta las afueras de la ciudad en compañía de Magnus Bane. Ayer vino a verme al hospital…, trajo el antídoto. Me contó todo lo que hiciste por mí. Lo único que deseaba desde que desperté era verte… —Su voz se apagó—. Clary, ¿sucede algo?

—¿Por qué no me contaste nunca que tenía un hermano? —dijo ella.

    Jocelyn bajó las manos.

  —Pensaba que estaba muerto. Pensaba que saberlo sólo te haría daño.

  —Deja que te diga algo, mamá —repuso Clary—. Saber es mejor que no saber. Siempre.

  —Lo siento… —empezó Jocelyn.

—¿Qué lo sientes? —Fue como si algo dentro de Clary se hubiese desgarrado —. ¿Quieres explicarme por qué jamás me contaste que era una cazadora de sombras? ¿O que mi padre seguía vivo? Ah, ¿y qué hay de la parte en la que pagaste a Magnus para que me robara los recuerdos?

  —Intentaba protegerte…

  —Bien, ¡pues lo hiciste fatal! —La voz de Clary se elevó—. ¿Qué esperabas que iba a pasar después de que desaparecieras? De no haber sido por Jace y los demás, estaría muerta. Jamás me mostraste cómo protegerme. Jamás me contaste los peligros que existían realmente. ¿Qué pensabas? ¿Qué si yo no podía ver los peligros, desaparecerían? —Los ojos le ardían—. Sabias que Valentine no estaba muerto. Le dijiste a Luke que creías que seguía vivo.

  —Por eso tenía que ocultarte —dijo Jocelyn—. No podía arriesgarme a dejar que Valentine supiese dónde estabas. No podía permitir que te tocara…

—Porque convirtió a tu primer hijo en un monstruo —replicó Clary—, y no querías que me hiciese lo mismo a mí.

  Muda del asombro, Jocelyn no podía hacer otra cosa que mirarla atónita.

  —Sí —dijo por fin—. Sí, pero eso no es todo, Clary…

  —Me robaste los recuerdos —dijo Clary—. Me los quitaste. Me arrebataste quién era yo.

  —¡Tú no eres eso! —exclamó Jocelyn—. Jamás quise que lo fueras…

—¡No importa lo que tú querías! —chilló Clary—. ¡Importa quién soy! ¡Me lo quitaste todo y no tenías derecho!

  Jocelyn estaba lívida. A los ojos de Clary afloraron lágrimas  y sabía que si volvía a abrir la boca, pronunciaría más palabras terribles, más frases odiosas y furibundas. Se tapó la boca con una mano y salió disparada hacia el pasillo, apartando a su madre, rechazando la mano extendida de Simon. Sólo quería huir. Empujó ciegamente la puerta principal y casi cayó a la calle.

— ¡ Clary ! — gritó Jane, pero ya la pelirroja corría.

— Déjala un rato sola — le dijo Amatis colocando la mano en su hombro — Todos necesitamos un momento de paz después de algo así.

Muy a su pesar, Jane asintió y volvió a entrar en la casa, pero esta vez se quedó en el salón y se dejó caer en el sillón.

— Esto es una locura — dijo Simon dejándose caer en el sillón frente a ella — Como quien dice, ayer estábamos hablando de cómics en mi habitación, y ahora estamos en peligro de muerte en una ciudad amenazada por demonios.

— Y también ayer mismo mis padres estaban vivos, tenía amigos, una vida aburridamente normal a la cual extraño una barbaridad y también tenía mi inocencia ante el peligro intacta — resopló con pereza — Ser adoptada por humanos mientras eres una cazadora de sombras es más difícil que ser una cazadora de sombras cuya madre le oculta que lo es. Mis padres adoptivos ni siquiera sabían sobre los demonios.

— ¿ Eres adoptada ? — dijo Amatis sorprendida mientras entraba en la habitación con una bandeja de té y galletas — Lamento entrometerme, — se disculpó — es sólo que no es muy común ver a una cazadora de sombras ser adoptada por mundanos.

— La verdad, si lo soy — la rubia sonrió débilmente — Está haciendo algo de calor ¿ no creen ?

Jane se comenzó a quitar la chaqueta, quedándose solamente con una camiseta. De repente, Amatis se quedó muy tiesa, mirando fijamente a la chica, y la bandeja resbaló de sus manos hasta impactar contra el suelo.

— ¿ Te encuentras bien ? — dijo Simon alarmado, pero Amatis no desvió la vista de Jane.

— ¿ Qué es eso que tienes en el hombro ? — dijo señalando la marca de nacimiento con forma de estrella que tenía la chica en el hombro — ¿ Desde cuándo lo tienes?

— Desde que nací, supongo — dijo sin entender la expresión del rostro de la mujer frente a ella — ¿ Te sientes bien ?

— ¿ Samantha ? — dijo la mujer con un hilo de voz — ¿ Sammy ?

— Amatis, soy yo, Jane Hall — La chica se puso de pie — ¿ Te encuentras bien ?

— Eres tú...

Las palabras de la mujer se vieron interrumpidas cuando se abrió la puerta. Luke entró en la sala, y al ver a su hermana en ese estado, no pudo evitar ir hasta ella.

— Amatis, ¿ sucedió algo ?

— La encontré, Lucian — dijo en un susurro casi inaudible.

Los ojos de Luke se alzaron en dirección a Jane, y un extraño brillo se reflejó en sus ojos.

—¿ Jane ? — dijo Jocelyn saliendo de la cocina — Creí escuchar la voz de Luke.

— ¿ Jocelyn ? — dijo el hombre.

— ¡ Luke !

Ambos corrieron y se dieron un fuerte abrazo. Poco a poco Amatis se dejó caer en el sillón en el cual había estado sentada Jane anteriormente. Su expresión era de impacto y sorpresa. La rubia no entendía nada, pero sentía miedo.

 

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