𝒯𝒽𝒶𝓃𝓀 𝓎𝑜𝓊
CAPÍTULO 12: STALKING
La tarde del lunes avanzaba lentamente en la sala del consejo estudiantil. Mei estaba sentada en su escritorio, con la mirada fija en unos documentos que apenas había leído. Su mente estaba lejos de allí, atrapada en el eco de las palabras de su abuelo. Aunque intentaba mantener su expresión neutra, el leve temblor en sus dedos y la tensión en su mandíbula la delataban.
Himeko y Maruta compartieron una mirada antes de seguir con su trabajo. Ambas notaron la extraña atmósfera alrededor de Mei, pero no se atrevieron a preguntar. No era inusual que Mei guardara sus pensamientos para sí misma, pero había algo distinto en ella ese día. Su silencio era más pesado de lo habitual.
Cuando finalmente terminaron con la revisión de los documentos y Maruta se marchó, Himeko cerró la puerta con cuidado y se volvió hacia Mei con los brazos cruzados.
"Bien, ahora que estamos solas, ¿vas a decirme qué ocurre?" preguntó con seriedad.
Mei levantó la vista con un ligero destello de sorpresa, pero rápidamente desvió la mirada. "No es nada de lo que debas preocuparte."
"Está más que claro que algo te está molestando," dijo con un tono neutro, pero su mirada reflejaba preocupación.
Mei, sentada en su silla habitual, mantuvo la vista fija en los papeles sobre el escritorio, como si estuviera intentando concentrarse en ellos. Sin embargo, después de unos segundos, suspiró y dejó caer la pluma que tenía en la mano.
"Es el abuelo," confesó en voz baja.
Himeko frunció levemente el ceño. "¿Otra vez con sus exigencias?"
Mei asintió, pero no agregó nada más.
Himeko se mordió el labio. Sabía bien que Mei no era alguien que se abriera con facilidad, pero verla así, tan perdida en sus pensamientos, le resultaba inquietante.
"Déjame adivinar," continuó con cuidado. "Tiene que ver con ese compromiso del que me hablaste la última vez, ¿verdad?"
Mei tensó los hombros ante esas palabras.
"Pensé que ya no era un problema," murmuró Himeko, acercándose un poco más.
Mei dejó escapar una risa amarga. "Yo también lo pensé. Creí que el abuelo había desistido de la idea, pero parece que solo estaba esperando el momento oportuno para recordármelo."
Himeko apretó los puños. "No puedo creerlo... ¿Acaso no entiende que no puedes vivir tu vida como un simple acuerdo de negocios?"
Mei miró de reojo a su amiga de la infancia, notando la indignación en su rostro. Himeko siempre había sido alguien que la entendía mejor que la mayoría, aunque su relación nunca fue fácil.
"Para él, eso es exactamente lo que soy," dijo con frialdad. "Un activo para la familia."
Himeko sintió un nudo en el estómago. Sabía que Mei no era el tipo de persona que se lamentaba abiertamente, pero en su voz había un matiz de desesperanza que la hizo doler.
"¿Y qué piensas hacer?" preguntó en voz baja.
Mei entrelazó las manos sobre el escritorio, su mirada perdida en algún punto distante. "No lo sé."
Himeko sintió una punzada en el pecho. No quería admitirlo, pero la idea de Mei sufriendo por otra persona, por Yuzu, le provocaba un leve sentimiento de celos. Durante años, había esperado que Mei la mirara de otra forma... pero ahora, la veía sumida en una tristeza que claramente tenía que ver con Yuzu.
A pesar de sus sentimientos personales, no podía ignorar el dolor de su amiga.
"Mei..." comenzó con cautela, "¿esto es solo por el compromiso, o hay algo más?"
Mei cerró los ojos por un momento antes de responder. "Ayer el abuelo me dejó claro que lo que siento por Yuzu no tiene importancia. Que no puedo darme el lujo de aferrarme a algo así cuando mi deber es otro."
Himeko sintió un leve ardor en el pecho. No quería escuchar ese nombre, no cuando siempre le recordaba que Mei ya había elegido a alguien más. Pero se obligó a seguir escuchando.
"Pero lo que más me molesta," continuó Mei, su tono endureciéndose, "es que... no puedo evitar recordar lo que pasó en el cumpleaños de Yuzu."
Himeko parpadeó, sorprendida por la dirección que había tomado la conversación. "¿Te refieres a...?"
"La infidelidad de Yuzu," completó Mei, con la voz más fría de lo que pretendía.
Himeko sintió una mezcla de sorpresa y comprensión. No esperaba que Mei trajera eso a colación en un momento como este, pero ahora entendía mejor por qué se veía tan afectada.
"Creí que ya habías dejado eso atrás," comentó con cautela.
Mei se mordió el labio inferior, como si estuviera intentando contener algo. "Eso pensé también. Pero ahora... no lo sé. Todo lo que me dijo el abuelo, la presión del compromiso... Todo me hace pensar en lo frágil que es todo esto. Lo fácil que fue para Yuzu... traicionarme."
Himeko apretó los labios. "¿Aún piensas que no fue un error de su parte? ¿Que no fue algo impulsivo?"
Mei dejó escapar una risa amarga. "Lo fue. Pero eso no cambia el hecho de que ocurrió."
El silencio entre ambas se hizo denso. Himeko quería decir algo, pero no sabía qué.
"Yuzu me hizo promesas," continuó Mei en voz baja. "Promesas que ella misma rompió. ¿Cómo puedo aferrarme a lo que siento por ella si en cualquier momento podría volver a hacerme lo mismo?"
Himeko sintió una punzada de enojo. No contra Mei, sino contra Yuzu. ¿Cómo podía haber sido tan descuidada con lo que tenía? Con lo que Mei le había dado...
"Mei," dijo con firmeza, "Yuzu puede ser una torpe y una cabeza hueca en muchas cosas, pero una cosa sí sé: te ama. Y no creo que te vuelva a hacer algo así."
Mei la miró con algo de sorpresa.
Himeko suspiró, desviando la mirada. "No me malinterpretes. No es que quiera defenderla. Pero te conozco desde hace demasiado tiempo. Si no confías en lo que tienes con ella, entonces todo esto solo será una carga para ti."
Mei bajó la mirada, sintiendo que su pecho se apretaba aún más.
"¿Y qué pasa si ya lo es?" murmuró.
Himeko sintió que algo se rompía dentro de ella al escuchar esas palabras. No quería ver a Mei así, tan perdida.
Con un suspiro pesado, se acercó un poco más y puso una mano sobre la de Mei.
"Sea lo que sea lo que decidas, solo quiero que seas feliz."
Mei la miró, sorprendida por la sinceridad en su voz.
"Pero si me preguntas," agregó Himeko con una pequeña sonrisa triste, "yo jamás te haría pasar por algo así."
El silencio volvió a instalarse entre ambas, pero esta vez estaba cargado de emociones que ninguna de las dos se atrevía a nombrar.
El peso de las palabras de Himeko quedó flotando en el aire, pero Mei no sabía cómo responder. La amistad que había compartido con Himeko siempre había sido una constante en su vida, pero la confusión en su corazón la alejaba de todo lo que alguna vez pensó que entendía. El compromiso que su abuelo había mencionado de nuevo se estaba entrelazando con sus sentimientos por Yuzu, y todo parecía un torbellino de dudas y temores que no podía controlar.
Su mente volvía una y otra vez a Yuzu, a su dulce sonrisa, a su forma de ser tan abierta y cálida. Pero también volvía al dolor del pasado, a la infidelidad que nunca pudo olvidar por completo. La idea de confiar nuevamente, de entregarse a algo tan incierto, la aterraba. No podía permitirse ser vulnerable, no con el peso de las expectativas familiares sobre ella.
De repente, el sonido del timbre la sacó de su trance. Himeko se levantó, sin decir una palabra, y salió de la sala, dejándola sola. Mei suspiró, mirando la puerta cerrada, antes de dejar que su mirada vagara hacia la ventana. El cielo gris del atardecer reflejaba su estado interior: una mezcla de sombras y luz que no lograba encontrar un equilibrio.
...
Como era habitual, Yuzu y Harumin caminaban juntas por los pasillos, con Nene siguiéndolas de cerca. Las dos chicas se encontraban animadamente discutiendo sobre el último tomo del manga que compartían, con los ojos brillando de emoción.
"¡No puedo creer que ese personaje finalmente haya aparecido! ¡Lo estaba esperando desde el primer volumen!" exclamó Yuzu, su voz llena de entusiasmo.
"¡Yo también! ¿Y el giro de la trama? ¡De verdad no me lo esperaba!" respondió Nene, apenas pudiendo contener su emoción mientras se balanceaba de un lado a otro.
Harumin solo se reía ante la actitud infantil de las dos, disfrutando de verlas tan animadas. Aunque no compartía el mismo entusiasmo por los mangas, ver la alegría de Yuzu y Nene la hacía sentir una calidez que pocas veces experimentaba. En cada broma que intercambiaban, en cada mirada cómplice, había algo que la hacía sentirse cercana a ellas, especialmente a Yuzu.
Cada vez que Yuzu y Harumin se acercaban un poco más, Nene no podía evitar sonrojarse y mirar con una mezcla de emoción y curiosidad. Era evidente que, a pesar de su actitud de siempre, Nene disfrutaba imaginando que las dos chicas pudieran estar algo más que amigas. Cada gesto, cada risa compartida, parecía alimentar su fantasía de que su "shippeo" pudiera ser real.
HaruYuzu Banzai!
"¡Qué lindas se ven juntas!" pensaba Nene, haciendo un esfuerzo por ocultar su entusiasmo detrás de una sonrisa tímida.
"Ya, ya, Nene, no te pongas toda roja," dijo Harumin, divertida por la expresión de su amiga.
"¡No es nada!" respondió Nene rápidamente, cruzando los brazos y mirando hacia otro lado, aunque su rostro seguía colorido.
En ese momento, una figura familiar apareció al final del pasillo. Mei, con su expresión habitual de calma y seriedad, caminaba directamente hacia ellas. A medida que se acercaba, tanto Yuzu como Harumin y Nene la miraron, esperando un saludo o alguna palabra. Pero lo que Mei dijo a continuación sorprendió a todos.
"Yuzu..." comenzó Mei, su tono suave pero firme. "Tengo que quedarme más tiempo en el consejo estudiantil, revisando unos documentos importantes."
Yuzu se detuvo en seco, su rostro inmediatamente reflejando una mezcla de sorpresa y tristeza. "¿Eh? Pero... ¡pensaba que íbamos a pasar tiempo juntas hoy! ¿Estás segura?"
Mei asintió, sintiendo un pequeño nudo en el estómago al ver la expresión de Yuzu. Era tan difícil ver a la chica que amaba triste, y aún más difícil cuando sabía que todo lo que podía hacer era dar una excusa para no estar con ella.
"Lo siento," dijo Mei, mirando a Yuzu con una expresión apenada. "Lo que pasa es que... hay cosas que debo hacer, y no puedo dejar que se acumulen."
Yuzu intentó sonreír, pero la tristeza era evidente en sus ojos. "Entiendo..." murmuró, bajando la mirada. "Pero me hubiera gustado mucho pasar tiempo contigo hoy..."
Mei sintió un dolor punzante en su pecho, pero se mantuvo firme. No podía contarle a Yuzu sobre el compromiso de su abuelo, no podía romper la burbuja que había construido alrededor de ella misma. Era demasiado para asimilar, y no quería que su relación con Yuzu se viera empañada por un futuro que no había elegido.
"Lo sé. Pero tal vez en otra ocasión, ¿sí?" dijo Mei, forzando una sonrisa.
Yuzu asintió, aunque su entusiasmo se había desvanecido por completo. Harumin, al ver la interacción, sintió que el ambiente entre ellas había cambiado. Mei se veía más distante de lo habitual, y Yuzu, aunque intentaba ocultarlo, ya no parecía tan animada.
"Bueno," dijo Harumin tratando de aligerar el ambiente, "si no hay más planes, ¿qué tal si vamos a tomar algo? Nene tiene una idea genial para hoy."
Yuzu sonrió débilmente, agradecida por el intento de Harumin de hacerla sentir mejor, pero la tristeza seguía ahí, como una sombra que no podía disiparse. "Gracias, Harumin, pero... creo que solo quiero ir a casa hoy."
Mei observó la interacción, un peso en su corazón. La tristeza de Yuzu la golpeó con fuerza, pero aún así, no podía cambiar su decisión. Todo lo que podía hacer era alejarse para no arrastrarla más en su tormenta interna. Sin una palabra más, Mei se despidió de ellas y se alejó por el pasillo, dejando atrás a Yuzu y a sus amigas.
Yuzu miró su espalda desaparecer por el pasillo, sintiendo una extraña sensación de vacío. Aunque trataba de comprender, no podía evitar preguntarse qué estaba sucediendo realmente, por qué Mei estaba tan distante de ella últimamente.
Mientras tanto, Nene observaba a Yuzu en silencio, dándose cuenta de que había algo más en la situación de lo que parecía a simple vista. Pero, por el momento, sus pensamientos sobre su "shippeo" tenían que esperar. La tristeza de Yuzu estaba muy presente, y eso era lo único que realmente importaba.
...
Era un miércoles por la tarde, el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rojizos. Yuzu había terminado de pasar un rato con su madre en su departamento y, como siempre, salió a sacar la basura. Mientras lo hacía, no pensó en nada más que en lo que había pasado durante el día, sus pensamientos centrados en el consejo estudiantil y en lo distante que había estado Mei últimamente. El malestar en su pecho por la distancia que sentía entre ellas no dejaba de rondar su mente.
Cuando salió al portal, de repente, se detuvo en seco. Su mirada se encontró con una figura que no esperaba ver. Allí, de pie, como si estuviera esperando algo o a alguien, estaba Matsuri.
La sorpresa de Yuzu fue inmediata. Matsuri, su amiga de toda la vida, con la que se había distanciado en los últimos meses, estaba frente a ella. La última vez que se vieron, tuvieron una discusión en el centro comercial, y la tensión entre ellas había crecido desde entonces. Recordó cómo Matsuri había alzado la voz contra Mei, acusándola de mentirle a Yuzu, de ocultarle algo. Aquello había herido profundamente a Yuzu, quien había defendido a Mei a capa y espada, sin entender por qué Matsuri se había comportado de esa manera.
"¿Qué haces aquí?" preguntó Yuzu, aunque en su tono había una mezcla de sorpresa y confusión.
Matsuri la miró por un momento, su expresión un tanto indecisa, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. Finalmente, dio un paso hacia ella, pero no demasiado cerca, como si no quisiera invadir su espacio.
"Onee... Necesito hablar contigo," dijo Matsuri, su voz un tanto apagada, pero firme. "Lo siento por cómo terminamos las cosas, pero... lo que dije aquel día, las cosas que dije sobre Mei, no lo hice con malas intenciones."
Yuzu frunció el ceño, recordando cómo esa discusión había escalado rápidamente. "¿No lo hiciste con malas intenciones? ¡Matsuri, me acusaste de ser tonta! ¡Me dijiste que estaba ciega y que Mei me estaba ocultando cosas!"
Matsuri bajó la mirada, sintiendo el peso de las palabras de Yuzu. "Sé que no suena bien, pero... tenía mis razones. No era sobre ti ni sobre lo que crees, Yuzu. Es solo que... hay algo que no me cuadra, algo que no estoy entendiendo, y no quiero que te hagas daño."
"¿Qué quieres decir con eso?" Yuzu frunció el ceño aún más, pero ahora, había algo de incertidumbre en su voz. No entendía nada de lo que Matsuri le estaba diciendo. "Mei no me está ocultando nada. Tú no sabes lo que está pasando entre nosotras."
Matsuri dio un paso más hacia Yuzu, pero con cautela, como si temiera que un movimiento en falso pudiera alejarla aún más. "Lo sé. Y tal vez no sea mi lugar para decirte nada, pero... hay cosas que veo, Yuzu, cosas que no puedo ignorar. Y no quiero que... no quiero que termines sufriendo porque te está ocultando algo importante."
Yuzu sintió cómo su corazón comenzaba a latir más rápido. La confusión y la sorpresa de ver a Matsuri allí, junto a sus palabras, le estaban causando una sensación incómoda. ¿Qué es lo que sabía Matsuri? ¿Por qué insistía en que algo no estaba bien? Pero lo que más la perturbaba era cómo eso podía afectar su relación con Mei. Sentía un dolor punzante, porque, aunque amaba a Mei, la distancia que sentía últimamente entre ellas la estaba atormentando.
"No quiero que te metas entre Mei y yo," dijo Yuzu, aunque la duda estaba empezando a nublar su juicio. "¿Por qué sigues hablando de esto si ya te dije que confío en ella?"
Matsuri la miró, y por un momento, parecía que quería decir algo más, algo que la haría entender. Pero, finalmente, suspiró profundamente, como si hubiera llegado a la conclusión de que no había mucho más que hacer para convencerla.
"No sé qué está pasando con Mei, Yuzu. Pero lo que vi, lo que siento, es que no puedes confiar ciegamente en todo lo que ella dice. No quiero verte caer en algo que luego te haga más daño del que ya estás recibiendo."
Las palabras de Matsuri se colaron en su mente, haciendo que Yuzu sintiera una angustia creciente. "¿De qué estás hablando, Matsuri? ¿Qué daño? No entiendo nada..."
Matsuri bajó la cabeza, con el rostro lleno de preocupación, como si todo esto estuviera siendo tan difícil para ella como para Yuzu. "Lo siento, Onee-chan. Pero, por favor, solo quiero que lo pienses bien. No me importas menos que Mei-chan, y me preocupas. No quiero que te engañen."
Yuzu miró a Matsuri, con los ojos llenos de confusión, pero también con un leve sentimiento de impotencia. Aunque había defendido a Mei y había creído en ella, las palabras de Matsuri empezaban a abrir grietas en su confianza. ¿Y si realmente había algo que no había visto? ¿Y si había algo que Mei le estaba ocultando? Pero, ¿por qué nunca había notado ninguna señal de ello?
La tensión entre ellas dos era palpable, y la última frase de Matsuri resonaba en la mente de Yuzu, dejándola con más preguntas que respuestas. Sin decir una palabra más, Yuzu se dio la vuelta, el peso de la conversación sobre sus hombros, y entró rápidamente al edificio, dejando a Matsuri allí, con la incertidumbre de si había logrado o no hacerle cambiar de parecer.
Yuzu, por su parte, sintió que su mente se llenaba de dudas mientras subía las escaleras. No sabía si estaba haciendo lo correcto, si debía seguir confiando ciegamente en Mei, o si tal vez, Matsuri tenía razón en sus sospechas. Todo se sentía borroso, como si el suelo bajo sus pies estuviera cediendo.
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