she got that look in her eyes

Solíamos permanecer juntos, eres mi mejor amigo, te amaré por siempre.

La extrovertida rubia de seis años salió de casa y corrió emocionada hasta la casa de su mejor amigo, que estaba cerca del vecindario y ella usualmente acostumbraba visitarlo a esa hora de la tarde en la que ambos solían divertirse.

Yuzu sonrió al ver a su amigo en el patio de su jardín, quien jugaba con un pequeño gatito de color blanco. "¡Lenny!" Exclamó con una alegre sonrisa haciendo que el niño girara la cabeza hacia la voz de su amiga.

"¡Yuzu!" El niño pelirrojo sonrió y se levantó del césped, dándole un efusivo abrazo a la rubia mientras ambos reían.

"¿Es tu mascota?" Preguntó la rubia tras soltarse de su abrazo y señaló al gatito con curiosidad, "Es lindo".

Lenny negó con la cabeza y se sentó en la hierba, invitando a la rubia a hacerlo también. "Lo encontré aquí esta mañana, así que me entretuve jugando con él", le dijo mientras el gatito se subía a su regazo en busca de caricias.

Yuzu dejó escapar un suspiro desanimado ante eso. "Pensé que era tuyo", susurró mientras extendía su brazo hacia el gatito con cuidado, y el pequeño se mostró feliz de recibir más caricias en su lomo empezando a ronronear.

"Jeje, mi madre no me deja tener animales en casa, es alérgica a ellos... o algo así me dijo". Respondió pensativo con una mano bajo la barbilla.

"Mi mamá me dijo que las personas alérgicas suelen enfermarse con estos pequeñines cerca", recordó la rubia con un pequeño encogimiento de hombros, a lo que Lenny asintió sorprendido. "Aunque no puedo tener animales en casa, los gatos siempre han sido mi animal favorito! ¿Y el tuyo?"

"A mí... umm... me gustan los conejos!" Contestó enérgicamente. "¡Aunque también me gustan los canguros!"

"Mmm... sí, los conejos son adorables". Ella asintió como respuesta y soltó una ligera risita al sentir al gatito acurrucarse entre sus piernas.

"Parece que le gustas", sonrió el chico a Yuzu, que acariciaba suavemente el lomo del pequeño.

Los dos amigos se quedaron hablando y riendo mientras caía el atardecer, pero entonces la madre de Lenny apareció acercándose con dos vasos de limonada. "Oh Dios, Lenny, ya te dije que no quería ver a ese gato por aquí", reprendió su madre en voz baja mientras los chicos cogían los vasos con una sonrisa.

"Lo siento mamá, deja que se quede un rato más". Suplicó el niño pelirrojo poniendo sus mejores ojos de cachorro a su madre, que suspiró rendida.

"Sólo un ratito más, ¿está bien?"

"¡Sí!" Lenny asintió enérgicamente y luego miró a Yuzu con quien compartió una sonrisa.

"Bueno niños, los dejaré un rato más, ah y Lenny", se dio vuelta y lo miró. "Procura no irte a dormir tan tarde, ¿de acuerdo? Recuerda que mañana tenemos visita".

"Oh, sí, lo recuerdo, mamá".

"Bien." Su madre sonrió levemente y acarició sus cabecitas con cariño. "Diviértete", se despidió y entró en casa, dejándolos a ambos en el patio trasero.

Yuzu enarcó una ceja y miró a su amigo que parecía nervioso. "¿Quién viene?" Le preguntó en un susurro antes de beber su limonada.

"Umm... mi mamá quiere que conozca a su novio, me dijo que mañana viene a casa y está emocionada", le dijo mientras se frotaba el ojo con una mano y soltaba un pequeño bostezo. "Por fin tendré un nuevo papá". Lenny sonrió divertido.

"Oh", asintió la rubia aún sonando sorprendida. "Un nuevo papá... eso es bueno, creo".

Lenny asintió sonriente. "¡Sí! Ya tengo ganas de conocerlo", respondió sinceramente y abrazó sus piernas contra su pecho. "¿Y tú?"

"¿Hm?" Yuzu ladeó la cabeza, confundida.

"¿Tienes algo nuevo que contar?"

Yuzu se lo pensó un poco y luego abrió los ojos con emoción. "¡Mi mamá dijo que me compraría una consola!"

"¡¿Qué?! ¡¿En serio?!" Preguntó Lenny emocionado. "¡Es genial!"

...

La chica rubia de dieciséis años dejó escapar un suspiro mientras miraba la casa en la que había vivido toda su vida, desde que tenía uso de razón hasta hoy. No pudo evitar que todos los recuerdos volvieran a ella, empezando a escocerle los ojos mientras sujetaba una maleta en una mano y miraba alrededor del vecindario.

Ella cerró los ojos y respiró profundamente, antes de sentir una suave mano sobre su hombro llamando su atención.

"¿Estás lista?", le preguntó su madre con voz suave, mientras la miraba a los ojos comprensiva.

Yuzu tomó una bocanada de aire y asintió pesadamente, antes de volverse para mirar su antiguo hogar. "Sí... Creo que sí", susurró y luego apretó con fuerza la maleta. "Aunque no lo creas voy a echar de menos este lugar como nunca", confesó con la voz apagada. "Lo miro y siento un destello de recuerdos".

Ume tomó el brazo izquierdo de la rubia y la abrazó suavemente mientras miraban la acogedora casa que ahora podría comenzar a convertirse en uno de sus recuerdos más lejanos. "Sigo recordando la vez que te caíste de la bicicleta y te lastimaste la rodilla cuando apenas estabas aprendiendo a manejar", se rió levemente y negó con la cabeza. "O cuando crucé aquella puerta contigo en brazos, después de darme el alta en el hospital..." La mujer mayor soltó un pequeño suspiro y sonrió.

La rubia miró la mano de su madre y la tomó con cariño mientras susurraba. "Ahora me pregunto quiénes serán los próximos en venir a vivir a esta casa".

"Te entiendo, todavía es difícil de asimilar, pero con el tiempo esto quedará como un bonito recuerdo".

"Sí..." Asintió la rubia ignorando los malos momentos y enfocándose en los buenos que vivió sola al lado de su madre.

"Es hora de irnos, Yuzu". Ume inclinó la cabeza hacia el auto, donde el conductor esperaba pacientemente.

Yuzu siguió a su madre y la ayudó a meter las maletas en el maletero antes de subir al coche.

...

"¿Y cómo es?" El pelirrojo frunció el ceño antes de negarse a contestar y se dio la vuelta, decidiendo ignorar a Yuzu. "¿Qué te pasa?"

"¡Qué te importa, déjame en paz!"

"Lenny..." La pequeña rubia le cogió de la mano, y el niño se apartó de inmediato, asustado y nervioso.

"No me toques, por favor". Sollozó con lágrimas escapando de sus ojos, y antes de que Yuzu pudiera hablar, corrió hacia el interior de su casa, dejando a una rubia confundida y con mil pensamientos en la cabeza.

...

Yuzu dejó escapar un suspiro exhausto mientras subía las dos maletas y las dejaba en el suelo, y luego miró a su alrededor, a decir verdad el apartamento era realmente acogedor, espacioso, y tenía unas vistas increíbles al estar en la octava planta del edificio. "Wow." Exclamó mientras miraba la ciudad nocturna desde el balcón.

"No está tan mal, ¿verdad?". Ume puso ambas manos en las caderas y miró la hora en su reloj de pulsera. "Ya es tarde, ¿te apetece comer antes de deshacer las maletas?"

"Sí, por favor, me muero de hambre".

"Bien. Encontré en internet un restaurante al que podemos ir, está cerca, así que después de cenar nos instalaremos. Recuerda que tus clases empiezan mañana, así que debes estar bien descansada".

"Mamá", Yuzu puso los ojos en blanco. "No soy una niña, puedo..."

"Oh, Yuzu". Ume ahuecó sus mejillas entre sus manos y sonrió ante la molestia de su hija. "No me importa, incluso si llegas a los cuarenta, siempre serás mi bebé".

"Mamáaaa..." Yuzu gimoteó avergonzada.

...

Pero no iba a rendirse, a la semana siguiente, fue a casa de su amigo y llamó a la puerta, siendo recibida por la madre de éste, que sonrió al verla.

"¡Yuzu! Cariño, vienes a buscar a Lenny, ¿verdad?"

La rubia saludó tímidamente antes de contestar. "Umm, sí".

"Lo siento, Lenny viene a casa más tarde, pensé que era una buena idea para él pasar algo de tiempo con Whale".

"¿Whale?"

"Oh", la madre de Lenny se sonrojó ligeramente y sonrió. "Es mi nuevo prometido, imagino que Lenny te habrá hablado de él, es muy buena persona, enseñó a Lenny a pescar y siempre va con él por las mañanas".

...

Lenny gritaba escondiendo su rostro entre sus manos, dejando que la rubia a su lado lo abrazara con fuerza.

"Dime qué te pasa Lenny, ¿por qué estás tan deprimido?"

"No te diré nada... Yuzu..." Sollozó derrotado. "Por favor, no digas nada".

"¿Whale te hace daño?"

Lenny abrió mucho los ojos y se apartó de un salto, demasiado asustado. "¿Por qué dices eso? No tiene sentido, tú..."

"Mi padre lo hace, siempre", susurró una Yuzu de doce años, dejando escapar un leve suspiro hacia el comportamiento de su amigo. "Aunque no digas nada, se nota Lenny, dime por qué-

"¡NO!" Lenny la empujó al ver como Yuzu quería acercarse de nuevo. "¡Cállate, no sabes lo que dices!".

"¡Entonces dime qué te pasa y dejaré de insistir!". Yuzu hizo un esfuerzo por agarrar a Lenny por los hombros y obligarle a mirarle directamente a los ojos. "No quiero que te pase lo que me pasa a mí, tú eres mi amigo y ese sujeto ni siquiera es tu papá..."

Él sacudió desesperadamente la cabeza. "No, no, no, cállate".

"¡Lenny!"

...

La madre de Lenny abrazó con fuerza a Ume mientras lloraba desconsoladamente sobre su hombro y balbuceaba cosas sin sentido.

"Todo va a salir bien, Nara... cálmate, tienes que ser fuerte por él".

"Yo tengo la culpa, mi hijo...". Dejó escapar un llanto desgarrador que aceleró el corazón de Yuzu, que observaba la escena desconcertada. "Mi Lenny... Está a punto de morir, ¡y yo tengo la culpa!"

Ume derramó lágrimas al verla y se limitó a abrazarla y a negar con la cabeza. "¡No es culpa tuya, no tenías ni idea de lo que estaba pasando!"

...

Yuzu sollozó conmocionada al ver a su amigo tendido en una camilla, tan pálido y con múltiples hematomas en el cuerpo. No pudo evitar correr a su lado y cogerle la mano al verle en ese estado.

"Lenny, Lenny", le dijo con la voz entrecortada, intentando que despertara. "Por favor, Lenny, despierta amigo..." Ume abrazó a su hija que empezaba a desesperarse e intentó calmarla entre sus brazos. "Mamá..." Sollozaba mientras se aferraba a ella con fuerza. "Sabía que le pasaba algo... nunca me lo dijo, pero lo sabía..."

"Tranquila, tranquila mi amor", intentó secarse las lágrimas Ume mientras consolaba a su pequeña, que escondía la cara en su cuello y lloraba.

"Dime que no le pasará nada, por favor mamá..."

"Yuzu..."

...

Yuzu sonrió mientras caminaban de regreso a casa, con unas bolsas de compras en cada mano. La ciudad estaba tranquila y la brisa que soplaba sobre su rostro la relajaba muchísimo.

"Entonces... ¿Cuándo podré conocer al afortunado?" La rubia alzó ambas cejas y miró a su madre con expresión divertida.

"Oh, bueno", Ume se sonrojó y soltó una risa antes de contestar a su hija. "Shou es un hombre muy aventurero... le gusta recorrer el mundo y dar educación a quienes lo necesitan, es realmente un buen hombre". Dijo sinceramente, mientras recordaba aquella charla que tuvo con él antes de llevar todo esto a cabo. "Lo conocí cuando viajé a Osaka por trabajo, y bueno..."

"Ajá..." Susurró Yuzu riéndose del nerviosismo de su madre. "Entonces, ¿qué intentas decirme?" Preguntó con sarcasmo. "¿Qué se la pasará todo el tiempo viajando por todo el mundo mientras estamos aquí?". Ume se quedó callada lo que hizo que la rubia se sorprendiera. "Mamá, ¿qué clase de tipo raro te engatusó?"

"¡Yuzu!"

"¿Qué?"

"No digas eso, aún no lo conoces. Sólo espera, y mientras tanto disfrutemos de nuestro tiempo a solas, ¿de acuerdo? No más interrogatorios".

"Uf". Yuzu puso los ojos en blanco. "Bueno, como quieras".




















...

"¡Seremos amigos para siempre!" Exclamó el pequeño Lenny levantando su manita junto con su meñique hacia su nueva amiga.

"¡Sí!" Yuzu sonrió feliz y asintió, entrelazando inocentemente sus meñiques entre risas. "¡Es una promesa!"

"Una promesa..."













Si pudiera lograr yo volver a nacer...











Pediría jugar...











Contigo otra vez...













...

El cielo empezó a nublarse y a llover torrencialmente, a medida que llegaban más personas y conocidos al funeral.

"Lo siento mucho, Nara."

"Siento mucho tu pérdida."

Yuzu permaneció de pie entre ellos, perdida en sus pensamientos, hasta que por fin, tras un largo discurso, fue su turno de caminar hasta el lado del cajón, y cerró los ojos con fuerza. Se le ocurrían un millón de palabras para decir, y ahora no era capaz. Ni siquiera expresarle su cariño y agradecerle su amistad tan genuina. Porque nunca la trató como a una rara cuando él era consciente de su condición y de todo lo que sufría a causa de su inseguridad.

Lenny era su mejor amigo.

Sintió que la lluvia le mojaba la cara y miró los objetos que tenía en las manos, había decidido llevar una de las cosas que Lenny amaba con todo el corazón. Ella tocó el cajón con suavidad y tragó una bocanada de aire antes de pronunciar unas palabras que se quedaron cortas para todo lo que estaba pensando.

"Gracias por ser mi amigo, Lenny". Dijo Yuzu luchando por contener las lágrimas, pero en el momento en que colocó con delicadeza un conejito de peluche junto a una rosa sobre su cajón, rompió a llorar desconsoladamente.

Nara se acercó más a la pequeña rubia, abrazándola contra su pecho mientras levantaba la mirada al cielo. Después de permanecer meses en coma, Lenny había muerto a causa del fuerte golpe que recibió en la cabeza, debido a los constantes abusos de su padrastro, que empezó a amenazarle y a maltratarle a los nueve años, destrozándole la vida, y de su madre, que al enterarse por un médico forense, quiso matar a Whale con sus propias manos.

"Mi más sentido pésame..." Dijo James en voz baja, mientras desplegaba un paraguas y se colocaba al lado de su mujer, que lloraba y se aferraba a él en busca de consuelo.

No podía imaginarse el dolor que sentía Nara, ella moriría si algo le pasara a Yuzu, y eso le rompía el corazón en dos.

Sin duda, la pérdida de un hijo es indescriptible.

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