Capítulo 2.Mis huesos quieren escapar.


Actualmente...

Empleo todas mis fuerzas para despertar, quiero que ese recuerdo deje de repetirse. Lucho por abrir mis ojos, cada día sueño lo mismo, los doctores piensan que es parte de mi locura, es como un bucle.

Debo dejar mi pasado. Yo debo controlar mi mente, mi mente jamás puede controlarme. Si no controlo mis pensamientos, seguiré en este lugar ¡No estoy loco! ¡Todo lo que viví fue real!

¡Grito! Mis cuerdas vocales me ayudan, mis terminaciones nerviosas se activan, mis sentidos se ponen en alerta, con ello logré abrir mis ojos. Lo primero que observo es lo de siempre, las cortinas blancas, las paredes blancas, de pronto, siento una gota rodar por mi mejilla. Lagrima.

Siento como si me hubiera ahogado. El aire poco a poco va llenando mis pulmones. De pronto escucho un golpe al lado de la ventana.

Es una Lechuza. El pobre animal parecía desesperado, sus grandes y hermosos ojos me observaron con determinación por un microsegundo, sentí como si expresara que algo está cerca.

Toco mi frente y estoy sudando.

-¿Qué ha pasado? -La enfermera Valentine, arruga su frente, mientras me observa, está a la par del marco de la puerta, veo que trae un pequeño pastelito.

-No piensas responder.

Ella es una de las personas más amables que he conocido, Es una fortuna que este aquí. No puedo decirle que he tenido el mismo sueño. Si lo hago, ella pasará el informe, el resultado será más medicación, y más días aquí.

-Lo siento Valentine. He perdido mis modales. Buenos días. -Me mira con cara de desaprobación. Así que agrego, -Con respecto a tu pregunta anterior. Grite de felicidad, al saber que ahora es mi cumpleaños. -Miento. Es la única idea que se me ocurre para desviar la situación.

-Tengo una idea, olvidemos este suceso. Felices veintiuno -Valentine me extiende el pequeño pastelito.

-Gracias por recordarme que ya estoy viejo, Valentine.

-Algún día espero salgas de aquí hijo.

-Valentine estoy perdido en el vacío. La oscuridad me ha quitado toda ilusión.

Es verdad, no tengo a nadie... Espero algún día como un águila, que decide irse a la montaña más alta, golpear su pico para que le nazca otro nuevo, y botar todas sus plumas, decidida a vivir más tiempo. Así espero salir yo.

-Sé que te sientes atrapado aquí... Escúchame, nadie puede quitarte tu propio brillo, si tú lo permites, nadie puede obligarte a renunciar a tus sueños, cada persona coloca sus limitantes. Quiero que salgas de aquí. El tiempo te ayudara a sanar.

-Como ordene señora Valentine. Déjeme decirle que usted hoy se encuentra más preciosa que el día de ayer.

-Que galante niño. Eso ni yo me la creo. Las arugas y mis treinta y tantos y pocos años me aseguran que lo que has dicho, es parte de tu galantería y buen humor.

Ambos reímos por un momento, yo le recuerdo a su hijo fallecido, ella misma me lo confesó, y es la única persona que me ha apoyado. Le doy un mordisco al pastelito y esta exquisito.

-Apresúrate, recuerda que tienes revisión a primera hora.

El instituto de salud mental no perdona la impuntualidad, aquí viene toda clase de chicos, con diferentes problemas. He mejorado, el único obstáculo son mis pesadillas, me atormentan y cada día me arrastran al pasado.

Después de bañarme y ponerme un pantalón y camisa blanca. El uniforme típico de esta institución. Subo a la tercera planta, en el camino veo a otros jóvenes, más mayores, y otros más menores que yo.

Aquí nadie es sociable, el semblante de todos es triste, apagado, es normal ver a personas ojerosas, despeinadas y sin ánimo de vida.

Empero, conozco las caras de cada persona. Por ejemplo, en mi camino, encuentro a una chica, de cabello negro, alta y pálida, tenía un aspecto de no haber dormido por mucho tiempo, lleva aproximadamente cuatro años, y tiene miedo a la oscuridad, yo lo sé, puesto que una vez, la electricidad falló, y ella empezó a gritar al punto de que su voz se desgarraba, a eso se le suma su fobia al espacio reducido.

Mientras me alejo, choco con una chica, pero es diferente, es decir, nunca la he visto, al detallarla veo que viene acompañada por dos enfermeros, su rostro se ve débil, es de piel bronceada, pecas alrededor de sus mejías, cabello cobrizo rizado. De ojos pardos. Trae puesta una sudadera blanca, su mirada está perdida, puesto que no se quejó ante nuestro choque. Seguramente es otra persona más, la cual se quedará mucho tiempo.

Al llegar a la sala. Toco la puerta, desde el otro lado escucho la voz del psicólogo, me indica que puedo pasar.

-Buenos días, Colby, toma asiento por favor -le respondo de la misma manera -. Buenos días Dr. Edson. -Veo como saca una Tablet y ajusta sus gafas, parecidas a las mías. Pero en este instituto no me dejan usarlas, representa un arma.

-Dime Colby, como has llevado lo de tus sueños, ¿has mejorado?

El doctor apunta todo lo que dice, si le digo que no he mejorado, me dará más medicina y no quiero.

-Ya no. He avanzado. -No parece convencerse, así que agrego -. He tenido otros sueños. Me veo a mí mismo, graduándome en la universidad. Papá prepara un pastel por mis logros.

-Interesante. Colby mírame.

Levanto mi rostro y con mi entusiasmo por el suelo, trato de mostrar una mirada cálida, de esas que Gala me enseñaba. Aparento serenidad.

-Te lo preguntaré una vez más. Los sueños, tus pesadillas siguen sí o no.

-No -es mi respuesta, no parpadeo, el doctor parece grabarse cada gesto de mi respuesta. Lo apunta y agrega.

-Eres un mal mentiroso Colby.

-Doctor, creo que mis sueños no significan nada.

-Colby, dime exactamente qué es lo que ves en tus sueños.

-Le he dicho la verdad -El doctor Edson digita, sabe que no diré más. Luego agrega.

-Bien, ahora pasa a esa mesa. Agarra un par de crayolas y dibuja algo.

Hago lo que me dice, agarro una página en blanco. Gala me decía que las mariposas azules, eran hermosas, así que dibujo una, y agrego un lirio. Mi dibujo parece un par de manchas. No es el mejor, pero es lo que hay.

El doctor evalúa cada gesto de mí, solo él sabrá lo que escribe, una vez acabado, me dice.

-¿De qué color es tu día hoy?

-Disculpe, Doctor.

-Responde, de qué color, ves tu día hoy.

-Puesto que está lloviendo, y las paredes blancas, se mezclan con el frio clima de afuera, diría que mi día, es más blanco que ayer y no tan blanco que ahora.

-Puedes retirarte Colby, mañana te veré.

Al salir de allí, dispongo a bajar a la planta baja, tengo clase de pintura y, además, quiero pasar a la biblioteca, debo investigar, leer libros. Presiento algo.

-Eh, Colby, tienes visita -una de las enfermeras de este lugar, me dice que mi visita, está esperándome en la sala. Recuerdo que desde que llegue aquí, nadie ha venido a visitarme.

Al llegar a la sala lo veo.

-Hola.

-Chay.

Mi amigo, el que compartía secretos conmigo desde el jardín de infantes, el que estuvo conmigo en los peores momentos y el que me abandonó ese día.

El que dijo que me odiaría para siempre y que yo era un mal mentiroso.

Decide venir a visitarme ahora.

-Feliz cumpleaños Colby.

Chay trae despeinado su cabello castaño, parecía que ha tenido insomnio por mucho tiempo, o eso reflejan sus ojos. Sin embargo, me ha llamado amigo, es inevitable que mis sentimientos no salgan a flote, siento un ardor en mis mejías. Él siempre ha sido mi hermano. Los huesos de mi cuerpo parecen escapar, irse lejos, ser feliz, sin preocupaciones, sin temor, pero la realidad es otra.

No estoy soñando...

-Colby, corres peligro -dice Chay mientras sostiene mis manos -. Debo sacarte de aquí.

Esta sudoroso.

-¡Los humanos son débiles! -dijo una voz detrás de nosotros. Por instinto giramos la cabeza hacia esa voz.

-Reunión familiar. -Luego la vimos. Era la chica con la que choque hace un momento. Su cabello cobrizo no pasaba desapercibido. Pero ya no mostraba esa mirada perdida, parecía más vivía que nunca.

-Mucho gusto, chicos. -dijo mientras extendió su mano a manera de saludo, al no aceptar su saludo, ladeo un poco sus labios, parecía enojada. -Colby, soy tu prima y vengo a protegerte. Tu amada chica intento hacerlo, pero falló en el proceso. Yo no soy humana así que intentare hacer un buen trabajo.

Chay me apretó las manos, parecía asustado, no podía procesar todo de bomba ¿tengo una prima? recuerdo bien que no tengo más familia que mi padre. Mi mejor amigo parecía preocupado por mí, y sentía en mis huesos desesperación. Todo está pasando muy rápido.

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