Capítulo 1.Un recuerdo colándose en mis sueños.
3 Años atrás...
Valle de Rosa.
Se me es imposible no recordar el primer día, hubiera sido fácil nunca toparme con ella...Pero como evitarlo, si llego como ladrón, con rostro dulce de nunca he quebrado un plato.
—¡Camina más rápido! —ese día no aguanté la impaciencia de mi muy distinguido amigo.
—Cállate hombre, despertarás a Gala.
—Ella está en el octavo sueño, contando ovejas —dijo, Chay, con poca paciencia.
Mi buen amigo Chay, pensaba que yo, por ser un poco más alto, tenía la agilidad de una pantera. Pero fue él quien dijo; chicos vámonos caminando, estamos muy cerca. Para la otra no seguimos su consejo. Dado nuestro mal día, los autobuses no pasan cerca, debido a la reparación de una calle, se desviaban por otra ruta. Todo lo veo tal cual, sucedido ese día, mi mente no me apoya, siempre se cuela en mis sueños, pesadillas.
—Para ser fuerte, Colby, te comportas como una pluma delicada. Pensé que podías cargar a Gala.
—Te recuerdo, Chay. El genio que propuso caminar, fuiste tú, y no podemos pagar un taxi. —Chay seguía quejándose en el camino, ordenándome como si tuviera el derecho de hacerlo. Mientras, Gala, aún no se despertaba de la anestesia. Podríamos pagar el Taxi si tan solo no hubiéramos olvidado la billetera.
Esa tarde, tenía la cita con el odontólogo. No contaba con la presencia de sus padres, en realidad nadie. Desde que tengo memoria, tenemos padres ausentes, salvo la abuela de Gala, la cual se fue de vacaciones ese día. Gala nos confesó que no quería venir sola. Mi amigo, Chay, la consoló, y le recordó que, desde el jardín de infantes, somos una familia, y para que estábamos si no para apoyarnos.
—Que veo, eres una pluma —Gala estaba dando señales de vida.
—¡Oh, excelente, pongámosla a caminar! —dijo Chay con alegría.
—Acaso quieres que llegue como barril rodando hasta su casa.
—La vigilaremos. Tú la llevas de una mano, y yo de la otra.
—Como se te ocurre, hombre, estás loco —lo curioso de la vida es que ahora el loco soy yo, al parecer todo sucedió en mi mundo imaginario, o eso dicen de mí.
—Dime algo que no sabemos. Sorpréndeme —me retó Chay.
Le seguí diciendo que ya no hablara como un loro, me estaba agotando la paciencia. Ambos cargábamos a Gala con un poco de dificultad, ella pesa mucho. Es de figura delgada, Chay dice que es como un fideo. A veces nos preguntábamos con Chay, si los huesos de Gala son de acero.
—Rápido Colby, este lugar me da escalofríos. —Observé a, Chay, tenía sudor sobre todo su rostro, se estaba poniendo pálido. En verdad tenía miedo. Y no lo culpo, algunas casas se veían tenebrosas, sin luz, sin pintura, otras tenían luz, pero no se escuchaba ninguna voz, era como casas sin vida, sin personas, a eso se le agregaba un poco de neblina al ambiente.
—Relájate Chay. Te aseguro que tendrás músculos con este ejercicio. Algo para impresionar...
—Nadie vera mis músculos, si me hacen puré de papas —se quejó, mientras me explicaba que este vecindario, era conocido por los robos y peleas. No entiendo adónde quedan nuestras clases de defensa personal.
—Si nos asaltan, nos defendemos, listo —le reconforté.
—El que está loco eres tú. Por si no te has dado cuenta llevas anteojos, sí te los quitan como vas a esquivar los golpes. Sin tus lentes no puedes ver. A no ser, que cargues contigo los de contacto.
Antes de articular una palabra, Gala empezaba a reírse.
—Pelean como dos señoras por la última oferta de papel higiénico.
—¿Te sientes bien? —le preguntó Chay a Gala, ignorando lo anterior.
—Vamos a comprar chocolate para Ramón —expresó Gala.
—¿Quién es Ramón? —ahora soy yo, quien pregunto.
—El que me trae rosas todas las mañanas —respondió, terminando de decirlo, se soltó a carcajadas.
—Ahora la loca es ella. Si no tuviera pánico a las agujas, no utilizarían sedantes. Estuviera en su sano juicio, más que nosotros dos —dijo Chay con burla.
Apresuramos el paso, la noche avanzaba y el frio clima nos acechaba. Por su puesto que Gala se hubiera ahorrado tiempo, ella fue la última paciente, sin embargo, no quiso ser la primera. Por tanto, esperamos a que le pasara un poco el efecto del sedante. Me giré hacia ambos lados, solo éramos nosotros tres, podía asegurar que todos se encontraban en sus casas, bajo el cálido abrigo familiar, posiblemente preparándose para cenar. Claro que así era. El estómago de Chay sonaba como trompeta, decía: Comida.
—Tu estómago. Es una versión tuya cuando no paras de hablar.
—Calla...
Las palabras de Chay quedaron pausadas, nuestro foco de atención se desvió hacia el lado izquierdo. Observamos la calle, escuchamos un fuerte ronroneo al otro lado. Sentía la presencia de un animal al acecho. Un fuerte viento impactó sobre todos los árboles a nuestro alrededor, las hojas en empezaron a caer como si estuviéramos en otoño, los segundos pasaban y las ramas de los árboles se agitaban de un lado a otro. Traté de moverme, pero no lo logre. Y Chay seguramente estaba más pálido y asustado.
—Co... Co... Co... rre —me dijo Chay.
—Calma, es un venado —estaba seguro de que no era un venado. Si mostraba debilidad, seguramente, Chay, correría como un caballo dejándome solo con Gala.
—Es un gato gigante, seguramente controla el viento. Soy muy guapo para ser su comida —dijo Chay con temor.
—Te aseguro que es un venado —miento otra vez. Pero no podemos acobardarnos.
—Apuesto que es un tipo más Rudo que yo, con un León de mascota —antes era un gato gigante y ahora es un León, la habladuría de Chay me dio un empujón para hablar y borrar la escena.
—Cada día, tus ideas fluyen como una cascada.
—Tengo una imaginación amplia y hermosa —dijo Chay con menos temor, orgulloso de lo que decía.
—Ya lo veo.
Estábamos recobrando fuerzas para caminar, aún seguíamos parados como dos estatuas, aparentando valentía, de pronto escuchamos un ruido extraño, no era un león. El ruido seguía. Dicen que cuando vez a la persona que te gusta, el ritmo del corazón aumenta, cuando te enamoras caes en picada, en ese momento, hubiera preferido que fuera así, pero aumentaba por el pánico. Podía asegurar que a Chay se le ponía la carne de gallina. Y su corazón se le salía. Estábamos paralizados, y no nos dimos cuenta. Un coche pasó a toda velocidad. Únicamente nos quejamos cuando sentimos el agua sobre nuestros cuerpos.
En la calle había agua retenida, y el coche no tuvo compasión de nosotros. Para colmo Chay andaba la camisa de color negro, y pantalón blanco. Recuerdo bien el momento siguiente, vi a una chica al otro lado de la calle, llevaba una sudadera de color negro, el viento desafiaba su cabello, tapándole parte de su cara, parecía que no respiraba, estaba estática, de pronto me lanzo una mirada desde su posición, esbozando media sonrisa. Luego dio un paso, parecía que iba a nuestra dirección, la voz de Gala hizo que mi atención se desviara.
—Está lloviendo —exclamó una asustada Gala.
—Tu sigue contando Ramones —le dijo Chay con burla.
Nuevamente me fije al otro lado de la calle, y ella ya no estaba, parpadee varias veces, había una chica allí, y se fue demasiado rápido.
— Colby, que es lo que vez amigo.
—Creí ver a una chica al otro lado de la calle.
—Huy hermano, creo que no tener novia te está pasando factura.
—Era real Chay. —por supuesto que lo fue.
—Si como digas. Yo no veo nada, andando que a este paso terminare caminado como un anciano listo para su última vida. —Aprovechamos la distracción y retomamos nuestro camino.
—A tenido su efecto bueno. Eres menos cobarde —le dije a Chay.
—Si de cobardes hablamos, te refresco la memoria. Conozco a un sujeto que le temblaban y sudaban las manos cuando intentaba hablarle a...
—En mi defensa era un niño pequeño —contraataque a Chay.
—En realidad, ambos no somos cobardes. Tenemos estilo. En ningún momento corrimos, al contrario, nos quedamos como dos tontos, esperando a que algo saliera de las sombras.
—Chay, si algo extraño hubiera salido de las sombras, me habrías dejado solo —por un momento parecía dudar de su respuesta hasta que contesto.
—Por supuesto hombre.
—Me agrada tu sinceridad. Es reconfortante saber que me habrías abandonado.
—Soy sincero. Pero en lo que tu defendías a Gala. Yo estaría buscando ayuda.
—Sabes Chay, ya no digas nada más —si conseguí que dejara de hablar estaba perdido. En el colegio, que por cierto era ya nuestro último año, todos lo conocían por ser muy hablador.
En lo que restaba de camino, tuve que escuchar de su madre, ella está saliendo con un señor, y a Chay no le agrada. Le alenté diciéndole que lo conociera. También le dije que le diese una oportunidad, si era para bien de su madre que lo intentara por ella, y por él mismo. Dejamos de hablar cuando Chay alzó la voz feliz.
—¡Llegamos! ¡Gracias al cielo y a todos los poderes!
—Comparto tu felicidad, pero a veces exageras —le comenté a Chay.
—Tengo hambre, sueño, me duelen las piernas, y encima cargamos un costal de huesos. Si expresar felicidad por ver la luz es exageración. Entonces soy un exagerado —dijo de forma dramática.
—Tienes un punto a tu favor. No es que yo sea de acero.
—¡La bebé quiere dormir! —ambos giramos nuestro rostro hacia Gala, por un momento olvidábamos que ella estaba medio dormida. La despertamos debido a nuestra muy normal conversación. Gala en su estado, decía que debe montar un poni y cruzar el mar para dormir a la bebé.
—Saca las llaves —le dije a Chay.
—Yo no las tengo.
Le dediqué una mirada cansina. Ambos dejamos en el suelo a Gala, busqué en la cartera de ella y ¡bingo!, encontré las llaves, Chay me las arrebató. Abrió rápidamente y se apresuró a entrar dejándome solo.
—¡No piensas ayudarme! —le hable fuertemente.
—El que necesita músculos eres tú —me dijo a la distancia.
No concibo el hecho de que me dejará a cargo de Gala. Como pude la entre a su casa, la dejé en el sofá de su sala, luego me dirigí hacia donde se encontraba Chay, este estaba comiendo helado, el cual no era suyo.
—Deja eso, debemos irnos.
—No podemos, ya está oscuro, además debemos velar por Gala. Podría aventarse de una ventana pensando que es un pájaro.
—Tienes otro punto a tu favor. Pero mañana hay clases.
—Nos levantamos temprano, no te preocupes, recuerda que estamos a meses de terminar e irnos a la universidad, futuro compañero de cuarto —dijo a lo obvio. A veces quisiera que así hubiera sido, dos chicos y una chica, mejores amigos, siguiendo la vida como tres personas normales, pero la realidad fue otra.
—Señor sabelotodo. Tu uniforme, y el mío. —añadí.
—Mi casa está un tanto cerca. Pedimos al chofer que te lleve a tu casa y resuelto —Chay siempre veía la vida demasiado fácil y a veces así resultaba. Pero recordé algo —. Dijiste que le dieron vacaciones.
—Se supone que llegará temprano —admiraba su serenidad, mientras comía me decía —. No te preocupes, chico. Mejor come algo.
Decidí abrir la refrigeradora, encontré un plato de frutos rojos, finamente picado. Me senté a la par de Gala, le pregunté si tenía hambre.
—Si la alimentas. Sería como si alimentaras a un zombi dormido.
—Le comentaré todo lo que dices de ella, cuando este en sus cabales —le refuté a Chay.
—Y yo le diré, que...que...
—Sigo esperando Chay.
—Le diré que hablaste con Brenda —sentencio, me gusta hablarles a las personas, en cambio, Gala, tiene la habilidad para meterse en problemas en especial con Brenda. Otra igual a ella. Por cosas de la vida, en un tiempo fueron mejores amigas, pero ahora, ambas no podrían estar en el mismo comedor.
—Si lo dices por los apuntes de Matemáticas. Te recuerdo, ambos estamos en la misma clase. Seria descortés no apoyarla.
Antes de decir otra palabra, escuchamos un fuerte golpe, luego otro, provenía, de la parte trasera de la casa. Chay se echó al suelo, pero su trasero quedaba en evidencia.
—Baja un poco el trasero Chay, así te esconderás mejor.
— Colby, échate al suelo. —Chay empezó a arrastrarse por el suelo, agarró una lámpara, luego se puso de pie contra la pared en posición militar, listo para recibir a alguien. No aguanté su ridiculez, y caminé a paso ligero. Algo en mi interior me decía que no era nada grave. Llegué a la puerta trasera y abrí. Lo que encontré fue una ardilla, cuando el animal me vio, salió asustado.
—A la próxima, sales con el pecho descubierto, si es un secuestrador, le dices que te lleve solamente a ti.
—El héroe eres tú, Chay.
—Por supuesto, Colby. En las noches, me pongo un antifaz, una capa, alisto mi escudo, mi anillo y salgo a defender a las personas —ironizó Chay con burla.
—No tienes una bacante para mi Chay —me uní a su tono de voz.
—No mi hermano. Ese puesto lo ocupó yo —a pesar de nuestras discusiones sin sentido. Ayudaba a relajarnos, de los sustos pasados.
En lo que hablábamos escuchamos un grito cargado de pánico, ambos salimos corriendo hacia dónde provenía dicho grito. Sabíamos quién era.
Gala.
Cuando llegamos la encontramos abrazándose, estaba en el mismo sillón.
—¡Que te sucede! —le dijo un alterado Chay.
—Allá —dijo una pobre Gala.
Levantó su mano temblorosa, íbamos poco a poco recorriendo el suelo hasta llegar al punto, levantamos el rostro y vimos una especie de sombra, o más bien un bulto, en forma humana, estaba en dirección de la ventana, se escondía detrás de las cortinas. Chay, agarró un cuadro de fotos de Gala y yo en cambio, me puse delante de ella. Si nos temblaban las rodillas, por supuesto que sí. La sombra empezaba a salir de su escondite, a Chay de la impresión se le cayó el cuadro.
—Vámonos, corramos —susurró Chay, con temor, creo que se le helo la sangre puesto que se puso pálido.
Iba a seguirle el paso, pero me detuve, no era peligro lo que había allí o eso creía yo, ese día, sentía como si mis huesos se congelaran, pero no me quebré, me quedé firme, si Chay tuviera acceso a mis pensamientos me hubiera dicho ese día; corre tonto, pero no podía escapar. De alguna manera no tenía miedo. Ella salió de las sombras y pude ver mejor, era peculiarmente hermosa, bajé la guardia ante su mirada dulce, ella nos dirigió la palabra.
—Lo siento...
—¡Por poco y haces que me muera de un paro cardiaco desconocida! —le refuto Chay a ella.
—No fue mi intención asustarlos.
—Oh, genial. Por lo menos traes chocolate en los bolsillos de tu suéter, para nivelar mi azúcar.
—Chay, creo que la chica está asustada. Déjate de tonterías.
—Oh, disculpa, en donde he dejado mi amabilidad. Gustas tomar una taza de té. Por cierto, cómo te llamas. —en ese momento iba a detener a mi amigo con su interrogatorio, pero ella hablo.
—Me llamo Alma —dijo ella mientras las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba. Quien diría que allí empezaron los problemas, ahora estaba en un abismo que me consumía. En mis sueños seguía apareciendo. Y algo peor paso en los siguientes meses...
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Holis, mis queridas Lumbreras, si te esta gustando tenme paciencia, tratare de actualizar lo mas pronto posible.
si tienes dudas deja tus comentarios.
Besos y abrazos azucarados.
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