Día I : Cita a ciegas.
Tony iba a tener que ir donde su psicólogo y pedirle disculpas. Vaya mierda. Odiaba disculparse, pero tendría qué. Al menos era un hombre de honor. El doctor hacía cosa de quince años dijo en sencillas palabras: Tiendes a la autodestrucción. Pero lo más preocupante es que no pareces reparar en ello.
Bueno, al fin el momento "eureka" se había manifestado.
Sabía de sobra que no tenía —repito NO— que dejar que le programarán citas a ciegas. Las odiaba, nunca salían bien y peor que males, siempre eran con mujeres.
Quizá, puede ser, eso fuera cosa suya. Cuando no manifiestas abiertamente tu bisexualidad, la gente suele suponer que es porque tienes gustos "corrientes". Todos esperaban que fueras por ahí gritando: ¡Eh, también me gustan los hombres!. A menos que expresaras lo opuesto en voz alta, el consenso común decía hetero hasta que se demuestre lo contrarío.
Claro si eres un jodido empresario, con muchos millones, un padre que básicamente creó la bomba nuclear y acumulas muchas entradas en la cárcel por conducir ebrio, drogado o ambas en tu adolescencia y buena parte de tu adultez, tu jefa de prensa te mira con cara de: No necesitamos añadir nada sobre tus preferencias sexuales, ¿entiendes?
Y Tony la hubiera forzado a hacerlo solo para verla retorcerse de odio, pero todos sabían que lo último que necesitaba en ese momento era otra vez el ojo del público sobre él. Apenas estaba saliendo de la última vez que los medios decidieron fijarse en lo que se metía por la nariz hace cuatro años.
La sobriedad también daba asco, pero no tanto como las citas a ciegas que le programaba Pepper. Pero aquella no la programó su sagaz empleada. Aquella era una cita a ciegas mucho más peligrosa porque era "de verdad" dado que fue su amigo y jefe de seguridad, Happy, el que la concertó.
Lo cual era casi cien veces peor. O puede que un millón de veces peor.
En el fondo sabía que Pepper disfrutaba muchísimo arrastrándolo a restaurantes caros, forzándolo a fingir que no nota los paparazzi. Pero al menos su cita siempre sabía qué esperar de él: otras tres citas igual de vacías y aburridas y luego un hasta nunca. Terminada esa tortura, Tony pasaría "solo" al menos dos meses y luego a repetir.
Con suerte ese sería el último año de aquel martirio. El operativo: "Dejar de parecer una mierda" estaba tocando su fin.
Una nueva oleada de náuseas le sobreviene con ese pensamiento. Dios, no veía la hora de hacer algo con su jodida vida. Algo que no estuviera dictado por su padre, las drogas, el alcohol o Pepper. Por primera vez en cuarenta años sería el señor de su vida y no sabía si sentirse en éxtasis o deprimido por todos los años que le tomó llegar a ese punto.
Intenta sacudirse el estrés y mira la copa de agua frente él. Reprime el impulso de tomar un vino o algo más fuerte y juguetea con la carta evaluando qué podría querer su «cita». ¿Carne? ¿Pollo? ¿Ensalada? Esperaba no ensalada. Le gustaban las mujeres, así últimamente sintiera la dolorosa necesidad de tener debajo de él un cuerpo más tosco y masculino, pero no las que solo comen ensalada.
Un hombre podría querer compartir un trozo de carne alguna vez. Por desgracia, Pepper parecía incapaz de conseguirle de esas.
Quizá Happy, sí tenía de esas en stock.
Pepper había evaluado el comentario de Happy cuando este llegó anunciado que tenía la cita perfecta para él. Ella sopesó seriamente si Tony era o no de confianza, si era viable dejarlo solo con una cita no concertada con frialdad o no. Vaya, uno creería que el que supo ser uno de los hombres más sexis del mundo con apenas veinticinco años y todo un playboy a los treinta, iba a poder, a sus cuarenta, tener una maldita cita sin mayores inconvenientes.
Pero ella cobraba caro por sus servicios y le importaba poco el ego de sus clientes. Lo miró una y otra vez, alternando la vista sobre él y su amigo, como si Tony hubiera siquiera pedido aquella mierda de cita, como si Tony no hubiera dicho categóricamente que no le interesaba una cita y menos en esos que eran sus meses de descanso de ver gente insulsa y pagada para pasar tiempo con él.
Claro que si a Tony alguien de su personal le hiciera caso, no sería un magnate tan paupérrimo. Su propio jefe de seguridad le programaba citas a ciegas, como si no supiera que el único motivo por el cual no tenía citas de verdad fuera porque Pepper le prohibió tales lujos. Después del incidente de hace cosa de dos años, cuando la última cita que él mismo se consiguió, vino con una cámara implantada entre sus pertenencias. Ella inmortalizó para la prensa Tony dejándose hacer una paja bajo la mesa del restaurante en el que estaban.
Un momento brillante de su vida, si se le permite decir. Al menos las citas que le pedían hasta esa fecha se triplicaron, pero Pepper le prohibió, bajo amenaza de renuncia, volver a salir con alguien que ella no aprobará.
Maldita mierda. Y ahora allí, sentado y sudando con desprecio ante la perspectiva de un escándalo en puerta, Tony mira con impaciencia la puerta. Si podía despedir a la chica y volver a su vida diaria sin mayores problemas, diría que la noche fue un éxito.
Pero cuan caprichoso es el destino.
Tony, que no era famoso por ser paciente, miró una vez más su reloj. El límite de su tolerancia había pasado hacía diez minutos.
—¡Dios! Lo siento mucho —dijo una voz entrecortada frente de él.
Juntando aire, alza la vista. Intenta posar en sus labios una sonrisa que no demuestre su fastidio y mira al chico. El pobre bastardo lo mira con las mejillas coloradas, y el cabello revuelto.
Recorre la mesa, la silla y el suelo junto a ellos, pero Tony no nota nada que pudiera explicar esa disculpa.
—¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta inclinando el cuerpo lejos de la mesa.
—¿Eh?
Quisiera él no ponerse ansioso, pero no era del tipo sociable. Con un carraspeo, eludiendo el pensamiento de que el chico con el rostro torcido hacia un lado y ojos parpadeando le recuerdan un pobre cachorro abandonado bajo la lluvia, y se encoge de hombros.
—No sé bien qué es lo que sientes. ¿Eres del parking y rayaste mi auto? ¿Pusiste algo que no pedí en mi cuenta...?
Esa vez el chico frente a él abre la boca y Tony siente un cosquilleo molesto empezar a acceder por la piel de sus brazos, cuando suelta una risita nerviosa mirando sus ropas.
No, no lo digas. No lo digas. No lo di-
—De hecho, soy tu cita.
Podría él ser el tipo de tonto que se pone a discutir. Podría, pero un fuego virulento se enciende en su estómago. Claro que lo era. Claro que esos dos bastardos... El recuerdo de verlos muy entretenidos a ambos cuando Tony salía ese día por la puerta lo golpea y si no tuviera en claro que aquello era una prueba, hubiera lanzado un gruñido soez.
Happy sabía que era jodido bisexual, pues no pasó años escoltando fuera de su vista a sus acompañantes para no haber notado que muchos eran de su mismo sexo. Pero dado el operativo: Tony es un hombre de bien, recuperado y hetero, jamás imaginó esa jugarreta.
—Ya. Me lo imagino —suspira controlando con mano firme su genio— ¿Al menos te dijeron de cuál fue la idea?
—¿Ide-...? —aprieta los dientes y se calla. Su rostro da un recorrido rápido por varias emociones y Tony no puede evitar quedarse ligeramente sorprendido al reconocer la misma frustración que él sentía en la tensión de su quijada—. Happy no te dijo que era yo, ¿verdad?
Hubiera sido educado que le dejara responder, hubiera. En su lugar suelta un gruñido exasperado apretando con más fuerza los dientes. La molestia en su interior tiembla al verlo. Es evidente que no forma parte de lo que sea que fuera aquello, pero aún duda lo suficiente para no bajar la guardia. Pepper había dejado muchas veces trampas en sus citas.
—Lo siento —dice recompuesto, erguido y sonriente, al cabo de dos segundos—. Debí imaginarme que era una broma.
—¿Estás actuando? —masculla intentando no ceder tan rápido pese a la derrota que escucha en su voz.
—Quisiera poder decir que sí —soltando un suspiro pesado, rasca ligeramente la parte posterior de su cuello—. Bien, bueno... igual fue un placer conocerlo señor Stark. O eh... ¿Verlo? Ya me entiende.
Sin darle chance a decir nada más, el chico se gira y solo Dios sabe qué demonios lo posee al ver su espalda alejarse. Se endereza siguiéndolo y le coge el brazo antes de que pueda dar más que unos pasos.
Cuando lo ve girarse y clavarle los ojos, Tony le sonríe ligeramente tenso. Las miradas de los comensales que los rodean se empezaban a fijar en ellos. Quiere maldecir a Happy y a Pepper, pero se limita a respirar y señalar la mesa. ¿Qué culpa tenía el crío que lo usaran para tocarle los huevos? Ninguna y... maldita sea, debí imaginarme que era una broma. ¿Era él un buen partido? No lo creía y algo en la forma contundente con la que se reprendió le dejó mal gusto en la boca.
Sacando la evidente falta de estilo, con esas ropas genéricas, era... ¿Atractivo? Feo no era. Y era un hombre. Quizá aquella fuera la prueba, ver si Tony iba a ser capaz de resistir a la tentación. Los ojos se le mueven con voluntad propia y estudian al chico con más detenimiento. Buen cuerpo, lindos ojos... Sin dudar un segundo podría despedirlo. Está lejos de su rango. Mucho más joven de lo que suele gustarle, sin dudas no el típico chico de pasarela. Por un segundo su mente duda, pues es muy fácil para ser cierto. Tony, según lo que todos saben de su "tipo", despacharía a ese chico sin más. ¿Por qué...?
—¿Señor? —susurra ladeando un poco la cabeza y los labios se le están moviendo antes de qué pueda terminar de analizarlo.
—Ya pedí la cena y no me gusta desperdiciar la comida.
Percibe el malestar que siente, lo incómodo que se ve y por un microsegundo Tony se pone en su lugar.
—Yo... no necesita hacer esto —murmura tan bajo que le cuesta entenderle bien—. Pero imagino que será peor si me voy tan pronto, ¿no?
Su mirada se dirige elocuentemente a la barra y el mostrador del lugar. Todos los mozos los miran. Tienen diferentes grados de interés, pero todos los miran. Uno de ellos, su camarero, el que más. Un brillo titilaba en la profundidad de sus ojos antes de que los corra cuando Tony fija en él la vista. Conocía bien esa maldita mirada. En su mente el camarero ya estaba haciendo planes para gastar la palta que iba a obtener por vender la noticia.
Pero ya sabía como evitar que un problema se volviera un desastre y desactivar la noticia no costaría mucho. Aún estaba a tiempo de pedir la cuenta y lamentarse de manera casual con el mozo que su cita había terminado antes de empezar. Su cita (a la cual debería inventarle un nombre) había sufrido un contratiempo. Un par de sonrisas, unos chistes y el camarero olvidaría que Tony había permitido que ese chico se fuera antes de incluso sentarse. Envió a su asistente, ¿puedes creerlo?, se veía diciéndole mientras le soltaba una propina demencial.
—Sería un gran contratiempo para mi imagen si mi cita sale espantada nada más verme —su mirada viaja suavemente por las personas en la sala y termina en el chocolate intenso de... su cita.
El chico rueda los ojos, pero antes de que Tony pueda creer que es el responsable del gesto, lo ve asentir y agachar el rostro.
—Siento mucho que le hicieran esta broma, señor.
Los vellos en sus brazos y cuello se erizan al sentir su cálido aliento en la curva de su cuello. Tony inspira con fuerza y siente como a lo largo de su cuerpo un delicioso hormigueo lo recorre. Empezaba a pensar que aquella broma era lo mejor que le pasó en mucho tiempo.
—Dios, no me digas señor —se queja mientras le coloca la mano en la espalda y vuelve a guiarlo a la silla—. Tengo un nombre —murmura buscándole los labios con los ojos—. Pero en fin, ya que nos metieron en esto, no les demos completamente una victoria —acomoda la silla cuando se sienta y gira al rededor para acomodarse en la suya—. Y... podrías decirme tu nombre. Claramente no me lo dijeron.
Peter.
Peter Benjamín Parker.
Estudiante de postgrado en física nuclear. Veinticinco años. Conoció a Happy de casualidad, un día que su jefe de seguridad fue al campus a buscar a Bruce. Es ayudante de cátedra de Bruce, por eso lo conoció. Tony tomó eso como una muestra más que clara de lo inteligente que era. Bruce podía ser un hombre demasiado bueno para ese mundo, pero no era propenso a permitir que su bondad le nublara el juicio.
Parker tenía que tener una inteligencia más alta que la del promedio y una nueva ola de interés lo sacudió a tal punto que ni siquiera notó cuando el camarero llegó y cambio los platos de la entrada por el plato fuerte. Solo fue vagamente consciente de esto porque Peter silbo impresionado. Tony sonrió encantado de haber pedido la carne con patatas, pero cuando se llevaron su plato al cabo de otra cantidad incierta de tiempo, apenas lo había tocado.
El chico le confesó lo sorprendido que estaba cuando Happy, después de un par de encuentros, le dijo que le tenía programada una cita con alguien. Terminó confesando la verdad sobre quién era porque se negó rotundamente a asistir sin saberlo.
—¿Te imaginas que era una chica? —murmuró viéndolo aterrado y Tony negó alzando la mano para pedir el postre.
Era encantador. A pesar de que hablaba sin parar o respirar de forma adecuada, era encantador. Y tenían mucho en común. Sobre todo ambos compartían que Happy y Bruce eran dos hijos de puta. Le gustó escuchar al chico jurar que mataría al par cuando los viera al día siguiente. Tony se ofreció a acabar con Happy esa misma noche, dado que se imaginaba que estaría esperándolo a su vuelta.
Un deseo irrefrenable de decir que sí lo asaltó cuando Parker le preguntó si podía acompañarlo a casa, para que pudiera ayudar con la matanza, pero guardó la compostura. No por mucho, no luego de ver como se extendió sobre la mesa y juntó las cejas suplicantes. Sus labios abultados en un ligero mohín hizo que cada fibra de su cuerpo se tensara para atacar.
Peter no tomaba vino, era adicto a la gaseosa. Tony no era fan, pero Parker se la vendió como si hablara de tomar ambrosía. Compartieron el postre cunado llegó. Casi sufre un colapso cuando lo vio chupar y relamer la cuchara llena de dulce y cremosa mousse.
La noche pasó mucho antes de que lo notara. Peter le hacía buenas preguntas y tenía astucia para apartar sus pullas.
Fascinante.
Estaban tan compenetrados hablando que cuando alguien le toca el hombro, se sobresalta.
—Señor, lo lamentó, pero estamos listos para cerrar.
Peter le gana de mano saltando en su asiento, girando el rostro para todos lados. Las sillas estaban todas recogidas sobre las mesas y en la barra esperaba una hilera de camareros con diversas expresiones de hartazgo en el rostro. Muchos de ellos tenían un trago en la mano y pese a que le importa poco coge la cuenta y se asegura de dejar una propina estrafalaria para todos ellos.
Quiere gruñir cuando Parker se levanta solo de su silla, robándole la oportunidad. Se reprende por su estupidez, pero apresura su paso hasta alcanzarlo y rodearle la cintura con la mano. El chico clava la mirada en su mano y la vuelve a alzar con una sonrisa coqueta,
Abre la puerta del restaurante y se queda quieto y frío cuando el chico señala una bicicleta destartalada como su vehículo.
—¿Es broma?
Parker le sonríe y niega. Se acerca a la bicicleta, que se sostiene erguida quién sabe cómo, y coge el candado con las manos. Gira un par de veces los números de la traba y lo alza con orgullo cuando al fin se abre.
—Reitero, ¿es una broma? —pregunta evaluando las opciones. No dejará que se vaya de ahí con eso.
La risa suave y chispeante que le soltó se perdió en la noche que los envolvía.
—Me... me encantó conocerte, Tony. Gracias.
Vuelve a verlo, para definitivamente decirle que no lo dejará irse en eso cuando un montón de cosas pasaron en simultáneo. Peter se estiró para besarlo, la luz de la calle brilló sobre sus ojos cafés, alguien tocó el claxon y Tony estiró la mano para cogerle el rostro y desviar la trayectoria del beso.
El chico soltó un gemido sorprendido que acarició sus labios. Incursionó con la punta de la lengua por su boca y sonrió perversamente cuando empezó a responderle.
Sus bocas se conectaron con tal rapidez y a con tal perfección que ninguno de los dos reparó en lo cerca que estaban y lo descarnada que era la imagen que daban hasta que alguien murmuró algo parecido a "consíganse un cuarto", al pasar.
Por un instante pensó en los paparazzi, pensó en lo que haría con él Pepper si veía al día siguiente una foto de él casi follando en plena calle con una cita, hombre, a la que le sacaba quince años. Y no le importó. Maldición, no le importó en lo absoluto.
Peter es el primero en cortar el beso, dejando caer la cabeza contra la suya jadeando pesadamente por aire. Tony solo podía mirarlo deseando probar cada porción de él. Descubrir con sus propios ojos si toda la piel de su cuerpo se había vuelto igual de sonrojada que las de sus mejillas.
—Te-Tengo que ir a casa —con los brazos soldados a sus hombros, le deja en claro cuán poco quiere eso—. Pero... ¿Querrías... venos mañana? O el fin de semana. O cuando quieras, yo solo quiero decir que si quieres volver llamam-
—Mañana me va bien, Peter. —se ríe acariciándole la boca hinchada por sus besos—. ¿Quieres usar esta reliquia del cambio de siglo o puedo pasar por ti?
—No es tan vieja —dice con suavidad, mordiendo su labio inferior.
Tony acaricia con la punta de la lengua sus dientes y se acerca para volver a besarlo. Esta vez el contacto es mucho más lento, más cálido y suave. Con los dientes ejerce la presión justa para arrancarle un gemido y una maldición. Sus caderas vuelven a buscarse, pero Tony las sujeta y las mantiene a distancia.
—¿Seguro que quieres ir a tu casa?
—Se vería mucho peor si me llevas.
No entiende sus palabras, pero no necesita explicarse. Un grito no muy lejano lo hace sobresaltarse y aprieta sin ser consciente a Peter contra él.
—¡Señor Stark! ¡Señor Stark una foto! —pide el hombre con la cámara alzada en su dirección, mientras dispara una y otra vez con ella.
Una legua de odio lo azota, pero antes de poder responder, siente como el cuerpo rígido del chico se acurruca más cerca de él, acariciando con la cabeza su cuello. Baja los ojos y ve el brillo de las luces reflejarse en los bordes cafés.
—Creo que lo mejor es que me vaya ahora —le dice alejándose un pasó de él—. Sí podrías ir eh... a ¿distraerlo?, podría irme sin que me sigan...
—Deja que te lleve.
—Soy muy rápido desapareciendo —le confía con una sonrisa ladeada y Tony sabe que se está perdiendo parte del chiste en esa afirmación.
No dice nada más y Tony no lo empuja. Desea tanto descubrir cada capa de su personalidad, que soporta con una ambivalente punzada de placer y malestar su secreto.
Peter se estira y lo besa una última vez, Tony intenta sin muchas convicciones tapar su rostro y cuidarlo de la cámara que sigue disparando estúpidos y molestos flashes.
Le tomo poco deshacerse de ese idiota. Le dio una desagradable cantidad de dinero por el favor de que al menos intente blurear un poco el rostro de Peter. Más sombra y esas cosas. No pretendía negarle a la prensa la primicia; pero esperaba que al menos ese cabrón pudiera ayudarle a darle una mínima oportunidad de tener a Peter para él solo un poco más.
Ni siquiera pensó en otra cosa de camino a casa. Solo pensaba en el chico, en su sonrisa, en lo inteligente que era, en lo despierto que era. Le gustó especialmente que lo desafiara y que le planteara dudas agudas y lo encerrara entre sus opiniones contradictorias.
Y oh joder, qué sexy era. Mierda. Un plus. Los rulos desordenados y castaños, su quijada fuerte y cuadrada, sus cejas gruesas y pobladas: todo rozando la perfección. Y el beso y la pasión que demostró fueron simplemente la punta del postre. No veía la hora de llevarlo a casa de meterlo en su cama y hacerlo gemir de...
—¿Te encantó verdad?
Parpadeando sorprendido, Tony baja las manos del volante y mira a su alrededor. Estaba en el garaje de casa, sin saber bien cómo o cuándo había estacionado. Happy lo esperaba sentado sobre el capó de su propio auto, con una sonrisa traviesa en los labios.
—Fue idea de Bruce —dice con una sonrisa maliciosa—. Dijo que desde el mismo momento en que Peter entró en su clase supo que sería ideal para ti. Él pensó que deberías contratarlo como tú asiste o tomarlo como tu pupilo, pero me bastó verlo para saber que iría mejor en otro cuarto de la casa.
Caminando hasta donde estaba, Tony lo mira con una media sonrisa.
—Esta me las vas a pagar —susurra pasando frente a él, sin detenerse siquiera.
—¿Solo vas a amenazarme? Esperaba un par de golpes o algunos insultos...
—Casi me lo follo en la puerta del restaurante —dice con soltura, volteándose para verlo con los brazos cruzados—. Iba adentro para llamar a Pepper y decirle que nos pilló un paparazzi. Ya sabes como son, creo que ahora mismo estarán hablando con nuestros camareros... En fin, debo llamar a Pots. Sabes como se pone. ¿Ella sabía que era un hombre?
Happy, lívido, menea la cabeza.
—Sí, lo imaginé. Digo, si no hubiera sido tan perfecto, si no hubiera... funcionado tan bien... Al principio pensé que ella sabía, pero en el auto me di cuenta de que ella jamás aprobaría esto. No con un chico que es quince años menor, no con uno que sin dudas no querré dejar de ver... Menos cuando me dijo tan explícitamente que necesitaba demostrar cinco años de buena conducta para que todo el mundo se tragara el cuento del cambio... menos cuando me dijo tantas veces que no íbamos a volver a tocar el tema de mi sexualidad en lo que los problemas con los socios y compradores más conservadores fueran tan molestos...
Esta vez, de su jefe de seguridad, salió un quejido angustiado.
—En fin. Iré a decirle que mañana pretendo volver a salir con él y que... creo que vamos a tener que encontrar una nueva táctica para la prensa porque... tenías razón. Es perfecto para mí.
Happy soltó unos cuantos ruidos más luego de que él se fuera. Sonó en su mayoría como un animal herido, pero Tony no le prestó atención. Siguió su camino, yendo a por su jefa de relaciones púbicas, listo para hacerle saber que planeaba seguir viendo al señor Parker, así ella disidiera dimitir.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top