Capítulo 4

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Hoseok cerró sus ojos temblando mientras lo llevaban a un lugar completamente desconocido para él. No sabía hacia dónde se dirigía, ni qué harían con él. Solamente sabía que no sería bueno y que no habría nadie que lo pudiera defender o cuidar. Sintió su cuerpo tener un pequeño espasmo por el ataque de pánico que estaba creciendo en su interior al recordar que había sido su propia madre quien lo había puesto en aquella situación.

¿Qué había hecho para hacer enojar tanto a su madre? ¿Realmente era tan mala la magia?

Sintió una lágrima deslizarse por su mejilla, pero la limpió rápidamente.

─ Muevete. ─ Le dijo un hombre tomándolo del brazo mientras bajaban en el aeropuerto. Lo llevaban casi a rastras tras aquel hombre que lo había capturado.

Pensaba en si debería huir, el aeropuerto era un lugar grande y lleno de personas; pero hacía dónde correría, ¿Lo volvería a encontrar ese hombre tan fácilmente?

─ Si intentas huir será peor. ─ Le susurró el hombre que lo llevaba del brazo como si pudiera leer su mente.

A esas alturas Hoseok no estaba seguro, tal vez realmente había alguien entre ellos que pudiera leer su mente. En ese momento se preguntó si esos hombre que lo llevaban a la fuerza también podían hacer magia y que clase de magia.

Mordió su labio para acallar las ganas de gritar por el terror que sentía, no estaba seguro de que alguien pudiera realmente ayudarlo, pero, ¿Debería luchar?

El hombre que lo llevaba del brazo rió suavemente y entonces Hoseok pensó que tal vez ese hombre realmente estaba leyendo su mente.

─ Llegamos. ─ Le dijo arrastrándolo al interior de una habitación que se miraba completamente fuera del alcance de una persona común.

Llena de lujos, aquella habitación era exclusiva, tenía un aire de bar para millonarios. Asientos de cuero y respaldar alto y una hermosa mujer que mantenía una sonrisa fingida mientras les preguntaba si necesitaban algo.

Hoseok fue sentado bruscamente en una de esas sillas. Se mantuvo allí con sus manos sobre sus rodillas mientras intentaba no perder por completo la cabeza. Era demasiado para un niño de diez años como él.

─ ¿Quiere algo de comer? ─ Le preguntó la mujer.

Hoseok la miró directo a los ojos pensando en si aquella mujer podría ayudarlo. Volteó a ver a aquel hombre que lo miraba directo a los ojos y luego le negó con la cabeza.

─ No, gracias. ─ Respondió bajando la cabeza, la mujer entonces se apartó de él y Hoseok solamente alcanzó a morder su labio inferior.

Se sentía mal, se sentía mareado y tenía ganas de vomitar. Los nervios ya estaban alcanzando ese punto en el que se sentía incluso confundido y no sabía exactamente que hacer o si debería hacer algo en general.

─ Vamos. ─ Lo tomaron de nuevo del brazo para atravesar una puerta que los llevó directo a unas gradas y al bajarlas llegaron directo a la pista.

Hoseok vió a lo lejos un gran avión. No estaba seguro de poder leer bien pero en la ala trasera decía "Cirque du Soleil", ¿Qué idioma? Se preguntó a sí mismo.

Llegaron a las gradas del avión y lo empujaron hacia adelante.

─ ¡Sube! ─ Le gritó aquel hombre que leía su mente.

Hoseok comenzó a subir mientras sus piernas temblaban, a esas alturas creía que pronto ya no podría caminar.

Atravesó la cabina y al avanzar miró que el interior estaba lleno de enormes y cómodos asientos, algunas mesas y mucho espacio. Lo tomaron de los hombros sentándose y colocandole el cinturón de seguridad.

El hombre de ojos azules se sentó frente a él mirándolo con una sonrisa. Cómo si hubiera ganado algún premio, y vaya que ese hombre si lo creía. Se había ganado un premio mayor según la descripción de la magia de Hoseok que le había dado esa estúpida mujer.

Hace mucho no tenían "un espectáculo de luces" en Cirque du Soleil.

Hoseok temblaba bajo la penetrante mirada de aquel hombre, se sentía débil y vulnerable, no podía dejar de sentir un enorme peso encima mientras el hombre lo observaba como si fuera algo valioso pero a la vez perdía todo sentido de humanidad.

El avión despegó y al estár en el aire, el pequeño niño miró a través de la ventana.

─ ¿Te gusta la vista? ─ Le preguntó aquel hombre tranquilamente.

El niño asintió lentamente, desconfiado... incluso sentía temor de la suave voz con la que le hablaban.

─ Mirala bien y disfruta por ahora, será un largo viaje. ─ Le dijo mientras llamaba a una mujer quien rápidamente le entregó una copa con bebida.

Hoseok se limitó a volver a desviar su mirada hacia la ventana y mirar las nubes pasar bajo él. Sentía como esos momentos en los que la vida te lleva alto para luego dejarte caer y las palabras de aquel hombre en su mente se había traducido a: Jamás volverás a tu hogar.

El pequeño niño intentó contener las lágrimas de nuevo pero ya no soportó más. De todas formas ya no tenía a donde regresar.

Ya no tenía un verdadero hogar, todo había sido arrebatado de él en poco tiempo. Ni siquiera traía ropa, ni siquiera tenía algo que le recordara su casa. Lo único que tenía en mente era la pregunta, ¿Por qué?

¿Por qué me está pasando ésto a mí?

El tiempo pasó lentamente en aquel viaje y Hoseok no pudo evitar quedarse dormido, lo supo hasta que volvió a abrir sus ojos y afuera de la pequeña ventana del avión la noche era completamente oscura.

Estaba viajando de nuevo en un cielo sin estrellas.

Deseó poder hacer sus propias estrellas pero esta vez debía aceptarlo, no podía hacer nada al respecto, él no quería mostrarle su magia a nadie nunca más.

Escuchó la voz de alguien hablar a través de un comunicador pero no entendió ni una sóla palabra de lo que dijo. Solamente sabía con total seguridad que no era coreano y que tampoco era inglés.

Sintió que su estómago se revolvió un poco mientras el avión se movía de forma extraña y luego sintió el golpe del aterrizaje.

─ Bienvenido a Canadá. ─ Le dijo aquel hombre con una sonrisa emocionada y el pequeño niño intentó recordar qué país era Canadá y en donde quedaba.

Se lamentaba por no saber muchas cosas aún.

Esperó sentado en su lugar hasta que comenzaron a jalarlo hacia la salida, obligándolo a avanzar de nuevo. No le sorprendió en lo más mínimo que en aquel lugar sólo los esperara otra mujer con una sonrisa extraña también y en unos cuantos minutos se encontró de nuevo en un carro, con la gran diferencia de que hacía mucho frío.

Los hombres que iban con él se habían abrigado pero él iba simplemente temblando de frío y a nadie parecía importarle. Llegaron a su destino y ellos bajaron a Hoseok para ponerlo frente a aquella gran carpa de Circo, demostrando lo enorme que era aquel lugar, habían más carpas gruesas alrededor de la principal, pero la principal era impresionante.

Hoseok hubiera sentido emoción de estar en el Circo de no ser porque todo aquello le estaba causando demasiado terror, jamás creyó que tendría miedo del Circo.

Desvió la mirada pero aquel hombre de ojos azules tomó su mentón con fuerza, obligándolo a ver aquel lugar.

Le sonrió de forma escalofriante.

─ Bienvenue au Cirque du Soleil. ─ Le dijo y Hoseok solamente sentía que le hacía falta el aire. ─ Donde los sueños de todos se hacen realidad.

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