𝐢𝐯, 𝖖𝖚𝖆𝖙𝖙𝖚𝖔𝖗
𝐂𝐈𝐑𝐎
(𝐂 𝐈 𝐑 𝐎)
𝐂𝐈𝐑𝐎
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𝕲 𝐈 𝐍 É 𝐒
𝖎𝖛. ❛ 𝖉𝖚𝖒 𝖘𝖕𝖎𝖗𝖔 𝖘𝖕𝖊𝖗𝖔 ❜
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( 🦅 )
𝕮𝖎𝖚𝖉𝖆𝖉𝖊𝖘 𝕷𝖎𝖇𝖗𝖊𝖘
━━━━𝕻𝖊𝖓𝖙𝖔𝖘
SUS OJOS se movían erráticamente debajo de sus párpados. Respiraba entrecortadamente. El vaivén de su pecho era inconstante.
Sentía frío. Un frío doloroso. Le perforaba la piel, y le calaba hasta los huesos.
━━Ser Ginés.
No podía hacer nada, estaba paralizada. Tenía miedo.
Oía el llanto de un bebé, lejano, cual eco. El viento que soplaba en su rostro era mortal, y le cortaba como una daga.
━━¡Ser Ginés!
« Ciro » Susurró a la nada misma. Al frío mortal. A la oscuridad que trepó por sus piernas, brazos, pecho, hasta que llegó a su rostro. Desesperándola. Ahogándola en un hielo mortífero.
Y despertó, sintiendo unas manos suaves sacudir su hombro desnudo.
No se tomó el tiempo para reconocer a la persona, simplemente sujetó su cuello, tan bruscamente que la sobresaltó en una inhalación ahogada.
Desconcertada, presionaba su dentadura como si eso la ayudara a recordar dónde se encontraba. Sudaba frío. Notó que estaba semi sentada sobre una cama, de solo sedas finas pardas.
El corazón le palpitaba, errático. Su mente era un torbellino de pavor carmesí, como los moretones en su cuerpo. Tomaba bocanadas silenciosas del aire caluroso en la habitación; tratando de tranquilizarse.
Su mano, áspera y fuerte, se encontraba sosteniendo el cuello de la mujer sentada a su lado. Intentaba que le soltara, pero su fuerza era, por lejos, mucho mayor. La mujer era de cabellera castaña, joven, menuda; con sus ojos ámbar, inyectados en sangre, rogaba un respingo de aire.
Respiraba irregularmente. No recordaba lo que había pasado. Por un momento, solo pensó en dónde estaba Rompealmas.
El sonido de la puerta abriéndose lentamente la hizo voltearse en aquella dirección. Alerta. Lista para cualquier cosa que podría suceder. Pero entonces, al ver el rostro de Ser Jorah pasar el umbral, acompañado de una joven llorosa y casi idéntica a la que estaba ahorcando, aflojó el agarre de su mano; sintiendo cómo se esforzaba por respirar.
━━━Ginés. Todo está bien... Dejadla ir ━su voz grave no la consolaba, pero se estaba hartando de que compañía se retorciera bajo su mano. La soltó, bruscamente, dejando que cayera al suelo, y fuera a rastras a refugiarse detrás del hombre esbelto.
Hizo un esfuerzo por acomodarse entre las sábanas. Tenía adolorida la espalda, y su cabeza ardía constantemente.
Dejó que el hombre se acercara a ella, con expresión que denotaba preocupación. ━━━¿Recuerdas qué sucedió? ━le preguntó, quedándose rígido junto al extremo de la cama.
Hizo un esfuerzo por recordar, pero sabía que no podría.
Un puntazo de ardor la estremeció de dolor en la sien, obligando a que sosteniera su frente con una mano; con la molestia haciendo ebullición en su mente.
━━━¿Qué día estamos? ━fue lo único que pudo formular cuando se puso de pie, antes de que tambaleara por un mareo. Jorah quiso tomarla para que no cayera, pero rechazó su mano, equilibrándose por su cuenta.
Sus cabellos oscuros cayeron sobre sus hombros, obstruyendo la vista de su lado izquierdo. Odiaba sentirse así: confundida, sin recuerdos del día anterior. Un defecto que comenzó el día en que Aelin, su hermana, murió.
Su mente aislaba los hechos, dejando solo fragmentos que fueran apenas y relevantes, como lo que sucedió el día anterior: los que se oponían a que una mujer de Poniente como ella acompañara a Khal Drogo, la tomaron por sorpresa cuando cabalgaba con Ser Jorah a encontrarse con el mercader de especias; la hicieron caer del caballo, y en el acto, golpearse con una roca que la durmió instantáneamente, para suerte de ellos.
No era bien recibida en las Ciudades Libres, no lo fue desde que llegó, un año atrás. La consideraban una bruja, por haber -según ellos- asesinado al esposo de su hermana, por no dudar al momento de derramar sangre, por poseer el apellido Leonhard.
Una condena sin sentido.
━━━Es el día del banquete. Drogo conocerá a Daenerys de la Casa Targaryen ━le respondió, viendo cómo acomodaba su cabellera oscura a un lado. El efecto de su respuesta lo vió reflejado en su semblante. Aquellos ojos renegridos brillaron en algo similar a esperanza, melancolía. Jorah sabía qué significaba aquello.
La joven que había ahorcado se encontraba junto a la puerta, junto a la otra. Ginés las divisó, y ellas lo notaron. ━━━... Su baño está listo, en la otra habitación.
Asintió, y con sus pies descalzos, arrastrando la fina prenda que cubría su cuerpo, se encaminó a la puerta; no sin antes comprobar que tenía puesto su collar, casi instintivamente.
━━━Tal vez deba descansar un poco más. Fue un fuerte golpe, Ginés ━le advirtió Jorah cuando pasó a su lado, siguiendo a las mujeres que la guiaron hasta la bañera.
No tambaleó en sus pasos, e hizo caso omiso a las palabras de su amigo. Realmente no quería oírlo quejarse sobre la decisión que tomaría cuando Daenerys se convirtiera en la esposa de Drogo. Ya la había tomado tiempo atrás, y nada la haría cambiar de parecer.
Jorah entendía su ferviente deseo por hacer todo lo posible por querer volver de su exilio. La habían exiliado, injustamente. Necesitaban a un culpable, y el peso recayó en ella por ser la caballero de Gabriel; que no estaba con él cuando lo asesinaron.
Pero aquello ya no importaba, sus acciones tomadas por pulso no titubeante definirían su futuro, y probablemente, la vida de su sobrino.
━━━No dejaré pasar esta oportunidad, y lo sabes ━dijo, impostadamente, deteniéndose frente a la gran bañera que despedía vapor, perfumada con aceites aromáticos. Relamió su labio, seco; clavando sus ojos en una de las sirvientas━ ¿Podrías traedme algo para beber?
━━━Pensadlo bien ━Jorah continuó, cuando la joven fue a por el pedido. Trataba de no darle importancia a la punzada en su sien, pero era inevitable. Simplemente quería quitarse el sudor del cuerpo. Quitarse el miedo que sintió en aquel sueño, y prepararse para el banquete; su compañía no aligeraba la situación━. Viserys tal vez no sea una buena elección.
Ginés bufó sin sonreír. Lo que menos le importara, era la opinión del Rey Mendigo sobre sí.
La mujer volvió y le entregó un recipiente de barro con vino especiado. Degustó hasta la última gota, sedienta. Lo devolvió y, aún con sus labios rojizos del líquido, replicó. ━━━¿Por qué no querría el Rey Mendigo que yo estuviera a su servicio? ━le dió la espalda, relamiendo sus labios, de nuevo.
Apartó a una de las jóvenes cuando quiso ayudarla a desenredar el nudo de la túnica de seda que cubría su cuerpo━. Y no tengo opción. Ningún magíster me ofreció su ayuda. Nadie quiere darme algún trabajo con el cual ganar unas monedas. Y no me hagáis hablar de que no me permiten siquiera en la tripulación de unos pobres pesqueros.
El recordar que ella podría haber sido llamada la "Caballero Mendigo" le revolvía el estómago. Había estado en posición vulnerable los primeros meses, pero fue astuto de su parte pedirle ayuda a Jorah, y así mantenerse a su lado como una amiga; después de todo, estaban en la misma posición, solo que él conocía las Ciudades Libres, sus diferentes idiomas, y era la única persona en la que pudo fiarse.
Había escalado un año para llegar a donde estaba: una invitada de honor de Drogo, al menos, por un tiempo. Su escapada estaba en los ojos violáceos de un Targaryen.
━━━Tal vez no es algo... prudente, cambiar de lealtad tan a la lligera ━lo oyó, al momento en que se quitó lo que cubría su cuerpo. Las sirvientas se mantuvieron a un lado, cabizbajas.
Leonhard se volteó, escrutándole con aquella mirada consistente, pero sin hostilidad.
Jorah permaneció cerca de la pared a unos pasos frente a la bañera, y de Ginés descubierta. Había desviado la mirada al suelo, aunque no fuera la primera vez de aquella situación.
Leonhard no se avergonzaba, ni tenía pudor. Era consciente de sí misma.
Había perdido el miedo y la vergüenza mucho tiempo atrás. En su interior, disfrutaba ver cómo su compañía no toleraba que se comportara de aquella manera. Que vieran cómo se enorgullecía de sus cicatrices, y de su cuerpo no común para una dama.
Tampoco tenía tiempo para sonrojarse frente a un hombre, o ser precavida, sabía que nunca la tocarían.
Jorah aún recordaba lo que le sucedió al hombre que quiso tocarla, cuando Leonhard decidió tomar un baño en un río; el agua, al igual que sus manos, se habían teñido de carmesí.
━━━Mi lealtad siempre está con la Casa Lannister. Con Ciro ━el torbellino siguió aremolinándose en su pecho al pronunciar aquel nombre. El peso que cargaba en sus hombros por las consecuencias de la muerte de Gabriel estaba siempre latente en él.
Jorah mantuvo su mirada en el suelo cuando acortó la distancia, a paso impostado. Su sangre era un torrente constante que la recorría con brusquedad, palpitando en sus venas con fervor, alimentando sus palabras rojizas━. Si debo serle leal al más cruel de los reyes para volver con Ciro, lo seré ━continuó, deteniéndose a unos tres pasos de él━... Miradme cuando le hablo.
Casi escupió, como si le fuera intolerable que no la miraran cuando hablaba, sin importar en qué situación estuviera. Jorah le clavó sus ojos cansados, al igual que su respuesta. Elevó su mentón. Sabía que Ginés notaba su incomodidad oculta detrás de su semblante sereno. Titubeó un momento, Ginés no apartó la vista. ━━━... Viserys usará a su conveniencia la lealtad que poseéis... Conoce su persona. ¿Realmente vale la pena ponerse a su servicio? ━divisó un vacilar en ojos oscuros. El silencio que hubo en el tiempo que se tomó para responderle, fue como un velo cayendo sobre ambos.
No pudo evitar mirar la cicatriz trazada en su piel, desde su hombro derecho, cruzando hasta el inicio de su pecho izquierdo. Una línea de piel gruesa, elevada de la superficie normal, casi del mismo color que su piel; un corte limpio, pero con bordes irregulares. Una parte de la misma era ocultada por el collar que colgaba de su cuello, lo único que portaba y nunca se quitaba: que Julius le había regalado, y Jorah creía firmemente, en que estaba hechizado.
Ginés suspiró, dándole una caricia a la gema esmeralda, pequeña y gastada, que sostenía el collar; el extremo de su labio se estiró, en una mueca, extraña.
Se volteó, encaminándose a la bañera. ━━━Sé muy bien qué conlleva estar a su servicio, Jorah ━el susodicho volvió a respirar cuando se alejó de su espacio. No dudó en mirar la espalda de aquella mujer, con la gran cicatriz de quemadura, céreo rosada; amplia, irregular, con relieves dispares. Como una mancha, que se desplegaba desde antes de la mitad de su espalda, hasta por debajo de su espalda baja; un recordatorio de cuán grande era su lealtad, y el precio que conllevaba tenerla.
No desvió su vista cuando entró en la bañera, lentamente. Cada vez que la veía, sus gritos de agonía en la Fortaleza Roja retumbaban en su mente, como un sueño lejano. Podía oler la piel chamusqueándose debajo de la armadura dorada, y locura derramándose de la risa desquiciada del último Rey Targaryen.
Las sirvientas se apresuraron a ponerse a su lado para comenzar a lavarle el cabello, y las piernas magulladas.
Se hundió hasta que el agua acarició su mentón, haciendo una mueca que destilaba satisfacción. Jorah sabía que Ginés era la clase de persona que podía pasar tiempo indefinido sumergida en agua abrasadora; relajaba sus músculos, y podía apaciguar su interior, en constante ebullición.
━━━¿Acaso queréis acompañarme? ¿Os parece agradable la vista? ━la oyó hablarle, con expresión divertida, pero no captable en su voz. Rechistó, negando sutilmente. Las jóvenes atendiéndola, se dieron miradas cómplices.
Carraspeó, incómodo. Dispuesto a dejar el lugar, y verla más tarde en el banquete. Pero se detuvo al abrir la puerta, mirándola por el rabillo del ojo. ━━━Deberíais pensarlo mejor.
Sabía lo que sucedería en la noche, con la caballero compartiendo el lugar con todas aquellas personas que la colerizaban.
Oyó un chapoteo, y un bufido irónico. ━━━Un año es tiempo suficiente para pensarlo.
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Se había tomado todo el tiempo que quiso para prepararse, después de todo, no era una invitada tan relevante. Aquellas fiestas nunca fueron de su gusto, tuvo la suerte de que a Gabriel tampoco le gustaran, por lo que -casi- nunca estaba en aquella situación, pero cuando sí, se deleitaba con la compañía de otras damas, mientras vigilaba constantemente a Gabriel; charlaba animadamente con otros caballeros, si eran de su agrado, incluso contaba detalles de sus anécdotas a los juglares que querían llenar vacíos en sus canciones. Pero ahora, no podía hacer aquello.
No podía bajar la guardia, incluso si Jorah se encontraba a su lado. Veía enemigos en los rostros juzgadores de aquellas personas. Se sentía acechada constantemente, pasando entre ellos con su vestido bermejo de algodón, que se cruzaba sobre su pecho y los sostenía, aunque no estaba dotada de un gran porte, podía verse su cicatriz al igual que en su espalda; al descubierto. El vestido era de lo pocas cosas valiosas que tenía; había sido un regalo de Jaime Lannister, años atrás.
Una agridulce memoria.
Complementaba su apariencia con su caballera suelta, perfumada y sedosa; y la tiara característica de las mujeres Leonhard: dorada, con relieves desgastados, e incrustaciones de pequeños rubíes apagados.
Mantenía sus manos cerradas, apretadas, a medida que se acercaba. Podía divisar a la distancia cómo abundaban rostros desconocidos y escaseaban miradas agradables.
En el interior de la casa, el olor a especias, a limón dulce y a canela, creaba una atmósfera casi palpable. Llegó hasta el salón recibidor en el que había una vidriera de cristal coloreado que representaba la Condenación de Valyria. A lo largo de las paredes se quemaba aceite en lámparas de hierro negro.
Un eunuco situado bajo un arco de piedra anunció su llegada. Al parecer, había sido la última en asistir. ━━━Ginés de la Casa Leonhard. Servidora y Caballero de la Casa Lannister ━vociferó, no tan convencido de lo último.
Pasó junto al eunuco para acceder a un patio de muros cubiertos de hiedra clara. La luz de la luna teñía las hojas con tonalidades hueso y plata mientras los invitados paseaban ante ella.
Muchos eran señores dothrakis, hombres corpulentos de piel rojiza, con largos bigotes y cabelleras negras trenzadas. Reconoció a unos matones y mercenarios de Pentos, Myr y Tyrosh; un sacerdote rojo; hombres velludos del Puerto de Ibben; y señores de las Islas del Verano.
Pronto se dió cuenta que, si no fuera porque sabía que Daenerys estaría allí, sería la única mujer en aquel banquete.
Se sentía incómoda sin Rompealmas enfundada en su cinto; expuesta. La llevaba siempre consigo. Era un recordatorio constante de quién era: alguien con pecados que expiar.
Divisó a Drogo charlando en dothraki con hombres menudos y de piel aceitunada, recordándole cuánto le costaba aprender el idioma. Se quedó cerca de un muro luego de tomar un recipiente con hidromiel, buscando con su mirada a Jorah, pero estaba ocupada, tratando de ignorar la tensión apretujando sus entrañas.
Esperó un sabor dulce cuando bebió, pero en cambio, frunció el rostro en desagrado al ver que era de un amargo tosco. Admiró el líquido un momento. Una molestia se deslizó por su cabeza, y por la tensión que sentía en su estómago. La irritación acarició sus extremidades.
Exhaló, molesta, al ver cómo algo tan simple, podía recordarle lo más insignificante que extrañaba de Poniente. Incentivando el fuego que tenía en su interior que, hasta la más mínima de las chispas, causaría una reacción errática en cadena. Su propio humo la cegaba. La fogosidad latente en ella, podía recorrerla en segundos; y ardería en ira.
Un perfume le llegó, repentino, pegajoso y denso.
Illyrio Mopatis, magíster de la Ciudad Libre de Pentos, se colocó frente a ella. Con sus vestiduras de seda de colores llamativas, y su barba, aceitada, brillando en un tono dorado. ━━━Ser Ginés... Es una sorpresa encontrarla por aquí ━hizo una inclinación galante con la cabeza, y los dientes amarillentos se le asomaron durante un momento entre el oro de la barba.
Ginés le sonrió de lado, más por cortesía; lo consideraba un imbécil si creía que olvidaría cómo la insultó cuando fue a ofrecerle sus servicios a cambio de un pago digno. No quería recordar las consecuencias de ello.
Se mantuvo erguida, con el mentón al mismo nivel que el suelo. Sobrepasaba en altura al magíster, por una cabeza y media. ━━━¿En serio? ━elevó sus cejas, con gesto irónico. Sabía que mentía, por lo que le incrustó sus ojos duros, sabiendo el efecto que tendrían.
Lo incomodó, al punto en que se removió en el lugar, carraspeando. ━━━... Bueno. No es un secreto la razón de su presencia. ¿Sabe? Realmente me creí aquello de que su lealtad no era cuestionable ━le dió un sorbo a su bebida. Mantuvo sus manos aferradas a su propio recipiente, fuertemente, cuando no le permitió responder━. Oí que, una mujer como usted, haría cualquier cosa por volver a donde pertenece.
━━━No me avergüenzo de lo que hago para sobrevivir. ━intentó sonar cortés, tensa, sabiendo las intenciones que tenía aquel hombre al acercarse de aquella manera. Lo estaba por experimentar por segunda vez; la primera fue en su mansión, cuando quiso llegar a un acuerdo para que la ayudara. La excepción que puso el magíster y quiso llevar a cabo en el momento, acabó con Ginés echándole el escritorio encima, hecha una furia.
Las consecuencias de ello hicieron que todo magíster y mercader que fuera su amigo, le cerrara sus puertas.
Le chasqueó la lengua. ━━━¿Que la exiliaran fue su manera de sobrevivir? Oí que fue gracias al lloriqueo de su sobrino que no le cortaron la cabeza ━sus palabras eran sutiles, calmadas; la estaba provocando.
Por un momento, pudo oír el llanto y las clemencias de Ciro; y la presión de los grilletes, haciendo sangrar sus muñecas.
« Cerdo infeliz » pensó para sus adentros, con el deseo murmurante de silencionarlo, aplastándole el cráneo contra el muro detrás suyo.
━━━¿Sabe qué más oí sobre usted? ━dijo, con una sonrisita.
La ira floreció en su pecho como lava. El magíster no notó cómo, en la oscuridad de sus ojos, chispeaba un vórtice de cólera━ Que, al tocar las cicatrices de un Leonhard, tendréis la más gloriosa de las suertes.
Illyrio contempló la cicatriz que cruzaba el pecho de Ginés, destilando algo que ella pudo percibir al instante. Cuando el hombre acercó sus dedos regordetes para tocar la herida cicatrizada, Ginés los tomó bruscamente, provocándole un dolor inmensurable, y una queja en voz alta; llamando la atención de ciertas miradas confusas.
Retorció hacia atrás los cuatro dedos en su puño cerrado, hasta que el sufrimiente subió, rojizo, por el rostro sudado del hombre.
Autenticó el agarre al mismo tiempo que presionaba su dentadura. Tan inmersa en querer quebrárselos que no notó como cierto caballero estaba cruzando el patio para detenerla.
━━━Oíd también cómo se quiebran los huesos ━masculló, disfrutando cómo se retorcía de dolor en quejidos reprimidos y ojos que estaban acumulando lágrimas de sufrimiento; clavándoselos, con la misma furia que ella sentía.
Los dedos crujieron, al mismo tiempo en que se quejó por última vez; el sonido la reconfortó en su interior.
Una mano, fuerte, tibia y precisa, la tomó de la muñeca; provocando que su recipiente cayera al suelo. Se volteó a Ser Jorah con su pecho respirando en un vaivén inquietante. No la presionó, pero mantuvo el agarre lo suficiente para que le prestara atención. ━━━Soltadlo, Ginés. ━le susurró, sosteniéndole la mirada.
No quería soltarlo. No toleraba la repugnancia. No iba a dejarlo pasar. Pero, se consolaba en que no volvería a tocar algo de esa manera.
Se zafó del agarre y soltó la mano del magíster, quien se alejó de ella al instante, con gemidos de dolor, sosteniéndose los dedos flacidos.
Unos murmullos se arremolinaron en el patio. Jorah la tomó del antebrazo, y luego de decir una palabras en dothraki a los invitados, tratando de aligerar ma situación, la arrastró hasta dentro del salón recibidor. Pudo oír una risa grave, ronca, que le siguieron otras más, divertidas.
Cuando la soltó, la indignación subió por su garganta, haciendo que se pusiera frente a frente. ━━━No volvais a hacer eso ━━se quejó, y antes de que pudiera continuar, se le precipitó en palabras━. No podéis. No es manera de defenderse de alguien como él ━cuestionó, irradiando molestia, al igual que su compañía.
━━━Enteraos de mi manera, Ser ━replicó━. Agradeced de que no tenía mi espada conmigo.
Espetó, y Jorah suspiró, haciendo un esfuerzo por no sucumbir a la misma reacción que ella; pese a que lograba sacarlo de sus casillas con actitudes erráticas y decisiones insensatas, ya estaba acostumbrado.
Colocó sus manos sobre la cintura, percibiendo lo tensa que estaba. La escudriñó. ━━━Su reputación depende de ello. ¿Creéis que Viserys aún aceptará su propuesta luego de lo que hizo?
━━━Pues tal vez no me interese estar a su servicio ¡Robaré un velero y me iré! ¡Sin rendirle cuentas a nadie! ━exclamó, hirviendo de enojo. Sus ojos relampageaban en carmín ennegrecido. Respiraba exasperada, aún manteniendo sus puños cerrados. En su interior ardía, deseando, que aquellas palabras fueran tan fáciles de cumplir.
Jorah no respondió. Veía frustración y miedo detrás de aquella actitud. Veía una parte de sí, de cuando lo habían exiliado.
La caballero se mantuvo rígida. Con el abrasador calor de su interior siendo apago muy lentamente, por el semblante apacible de su compañía; por el silencio de su respuesta. Tal vez, eso era lo único que podía calmarla. Apartarla un segundo de sus impulsos destructivos y darle un respiro de su incandescente actitud. O tal vez, era aquel Ser quien lo hacía.
━━Espero que estéis satisfecha ━la voz que menos quería oír ━━━la noche, rasgó el velo blanco de la situación.
Se volvió al hombre de cabellos platinados y ojos púrpura, como los de su hermana, detrás suyo. No se sorprendió de la presencia de Viserys, pero esperaba que se lo recriminaba más tarde. Se veía más joven de lo que pensó. El cabello platinado sujeto hacia atrás le daba un aspecto severo, que enfatizaba los rasgos duros del rostro.
Se volteó a él, al mismo tiempo en que Viserys dió un paso hacia atrás al ver su altura, temiendo inconsciente de aquella mirada mordaz. Jorah se puso a su lado, y casi sutilment, quiso sujetarle la muñeca; Ginés sabía que debía controlarse, las palabras que se dijeran dependían de su futuro.
Viserys carraspeó, disimulando la incomodidad. Daenerys parecía una simple sombra detrás suyo, con ojos curiosos.
Escrutó a Jorah de reojo, a sabiendas de qué quería que dijera. Qué le convenía decir. Pero no quería hacerlo. Simplemente había puesto en su lugar a un imbécil.
Las palabras tardaron, acumulando indignación. ━━━Disculpadme ━se esforzó en pronunciar, aún con el rastro de la ira presente en su voz. Vió una sonrisita en el Targaryen━. Espero que mi actitud no afecte en su decisión sobre mi propuesta.
Acortó, porque no iba a llamarlo "Mi Rey", sin importar cuánto anhelaba oírlo. Jorah suspiró, aliviado, al oírla.
━━━Ya veo el motivo de su segundo nombre. Torbellino Carmesí... ━dijo, casi alargando las palabras━ ¿También poseíais ésta actitud con ese Lannister al que sirvió? ¿Quebraba las manos de otros Lords estando en servicio? ━parecía el único al que le divertía lo que había sucedido, pero como una nube cubriendo el Sol, su semblante se torció y su voz cambió a una que le pareció infantil━. Cuando sea Rey, no toleraré su comportamiento, sin importar qué tanto renombre tenga del otro lado del Mar Angosto.
« Pero sabes cuánto significar tenerme de tu lado. Imbécil » discurrió para sus adentros. « Creéis que al portar aquel apellido, ya me tienes de rodillas. » Hombres como Viserys, y peores, se habían cruzado en su camino años atrás. Como si quisieran probar hasta cuánto toleraba no esgrimir la espada contra sus cabezas.
━━Eres imbécil si crées que no te obligaran a arrodillarte, Ginés ━le había dicho Jaime en sus primeros años de servicio. Recordaba su tono de divertido, y su cabellera dorada moviéndose a la par del viento. Ella estaba harta, cansada━. Pero debes hacerlo, al menos al principio. Luego, cuando crean que te tienen amaestrada, desenvainas la espada, o navaja, y les muestras por qué eres Caballero Escarlata.
━━━Por supuesto, Lord Viserys ━dijo, con una media sonrisa, controlando el tono de su voz. El susodicho pareció desconcertado un momento, pero se infló de orgullo, elevando su mentón, mientras ella se limitaba a hacerle una reverencia con su cabeza, sutil━. Espero que formalicemos mis servicios, a su disposición.
━━━Así lo haremos ━dijo, a sabiendas de que sería en la boda de su hermana.La idea de que fuera a él, ofreciéndole su espada frente a todos, parecía una fantasía a punto de cumplirsele.
No dijo más y se retiro. Casi aliviada, no notó que Daenerys seguía parada frente a ella, como si su hermano se la hubiera olvidado, o le fuera irrelevante lo que hiciera luego de haberse presentado a Drogo.
Jorah se disculpó y también se fue, dejándolas a solas, dándole una última mirada a Ginés, como si le complaciera el comportamiento que tuvo, luego de tanto caos.
Fijó sus ojos en los violetas de la joven Targaryen. Portaba prendas etéreas, y un vestido largo, de oscura seda color ciruela que resaltaba sus ojos. Estando frente a frente, le llego su perfume florespecia, y podía notar cuán pequeña era a comparación suya. Una simple niña, al menos a sus ojos.
Notó que parecía titubear con sus labios. ━━━Perdonad a mi hermano, Ser Ginés. A él... le fascina la idea de tenerla a su lado. Y que lo ayude en su camino a recuperar el trono ━le dijo, con su voz vacilante, pero estaba haciendo un esfuerzo por mantenerla serena; toqueteando sus dedos entre sí, con los hombros apenas y descansados.
La veía tan frágil y pequeña entre todo el contraste de hombres corpulentos y salvajes; Viserys la había entregado como una cosa al khal, sin importarle qué le sucedería, con tal de tener asegurado su ejército.
« Es tan pequeña a mi lado... Se siente sola. Tiene miedo » podía percibirlo a través de sus grandes ojos. Le recordó a Aelin, cuando era joven; cuando fue forzada a sacrificarse por la familia. Pero Ginés estuvo a su lado, como su guardiana, hasta que prosperaron, en un mundo donde las desgracias les respiraba en la nuca.
Se compadeció, aunque no quería hacerlo. Sentir lástima no la ayudaría en nada.
━━━No os disculpeis por él, lady Daenerys ━el nombre le salió con vida propia. Vió un brillo en sus ojos, que se abrieron a medida que siguió hablando━. Lamento la situación en la que está... Usted es alguien muy fuerte para hacer esto.
« Para soportar tanto. Si pudiera, yo misma le entregaría la cabeza de su hermano por lo que os obliga a hacer » quiso decirle, pero tragó la indignación, y mantuvo el semblante más agradable que podía darle.
━━━... No hay qué lamentar ━replicó, con una semisonrisa débil━. Os agradezco de igual manera. Vendréis a la boda, ¿verdad?
Cuestionó, como si quisiera que respondiera que sí. Que estaría allí. Lo pudo ver en el violáceo de sus ojos. En los ojos que se asimilaban a los de su hermana, antes de que falleciera, por el costo de querer tener un hijo.
« No pienso perdermela, mi lady » pensó. Y Daenerys, vió la respuesta en su sonrisa.
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CIRO (🦁)
2 0 2 1
N/A: yeeey, el primer cap de Ginés 💫
espero que les haya gustado la reina del triggered
*dum spiro spero: "while I breathe, I hope "
. . .
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