Capítulo XXXII


John sentía un sudor frío recorrer su frente, sus manos temblar y su corazón golpeando su pecho con demasiada velocidad y fuerza. Sabía que debía hacerlo a toda prisa ahora que Ayuki y su padre estaban distraídos.

-Lo siento, Ayuki- Rápidamente cogió una de las alas y empezó a cortarla con el filo escuchando los gritos y los lamentos de la chica, quien trataba de liberarse sin ningún resultado. John, mientras cortaba, repetía una y otra vez lo mucho que lo sentía hasta que termino de cortar la primera ala y ver como la sangre caía de su espalda. Ayuki cayó al suelo inmovilizada por aquel espantoso dolor.

-¡Ayuki!- Exclamó Akuma, su padre, quien fue corriendo hacia ella. Sin embargo, algo le paralizó en medio del camino.

John aprovechó aquel instante en el que Akuma había sido petrificado y cogió de la otra ala a Ayuki empezando a cortar otra vez, volvieron do a escuchar los llantos de la chica suplicándole que se detuviera.

Mientras John cortaba lo que le quedaba, Akuma empezó a escuchar voces en su cabeza, la voz de Susan. Cuánto hacia que no escuchaba aquella hermosa voz, se sentía en paz cuando la escuchaba. Pero, ella no estaba a su lado, y eso le enfurecía mucho. Ella le explico que no podía dejar que Ayuki se quedara con él, que John cuidaría de ella.

-¡Jamás permitiré que se enamore de un humano!- Gritó Akuma haciendo que en su frente se marcaran unas venas. Susan le recordó aquella hermosa historia de amor que tuvieron ellos dos, que Ayuki estaba enamorada de John y que no podría hacer nada para separarles, porque su destino era estar juntos. Akuma hizo todo el esfuerzo que pudo por liberarse de aquel noqueo que le había hecho la mujer que tanto amaba. Mas resultó imposible. Se rindió. -Susan, te echo tanto de menos...- Susurró el demonio. De pronto, pudo presenciar como ella se aparecía frente a él.

-Akuma, te he echado de menos...-Susurró la mujer con una gran sonrisa. Akuma sintió que podia mover su cuerpo y corrió a abrazarla, mas al instante la atravesó. -Lo siento, no puedo tocarte, y tú tampoco a mí...

-¡Susan! ¡No puedo vivir sin ti!- Chilló aquel pobre demonio. Por primera ver en mucho tiempo pudo volver a sentirse débil e indefenso.

-Akuma, tu inmortalidad te impide estar conmigo. No debes hacerle eso a Ayuki, tu hija. Ella quiere a ese chico y él la corresponde con mucho amor, son como tu y yo. Su destino ha sido desde siempre estar juntos, no puedes separarles. Aún si matas al muchacho, Ayuki seguirá sintiendo lo mismo.

-No quiero que Ayuki sufra como yo...

-Ayuki no sufrirá por él, está sufriendo por ti. Tú le has hecho esto, Akuma. A pesar de todo, John quiere liberarla. ¡No les separes, por favor!

Akuma se quedó en silencio, pero sintió que John ya había liberado a Ayuki de su control cortando las alas.

Ayuki se desplomó en el suelo, gimiendo por el ardor que sentía en la espalda. John, sintiéndose débil y a punto de morir, imitó a Ayuki fijando su vista en la nada. Las heridas de la espalda de Ayuki se desvanecieron al instante; no había cicatrices, estaba limpio. Sus ojos volvieron a ser normales y recuperó el control de sus acciones. Asustada, se volteó a ver a John y empezó a llorar viendo lo suele había hecho y toda la sangre que estaba perdiendo. El muchacho alargó uno de sus brazos para secar las lágrimas de una de sus mejillas.

-Me alegra ver esos hermosos ojos otra vez...- Susurró él con un hilo de voz.

-N-no me dejes sola, no quiero perderte... Dijiste que no me dejarías sola...- Susurró Ayuki sorbiendo su nariz mas de una vez acariciando la fría mano de John.

-No voy a dejarte sola... Siempre estaré contigo...- John cerró los ojos y su mano se deslizó por la mejilla de Ayuki hasta caer al suelo. Estaba muerto.

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