Capítulo XX


Nada más regresar a casa, el hermano pequeño de John le envolvió con sus diminutos brazos y entre sollozos. John miró al frente encontrándose con sus padres, los cuales se veían muy preocupados y su madre estaba llorando. Ella fue la siguiente en abrazarlo y darse cuenta de que estaba sangrando.

-¿Dónde estabas? ¡Pensábamos que te había ocurrido algo horrible!- Dijo la madre entre sollozos -¿¡Qué te ha pasado en el hombro!?- Exclamó asustada al ver la sangre seca que se veía en la camisa del muchacho.

-Madre, yo... Pu-puedo explicarlo...- tartamudeó John. Miró hacia atrás y se dio cuenta de que Ayuki no estaba y la puerta estaba abierta. Se asustó mucho y quiso correr a buscarla. Pero justo cuando iba a salir corriendo se giró para ver a su madre destrozada y con las mejillas mojadas. No pudo dejarla sola después de haberla preocupado tanto.

«Ayuki... Lo siento mucho...» Pensó el joven y fue con su familia a explicarles lo que había sucedido.

En el patio trasero de la casa, Ayuki estaba subida a el árbol más alto que había en este, sentada en la rama más ancha que había y agarrada al tronco del árbol procurando no caerse, observando a John y pensando en lo que el coordinador del circo le había dicho mientras la golpeaba: "¡Los humanos somos así, querida! ¡Él te está usando! ¿Quién podría querer a un monstruo como tú?".

«¿Y si tiene razón?» Pensó Ayuki agachando la cabeza y dejando que las lágrimas se resbalaran por sus mejillas hasta perderse en la oscuridad del vacío que había debajo de ella. «¿Y si en verdad me está usando?» Se volvió a preguntar. No era de extrañarse que ella dudara de esta manera. Había sido maltratada durante demasiado tiempo, la desconfianza se había vuelto parte de ella.

-Ayuki...- La voz de John la sacó de sus pensamientos. Se encontraba frente a ella, abajo en el suelo y la miraba con una sonrisa. Ella se fijo en su hombro. Ya no había rastros de sangre. -Gracias a Dios que estas aquí, pensé que te había ido...- Dijo entre jadeos el joven. Ayuki se quedó en silencio observando con inexpresividad al muchacho. -Anda baja, tengo que curar tu herida.

-¿Por qué te preocupas tanto por mí?- Preguntó Ayuki con un tono seco.

-¿Qué te pasa? Estás herida y si no te curo seguro que se te infecta la herida- Respondió John señalando a la muchacha.

-Nadie te ha pedido que me ayudes- Espetó la chica frunciendo el ceño. John pareció molestarse ante aquellas palabras e imitó la acción de Ayuki frunciendo el ceño también.

-¿¡Ahora que te pasa!? ¿Por que te comportas de esa forma tan desagradecida? ¿He hecho algo mal para que te pongas así?- Preguntó John levantando su tono de voz. Estaba molesto.

-¿¡Cómo no sé que tú no eres como él!? - Exclamo Ayuki enrabietada.

-¿¡Ahora me comparas con ese desperdicio humano!?- Gritó John -¿¡Así me agradecer todo lo que he hecho por ti!?

-¿¡Cómo sé que no me estás utilizando!?

-¿¡Cómo sé que tú eres diferente a los demás monstruos!?- John se tapó la boca tras pronunciar esas horribles palabras que rompieron el corazón de Ayuki. -Ayuki... Yo no...

-No, tranquilo. Ya sé lo que soy- Le interrumpió ella tratando de aguantar las ganas de llorar, mas su voz temblorosa la delataba. Estaba destrozada por las palabras de John, no se esperaba esto. Ayuki se puso de pie en el árbol lo mejor que pudo y miró al frente evitando mirar a John.

-¿Qué estás haciendo?- Preguntó John -Baja, te vas a hacer daño- Dijo. Ayuki no pudo evitar sonreír. Obviamente eso era lo que pretendía.

-Estoy cansada de todo, sé que soy diferente y que no valgo nada así que...- Sin decir nada más se soltó del tronco del arbol, el cual la sostenía y empezó a caer.

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