Capitulo 3 ♦ Receso • Compañeros Temporales •
*POV NARRADOR*
La chica pelirroja cocinaba, tarareando, muy feliz, todo lo contrario al pelinegro, que estaba mirando hacia una ventana, notó que el sol se estaba ocultando.
"Debes irte"
Le repetía su subconsciente, ese lugar era cálido, se sentía agradable, era muy diferente a lo que estaba acostumbrado, siempre rodeado de demonios y un ambiente de muerte, debía admitirlo, era agradable ese lugar.
Pero tu no mereces esto, recuerda que tienes una misión.
Sintió una punzada en su pecho, al mismo tiempo que su estómago se contraía, si su misión, no, su única razón por la que seguía vivo y servía a ese fétido ejército demoníaco.
Exacto, vamos, volvamos, es mas importante eso que estar socializando o creando lazos inútiles.
Lancelot reflexiono, era verdad, no tenia ninguna razón por estar ahí, si bien ya la había salvado y además la llevo a su casa en su espalda, había actuado como humano lo suficiente, bajo los brazos, había tomado una decisión, se dirigió hacia la puerta con paso determinado, antes de que su mano tomara la perilla para irse, la voz de Anna hizo que se detuviera.
—Lancelot, la comida ya esta lista. –
La voz suave de Anna hizo detener los movimientos del pelinegro.
La pelirroja asomó su cabeza — Lamento la demora, vamos la sopa esta lista – La chica estiró sus brazos invitándolo al comedor, el chico la volteo a ver.
— Yo... Realmente... Debo irme. — Desvío la mirada, no lo entendía, esa chica tenia algo que causaba un gran efecto en el, prefería guardar su distancia.
—... Lo siento...
— ¿Eh?
— Te he causado problemas de mas ¿no es así?, es solo que... He pasado por mucho, perdí a mi hermana, lo único que tenía en mi vida, aún que quise seguir adelante, el recordar que despertaría sin verla, oírla o sin su presencia hizo que en mi creara un hueco en mi pecho, la gente del pueblo siempre me discriminó por mi apariencia... – Se lleva una mano a su ojo derecho y la otra su cabello — Yo no odio mi cabello u ojos... Pero la gente no acepta rasgos diferentes a ellos... – La chica confeso con una sonrisa en su rostro sin mirarlo, en la cara de ella mostraba tristeza, pero esas palabras perforaron en lo mas profundo de su ser, lo entendía, y mas que bien, la diferencia es que el no tuvo la suficiente fuerza para olvidar, se negó a olvidar y seguir adelante. —... Pero en ese bosque cuando esos hombre me atacaron, fuiste el único que acudió en mi ayuda, el único que pese a mi apariencia me ayudó... – Lo mira y le sonríe — entre todo mi lago de amargura ayudaste a esta pobre alma, gracias
–Lancelot quedo mas que sorprendido, era la primera vez alguien le agradecía después de mucho tiempo y, que además, había vivido casi lo mismo que el, sabia que era ese dolor, sabia como se sentía la perdida de un ser querido, sabia como se sentía el rechazo
Ni lo pienses...
—...No suelo hacer eso... Tuviste suerte... –se rehusaba a verla a los ojos.
— Entonces... – Lancelot no la veía pero podía escuchar sus pasos de ella acercarse a el — Debo agradecer dos veces... – El joven pudo sentir la suave y pequeña mano de Anna posarse suavemente en su brazo e hizo que el se voltera para mirarla — Una por ayudarme... Y otra por darme de nuevo buena suerte – le sonrío al pelinegro, aquella imagen hizo que se sonrojara un poco el joven, cosa muy raro en el, pero algo hizo que sintiera un latido en su pecho fue el ver los hipnotizadores ojos de la pelirroja. —Por favor... Solo cena conmigo... Solo eso te pido... –su mirada bicolor le suplicaba al chico, no podía... O ¿no quería?
¡Imbécil, mas te vale que no cometas una locura!
Debía admitirlo, su subconsciente era muy molesto, al final aceptó quedarse con ella a cenar.
¿Cuanto tiempo había pasado desde que se sentó en una mesa a comer y charlar con un humano, sin segundas intenciones?, hacia mucho que no se sentía relajado y cómodo, tal vez era el aura de la chica que están al frente de el, no lo sabía... Pero no quería averiguarlo...
Anna era un excelente compañía, no hacia muchas preguntas sobre el, solo pequeñas cosas, como si viajaba mucho, que tierras había conocido, ella hablaba solo los ratos que pasaba con su hermana, hablo un poco del pueblo, y como se ganaba la vida, era mas o menos una farmacéutica, plantaba hiervas medicinales y después iba al pueblo, a ofrecérselas a la gente, se notaba que amaba la naturaleza y su trabajo.
— ... Creo... Que ya es hora que te vayas... ¿no es así ? –pregunto triste la joven, con la mirada en la mesa.
— ...si... Ya he demorado mucho... –el joven se levanto y dejo sus platos en el fregadero.
—Descuida, yo los lavaré... Ya tome mucho de tu preciado tiempo... –posó una mano en el brazo de el deteniéndolo, mirándolo a la cara y regalándole una sonrisa, Lancelot dudo, pero al final acepto, no quería perder mas el tiempo, Anna lo acompaño a la puerta.
— Espero que esta no sea la ultima vez que nos veamos y que nuestros caminos se vuelvan a cruzar –dijo la chica abriendo la puerta, sin borrar esa linda sonrisa.
— Tienes una bella forma de expresarte ¿sabes? –no pudo evitar devolver la sonrisa, parte de el, le gustaría que eso pasara, pero otra parte sabia que era peligroso, mas por su situación —Cuida ese esguince, no te esfuerces mucho.
— Así lo haré, hasta luego.
El joven partió de ese lugar con paso lento, sentía la mirada de ella sobre el, después de estar a dos metros lejos de la casa volteo a ver atrás, ella seguía ahí parada en la entrada de la cabaña, esta solo sacudió su mano en forma de despedida, él torpemente devolvió el gesto, siguió su camino, adentrándose en bosque.
Bien, tuviste tu momento de humanidad, pero es hora de volver a tú maldita realidad.
Después de caminar durante una hora llegó de nuevo al campamento de demonios, si esa era su realidad, el estar rodeado de esos seres.
Llego hacia un demonio que ocultaba su rostro con una capucha.
— Ey, el Señor esta ?
–Con la mirada agachada, volteo su cuerpo para ver al joven — Ahora mismo no se encuentra... –hablo con una voz áspera y muy gruesa — Nos dios órdenes muy estrictas... De que ninguno de los guerreros nos moviéramos...
Es muy raro, que el no este aquí...
—¿Quien esta a cargo?
— Un hombre que trajo consigo el señor... Esta dentro de la carpa...
–A Lancelot le pareció gracioso el término "hombre" cuando se refería de un demonio, entró a la carpa, dentro de esta había un hombre de cabello negro largo hasta por debajo de los hombros, su vestimenta era oscura, al oír que el había llegado subió su mirada, tenia cicatrices en toda su cara, sus ojos eran verdes, lo que se suponía que debía ser blanco de la pupila era color negro, tenía una mirada muy penetrante.
— ¿Tu eres a quien dejo a cargo el señor?
— ... Así es... Veo que tu eres la mascota del señor –se recargo en el respaldo de la silla mirándolo de una forma burlona, Lancelot prefirió ignorar el comentario, no le apetecía pelear con un demonio, si su señor lo puso a cargo era por que tenia habilidades y realmente no tenía intenciones de averiguarlas — ... ¿Me necesitas para algo?
— ... Si, quiero que estés lo mas lejos de mi, no soporto a los humanos como tu, alejate de mi vista –volvio los ojos a los papeles que estaba leyendo.
–Quedo callado, eso era lo fastidioso de los demonios, tienen un gran ego, no sabía que responder a eso, el demonio lo miro, soltó un suspiro — Se que tienes habilidades bastante peculiares, pero como habrás oído, el señor nos ordeno, no movernos, yo solo estoy vigilando a los demás, por lo que veo eres un humano listo y no creo que necesites mi supervisión, largo de aquí, tomalo como un descanso, si te necesitó sabré donde encontrarte – bajo la mirada, había dicho su última palabra, Lancelot quedó un tanto sorprendido, prefirió no indagar más, hizo una reverencia y salio del lugar.
¿Ahora que debería hacer?, ese demonio le dijo que no lo quería ver, hace mucho que no tenía tiempo para el, le pareció buena idea ir al pueblo... No se tal vez... Podría volver a ver a Anna...
Continuará....
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