🎪Circo 43🎪

Ha llegado un punto donde todos los sucesos que se presentan llegan a calar en lo profundo de sus huesos. Yoongi puede sentir con claridad el dolor y la agonía que aquellos amantes vivieron, él puede entender la desesperación que sintieron y la mortal desesperanza que cubrió sus almas, hasta dejarles manchados y cubiertos de olvido.

La mente que yace infectada ha alcanzado un punto sin retorno; los recuerdos se mantienen disfrazados tras el dolor que las sonrisas de miles de infantes le regalaron. Jimin puede ver más allá de su bruma perdida y es cuando encuentra el fino hilo que todavía lo sujeta al mundo real, lo sujeta con fuerza y es así como logra caer en la desastrosa actualidad a la que le ha dado la espalda durante los últimos días.

Abre los ojos exaltado y se remueve con fuerza, las cadenas todavía lo mantienen sujeto pero eso no podría importarle menos. Ahora toda la atención del omega se ha ido al alfa moribundo que está tirado a pocos metros de él, luciendo tan mal que el corazón se le rompe una vez más.

—A-Alfa... —incluso hablar le duele y pronto descubre que llevaba semanas enteras sin hacerlo.

Sus ojos cargados de lágrimas pueden ver los cardenales dolorosos que adornan todo el cuerpo del rubio; en sus manos no hay uñas para ver y está cubierto de sangre seca. Espera con paciencia angustiante a que muestre una mínima señal de movimiento, más no importa cuantos segundos pasen, sabe que Yoongi no va a moverse.

—Y-Yoongi... —se lamenta nuevamente y se retuerce en su miseria, la pequeña lucidez que ha adornado a su mente amenaza con desvanecerse.

Un malestar llega y es cuando el vómito no puede ser contenido; Jimin se inclina hacia adelante y deja salir todo con fuerza, sus ojos se llenan de lagrimas debido al esfuerzo y su mandíbula tiembla hasta el punto de doler, puede sentir el líquido caliente que ha expulsado bañar sus muslos al no haber tenido la fuerza suficiente para alejarse más.

Siente un dolor punzante en sus piernas y es cuando nota los escorpiones que le han picado, sus ojos viajan a su alrededor y nuevamente el vómito regresa al ver el suelo cubierto de sangre y restos humanos, así como de animales, con sus propias heces y orines. Vomita con fuerza y nada más le importa, expulsa todo en compañía de un nuevo llanto desgarrador el cuál parte cada centímetro de su garganta hasta deformar el sonido en algo caótico y espeluznante.

Se deja caer en el suelo sin importar la peste que lo recibe, continúa temblando y sus ojos ruegan por cerrarse; Jimin sede a su cansancio, entonces nuevamente las voces llegan para seguirlo torturando.

Eres débil.

Muere y renacerás.

Muere y lo vengarás.

Tu esencia te hace débil.

La mortalidad te consumirá.

El vientre está maldito.

Lo que está pasando puede parar, sólo debes manchar tu alma y renacerás.

Cuando el mal despierte todos pagarán.

No tienes otra salida.

Y en medio de su nido de pensamientos negativos y ruines, un odio profundo empezaba a manchar el alma blanca que hasta el momento se había mantenido en la superficie.

Una semana completa pasó y Jang no llegó en ninguno de esos días. No había comida, tampoco una gota de agua que humedeciera sus lenguas agrietadas por la deshidratación, provocando que las heridas externas en el alfa cicatrizaran un poco, pero que la agonía interna aumentara.

Yoongi había llegado a un punto donde cerraba los ojos con la esperanza de nunca más volverlos a abrir, su mente se llenaba con esos pensamientos los cuales desechaba cuando frente a él miraba el sufrimiento de su amado.

El rubio estaba seguro que ninguna tortura física que haya sufrido se podría comparar con la pérdida de la cordura. La esencia de su ángel moría con cada día que pasaba, y él sólo estaba ahí sin poder hacer algo para evitarlo. El nivel de impotencia y tristeza era tanto que en todas las horas del día sus ojos derramaban lágrimas amargas y sus labios pálidos hacían el mayor de los esfuerzos para que ningún sonido lastimero saliera de ellos.

<<Jimin, si tan solo no me hubiera acercado a ti, todo esto sería diferente>>

<<Perdóname, mi ángel. No puedo protegerte y mi lobo está muriendo lentamente>>

<<Deseo que puedas salir de este lugar. Tienes que sobrevivir, mi amor>>

Esa misma noche Jang Mi Kwan había ingresado a la habitación subterránea, liberó a Yoongi de las cadenas que lo mantuvieron sujeto por mucho tiempo y en silencio lo sacó de ahí.

Respirar el viento frío de la noche fue como un pequeño consuelo para el alfa rubio. Yoongi sabía que su final se acercaba y fue por eso que su lobo emitió un último aullido donde desahogaba todo el dolor de un amor inconcluso y cargado de pena y dolor.

Jang lo tiró con fuerza en un lugar que conocía bien. La sala de ensayos lucía tan hermosa como la recordaba, logrando que los sentimientos de tristeza aumentaran al recordar todos los momentos vividos con su amado, recuerdos que están presentes en su memoria y que espera le acompañen hasta el fin del mundo de ser necesario.

—Mi pequeño ángel está por terminar su purificación y cuando lo haga no quiero que te siga recordando —la voz de Jang cortó el silencio—. Así que, ya no eres útil; de hecho nunca lo fuiste.

Yoongi lo miró, con las muchas palabras que no podía decir atoradas en su garganta.

—Llegó el momento de morir —anunció Jang con oscura felicidad—. Morirás sabiendo que no pudiste corromper a mi ángel, morirás sabiendo que siempre fuiste un débil —una sonrisa torcida cubrió las facciones del mayor—. Y también morirás sabiendo que la alimaña que crece en el vientre de mi ángel morirá por sus propias manos al nacer.

Las lágrimas silenciosas de Yoongi deleitaron a Jang. El mayor pasó una soga gruesa por el cuello blanquecino mientras tarareaba una de las muchas canciones que alegraban al circo. El dolor del rubio era demasiado y su lobo moribundo no ayudó a que pusiera la mínima resistencia.

—Vete, vete y nunca más regreses —Jang dijo, mientras tomaba con ambas manos la soga—. Circo sonrisas te despide con todos los honores —hizo una reverencia llena de burla—. Hasta nunca, mi talentoso Ange Blanc.

Las manos del mayor halaron con fuerza de la soga hasta que el cuerpo de Yoongi quedó suspendido en el aire. Las manos y pies se tensaron al mismo tiempo que hacía violentos movimientos al sentir como su cuello estaba siendo cruelmente masacrado. Jang amarró la soga en el piano blanco que adornaba el lugar, tomó una pistola y con toda la diversión que sentía giró el cuerpo inerte en el aire, al mismo tiempo que las balas impactaban sin parar en cada rincón del cuerpo de su víctima.

Min Yoongi, el precioso ángel blanco y estrella del piano murió en esa fría noche.

Sin embargo, no lo hizo sólo, pues el omega de su amado también se fue con él.



























YOONGLH🎪

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