🎪Circo 21🎪
El nombre de su esposo salió con una exhalación dolorosa que causó el cese completo de la tranquila melodía. Jimin avanzó un par de pasos, sus piernas estaban temblorosas y más lágrimas salían de sus ojos convirtiéndose en potente cascada que fluía sin descanso, y se reflejaba en sus ojos cargados de dolor.
Limpió con brusquedad las lágrimas para poder detallar con mayor facilidad la imagen irreal que tenía ante él. Estaba seguro que no corría peligro, no estaba el sentimiento pesado de la negatividad, tan sólo una profunda tristeza inexplicable.
<<¿Qué es esto?>> avanzó un paso más, y entonces la figura frente al piano blanco le miró con atención.
La respiración de Jimin dejó de existir por aquel breve instante.
Cabellos rubios y ojos pequeños que brillaban de un potente azul, tan azul como el de sus mismos ojos. Labios finos y piel blanca con aspecto delicado; iba vestido con un elegante traje blanco, y en el cuello llevaba un hermoso collar color verde esmeralda.
Pero lo que más impactó a Jimin, era el parecido fantasmal que aquel joven tenía con su esposo.
Lucía más joven, quizá en medio de sus veinte, pero aún así los rasgos eran tan similares que le causaron un estremecimiento completo al omega que seguía con la mirada fija en aquella ilusión... aunque con cada segundo que pasaba sumergido en aquel lugar, dudaba mucho que se tratase de una simple imaginación.
La imagen del chico era real, así como las lágrimas que salían de manera silenciosa, y se resbalaban en las pálidas mejillas, causando un sentimiento angustiante en Jimin, quien por alguna extraña razón le dolía el simple hecho de verle llorar.
Miró en silencio los movimientos del joven. Él se puso de pie y en todo momento observaba a Jimin con una mirada que deseaba transmitir todo lo que en vida no pudo; ocasionando más lágrimas calladas al verse incapaz de hacerlo.
—N-no temas... —habló apresurado, cuando se dio cuenta que el fantasma iniciaba a irse.
Los ojos azules que brillaban pese a estar muertos le miraron con sorpresa y Jimin jura que también hubo esperanza reflejada. Se sorprendió porque, ¿Cómo era posible que un alma de ese tipo estuviese en aquel lugar tan oscuro?
"¿No me tienes miedo?"
La voz se pudo escuchar en el interior de su mente; una voz ronca, baja y tranquila que causó un estremecimiento más en el omega al encontrarla idéntica a la de su alfa.
—No... —respondió, y pudo ver una ligera sonrisa casi invisible en el rostro contrario.
Esperó con ansiedad una próxima oración, de alguna manera sentía tranquilidad y seguridad con aquel ser que hasta el momento ignoraban de su existencia.
"No te haré daño"
Sus sospechas se confirmaron cuando pudo escuchar con claridad la voz del joven, más sus labios permanecieron sellados como en el principio.
—Lo sé —respondió, no pudiendo evitar fijarse en las lágrimas que seguían saliendo del rostro fantasmal—. ¿Por qué lloras?
"Por la pérdida de mi amado"
El corazón del omega bombeó con fuerza, y nuevamente sus lágrimas se hicieron presentes. No podía encontrar una explicación lógica para toda aquella tristeza que le afectaba con suma facilidad cada vez que veía a aquellos ojos tan bonitos y tristes.
—¿Qué... sucedió con él? —preguntó con cuidado.
El contacto visual se rompió cuando el fantasma miró nuevamente al piano. Los dedos largos y pálidos acariciaron de manera superficial, todo bajo la mirada atenta del omega.
"Se dejó consumir por la oscuridad"
Jimin trató de tocar el piano, y tuvo que tragarse el grito asustado cuando su mano lo traspasó por completo.
—¿Por eso estás aquí? —preguntó, usando la misma dulzura que tenía cuando le hablaba a su hijo—. ¿Lo estás buscando?
Cuando el fantasma le miró, con aquellos ojitos llenos de tristeza y dolor, Jimin quiso correr a abrazarlo, nuevamente sin poder encontrar una explicación a los impulsos que nacían de lo profundo de su alma.
"Soy un prisionero en este lugar"
Las palabras no tardaron en ser comprendidas. —Todavía lo amas —asumió, mirando el tenue movimiento de cabeza que le daba una afirmación—. Tu amor te ha condenado a estar aquí, porque de alguna manera no puedes descansar mientras tu amado no lo haga.
"Sabía que solo tú podría comprenderlo"
En el rostro fantasmal una pequeña sonrisa fue dibujada, una que Jimin correspondió. Carraspeó un poco y se preparó para ahondar un poco más, haciendo preguntas que quizá no serían respondidas por el dolor de dar una respuesta.
—¿Quién fue tu amor? —sus ojos no se despegaron de los contrarios, en un sutil intento de demostrar apoyo.
"Mi amado ángel"
Jimin retrocedió un paso por impulso. —N-no puede ser... —tragó el nudo que se formó en su garganta—. ¿Ange Rouge?
"Tú no lo conoces. Mi ángel no es lo que has visto"
El omega no pasó por alto el tono áspero y los ojos feroces que el fantasma le dedicó. Decidió ser más cauteloso, y cuidar el tono de su voz para así obtener algunas respuestas.
—¿Quién eres tú? —era una buena pregunta, necesitaba saber si sus sospechas eran acertadas.
El chico se sentó frente al piano y a los pocos segundos la misma melodía volvió a escucharse. Tan suave y cálida que provocó en Jimin un sentimiento agradable, haciendo que cerrara los ojos por un momento.
Y en medio de todo aquel panorama cargado de melancolía, fue que el omega obtuvo su respuesta.
"En vida fui un alfa entregado a la música que podía hacer con sus manos, y una estrella más de este circo"
Los ojos de Jimin se abrieron de golpe. "Una estrella más de este circo" las palabras tomaron importancia en su mente desde el mismo momento que pudo captar el resentimiento que cubrió a aquella afirmación. Repasó de manera veloz la información que tenían hasta ahora, detalló en el aspecto físico del espectro frente a él y sólo tardó un par de segundos para comprenderlo.
—Eres Ange Blanc, la co estrella de Ange Rouge —aseguró con vehemencia.
"Eso fui para mi público; al igual que mi ángel, hay secretos que nos mantienen sumergidos en este pantano oscuro"
Las pequeñas pistas que cada palabra del chico expulsaba Jimin se aseguraba de mantenerlas presentes en su mente y no olvidarlas.
—Entonces, ¿Quién fuiste en realidad? —supo que había hecho la pregunta correcta cuando el contrario sonrió un poco más.
Aunque tuvo que soportar el impacto brusco que ocasionó la respuesta.
"Alguna vez en el pasado fui Min Yoongi. Un alfa de veintiún años que murió en el mismo sitio donde estás parado"
El viento sopló con violencia, las carpas se sacudieron y entonces un sentimiento negativo y pesado llegó hasta donde Jimin permanecía estático.
—Él viene... —susurró, sintiendo con profundo pánico la energía malévola que empezaba a cubrir cada porción del área.
"Sígueme y no mires atrás"
Jimin asintió con fuerza. El piano desapareció ante sus ojos y el joven perdió su forma, quedando un pequeño punto de luz blanca quizá del tamaño de un puño que flotaba y brillaba con potencia.
El omega corrió, sus pasos seguían la luz que se movía con gran velocidad a través del circo. A sus espaldas podía sentir el frío inminente del demonio espectral que ya había advertido su presencia; Jimin podía asegurar que el ser oscuro les seguía de cerca, lo oía susurrar y reír en completa locura, haciendo que sus mismos pies suplicaran por fuerza para moverse con mayor potencia a través de las carpas del lugar.
Las luces de los faroles parpadearon con violencia, y Jimin tuvo que llevar ambos brazos a la cabeza para evitar que los vidrios le dañaran.
Un gruñido furibundo y una carcajada enloquecida provocó que el cuerpo entero le temblara en terror puro.
Corrió cuando supo que el tiempo se acababa, los faroles explotaban a medida que pasaba, dejándole y queriendo enterrarle en la espesa oscuridad que a gritos le llamaba, mientras su única esperanza yacía sujeta en la pequeña luz que seguía guiándole a través del camino tormentoso que amenazaba con perderlo.
Una fuerza inhumana le suspendió con violencia brutal. El cuerpo del omega cayó en el frío suelo frente a la oficina del alfa Jang, quejándose de dolor cuando unas garras filosas le tomaron del cuello con el objetivo de estrangularlo.
La luz había desaparecido; ahora tenía ante él al anfitrión maldito que le veía con profunda oscuridad.
Ange Rouge.
Los ojos rojos brillaban como mortales brazas que ardían en veneno; las facciones que eran tan similares a las suyas habían desaparecido para dar lugar al verdadero rostro que fue cambiado con el pacto realizado.
Una boca abierta y deforme que mostraba colmillos largos y afilados, sangre negra escurría hasta manchar su propio rostro, sintiendo lo caliente del líquido que le provocaba un profundo sentimiento de asco. Los ojos permanecían fijos en los suyos, el demonio le había derribado y ahora estaba sobre él, con las largas garras enterradas en su cuello, impidiendo que pudiese respirar con normalidad.
Sus rostros estaban a pocos centímetros de tocarse, el alocado palpitar en el corazón del omega provocó que el espectro soltara una risa aterradora dejando a la completa vista del mortal las infinitas filas de dientes afilados.
—Eres patético —la voz que expulsó aquel ser era aterradora.
Jimin permanecía en silencio y sin apartar la mirada. A los pocos minutos pudo ver las grandes alas negras y cubiertas de sangre extenderse con fuerza, de los extremos salían dos cuernos con extremo puntiagudo, los cuales el espectro usó para enterrarlos con violencia en cada muslo del omega.
El grito cargado de dolor sacudió cada rincón del circo.
—N-no te tengo miedo... —el rubio habló como pudo—. Ange Rouge...
La apariencia grotesca cambió en cuestión de segundos. Piel suave, rosácea y tersa cubrió las facciones hermosas y aniñadas, los colmillos desaparecieron para dar lugar a una fila de dientes pequeños, blancos y perfectos que combinaban con los labios rellenos y hermosos.
Lo único que delataba su aura demoniaca eran los ojos rojos cargados de perversión, en compañía con las grandes alas que lo mantenían preso.
El tiempo que transcurrió luego de eso quedó congelado. Jimin podía sentir con claridad la respiración de aquella criatura mortífera, los ojos que le veían eran dos pozos muertos que tenían como objetivo consumirlo y hacerle perder su humanidad.
—Alista tus mejores galas, porque la función está por comenzar.
Tras esas palabras el ser espectral se desvaneció, las luces de los faroles volvieron a funcionar con normalidad, y Jimin descubrió que sus muslos no habían sufrido un daño visible. Aunque no podía decir lo mismo de su cuello, pues ahí estaba como fuerte sello la imagen de filosas garras enterradas.
El peligro del equilibrio forjado entre el bien y el mal estaba más claro que nunca, siendo ese momento el que marcó el primer encuentro entre víctima y verdugo.
Pero... ¿Cómo saber cuál es cuál?
Aún queda un capítulo... ✨
YOONGLH🎪
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