Ojos abiertos: Reemplazable
Nunca creyó que viviría un diciembre sin su familia unida.
Le gustan los Park, excepto Jihyun, y es agradable ser integrado por ellos, pero Jungkook no lo quiere, es incómodo.
Hay muchas cosas que aprendió en el último año; la primera de ellas es que sabe perfectamente bien cuándo algo le gusta y cuándo no. Cada una de sus decisiones ha agarrado una firmeza increíble que hasta ahora lo ha mantenido de pie.
Cuando su madre se fue, pensó que el mundo se iba a acabar y se equivocó. Se dio cuenta de que incluso sin su madre en casa, el tiempo no se detendría a darle unas palabras de consuelo; afuera, las personas continuaban con sus vidas, su propio mejor amigo también lo hacía, pero parecía que solo él y su padre estaban atascados en el resentimiento de esas cuatro paredes azules.
Después, cuando ella volvió, descubrió que todo lo que sentía era rencor. No estaba seguro de si alguien de su edad podría perdonarla y, justo cuando sus sentimientos empezaron a volverse más livianos, ella desapareció sin despedirse. Esta vez nada se sintió diferente, así que no lloró, dejó de hacerlo.
El mundo no se acabó.
—¿Sabes algo? —pregunta una voz balbuceante, en medio de una fría noche de enero—. Tu madre es una perra... ella no nos quiere, sólo busca dinero, pero nos detesta.
Jungkook asiente con la cabeza mientras conduce a su padre al sofá, donde es el lugar más cercano para dormir.
—Pero saldremos adelante —continua el hombre; el aroma a alcohol es fuerte y eso que apenas es lunes—. No la necesitamos. Tú eres un hombrecito, ¿verdad? Eres fuerte... No la necesitas.
Bueno, en realidad eso no lo sabe, sin embargo, permite que los pensamientos se cuelen en algún lugar de su cabeza, si es que con eso podrá afrontarlo.
Ahora entiende que incluso si ella vuelve, nada volverá a ser igual.
.
.
.
Empezó a juntarse con nuevos chicos en clase, entre ellos los más destacados son Eunwoo y Mingyu. A Eunwoo ya lo había visto antes en las mismas clases de regularización en las que conoció a Jihyun, pero en aquel entonces ambos eran demasiado reservados como para cruzar palabras. Por otro lado, Mingyu es un chico nuevo; según lo que sabe, su familia acaba de mudarse y viven muy cerca del colegio.
Si algo comparten en común, es su profundo desagrado por Jihyun y todo su grupito de mocosos engreídos. Incluso los profesores pueden notar la tensión entre ambos grupos durante la clase.
—Maldito Jihyun, siempre quiere estar participando todo el tiempo, ¡que ya se canse! —se queja Mingyu durante un receso que Jungkook no pasa con Jimin—. Me tiene harto. Todo el tiempo está de lamebotas con todos los profesores y sus malditos amigos se ríen como estúpidos de las tonterías que dice.
Jungkook no suele maldecir; las groserías nunca han sido parte de su vocabulario. Lamentablemente ya está en esa edad de la vida donde las influencias son más grandes que uno mismo, así que tras poner los ojos en blanco, susurra en respuesta:
—Es un jodido idiota.
—Un imbécil —corrige otro de los chicos con quienes se sienta—. Pero descuida, Jeon, no se saldrán con la suya.
La guerra consiste en el acto infantil de lanzarse culpas por todo y propinarse balonazos o golpes intencionales en cualquier clase de deportes. Llegan a citar a ambos grupitos a la dirección para que se den la mano e intenten resolver sus problemas; lo hacen, aunque eso no significa que sean palabras sinceras.
Cuando Jungkook va a casa de Jimin, necesita fingir que no odia a Jihyun. Usa toda su fuerza de voluntad para ignorarlo y no soltarle alguna grosería. En casa, Jihyun es un niño bueno, siempre tan obediente y propio con su vocabulario. Jungkook espera que los señores Park sean lo suficientemente inteligentes para ver que el adolescente es un idiota.
De cualquier forma, Jihyun o los señores Park son la menor de sus preocupaciones. Él solo quiere mantener a Jimin en paz; no hará que se preocupe, jamás se lo perdonaría.
.
.
.
A veces, Jungkook despierta y se siente enojado con todo sin razón aparente, en días así Jimin aparece y lo reconforta con un cálido abrazo por la espalda.
En este momento, a esta edad, Jimin sigue siendo más alto que él y a veces se burla juguetonamente de la estatura de Jungkook, pero este le asegura que en un par de años lo superará y en ese momento Jimin se arrepentirá de haberse burlado.
A Jungkook todavía le gusta ir a casa de los Park para acostarse en la cama de Jimin y verlo trabajar en tareas o maquetas desde ahí. Jimin es la persona más dedicada que conoce, ni siquiera cree que Mina, la chica más inteligente de su clase, sea tan estudiosa como él.
Jungkook no conoce a muchos chicos como Jimin.
Tal vez eso sea lo que más le gusta. No hay nadie como su mejor amigo.
—¿Alguna vez has recibido una carta de amor? —pregunta Jungkook, una semana antes de San Valentín.
Jimin se ríe un poco desde el escritorio, está haciendo un circuito para su taller de electricidad.
—No, pero entregué una cuando tenía diez años —contesta con diversión.
—Los hombres no entregan cartas de amor, las reciben —susurra Jungkook en respuesta.
Jimin se tensa en su lugar.
—¿Quién dijo eso?
—Escuché a Jihyun decirlo.
—Sí, suena como algo que él diría —responde Jimin, sus hombros vuelven a relajarse—. Ven aquí y ayúdame a cortar este cable, cachorro con fuerza.
—¿Estás seguro de que eres mayor que yo? —se burla Jungkook y disfruta de ver el ceño fruncido de Jimin—. ¡Es broma, iré a ayudarte!
Se acerca y cumple con sus funciones, manejar las pinzas es fácil, está seguro de que tiene habilidad en esto de la electricidad porque ayudó a su padre a cambiar fusibles la semana pasada y lo hizo en menos de un minuto.
—¿Y tú qué piensas de eso? —pregunta Jimin de pronto, trayendo de vuelta el tema anterior.
Cuando Jungkook alza la mirada encuentra un mar de sensibilidad en los pequeños ojos de Jimin, sabe cómo piensa su mejor amigo y es posible que un tema como este sea algo muy importante para él, necesita recordarse a sí mismo que Jimin no es como los demás chicos de este lugar, es mejor.
—Creo que es una tontería —contesta y ve como una sonrisa se dibuja en el lindo rostro del contrario—. Puedes darle cartas a las niñas que quieras, ¿cuál es el problema?
—¿Darás una carta de amor este año, Kookie? —pregunta Jimin con tierna emoción en su voz.
—Tal vez este año no, pero algún día lo haré —responde sin darle tantas vueltas al tema—. Recibí muchas cosas el año pasado.
—Debes sentirte afortunado.
Jungkook ve la tristeza en la mirada de Jimin, si bien este tema no es importante para él, supone que para alguien de la edad de su amigo no recibir algo podría ser como una tragedia. Ha escuchado a los más grandes del colegio hablar de eso y por alguna extraña razón les importa demasiado.
—No es la gran cosa —contesta.
—Incluso cuando nadie te gusta románticamente, es un día que puedes pasar con amigos, la amistad también es importante —suelta Jimin al aire cuando Jungkook regresa a la cama.
Sabe a qué viene ese comentario, no necesita más indirectas para comprenderlo.
Por eso se prepara con esos siete días que faltan, junta sus ahorros, compra helado, dos hamburguesas del lugar favorito de Jimin y consigue esa película que han querido ver desde hace mucho tiempo.
Pasan el San Valentín juntos en la casa de siempre.
Antes de que empiece la película, Jimin le cuenta con emoción sobre la nota anónima y sus chocolates favoritos que alguien dejó entre sus cosas durante el receso.
Jungkook no dice que él fue.
Jamás lo hará.
.
.
.
Jihyun cumple años en mayo y todo el salón está invitado, incluyendo a Jungkook.
Él no tiene muchas ganas de asistir porque sus amigos tampoco irán, pero piensa un poco en cómo podría pasarla Jimin ahí solo. Sabe cómo es Jihyun de idiota; seguro que intentará hacerlo a un lado y, además, los señores Park tendrán a Jimin moviéndose por toda la fiesta para que se encargue de que los amigos de Jihyun estén satisfechos. Son muchas personas; incluso asistirán sus primos lejanos, necesitan varias manos para atender a todos.
Pero si Jungkook va a esa fiesta para estar con Jimin, lo pondrán a atenderlo a él también y no quiere ser objeto de burla de ese par de imbéciles.
Por supuesto que no.
Y ese es el debate.
Ir o no ir.
Piensa en contarle a su padre. Tal vez ese hombre que tiene más experiencia en la vida pueda ayudarlo, sin embargo, encontrar el momento adecuado es complicado. Cuando el hombre vuelve del trabajo y Jungkook está ahí, no para de hablar y hablar sobre lo horrible que fue su día, sobre esa mujer de recursos humanos que de repente le pone más atención de lo normal y que seguro se siente atraída por él, o sobre esa partida de cartas que ganó el fin de semana.
No hay ningún espacio para hablar sobre su vida.
Entonces considera a sus amigos del colegio y acude a Eunwoo, el menos idiota de todo su grupito. Él parece alguien de fiar, es neutral, inteligente y tiene ojos sonrientes.
—No sabía que eras muy cercano a Jimin —dice cuando Jungkook termina de explicar su dilema—. Pensé que no tenía amigos.
—Me tiene a mí.
—Bueno, al menos me parece menos tonto que su hermano —concluye Eunwoo—. Creo que si lo aprecias mucho deberías ir a la fiesta; entre amigos no nos podemos dejar morir solos, ¿no?
—Pero Jihyun y su grupito...
—Si te dicen algo, los vamos a golpear, descuida.
Jungkook elige confiar y asistir a esa fiesta.
Los señores Park saben que hay una tensión rara entre Jihyun y Jungkook, pero no saben que los amigos de Jihyun también lo detestan. Como son de la misma clase, creen que todos se llevan bien. Así que le piden ayuda, específicamente a él, para que vaya y deje las sodas en la mesa de esos chicos.
Jungkook tiene que apretar los dientes y tragarse todo su enojo. Estos niños tontos le silban con burla cuando se acerca a la mesa a dejar las cosas y le piden mucho, como más vasos, más servilletas, más cucharas, todo a propósito para hacerlo ir y venir como si fuera una mascota. Está furioso.
Al final todo vale la pena porque Jimin está ahí y este se muestra muy agradecido por tener a alguien con quien hablar. Le dice a Jungkook que hubiera sido penoso presentarse solo frente a sus primos.
—Nada que agradecer —dice Jungkook al final de la fiesta—. Me gusta estar contigo.
No está mintiendo.
.
.
.
Empiezan a decir que Jungkook es un traidor por haber ido a esa fiesta. Los amigos de Jihyun se aprovechan para crear rumores terribles sobre cosas malas que supuestamente dijo Jungkook sobre sus amigos.
Jungmin, uno de los amigos de Jungkook, alto y regordete, es el más enojado de todos y también es el primero en creerse lo que los demás cuentan. Lamentablemente este chico es el que tiene mayor influencia en su grupo de amigos, así que cuando se molesta, los demás empiezan a ponerse de su lado y a cuestionar a Jungkook.
Las cosas escalan demasiado rápido. Jungkook no quiere problemas, tiene mucho con sus propios pensamientos, pero este conflicto le empieza a dar dolor de cabeza y tiene que repararlo antes de que empiecen las vacaciones.
—Iré al baño —le dice a Jimin, mientras pasan la tarde juntos intentando armar un lego.
Miente. En cuanto abandona la habitación, va hasta la de Jihyun, donde el mocoso está en el escritorio jugando videojuegos, por suerte lleva los audífonos puestos, así que no puede escuchar cuando Jungkook abre la puerta.
La habitación de Jihyun es muy distinta a la de Jimin: las paredes son azules, tiene posters en las paredes de personajes de videojuegos y futbolistas, su cama enorme está repleta de juguetes. Todo es un desorden, la ropa no está en el armario y las repisas están llenas de cosas.
Tras cerrar la puerta detrás de su espalda, Jungkook evita detenerse a admirar el desastre y en cambio se dirige hacia el dueño de la habitación, en cuanto llega le quita los audífonos, tira del respaldo de la silla giratoria y consigue que ambos queden cara a cara.
—¡¿Qué demonios-?!
Jungkook cubre la boca de Jihyun antes de que comience a gritar mil maldiciones.
—Escúchame bien, tonto —empieza a hablar con una seguridad envidiable—. Estoy harto de todas las estupideces que tú y tus amigos hablan de mí en clase, así que quiero que arregles todo lo que provocaste.
Jihyun aparta la mano de Jungkook sin cuidado, está furioso, se ve en cada una de sus facciones infantiles, sin embargo, no hay otro niño además de Jungkook a quien la mirada le arda como un infierno; Jihyun no significa nada.
—¿O si no qué? —pregunta en un tono retador—. ¿Me pegarás? Sabes que soy el hijo favorito, solo tengo que decirle a papá que me lastimaste para que no te deje venir a ver a Jimin, ni siquiera te dejarán volver a hablarnos. Si eso quieres hazlo, golpéame, porque no pienso hacer nada por ti.
Jungkook aprieta los puños, sabe que Jihyun tiene mucha razón con lo dicho y aunque lo deja entre la espada y la pared, también sabe que tiene una ventaja mental grande en este juego porque él ya había predicho esto.
Si se detuviera a reflexionar en este preciso instante, tal vez se daría cuenta de que nadie aparte de su madre lo ha amenazado alguna vez, ni siquiera su padre. No se recordaría en alguna situación donde alguna persona lo haya condicionado, porque no existe ninguna. Siempre ha tenido alas invisibles.
Ahora, así como nunca ha sido amenazado, tampoco lo ha hecho él mismo; ni siquiera amenazas inocentes. De niño nunca hizo berrinches, no advirtió con llorar si no le compraban su helado favorito ni se quejó cuando su madre lo mandó a dormir antes de tiempo.
Y aun así, la simple idea de ser apartado de Jimin enciende algo en su interior, como un interruptor de alerta que lo hace actuar por impulso para no perder lo único que tiene; él sabe que no dejará que nadie intente quitarle lo único que vale la pena.
—Jihyun —comienza a hablar, con un tono más intimidante que el del contrario—, creo que no nos estamos entendiendo. Yo no soy como tú, no voy y me escondo detrás de los adultos, no permito que los demás se encarguen de resolver mis propios problemas y cuando amenazo, lo hago en serio. Puedo hacer más que darte un golpe, soy capaz de arruinar tu maldita reputación y si no lo crees, te lo probaré.
—Tú...
—Tienes envidia de Jimin porque tú no tienes a alguien como yo a tu lado, ¿verdad? Ninguno de tus amigos te acompañaría todo el día porque sabes que todos hablan mal de todos a sus espaldas y no puedes confiar en ellos ni ellos en ti.
—No necesito a nadie que me sea fiel como una mascota, Jeon —gruñe Jihyun, todos sus argumentos comienzan a caer a pedazos y solo puede morderse la lengua mientras escucha a Jungkook contestar.
—Claro, no puedes saber si necesitas algo cuando nunca lo has tenido —Jungkook sonríe con malicia—. Pobre de ti, Jihyun, sigues siendo un niño. Los chicos de trece años se encargan de sus propios problemas, no puedes quedarte atrás, ¿entiendes?
Jungkook se siente orgulloso al ver que Jihyun reconoce las últimas palabras del discurso como una copia sarcástica de lo que él mismo le dijo en febrero del año pasado, cuando le hablaba sobre la importancia de conseguir una novia y recibir besos. Todo su rostro se vuelve rojo de la vergüenza, ni siquiera puede replicar y Jungkook toma la victoria mientras se aleja de la silla, con el rostro más serio.
—Eso pensé —susurra—. Te veo en clase, Park Jihyun.
Abandona la habitación tras finalizar la conversación. Cuando regresa a la de Jimin y ambos continúan construyendo el lego, se sorprende un poco al notar que sus manos ni siquiera están temblando tras la discusión.
Quizás ya no siente nada.
.
.
.
Pese a que los rumores se detienen, el daño ya está hecho y Jungmin dice que no volverá a confiar en Jungkook.
El grupo de amigos se divide.
Jungkook se queda con Eunwoo, Mingyu y un chico con el que casi no ha interactuado llamado Jaehyun. Ellos tres tienen más amigos de otros grupos y de otros grados, así que no están tan solos al final del día.
A Jungkook no podría importarle menos la cantidad o los nombres. No sabe si es raro, pero sólo le importa Jimin, los demás son reemplazables, personas que van y vienen. Siempre ha sido así.
En su corta vida, Jungkook ha estado lleno de tantas personas de su edad que ni siquiera podría recordar los nombres de todos. Pero si hay algo que sabe a la perfección es que estas personas nunca están para quedarse, al menos ninguna aparte de Jimin le ha demostrado lo contrario.
En junio, una semana después de haber salido de clases, decide llevar a Jimin con sus amigos para que todos lo conozcan.
Al principio, Jimin actúa con demasiada timidez cuando se supone que Jungkook es el retraído siempre que están solos. Solo por esta vez, el menor decide tomar el control y hablar lo más que pueda para animarlo a participar.
—Como en el año pasado cuando me metí a taekwondo con Jimin, había un tipo que podía romper muchas tablas al mismo tiempo, ¿recuerdas? —se dirige hacia su mejor amigo y este solo suelta una risita nerviosa mientras asiente con la cabeza, diciendo el nombre del tipo al que Jungkook se refiere en voz baja—. Jimin también puede hacerlo.
Están en las canchas del parque más cercano a la casa de Jimin. Es una reunión espontánea entre los amigos de Jungkook y otros más del colegio. Se supone que cuando Mingyu llegue con su balón de básquetbol, empezarán a jugar.
—¿No te duele cuando golpeas la madera? —pregunta una chica pequeña de cabello corto. Jungkook no recuerda su nombre, pero sabe que es la hermana mayor de alguno de estos chicos.
—Supongo que con la técnica correcta no debe doler... —contesta Jimin con una sonrisa a medias—. No es tan difícil como parece.
—¿Por qué no nos enseñas?
—¡Podemos estar todos juntos en el curso de verano!
Jungkook se siente eufórico. La idea de que todos vean lo maravilloso que es Jimin le hace cosquillas en el estómago. Solo cuando todos empiezan a rodear a Jimin y lo convierten en el centro de atención, cuando lo ve responder a cada pregunta con mayor soltura, puede notar que su amabilidad y nobleza no es una cualidad exclusiva. Una idea aterradora cruza por su cabeza.
Es cierto lo que ha pensado hasta el momento: todos, excepto Jimin, son reemplazables y, lamentablemente, ahora sabe que también podría estar incluyéndose a sí mismo.
Jungkook también podría ser reemplazable.
No, mas bien, es reemplazable.
Siempre lo ha sido.
.
.
.
❝...❞
¡Primer capítulo del año! Estoy tan emocionada por mis planes futuros que incluso pensé en hacer un gran salto del tiempo y llegar hasta la adolescencia, pero no, necesitamos ser más pacientes.
De todas maneras, evitaré el relleno en la mayor medida que me sea posible, en el próximo capítulo Jimin cumple 15 años, eso nos deja en un lugar muy importante porque empezará a experimentar cambios personales que no podríamos ver desde el punto de vista de Jungkook.
Les daré un spoiler, esta historia terminará cuando uno de ellos cumpla 24 años, sólo digo.
Nos vemos en el próximo capítulo.
—KMDPrincess.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top