Mejores amigos: Crecimiento

No ha estado tan mal como otros años; si piensa de forma introspectiva puede decir cosas buenas sobre todo lo que ha aprendido y todo lo que ha logrado.

Obtuvo dos reconocimientos el 14 de febrero, uno por la maqueta que presentó en una feria y otro por su desarrollo en matemáticas. Ese día sus padres pidieron permiso para asistir a la ceremonia, mientras Jihyun y Jungkook volvían solos a casa, esperaba celebrar sus reconocimientos junto a Jungkook cuando estuviera ahí, pero se decepcionó al saber que este no había ido a visitarlos y se había desviado a su propia casa.

Sin embargo, más tarde tuvo la oportunidad de enseñarle y Jungkook lo felicitó por ello.

Ahora mira sus reconocimientos con orgullo todo el tiempo, en realidad no son los más significativos, pero cada que los ve sólo puede pensar en la cara impresionada de Jungkook mientras los veía, y algo en su estómago cosquillea cada que lo recuerda.

Los últimos meses han sido más complicados, desde mayo Jungkook ha estado tan deprimido y todo el tiempo se siente ausente.

Jimin comprende la razón aunque sabe que jamás podrá entender lo que Jungkook siente, sufrir el abandono de una madre debe ser difícil, no conoce los detalles de lo sucedido, sólo tiene de pista la mirada triste de su nuevo mejor amigo.

Su padre le recomendó ser dulce con Jungkook sin necesidad de sacar el tema a conversación, así que eso es lo que ha estado haciendo.

A veces no sabe qué hacer o cómo actuar cuando Jungkook se rompe frente a él, apenas está aprendiendo, quiere ser un buen hombro sobre el cual llorar porque eso es lo que hacen los buenos amigos.

Ha aprendido a leer las señales, si está sentado en el escritorio y Jungkook llega y se pone de pie a su lado es porque quiere un abrazo; si van caminando y se detienen es porque quiere hablar de algo; si mira algo con detenimiento es porque quiere probarlo, sucedió con el helado; si su pierna tiembla es porque está estresado, Jimin hace lo posible por tranquilizarlo y atrapar su mente por un momento.

Jungkook, su pequeño Jungkook, es tan joven para vivir con esto.

Jimin sabe que esto no se trata sobre sí mismo, pero a veces sólo se siente tan triste al ver a Jungkook sufrir tanto. La primera noche que este despertó llorando por una pesadilla, cuando volvió a conciliar el sueño, Jimin se permitió llorar por él unos momentos.

¿Por qué no puede hacer algo más para ayudarlo?

Quisiera expresarle a sus padres cómo se siente, sin embargo, de hacerlo ellos no reaccionarían tan positivamente y pensarían que Jungkook sólo es una mala distracción emocional que podría afectar su rendimiento académico y tal vez lo último no es una mentira del todo...

De cualquier forma, Jimin sólo quiere ayudar.

—¿Jungkook, has practicado algún deporte? —pregunta su madre durante la cena en una noche de pijamada.

Jungkook se encoge de hombros.

—No lo sé, solía jugar beisbol cuando era más pequeño, pero no me interesaba tanto.

—Estar en un deporte podría ayudarte a despejar tu cabecita —contestó su padre—. Jihyun está en natación y Jimin en taekwondo, tal vez puedas probarlo en estas vacaciones, los cursos de verano son muy económicos, podrías contarle a tu padre para que te meta antes de que se cierren las inscripciones.

Jimin siente cosquillas en el estómago por la emoción, nada sería más divertido que eso. Se imagina entrenando juntos, Jimin se encargaría de enseñarle a Jungkook todo lo que ya sabe y podrían platicar durante los descansos sobre lo que sea. 

Además el Sabonim estará complacido de recibir a alguien como Jungkook en su clase.

Cielos, Jimin siempre ha querido saber qué se siente entrenar con un amigo.

—Tal vez pruebe natación.

El corazón de Jimin se hunde junto a su emoción incontenible, puede escuchar a Jihyun resoplar desde el otro lado de la mesa, seguro molesto por tener que compartir una parte de su día con Jungkook otra vez, y luego siente la mirada de sus padres encima ante su cambio de humor notorio al menos para ellos que lo conocen mejor que nadie.

—Eso... —fuerza una sonrisa—. Eso sería genial, Jungkookie, iría a apoyarte desde las gradas todos los días.

Recibe una media sonrisa por parte de Jungkook, después sus padres empiezan a hablar sobre el trabajo y Jimin intenta concentrarse en su comida.

La mirada suspicaz de Jihyun le quema la cara.

Está bien, no siempre se obtiene lo que se quiere.

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Al final Jungkook se inscribe al taller de verano de ambos deportes aprovechando que se imparten en distintos horarios.

Taekwondo lunes, jueves y viernes.

Natación martes, sábado y domingo.

Jimin no puede evitar la admiración y la sorpresa, él no podría con tanto y eso que está más acostumbrado a la actividad física.

Sorpresivamente, Jungkook nunca parece cansado, de hecho el maestro de Jimin tiene que ayudarle a conocer sus propio límites para que no se lastime al esforzarse demasiado, Jungkook entrena todos los días hasta que su respiración es tan errática que apenas puede hablar.

Cuando Jimin le contó a su madre, ella dijo que era natural, pues tal vez Jungkook había encontrado una manera de liberarse de sus problemas al entrenar.

La parte complicada son las clases de natación.

Jihyun y Jungkook chocan todo el tiempo, muchas veces a propósito. Sucede que Jihyun abusa bastante de su experiencia e intenta meter a Jungkook en problemas, la última vez se cruzó en su carril y le dejó un buen golpe en la nariz por "accidente".

Jungkook no es tolerante y eso es peor, el menor siempre busca la manera de devolver los daños, no paran de pelar y Jimin ni siquiera sabe la razón.

—No puedes hacer esto —masculla cuando ambos se sientan a tomar agua en las clases de Taekwondo.

Jungkook baja la mirada, sus ojos de ciervo miran sus pies descalzos durante varios segundos y el silencio sólo reafirma la solidez en la actitud conflictiva de Jungkook. 

Él no está pensando en parar.

—Extraño que pases las tardes en mi casa —dice Jimin en un intento de mover el tema, los ojos de Jungkook regresan a los suyos—. Era divertido armar cosas y acostarnos a hacer nada.

—Tal vez... —empieza Jungkook con un tono dubitativo—. Tal vez podría ir mañana...

Es un plan.

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Al día siguiente, Jimin recibe a Jungkook en su casa desde las tres de la tarde y el menor también le dice que se quedará a dormir, tienen tanto tiempo sólo para ellos.

Lo primero que hacen es conseguir algo de comer, al ser vacaciones y una ocasión especial, Jimin le pide permiso a su madre para comprar una pizza, la emoción de Jungkook ante la idea le hace intuir que no es algo que el menor pueda comer tan seguido, se da palmaditas en la espalda por la buena decisión.

La segunda actividad en la lista es hacer algo que le guste a Jungkook y ese algo es jugar videojuegos. Por suerte Jihyun no está en casa, así que Jimin puede tomar prestada su consola sin ningún problema.

Jungkook vuelve a demostrar su paciencia al explicarle a Jimin cómo funciona cada botón, no lo regaña ni siquiera cuando Jimin reinicia el juego por accidente. Jimin cree que incluso si es un desastre, ganar no es el objetivo de Jungkook en este momento.

Tal vez Jungkook sólo quiere pasar tiempo a su lado...

La tercera actividad es jugar juegos de mesa, por suerte Jimin tiene muchos, su familia ama el tiempo de calidad y al menos una vez al mes tienen un día libre para sentarse a jugar. Los juegos no son tan divertidos cuando sólo los juegan dos personas, sin embargo, ellos no paran de molestarse y carcajear.

La cuarta actividad consiste en preparar panqueques con la madre de Jimin, quien ya está en casa junto a su esposo cuando ese momento llega. ¿Sería sorprendente decir que Jungkook termina superando las habilidades culinarias de Jimin en cuestión de minutos? Este niño es como un talento andante en todo lo que hace.

Menos matemáticas, esas se las puede quedar Jimin.

La quinta y última actividad después de cenar es ir a dormir.

Jimin está cansado, los párpados le pesan y no para de soltar bostezos. Intenta resistirse a la somnolencia, aferrado a sostener un momento más de este día junto a su mejor amigo, quien todavía tiene los ojos muy abiertos cuando ambos se esconden bajo las sábanas.

En un pestañeo, lo último que Jimin alcanza a ver es a Jungkook observando el techo.

Después de eso tiene un vago sueño sin sentido donde él persigue a un heladero por alguna extraña razón. Es divertido, Jimin no sueña con frecuencia, así que disfruta las imágenes durante horas que se siente como  un par de segundos.

Cuando vuelve a pestañear parece que se ha despertado de nuevo por todo el movimiento que hace Jungkook en la cama.

Jimin se estira y frota sus propios ojos con cansancio, su mirada viaja hasta el reloj de su mesita.

12:37 a. m. 

Cielos, es una hora de la noche considerablemente alta para ellos.

—¿No puedes dormir? —le pregunta a Jungkook en un susurro ronco y escucha a Jungkook negar con apenas un pequeño ruido.

Tras la corta respuesta Jimin se sienta en la cama y se estira por sus lentes, ya se sabe la rutina, conoce lo que tiene que hacer cuando Jungkook atraviesa estos ratos de insomnio, es el truco que funcionaba con Jihyun cuando este era más pequeño. Un vaso de leche caliente.

De pronto un sollozo abrumante detiene cada uno de sus movimientos, es ruidoso, ahogado y doloroso, todo el organismo de Jimin termina de despertar tras oírlo.

—¿Qué pasa? —pregunta con el tono más calmado que puede encontrar—. Tranquilo, estoy aquí, estoy aquí...

Se acuesta de nuevo y abraza a Jungkook por la espalda, todo el cuerpo del menor tiembla debajo de él y el llanto es incontenible. Empieza a tener miedo de que despierten a sus padres.

—Estoy aquí, Kookie —repite en un susurro.

—No quiero esto —solloza—. Quiero a mamá, quiero que vuelva, quiero que estemos juntos... Odio esto.

Jimin presencia el episodio de catarsis, una herida horrorosa se abre en la vida de Jungkook y es posible que deje una cicatriz, pero Jimin no puede hacer nada para detenerlo. Incluso cuando es el mayor de ambos, todavía existe un numero que limita todo.

Desea con ansias ser más grande, poder controlar el mundo y cuidar de este niño que lloriquea entre sus brazos.

Jimin piensa que la infancia de Jungkook está llegando a su final con un cierre espantoso.

—¿Por qué los adultos son así? —cuestiona Jungkook—. ¿Por qué son tan malas personas? No quiero ser así.

Jimin no sabe qué decir, para él todos los humanos están llenos de defectos, sus padres tampoco son perfectos, se enojan y discuten, a veces actúan de forma injusta con él, hay ocasiones en las que Jimin se ha molestado con ellos. Pero es natural.

—No lo serás —susurra—. No serás así.

—Nunca seré alguien de quien no me sienta orgulloso —dice Jungkook más para sí mismo—. Lo prometo, nunca seré así, te lo prometo...

Jungkook nunca detiene el llanto durante toda esa hora, él llora y repite lo mismo, como un mantra.

Jimin reflexiona sobre muchas cosas, piensa en los padres de Jungkook, piensa en la mirada vacía de su madre, en la actitud despreocupada de su padre.

Piensa mucho.

Ambos viven en una burbuja dolorosa hasta caer dormidos.

Y todo cambia a partir de ese momento.

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La mujer vuelve a mediados de agosto.

Jimin nota que Jungkook nunca le dirige la palabra, de hecho la ignora y en realidad respeta mucho la actitud evasiva de su amigo.

Debe ser difícil, ¿no?

Ella está desesperada por recuperar la atención de su hijo, lo recoge de la escuela, intenta salir a pasear con él y muchas veces viene a Jimin y se porta muy atenta con él, pero eso no le sirve mucho.

—¿Cómo estuvo el día? ¿Hicieron muchas cosas? —pregunta la mujer de camino a casa.

Como Jungkook no responde, Jimin es quien empieza a hablar con ella.

—Fue un día tranquilo para mí —contesta por cortesía.

—¿Están en el mismo salón de clases?

Vaya, ella ni siquiera sabe eso.

—Soy mayor que Jungkook, él y yo no estudiamos juntos —dice Jimin, con incomodidad, la diferencia de edad es realmente notoria, tal vez en dos años eso sea otra historia.

—Lo siento, no lo sabía.

La mujer ríe incómodamente, les compra un helado y sigue hablando, está desesperada, Jimin lo sabe.

Cuando Jungkook viene a su casa más tarde, Jimin decide preguntarle qué piensa sobre ella y Jungkook sólo se encoge de hombros, sin mostrar ninguna clase de emoción en su rostro infantil.

—No se ha disculpado —concluye.

Y por lo que Jimin ha visto, ella tal vez no lo haga.

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Se va un día antes del cumpleaños de Jungkook, desaparece de nuevo y Jimin empieza a agarrarle rencor.

El futuro se ve sombrío, pasa una semana sin que Jimin sepa algo de Jungkook, incluso falta a la escuela, pero Jimin sabe que no está en otro lugar que no sea su casa.

Durante toda esa semana, Jimin admira con frustración el regalo que está en su escritorio y que todavía no ha podido ser entregado.

Es un auto de juguete con control remoto que una vez apareció en los anuncios y Jungkook dijo que quería tener uno algún día.

Jimin ahorró mucho para comprarlo, él puso la mitad y su padre puso la otra.

Después de que esa semana pasa, Jungkook regresa al mundo y actúa como si nada, pero Jimin nota el cambio en su mirada.

Ahora Jungkook tiene doce años, la niñez se ha terminado y la adolescencia ha empezado, según lo que Jimin ve.

Cuando recibe su regalo, sonríe un poco y agradece en silencio, esa es la última vez que Jimin ve el auto, porque después de eso nunca más aparece en su vista, Jungkook no lo usa.

Jimin quiere decir que no se siente herido, pero eso sería una mentira y él las odia, el día que rompió el ventilador con un balonazo, no pudo aguantar más de cinco minutos antes de correr hacia su madre y confesar el crimen.

Él es así, no sabe si es bueno o malo, Jihyun es demasiado bueno mintiendo y nunca se le ve ningún signo de remordimiento, dice que a veces uno tiene que hacer cosas para salirse con la suya, dice que el fin justifica los medios.

Jimin no piensa igual.

—¿A dónde te gustaría viajar algún día? —pregunta Jimin.

Jungkook se encoge de hombros y mira el techo de la habitación de Jimin.

—Cualquier lugar fuera de este absurdo pueblo.

—¡No es un pueblo! Es una ciudad pequeña.

—No veo muchos rascacielos.

Jungkook ya no llora como antes, pero tiene muchas pesadillas y siempre despierta en las madrugadas, sin embargo, ya no acepta los vasos de leche de Jimin y se enfrenta al insomnio por su propia cuenta. Jimin extraña un poco la actitud tierna de Jungkook, al menos todavía se deja abrazar y permite que Jimin estire sus mejillas.

Ha notado que ahora Jungkook tiene algunos amigos, son un grupito que siempre se queda en las canchas durante los recesos, son energéticos y muy buenos en los deportes. Jungkook es bueno en cualquier cosa.

Jimin también está empezando a socializar un poco más, lo invitan a algunos equipos, pero él solo puede llamarle a estas personas "compañeros", no son amigos, Jungkook sí es un amigo.

—¿Iremos a la feria de la iglesia? —pregunta Jimin, con una sonrisa tímida.

—¿Quieres ir? —pregunta Jungkook—. ¿Te gustan las fiestas del pueblo?

 Jimin toma una almohada y le pega en el rostro juguetonamente.

 —Eres malvado, ¿no quieres ir a la feria?

—Si quieres ir no tienes que preguntarme si yo quiero, claro que iremos. 

—¡Me haces ver como un dictador!

—Creo que lo eres.

Van a la feria juntos, compran dulces, juegan algunos juegos y Jimin se gana un peluche de un patito, Jungkook le dice que se parece mucho a él y Jimin finge sentirse indignado.

Este tipo de cosas hacen que Jimin se sienta muy feliz y agradecido con la vida por haber puesto a Jungkook en su camino, lo quiere demasiado y está muy seguro de que ese cariño es correspondido.

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El cumpleaños número catorce de Jimin llega sin fiestas vergonzosas.

Es un día tranquilo, la familia de Jimin va a comer a un restaurante y Jungkook es un invitado.

Aunque Jihyun y Jungkook se tiran miradas mordaces, nada es un impedimento para catalogarlo como un gran día.

En vez de dar regalos físicos, los padres de Jimin le abren una cuenta de ahorros en el banco que será desbloqueada cuando Jimin sea mayor de edad, el propósito de los ahorros es asegurar un buen futuro universitario para Jimin, sus padres son muy demandantes cuando se trata de la educación, quieren que Jimin estudie en una de las mejores universidades del país, por eso se aseguran de que siempre se mantenga estudiando lo suficiente.

Jimin nunca ha reprobado ningún examen. Nunca.

Después de la comida, cuando van en el auto, Jungkook le regala a Jimin una increíble pulsera de plata.

—Sé que no usas mucho estas cosas, pero pensé que tal vez te gustaría...

Jimin lo calla con un fuerte abrazo.

—Esto es precioso, no puedo creerlo.

—¿Qué es? —pregunta la madre de Jimin, desde el asiento de copiloto.

—¡Una pulsera de plata!

—Dios, eso es maravilloso, muchas gracias por darle algo bonito a mi hijo.

Jungkook se sonroja un poco ante el cumplido.

—También te hice una carta —confiesa, rojo hasta las orejas—. Pero prefiero que la leas cuando estés solo.

—¿Es una carta de amor? —pregunta Jihyun, con una expresión de burla.

Jimin traga saliva y siente que le arden las mejillas, algo dentro de él se mueve y su corazón tiembla extrañamente ante la idea.

No sabe por qué, pero es extraño.

—Jihyun, no molestes a tu hermano y a Jungkook con esas tonterías —regaña su padre.

Jimin muerde su mejilla y se traga los comentarios.

Una carta de amor, vaya tontería.

En la noche cuando lee la carta, sólo encuentra un mar de elogios y agradecimientos, el último renglón es el más especial.

Eres una luz en mi vida, Jimin, te quiero tanto.

Duerme más feliz que nunca.

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En Halloween, Jihyun sale con sus amigos y Jimin se queda en casa con Jungkook, el menor no quiere salir, Jimin entiende que tal vez ya se siente demasiado grande para hacer eso de pedir dulces y disfrazarse, la verdad es que Jimin sí quería hacerlo, pero no lo dijo.

En vez de eso, el plan es pedir pizza y ver películas de terror.

Jimin se aferra a Jungkook todo el tiempo, y este último le tapa los ojos cada vez que siente que saldrá algo feo, es muy bueno para predecirlo.

Después de un rato, Jimin se queda dormido en el hombro de Jungkook y ahí amanecen.

Estar juntos es divertido.

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Un día de noviembre mientras desayunan, Jihyun ve la oportunidad perfecta para molestar a Jimin.

—¿Jungkook es un niño pequeño que no tiene cama? —pregunta perversamente—. Casi toda la semana se quedó a dormir contigo.

—Cierra la boca —masculla Jimin—. Estás celoso porque tú no tiene un amigo que quiera quedarse a dormir contigo.

—No me gusta dormir con hombres en la misma cama —escupe Jihyun.

El padre de ambos no está en casa, tal vez por eso es que discuten tan abiertamente.

—Jihyun, ¿qué son esos comentarios? —regaña la madre de los dos—. No hay nada de malo en que Jimin y Jungkook duerman juntos.

—Creo que es muy infantil —contesta—. Jungkook ya creció.

La mujer niega con la cabeza en gesto de desaprobación y sigue comiendo sin decir nada, la discusión termina ahí. Cuando terminan de comer, ella manda a Jihyun a arreglar su habitación y Jimin está por irse a lavar los trastes hasta que ella le habla.

—Sobre lo que dijo tu hermano, estuve pensando mucho en eso y creo que sería una buena idea comprar un futón para que Jungkook lo use cuando se quede a dormir —comenta—. Tu padre piensa lo mismo, además ambos están creciendo y no siempre cabrán juntos en esa cama, ¿no crees?

Si bien sabe que ella tiene razón, le gusta mucho dormir con Jungkook. Jimin se siente un poco triste.

Dicho y hecho, el futón llega un par de días después.

Al principio Jungkook no entiende mucho por qué debe dormir ahí y no en la cama de Jimin, pero con el tiempo lo hace y es un poco más cómodo para los dos.

Tal vez hay días en los que terminan compartiendo espacio, ya sea en la cama o en el futón, pero eso los padres de Jimin no lo saben y mientras tanto nadie se debe preocupar.

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Diciembre está lleno de fiestas, los padres de Jimin invitan a Jungkook a las posadas a las que van y también lo invitan a pasar la navidad y el año nuevo con ellos si es que no viajará como el año pasado.

El padre de Jungkook está lleno de trabajo, Jimin ha escuchado algunas conversaciones de adultos y según parece, el señor tiene dificultades para conseguir un contrato formal, así que mientras tanto debe trabajar al doble.

Aunque Jimin se hace el ciego cuando ve al hombre tomar con sus amigos los fines de semana.

Los adultos son tan extraños y Jimin algún día será uno.

Beber ponche y comer dulces con Jungkook es divertido, le encanta, nunca se había sentido así de feliz en esta temporada, no lo malinterpretes, la navidad siempre le ha gustado, pero esta navidad es por mucho la mejor que ha pasado.

Cuando abraza a Jungkook en año nuevo siente que nada podría frenarlos.

Es su tan querido mejor amigo.

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❝...❞

Estoy pasando por un mal tiempo emocional y el día de hoy eso me ayudó mucho a terminar este capítulo que llevaba semanas incompleto.

Empezaré a meter sentimientos y pensamientos más profundos en esta historia, quisiera escribir todo de golpe, pero sé que si no me tomo mi tiempo podría desperdiciar mi creatividad usando ideas inmediatas.

Mis procesos para escribir son muy detallados, puedo tener un párrafo ya hecho y mejorarlo sólo con mover el orden de las palabras, entonces para hacer cosas buenas necesito releer y releer hasta asegurarme de que cada palabra colocada sea la ideal.

Esta vez no hice muchas correcciones, estoy un poco cansada y tenía urgencia por subir esto, pero lo editaré más adelante, siéntanse libres de avisar si alguna palabra está mal escrita.

Tengan un próspero año nuevo, nos leeremos muy pronto.

—KMDPrincess.

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