1O: Love & Freedom

JiHyo está sentada en la encimera de la cocina con una taza de café negro caliente humeando ante ella. Con las cortinas y las ventanas abiertas, respira hondo y sonríe cuando la brisa primaveral de la mañana le da en la cara y le alivia ligeramente el dolor de la mejilla.

Lleva una camiseta de tirantes burdeos bajo un cárdigan negro y pantalones de chándal negros.

Va descalza.

Se siente diez años más joven y diez veces más feliz.

Se plantea dejarse crecer el cabello, ¿por qué no? Es una mujer guapa. Puede llevar el peinado que quiera. Se mira la mano izquierda y no tiene anillo. Las vendas también han desaparecido. La libertad le sienta de maravilla a JiHyo.

Después de dar un largo sorbo a su café, toma el teléfono y llama a su madre.

—¿Mamá? Hola, buenos días.

—¡Buenos días, Hyo! ¿Cómo estás? 

—La verdad es que estoy fantástica. Daniel y yo hemos roto.

—¿Hablas en serio? — Sumni casi grita de emoción.

—¡Sí! Nos separamos anoche, él ya tomó sus cosas y se fue.

—Oh, Hyo, my little girl... Me alegro mucho por ti. Siempre me rompió el corazón verte con ese hombre...

Es verdad.

La madre de JiHyo siempre ha manifestado su desacuerdo con su relación con Daniel, por muchas razones, y también su padre.

Nadie en la vida de JiHyo apoyó nunca su matrimonio, y eso era algo que solía molestarla, pero ahora ve que era una preocupación justificada.

JiHyo incluso se metió en algunas peleas con sus padres, defendiendo a Daniel cuando su madre lloraba y casi le rogaba que entendiera de dónde venía. Pero el amor la cegó. Y siendo tan joven, dejarse manipular por el encanto de su apuesto profesor era cosa fácil.

Ahora que JiHyo es mayor lo entiende. Aún la atormentará saber que entregó muchos años de su juventud a un hombre mayor e infiel, pero al menos ahora puede superarlo y ser verdaderamente feliz.

—Lo sé. Nunca entendí realmente lo terrible que era nuestra relación hasta ayer. Fui... fui ingenua. Pero el pasado está en el pasado. Y pronto ya no estaré casada con él—.

—Oh, eso hace mi corazón tan feliz...

—¿Estás llorando, mamá?

—Sí, sólo un poco. Sólo estoy feliz. Estoy segura de que tu padre también lo estará.

—Sí, a él tampoco le gustaba Daniel.

—Oh, Hyo, lo odia absolutamente. Tu padre está bastante seguro de que ese hombre te hechizó o algo así.

—Honestamente, eso es lo que sentí. En fin, tengo muchas cosas de las que ocuparme hoy, ¿te parece bien si recojo a ChaeYoung mañana por la mañana? 

—¡No hay ningún problema! Ha estado de muy buen humor. Ahora mismo está viendo dibujos animados con tu padre.

—¿Habla? 

—Se está riendo. Anoche lloró un poco antes de acostarse, pero tu padre la calmó enseguida, ya sabes lo bueno que es con esas cosas. Así que no ha dicho nada, pero al menos está contenta.

—Esto me hace muy feliz, mamá. Muchas gracias por ser una granny tan increíble.

—Oh, my girl, quiero a la pequeña ChaeYoung de la misma manera que te quiero a ti, y también a tu padre. No necesitas agradecérmelo.

—Te quiero, mamá. Ahora tengo que irme, gracias de nuevo por cuidar de ChaeYoung por mí. Dile que la recojo mañana a primera hora y que traigo golosinas de Sana.

—Oh, ¿es esa tu amiga panadera? 

—¡Sí! ChaeYoung la quiere a muerte, se pondrá contenta cuando se lo digas.

—¡Se lo diré, entonces! See you soon, Hyo!

—¡Adiós, mamá! 

JiHyo cuelga y vuelve a sonreír. Está deseando decirle a Sana que por fin es libre de salir con ella sin tener que esconderse, hacerle el amor y pasar la noche con ella.

Aunque teme decirle que está embarazada.

Piensa en la posibilidad real de que Sana la abandone.

No la culparía por ello, por mucho que le doliera. JiHyo ya tiene un hijo y está a punto de tener otro, no está tratando de forzar dos niños en la vida de Sana de esa manera. En un mundo perfecto, se convertirían en una hermosa familia feliz.

Ella espera estar viviendo en ese mundo perfecto ahora mismo.

JiHyo conduce hasta el edificio rosa y, mientras aparca el coche, la ansiedad aumenta a un ritmo vertiginoso.

Sube las escaleras y llama a la puerta.

—Hola be... ¿qué te ha pasado en la cara? ¿Te ha pegado? — dice Sana, con la cara enrojecida por la ira.

—Um, sí. Pero no pasa nada, ya te contaré—. JiHyo entra en el apartamento, el olor a rosas la tranquiliza. Se sienta en el cómodo sofá rosa y siente que sus miembros tiemblan de nerviosismo. Sana se sienta a su lado en el sofá y le toma la mano en la que no se ve el anillo.

—¿No hay anillo? Eso significa...— Sana ya sonríe ampliamente.

—Sí. Daniel y yo nos separamos anoche—. JiHyo no puede evitar estallar en carcajadas de lo contenta que está, sobre todo viendo lo feliz que está Sana.

Sana se lanza sobre JiHyo y la abraza, dejándole besos por toda la cara, excepto en el punto magullado. —Esto es genial, no me lo puedo creer, cariño. ¡Estoy tan feliz! — vuelve a abrazar a JiHyo.

—Shiba, me estás ahogando—. dice JiHyo, riéndose.

—Lo siento, estoy tan...— Sana hace un ruido agudo que hace reír aún más a JiHyo.

—Yo también, nena.

—Está bien, entonces... ¿qué pasó anoche? —. Sana dice después de bajar de su arrebato de felicidad.

—Uh...— JiHyo mira hacia abajo y respira profundamente varias veces. —Antes de hablar de eso, tengo que decirte algo.

—Bien...— Sana desconfía, sin saber a qué atenerse.

—Si quieres romper después de que te diga esto sólo quiero que sepas que no te lo tendré en cuenta en absoluto.

—JiHyo, no creo que haya nada...

—Estoy embarazada. — JiHyo dice, incapaz de esperar más.

Sana se queda helada, mirándola sorprendida. —¿Qué? —, apenas le sale la voz.

—De unas cinco semanas. Me enteré el día del accidente, en el hospital. Yo... no tenía ni idea, estaba en estado de shock... En fin, no quiero que esto sea problema tuyo, Shiba. Sé que no te apuntaste a una novia con una niña y un bebé, y entiendo si es demasiado...

—JiHyo, cariño. Por favor, deja de hablar un momento—. Dice Sana, sonriendo un poco. —En primer lugar, te amo. Y eso significa que amo todo lo que viene contigo, especialmente a tus hijos—. Sana le aprieta la mano tranquilizadoramente. JiHyo le sonríe con seriedad. —No te voy a mentir, definitivamente no me lo esperaba, sobre todo porque dijiste que Daniel y tú ya no tenian sexo...

—No lo hacíamos. Hubo una vez, sin embargo... fue justo antes de que tú y yo nos juntáramos. Estaba tan desesperada por olvidarte porque estaba tan enamorada de ti que yo de imbécil pensé que acostarme con el maldito de mi marido lo haría desaparecer por arte de magia. — JiHyo se cubre la cara con una de sus manos y se sonroja, avergonzada. —Claramente no lo hizo, en realidad me hizo sentir peor. Lloré como una idiota después...

—Bueno, eso tiene sentido—. Sana asiente, procesando la información.

—Cariño... ¿estás segura de que esto es lo que quieres? —. pregunta JiHyo, todavía llena de inseguridad.

—JiHyo, por billonésima vez, sí, esto es exactamente lo que quiero. Te quiero a ti y estoy deseando ser la mejor madrastra del mundo.

A JiHyo se le saltan un poco las lágrimas. —¿Cómo he tenido tanta suerte? 

—¿Cómo he tenido yo tanta suerte? — Sana sujeta suavemente la cara de JiHyo por la mandíbula y la acerca, apretando sus suaves labios contra los suyos, y luego pasa los dedos por el cabello de JiHyo. El beso no es apresurado, es tierno, dulce, tranquilo. Tienen todo el tiempo del mundo. —¿Qué haces hoy? — Sana rompe ligeramente el beso y pregunta.

—Bueno, estaba pensando que podríamos celebrar nuestro primer día de libertad sin hacer absolutamente nada juntos en todo el día. Y si quieres, quizá podría quedarme a pasar la noche—. JiHyo esboza una dulce sonrisa que hace que a Sana le dé un vuelco el corazón.

—Me parece un plan estupendo—, le sonríe a JiHyo. —Además, tengo una pregunta para ti.

—Bien. 

—¿Quieres ser mi novia? ¿Oficialmente? — Sana sonríe como una adolescente tonta. JiHyo se siente joven de nuevo.

Por fin.

—Sí, me encantaría ser tu novia—. JiHyo suelta una risita y la besa.

Su novia.

—Esta bien, linda, voy a ir a la cocina a prepararnos algo rico y tú puedes ver la tele, echarte una siesta, darte una ducha... ¡lo que quieras! 

—Oye, ¿y si quiero ver cómo cocinas? 

—Eso no es una opción porque lo que estoy preparando es una sorpresa—. Sana se da un golpe en la nariz y JiHyo hace un mohín.

—Voy a mearme en tu cama, entonces. 

—Mientras laves las sábanas después, ¡hazlo nena! — Sana se levanta, riendo, y se va a la cocina.

JiHyo quiere sentarse y ver a Sana hacer lo que más le gusta, pero tampoco quiere estropearle la sorpresa, así que se limita a encender la tele y ver un programa de concursos. En un momento dado, JiHyo acaba quedándose dormida un rato, una combinación del cansancio de la noche anterior y la extrema tranquilidad que le proporciona el luminoso, ventilado y perfumado de rosas apartamento de Sana.

Sana comprueba cómo está después de decir algo desde la cocina y no obtener respuesta, y suelta una suave risita cuando ve a su novia durmiendo como un angelito en su sofá con la televisión encendida. Aunque estamos en plena primavera, Sana sigue sintiendo la necesidad de poner su manta de ganchillo rosa pastel y blanco sobre JiHyo, luego le besa la frente y vuelve a la cocina.

JiHyo se despierta varios minutos más tarde con el delicioso olor a pizza apoderándose de toda la casa, y se siente atraída hacia la cocina, olvidando por completo que se supone que no debe hacerlo.

—¡JiHyo! ¡Te dije que era una sorpresa! — dice Sana, intentando tapar el bol rosa donde está mezclando algo.

—Oh mierda, lo siento mucho, estoy como medio dormida ahora mismo, pero... es que esto huele tan bien.

—Eres tan desobediente—. Sana pone los ojos en blanco y se ríe.

—¿Me vas a castigar? — JiHyo dice con una sonrisa burlona, luego se sienta en la bonita mesa rosa cerca de la puerta.

—Es lo que te mereces ahora mismo—. Sana sigue mezclando la masa en el bol.

—Entonces, ¿qué estás haciendo? — JiHyo apoya la barbilla en las manos, con los ojos pegados al culo de Sana.

—Bueno, como ya puedes olerlo no tiene sentido ocultarlo, estoy haciendo una deliciosa pizza cuatro quesos con la receta de mi madre y algo de postre que no te diré—.

—¿Es un pastel? 

—No. 

—¿Donas? 

—No...

—¿Eclairs de chocolate? 

—¡JiHyo, no te lo voy a decir! — Sana toma un poco de harina con el dedo y la mancha en la nariz de JiHyo.

—¡Eh! 

—¡Tú te lo has buscado! — Sana se ríe.

—Es justo.

JiHyo acaba distrayéndose al ver a la hermosa mujer que tiene delante paseándose por la cocina, extremadamente concentrada en sus tareas. Sonríe al darse cuenta de que puede ser tonta, juguetona, infantil cerca de Sana y no tener a su compañera poniendo los ojos en blanco y tratándola con condescendencia.

No hay dinámicas de poder, no hay necesidad de hacerse la mayor, la más seria.

Sana y ella son sencillas y divertidas. JiHyo se ha sorprendido a sí misma teniendo algunas de las ansiedades que Daniel le causaba, siendo extremadamente consciente de sí misma y preocupándose demasiado por lo que Sana pensaría de cada una de sus acciones. Pero a Sana no le importa. Y JiHyo se alegra de poder curarse de todos esos años de tensión y presión al lado de alguien tan adorable, tan dulce.

Sana suelta una risita cuando se da cuenta de que JiHyo se ha desconectado por completo mientras la mira, hipnotizada por su belleza.

JiHyo aprendió muy rápido que cocinar y hornear para sus seres queridos es el principal lenguaje amoroso de Sana, y se alegra de que ahora pueda sentarse a verla pasear con su delantal rosa, concentrada y entregada a ello.

—¡Ya casi he terminado! Sólo tengo que sacar la pizza del horno y poner después los bocaditos secretos—. dice Sana, poniéndose los guantes de cocina de flores rosas.

—Tengo la sensación de que esta pizza podría cambiar mi vida.

—Oh, lo hará. Hago la mejor pizza del país—. dice Sana con una sonrisa orgullosa.

—No lo dudo. Esto huele tan bien que ni siquiera tenía hambre y ahora parece que no haya comido en veinte años.

—¡Para, me estás subiendo el ego! —. Sana saca la pizza del horno y la coloca con cuidado encima del fogón, con su acento más evidente que nunca.

JiHyo se queda atónita con lo limpia y rosa que está toda la cocina. Incluso su nevera es rosa, lo que parece correcto tratándose de Sana. El hecho de que todo esté tan organizado y bonito hace que JiHyo sienta que su comida es aún más sabrosa gracias a ello.

Sana realmente nació para hacer esto.

—¡Es la hora de la pizza, cariño! — Sana dice de la manera más británica que puede.

—Dios mío, no puedo escapar de los británicos, ¿verdad? —. bromea JiHyo.

—Espera a conocer a mis padres, espero que te guste el té—. Sana coloca una porción de pizza en cada plato de cerámica rosa y dorada después de cortarla.

—Oooh, ¿ya estamos en esa etapa?—. dice JiHyo bromeando, pero Sana no lo capta y se limita a mirarla, confusa. —¡Es broma! Estoy deseando conocerlos y ver en qué clase de reino rosa te has criado.

Sana se sienta a la mesa y deja los platos. —Será mejor que empiece a gustarte el rosa, porque lo verás mucho a partir de ahora, nena.

—Creo que también podría rendirme, ¿eh? ChaeYoung, tú, tu madre... a todo el mundo le gusta el rosa. ¡Soy una minoría! 

—Quiero decir, viniste a mi pastelería espontáneamente. Yo llamo a eso progreso.

—Eso es tr... MIERDA ESTA ES LA MEJOR PIZZA QUE JAMÁS HE TENIDO—. Suelta JiHyo, cerrando los ojos a cada bocado que da.

—¡Te lo dije! Hago la mejor pizza del país, ¡los demás pueden comerme el culo! 

—Oh, me encantaría—. Dice JiHyo, haciendo que Sana estalle en carcajadas.

—¿Tú también eres una experta en culos? —. Sana casi se ahoga con la pizza de lo mucho que se está riendo.

—Definitivamente estoy a punto de convertirme en una—. JiHyo le guiña un ojo y se ríe con ella. No recuerda la última vez que estuvo tan feliz y relajada.

Terminan de comer y pasan al salón mientras esperan a que la sorpresa de Sana termine de hornearse.

—Bien, cuéntame lo de anoche—. Dice Sana, bajando el volumen de la televisión.

—Sí... bueno, básicamente me arrastró a casa, como más o menos viste, tirándome por ahí como una bolsa de basura. Iba tan rápido en el puto coche que me dio un ataque de pánico. En fin, llegamos a casa y él seguía bastante agresivo, yo no podía parar de llorar porque no paraba de llamarme puta y todo eso...

—Maldito pedazo de mierda...— Sana aprieta los puños con rabia, pero entonces JiHyo coloca suavemente su mano sobre la suya, haciendo que se relaje.

—...así que cuando me recompuse un poco estaba jodidamente enfadada y empecé a decirle que me amas y me satisfaces de una forma que él nunca lo hizo, le estaba gritando. Y por eso, me abofeteó en la cara. El moretón es de su anillo.

—JiHyo, qué mierda... ¿Te ha vuelto a hacer daño? ¿Te ha tocado? — Sana está inquieta, moviéndose en el sofá, con la cara ardiendo.

—¡No, no! Se asustó un poco justo después, intentó ayudarme a levantarme, porque me había caído, pero no dejé que se me acercara más. Esa fue mi gota que colmó el vaso con él, así que le dije que yo también sabía que me estaba engañando y que era un puto hipócrita por ser tan agresivo conmigo. Él no tenía ni idea de que yo lo sabía, así que después de eso las cosas se calmaron... ¿más? No sé... hubo un momento en que yo... yo...— JiHyo tiene que hacer una pausa para no empezar a llorar. —Me di cuenta de que él y yo nunca deberíamos haber estado juntos en primer lugar, porque... yo era... yo era una niña...— JiHyo no puede evitar llorar de nuevo, reviviendo todos los sentimientos de anoche.

—JiHyo, cariño...— Sana tira de ella para abrazarla. Le duele ver cómo JiHyo se da cuenta de cuántos años de su juventud perdió por culpa de ese hombre, pero también le satisface saber que JiHyo llegó a esa conclusión por sí misma.

—No sé cómo no me di cuenta antes de lo horrible que fue... y todo el mundo intentó decírmelo...

—No es tu culpa, JiHyo. Él era el adulto, debería haberlo sabido.

—¡Eso es exactamente lo que le dije ayer! — JiHyo se sienta y mira a Sana, aliviada de que la comprenda. —Es que... está jodido, todo eso está jodido. Se disculpó y acabó dándome la razón. Estaba avergonzado con la mierda que me ha hecho.

—Bueno, debería estar avergonzado. Y tú...— Sana pone el cabello de JiHyo detrás de su oreja. —Mereces ser feliz y amada—. JiHyo le sonríe. —Y me alegro mucho de ser yo quien te ofrezca eso.

—Tengo mucha suerte de haberte encontrado, Shiba. Y voy a hacer lo imposible para que tú también seas feliz y te sientas querida.

—Ni siquiera necesitas esforzarte tanto. El mero hecho de tenerte aquí, comiendo pizza y viendo la tele me hace más feliz que nunca. Te amo.

—¡Yo también te amo, cariño! — JiHyo sostiene suavemente la cara de Sana con ambas manos y le besa la frente, entonces suena el temporizador del horno.

—¡Oh, está listo! Ahora vuelvo, ¡quédate aquí y no te duermas! —. Sana se levanta rápidamente y retoza hacia la cocina.

—Hoy estás mandona, ¿eh? —. dice JiHyo, riéndose.

Tras unos minutos de impaciente espera, JiHyo se ve sorprendida por una preciosa bandeja rosa y dorada llena de apetitosas galletas con pepitas de chocolate que huelen increíblemente bien.

—Iba a hacerte rollos de canela, pero he decidido hacerte algo que aún no has probado. Bueno, al menos no los que yo he hecho. Y algunos dirían que hago las mejores galletas del país—. Sana coloca la bandeja en la mesita que tiene delante.

—Bueno, por muy sospechosas que parezcan tus fuentes, yo sí creo que haces las mejores de todo el país. Tiene usted mucho talento, señorita Minatozaki—. JiHyo coge las galletas, pero Sana inmediatamente le da una palmada en la mano, con suavidad.

—¡Todavía están demasiado calientes! Tenemos que esperar un poco.

—¿Por qué me pones delante algo con un aspecto tan delicioso si no puedo comerlo? —. JiHyo empieza a reírse justo después.

—¿Por qué te ríes? — Sana empieza a reírse también, contaminada por su novia.

—Acabo de darme cuenta de que esto es lo mismo que pensaba la primera vez que te vi...— JiHyo no puede parar de reír y empieza a convertirse en un jadeo. —Es una hermosa metáfora...

—¡Eres un puto bicho raro! —. Dice Sana, riendo aún más fuerte.

—¡Pero es la verdad! Me sentía tan miserable de que estuvieras allí, tan hermosa, tan dulce y tan jodidamente caliente y no pudiera besarte...— La risa de JiHyo comienza a desvanecerse.

—Bueno, ahora puedes—. Sana la atrae para besarla y rápidamente se convierte en una sesión de besos.

JiHyo se apresura a deslizar la mano por debajo del vestido de Sana y se burla de ella por encima de las bragas. Ella deja escapar pequeños gemidos al contacto, deseando al instante más. JiHyo ejerce más presión sobre ella, frotando círculos alrededor de su coño hasta que Sana le da señales de que quiere más, así que desliza sus bragas a un lado y se la folla, metiéndole dos dedos. Su pulgar sigue frotando su clítoris, y a Sana le cuesta seguir besando a JiHyo, dejándose llevar completamente por el placer y la estimulación.

—Hyo...— Sana dice, con los ojos cerrados.

—¿Sí? — JiHyo dice en su oído, follándola más rápido y más duro hasta que Sana se hace más fuerte y luego atrapa la mano de JiHyo con sus muslos cuando llega a su orgasmo, aferrándose a la parte posterior del cuello de JiHyo, sus labios presionados contra su mejilla mientras sus gemidos comienzan a desvanecerse.

—Eso fue tan caliente—. Ella dice, tratando de recuperar el aliento.

—Eres tan caliente—. JiHyo presiona sus labios contra los de Sana, sin detenerse demasiado para que la mujer pueda respirar. Vuelve a poner las bragas mojadas de Sana en su sitio y le da dos pequeñas palmadas en la zona, haciendo que Sana se retuerza un poco y suelte una risita.

—Bueno, ha sido una buena forma de esperar a que las galletas se enfríen un poco.

—No se me ocurre una forma mejor—. JiHyo sonríe, entonces Sana se apoya contra su cuerpo y JiHyo la abraza, besando la parte superior de su cabeza. —Te amo.

—Yo también te amo—. Sana la mira y sonríe. —¡Bien, vamos a comer galletas! 

JiHyo casi grita cuando prueba las galletas de lo buenas que están y se come la mitad de la bandeja ella sola, Sana sólo se come una o dos. Pasan el resto del día acurrucadas en el sofá bajo la manta de ganchillo, viendo la tele y haciéndose reír mutuamente. Cuando llega la noche, Sana se lleva a JiHyo a su dormitorio y se la come como si fuera su trabajo, haciéndole tener unos tres orgasmos.

Pero eso no es lo mejor de la noche.

Lo mejor es que JiHyo por fin puede quedarse a dormir.

War is over para nuestra Hyo

Aún quedan dos capitulos más antes que termine esta bonita historia, cuéntame que te parece ! ♡

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