006

Como cualquier adulto "joven" carente de experiencia en el ámbito sentimental. Miguel estaba liado. Se asemejó a un temeroso adolescente derrumbándose por dentro mientras el exterior luchaba por permanecer de pie el tiempo que fuese necesario. Perdía el habla, se le iba el hilo de los pensamientos y solo perduraba el aroma del café envenenando sus fosas.

Sin embargo, entre el sopor matutino tras la breve "reunion" con Michelle, no pudo evitar remembrar a cierto moreno cuya presencia particularmente parecía traer problemas a su mundo y a los adyacentes a el. Se volvía una mezcla inconclusa llevada al límite por lo que era moralmente correcto y aquello que sería un "placer" pasajero. Por supuesto, siempre que se pusiera a leer las encuestas en línea como hizo una vez que la rubia regresó detrás de la barra.

"¿Cuál es el estimado de una pareja? ¿Se puede salir con alguien de otro universo? ¿Cómo saber si me gusta o no?"

Esas, entre muchas otras formaban parte del repertorio en la base de datos actualizada del gizmo en cuanto se levantó para marcharse. Procesando los números, edades biológicas y las teorías formándose en el cerebro a velocidad surreal. Michelle parecía habersele clavado en el subconsciente. Una astilla lo suficientemente dolorosa como para poder ignorarla. El simple hecho de tenerla presente en el hipocampo la mayoría del día hacía que él mismo se desconociera.

Por Dios, ni siquiera la conocía del todo. Podía ser una maníaca, una villana o algo peor, y aún así estaba dispuesto a arriesgar su tiempo y trabajo por algo físicamente imposible.

¿Cruzar portales a diario para perderse a sí mismo en esa misma taciturna mirada azul? Por supuesto que si.

—¿Qué hacías con ella?— instigó un tono familiar fuera de la cafetería.

Recargado contra el tabique rojizo estaba Miles. Cruzado de brazos por el pecho sin amago alguno. Se limitaba a escudriñar en dirección a Miguel, frunciendo ligeramente el entrecejo ante la carencia de emociones en su impasible rostro cincelado.

—¿Qué es lo que quieres, Morales? Tuve piedad ahí dentro. Podría detenerte ahora mismo y llevarte de vuelta a la base— atisbó el gigante, imitando la postura de los brazos a fin de entenderse y de igual forma, apaciguarse.

Miles asintió por despecho. Henchiendo los pulmones al hablar en un tono más afable, danzando la gallarda mirada contra la bermellón en un intento por descifrar la verdadera intención de Miguel en su mundo.

—Sabes que no dejaría que me lleves de vuelta a tu casa club— encogió los hombros, torciendo los labios en una mueca—. ¿Qué tiene que ver Michelle en todo esto? ¿Ahora buscas gente cercana a mi? Tío, eso no está bien.

Miguel rodó los ojos, tensando ligeramente los músculos dorsales ante la acusación hundiéndose en su pecho cuál puñal. Dando girones violentos hasta alcanzar el corazón. El orgullo no le permitiría admitirlo, pero si que había errado en el pasado al llevar a cabo la redada de búsqueda por Miles.

—Ella no tiene nada que ver— confirmó, resoplando—. Es un café que me recomendaron, nada más. Ella parece...agradable.

El menor encarnó una ceja tan pronto la información cobró perfecto sentido. Conectar los puntos para alguien de su edad perfectamente informado del mundo digital y físico podría fácilmente colarse entre el amasijo de mentiras en los ojos de Miguel. El conflicto evidente le dio la respuesta que necesitaba.

Además, si consideraba las condiciones del café y lo privado que era podría cerrar el caso fácilmente. Las únicas personas cuyo conocimiento del lugar habrían llevado ahí a Miguel eran Gwen y Hobie.

—¿Te gusta, no?— insinuó, meneando las cejas en vaivén, haciéndolo removerse incomodamente de pie en su sitio—. Oh vamos, solo puedes decirlo y ya. Créeme, es liberador.

Miguel rodó los ojos, resistiendo el escozor del sonrojo agazapando sus mejillas. Decidiendo así objetar y postrar la mirada hacia el extremo. Si alguien además de él tenía la razón, su ego lo negaría. Por lo cuál la opinión de Morales en ese momento pareció evidenciar su "cuidadoso" intento por desperezar el interés amoroso por la barista. Debía refutar, converserse a sí mismo hasta convencer a terceros ante la suposición cobrando sentido en la realidad.

—¿Qué quieres, Miles?- la pregunta voló al aire sin ápices de negociación. Devolviendo los orbes carmín sobre el moreno de pícara sonrisa.

—La verdad es que quería saber la razón detrás de tu "visita" conyugal, pero ya me respondiste.

El mayor perdía el temperamento con facilidad, enervando la temperatura de su cuerpo a grados magnánimos. Lo cuál no fue excepción en cuanto su cuerpo dio un paso al frente, clavando la apabullante vista sobre el menor. No estaba enfrentándose a Miles, sino a sí mismo y su necedad por admitir la derrota física y emocional.

—Escúchame bien, mocoso...

—Está soltera, vive cerca de mi edificio y va a clases de salsa con mi mamá. Michelle es prácticamente mi niñera cuando mis papás salen- puso los ojos en blanco. Hundiéndose gradualmente contra los ladrillos, adquiriendo una figura relajada ante el adyacente peligro disfrazado de héroe delante de sus narices—. Así que la conozco bien.

La información era tan útil como lo era veraz. Miles conocía bien a Michelle así como aspectos importantes de su vida para contribuir a la cita que Miguel tendría con ella al día siguiente. Un paso en falso podría hacer su día un fiasco sin lugar a duda, pero ¿Qué tanto se permitiría confiar en un chiquillo de quince años? ¿Qué podría enseñarle a alguien de su edad que no supiese ya?

—Créeme, este es el siglo XXI. No consigues a la chica con un robot o comandos ciberneticos. Aunque las redes sociales juegan un papel importante ¿Tienes Instagram?

—¿De que carajo estas hablando, Miles?

Encarnó una de sus tupidas cejas, rascándose la nuca en un intento por no tomar la pregunta como una ofensa a su persona o en su defecto, a su conocimiento. No tenía ni idea de lo que estaba hablando el menor bajo su expertrix. Simplemente podía emitir gruñidos al balancear el peso sobre los empeines hasta los talones. Distrayendo sus pensamientos por un momento.

—Lo olvidaba, no tienes ni idea. Bueno ¿sabes qué?— Morales chasqueó, resaltando el carisma natural por el que siempre sería reconocido a los alrededores—. Puedo ayudarte con eso siempre y cuando dejes de perseguirme.

—Eres una anomalía.

—Y a ti te interesa Michelle. Tu decides.

Se trataba de cerrar un trato con diablo si decidía volverse ciego ante el innato deber del manto arácnido. Su deber yacía en mantener el canon intacto, sin embargo, absolver a Miles de lo que realmente era y presentaba a la sociedad arácnida era prácticamente inaceptable. Casi reprochable incluso para alguien cómo Miguel entre la espada y la pared.

Podría sacar a flote la cita con sus conocimientos actuales, más no podía contar con Lyla y sus investigaciones basadas en revistas juveniles.

—Te odio Miles, pero aquí juegas un papel importante. Puede que te perdone.

—¿Perdonarme?— escandalizó el menor, llevándose la mano al pecho con ofensa fingida—. Tú fuiste el que me persiguió, EN CUATRO PATAS. Yo debería perdonarte a ti. 

—Disculpa aceptada— suspiró, ignorando por completo las palabras de Miles, menos las últimas, que para sus oídos fueron más una súplica que una demanda. 

El de menor estatura dejó salir una breve risotada al pegarle una palmada juguetona por encima del bícep. Inmediatamente bajando el tono de sus acciones al enfrentarse al bufido aterrador de su contraparte, quién por más que quisiera ocultarlo parecía estar más cerca de quizás alcanzar la felicidad que merecía. Aunque fuese un mísero segundo junto a la mujer de ovillos dorados y aroma a vainilla.

—Primero necesitas un Instagram...y un teléfono de este siglo. Tengo uno viejo que podría funcionar. Andando.

Con un gesto por encima de la cabeza, guió entre el gentío de la gran manzana. Abriéndose pasó avidamente entre las calles con Miguel siguiéndole de cerca. Ojeando de vez en cuando el cambio entre los tonos cálidos fusionandose contra las fachadas en los edificios. Ese mundo era todo lo contrario al suyo. Vibrante y peligrosamente bello. No importaba el escozor en los glóbulos oculares siempre y cuando mantuviera su atención en todos los sitios a la vez. Maravillado por ese siglo.

Casí deseó quedarse ahí para jamás volver.

NOTA:

Me tardé y por ello me disculpo. Realmente muchas cosas han sucedido los últimos días. Unas buenas y la mayoría malas, pero aquí estamos. Lo mejor ha sido el concierto de Post Malone, eso me salvó.

Los extrañé. Les prometo que no los dejé abandonados, me prometí no hacerlo.

Los amo, desde este punto comienza lo bueno y ese primer capítulo subido de tono ya está escrito. Ya casi.

Pd: wattpad tiene la mala maña de cambiarme los guiones. Voy a buscar una manera de arreglarlo si ese fuese el caso.

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