3. Te recuerdo
El corazón del joven JungKook latía con gran fervor, sin él aún darse una explicación. No entendía porque sus ojos aquellos labios frente a él veían, pero la cercanía no resistía. Quería acercarse más, guiado por aquellos ojos oscuros que parecían ser un túnel a quien sabe dónde...
Inmediatamente las palabras susurrantes del hada resonaron en su mente, y como si TaeHyung fuese una peste, se separó de él precipitadamente.
- Lo siento. - TaeHyung dijo y sonrió. Su mirada se desvió a la joven quien extendió su mano con una gran y blanca sonrisa aniñada.
- Soy Coffee Light - Se presentó sola sin que nadie lo hiciera.
TaeHyung extrañado, con el entrecejo fruncido y una sonrisa curiosa extendió su mano y tomó la de la joven.
- Kim TaeHyung. - Sonrió con encantadora sonrisa y los ojos del hada brillaron como estrellas resplandecientes.
- ¡Encantada de conocerte! - Exclamó con chillona voz y frente al aún aturdido JungKook, el hada de un salto abrazó a TaeHyung colgando de su cuello.
De pronto el menor reaccionó, la mirada curiosa de los demás miembros asomaba el pasillo de la cocina para poder ver qué sucedía, y ante sus ojos observaron como la pequeña mujer era jalada por JK para que se bajara de los brazos de TaeHyung y continuara su camino hasta la puerta.
V se hizo a un lado, saludó con su mano para despedirse del hada, mientras ella intentaba por todos los medios quedarse, más Kook, con gran frustración e ira por toda aquella situación que parecía salirse de sus manos la empujaba como si su peso fuera pluma.
Y una vez que estuvo fuera del apartamento, ni su mirada más tierna de cachorro abandonado la protegió de aquel portazo que el maknae dio enfadado.
TaeHyung no podía ser aquel Rey del que tanto ella hablaba... ya bastante costaba creer que el Rey fuera hombre, siendo él, hombre también, como para ahora sumarse a todo esto, que a quien tenía que hacer recordar y enamorar fuese su compañero de trabajo, de vivienda y más aún un amigo también.
El hada debía estar equivocada.
Sintió la mirada de todos puesta en él, su mirada baja se levantó para observar a sus hyungs y un sonrojo se acentuó en sus mejillas. Mordió su labio inferior y con pasos lentos se adentró al interior.
La cocina se le hizo pequeña, se sintió asfixiado y tras unos largos momentos su tersa voz dio inicio a una conversación.
- Es fan de TaeHyung... - Dijo para explicar aquel entusiasmo de la joven al abrazarlo.
El aludido sonrió.
- Pues no está mal. - Dijo con alegría. - ¿Quién era? - Preguntó.
- Es amiga de JungKook, y ni lo pienses, yo la vi primero. - SeokJin saltó de su asiento y amenazó juguetonamente a TaeHyung con su dedo índice.
«Ni siquiera le gustan los hombres... ¿cómo puede ser que él sea el Rey?... Es lógico si Cupido lo enamora de otra persona... siendo yo hombre...»
- Ni se les ocurra a ninguno de los dos... - La mirada penetrante y amenazante del maknae se clavó en V y Jin.
Sus manos sobre la boca, mientras sus codos apoyados en sus rodillas, sentado de una forma nada buena para su columna, le hacían ver como una pequeña gran amenaza que intimidó a sus hyungs, sabiendo que en aquel terreno parecían no poder meterse.
- Ni que fuera tu novia... - Murmuró Jin y HoSeok miró al menor con gran emoción.
- ¡¿Es tu novia?! - Preguntó entusiasmado, con una sonrisa de lado a lado.
JungKook no supo qué decir, si decía que no, Jin podría seguir insistiendo con la joven, y cuanto más alejada estuviera el hada de ellos mejor... pero si decía que sí, quizás podría meterse en un pequeño lío.
Aun así su mente estaba tan enredada como una bola de estambre, tanto como si un pequeño felino juguetón la hubiera agarrado y la hubiera dispersado por todos lados... y él sabía perfectamente quién era ese felino juguetón.
- S...sí - Afirmó no muy convencido y los ojos de NamJoon se clavaron en él como dos jueces que parecían inspeccionar las mentiras que salían de sus labios.
- ¿Por qué no nos habías dicho? - Preguntó con ronca voz el líder, mientras los gritos y bromas de los demás se dejaban oír con algarabía.
- Es muy reciente hyung... y con las fans y los paparazzi... - Se excusó.
Por suerte NamJoon le creyó, le felicitó como todos los demás lo hicieron, claro que Jin se lamentó un poco, y HoSeok le preguntó si realmente ese era su nombre, ante lo que JK sólo pudo sonreír.
No quería pensar más, ni tampoco ya contestar preguntas, lo cual no era fácil, ya que cuando llegó JiMin tuvo que volver a contarle todo. Por momentos creyó que podía confiar en él, contarle la realidad del asunto, pero si le decía que él era Cenicienta, seguro JiMin creería que estaba bromeando, o peor, que había perdido la cabeza.
Por eso descartó la idea, y cuando llegó la hora de dormir, fue el primero que se acostó...
Abrió sus ojos tras una luz que le cegaba aun teniéndolos cerrados, el sol estaba justo sobre él, irradiando su luz de vida y cubriéndolo con su manta de calor.
El olor silvestre vino a su nariz, adentrándose así en ella y colmando más de un sentido a la vez, como si su tacto pudiera sentir el suave pasto bajo las palmas y como si el aire fresco acariciara su blanca piel. Aspiró hondo, un suspiro de tranquilidad y paz le alegró el corazón.
Sintió pasos a sus costados y sus ojos se cerraron fingiendo dormir, entre el aroma a hierba un perfume fuerte pero cautivador se sintió, y luego cual bella durmiente, fue despertado por un suave beso en los labios carmesí.
Se estremeció, el contacto de aquella boca con la suya le hizo tiritar, sintió cosquillas en su cuerpo y sus brazos subieron hasta atrapar a quien sobre él le estaba besando.
Tomó su cuello y con una risa femenina que escapó de sus labios, arrastró al hombre que de rodillas se encontraba en el pasto. Rodó con él por la colina hasta llegar a la orilla de aquel río, que corría esparcido en hebras como un cabello al viento.
De nuevo sus ojos se abrieron, encontrándose con aquel bello rostro de hombre frente a él, o mejor dicho, sobre él.
Era TaeHyung, lo supo desde que su mirada chocó con la brillante ajena. Estaba unos años más mayor, y su rostro parecía tener una cicatriz, más aun así su parecido físico era igual... sus labios carnosos, sus ojos profundos y aquella sonrisa dulzona que con coqueteo se mostraba insinuante.
Pero algo no parecía estar bien, no sentía asco, no sentía miedo ni tampoco sentía hermandad o amistad... no, sentía algo mucho más fuerte en su corazón.
Sus manos tocaron las mejillas de aquel que con trajes reales de la antigua China estaba sobre él, sus manos eran delicadas, con uñas perfectamente pintadas de rojo como las manos de una mujer... fue ahí que todo comenzó a cambiar, ¿quién era? ¿Dónde estaba?
Lo último que JungKook recordaba era haberse dormido en su cama, pero allí estaba ahora, en el cuerpo aparente de una mujer, con ropajes de seda y gran elegancia, siendo abrazado por ese quien parecía ser TaeHyung, mientras las aves cantaban su suave melodía del día.
- ¿Descansabas? - Su voz era mucho más grave que la que él recordaba de TaeHyung.
Recostó su frente en la de JK y sus narices se rozaron.
- Pensaba en ti. - Habló sin desearlo, y su voz salió tan femenina y melodiosa como la de las aves que revoloteaban sobre él.
Una sonrisa dulce, de labios cerrados se situó en el rostro del mayor, y luego sin poder apartar la mirada de los labios de JK, le besó.
Otra vez esa sensación de paz, y ese calor en su corazón. Le estaba quemando, como si se estuviera prendiendo fuego, como si una llama potente quemara con gran luz y poder todo su cuerpo y su alma completa, consumiéndolo así a él como a sus pensamientos, convirtiendo en cenizas, aquellas dudas que su alma pudiera estar teniendo.
Y casi con dolor de aquel fuego incesante e inestable en su pecho, se sentó rápidamente.
Estaba en su cama, con el dormitorio a oscuras. Un sudor frío le recorría el cuerpo como si hubiese tenido una gran pesadilla, aunque no era el caso.
En su pecho aún la sensación no se iba, y de su mente no podía borrar aquellos ojos y esos labios que le miraban y le besaban con la más hermosa ternura y suavidad que jamás había experimentado.
Y entonces, como si su mente le estuviera llamando a gritos clamando su nombre, TaeHyung apareció tras la puerta, encendiendo la luz, dispuesto a llamar al maknae que pensaba dormía.
Pero del sólo pensar que TaeHyung podía acercarse a su cama y tocar su brazo, su espalda o cualquier parte de su cuerpo para despertarlo, el fuego parecía arder en su cara, su corazón era un volcán que latía con fuerza amenazando explotar arrasando toda la razón con su río de lava.
Tratando de evitarlo, evitar su mirada, su tacto y su cercanía, aprovechó que V se detuvo a ver su celular y de un salto de la cama se bajó. Saludó con rapidez con unos "buenos días" a la ligera y corrió rumbo al baño, antes de oír respuesta.
Se encerró allí sin darse cuenta que Jin estaba bañándose, los gritos del susto que el otro se llevó le hicieron reír entre toda la presión que sentía esa mañana.
- Lo siento, no podía esperar. - Mintió. Jin le rezongó como el hyung que era, mientras él intentaba calmar su respiración y los latidos de su corazón.
Salió del baño más calmado, aun meditando lo que había soñado. Sus piernas parecían ir temblando y por unos momentos creyó que un ataque le estaba dando.
Respiró hondo rememorando con dulzura cada parte de su sueño, y cuando era inevitable ya, fue hasta la cocina a desayunar.
Allí ya estaban casi todos sus hyungs, menos HoSeok que con pereza se había levantado tarde. Su mirada se fijó en TaeHyung, quien sin percatarse de él siguió tomando su desayuno tan campante como siempre, con prisas y como si nada en el mundo importara para él más que la comida.
De nuevo ese corazón palpitante le indicaba que aún tenía vida, que lo que estaba sintiendo no le había matado todavía, era como si le faltara el aire de sólo verlo... como si se hubiera enamorado de TaeHyung... o mejor dicho, como si hubiera renacido un amor lejano.
Entonces su mente viajó, los recuerdos del hada y del día anterior llegaron a él, y lo que había creído como un sueño era real, el hada existía, le había ido a visitar y el fuego en su corazón tras aquel sueño con su Rey había renacido, su amor nuevamente estaba en su cuerpo, y su corazón ya tenía un dueño: Kim TaeHyung.
- Buenos días, ¿desayunaras ya? - Preguntó aquella mujer de veterana edad, cabello negro y enrulado, corto y con delgado cuerpo. Quien vestía un delantal y trabajaba para ellos.
- Sí, gracias ahjumma - Contestó haciendo una reverencia.
La mujer rápidamente le sirvió el desayuno, y HoSeok entró a la cocina con un "Buenos días" acompañado de un bostezo.
- Buenos días. - Contestaron al unísono mientras HoSeok se sentaba.
- ¿Qué hay de nuevo? - Preguntó adormilado. La ahjumma se acercó a él y le extendió una taza de té, para luego servirle el desayuno al maknae.
- Les estaba contando a los chicos de la joven que estaba frente al apartamento cuando fui al mercado, es tan simpática, me ayudó a cargar las compras y me acompañó, pero cuando la invité a pasar dijo que prefería quedarse afuera y se volvió a sentar justo al lado de la puerta.
La tostada en la boca de JungKook, se deslizó rápidamente por su garganta, atorándolo así a su paso, comenzó a toser inevitablemente, y levantándose con rapidez de su silla corrió hasta la puerta.
Pudo oír la voz de NamJoon y SeokJin conversando de la joven, y hasta oyó la voz de HoSeok que le decía que si ella no tenía dónde quedarse que debió haberla dejado pasar la noche allí. Más ignoró a todos y abriendo la puerta con agilidad vio la figura pequeña de aquella Hada cansada y con ojeras.
Estaba sentada frente a la puerta, con sus piernas en posición india y apoyando su cabeza recargada en la mano, en uno de sus codos. Sus ropajes rosa claro estaban algo sucios, habían absorbido el polvo y su pelo perfectamente peinado ahora estaba un poco despeinado, al parecer había pasado la noche buscando una posición algo cómoda.
El pecho del joven Kook se oprimió, viendo aquellas ojeras marcadas y lo que parecía ser el rímel corrido de sus ojos a sus mejillas, pensó en el frío que podía haber pasado, pues al parecer su vestido parecía mojado.
- ¡Cenicienta! - Exclamó con alegría y haciendo caso omiso a un calambre se levantó de un sopetón justo a los brazos del menor.
- ¿Por qué estás así? ¿Por qué te quedaste aquí? - Preguntó con el cejo fruncido y terror en su expresión. El hada lo abrazaba con tanto amor que no podía evitar sentir que la quería.
- Te dije que no tenía a dónde ir... salí del edificio como me lo pediste, pero tras dar una vuelta bajo la lluvia me di cuenta que no encontraría un lugar donde quedarme... - Bajó la mirada - No tengo dinero humano... - Susurró como si confesara algo penoso. - Entonces regresé.
JungKook negó con su cabeza, mientras su mano soltaba la puerta y abrazaba la cintura del hada.
- ¿Por qué? ¿No puedes volver a tu mundo? - Sintió las bromas y las risas de sus compañeros, que al parecer en vez de desayunar les estaban mirando.
- Si Cupido se entera que vine a contarte esto, le dirá al gobernador... y recibiré un castigo por interferir en el destino. - Hizo un puchero. - No quiero ser castigada.
- Pues entonces no hubieras venido. - La soltó sorpresivamente haciendo que la joven cayera sentada en el suelo, cerrando la puerta luego tras de sí, para que las miradas curiosas de sus hyungs ya no los vieran. - Por tu culpa ahora estoy confundido, ni siquiera puedo ver de frente a TaeHyung, todo me tiembla como si fuese una maldita gelatina... mi mente se queda en blanco y no sé cómo actuar con mi hyung.
Nada podría haber agrandando más la sonrisa del hada, quien entusiasmada y admirada por las palabras del menor se levantó dando saltos de alegría y emoción.
- ¡Cenicienta! ¿No te das cuenta? Tu fuego de amor ya creció... está vivo, vivo por el Rey... - Sus ojos brillaban de alegría, y el terror, en la mirada de JungKook poseía.
¿Entonces estaba enamorado de TaeHyung?
- Hay que darnos prisa... si tu llama de amor se avivó, podemos hacer que la de él también - Hablaba concentrada únicamente en sus palabras rápidas que salían una tras otra sin separaciones de aire, mientras veía emocionada a la nada y su manos inquietas se movían planeando todo. - Pero no podemos perder tiempo, cuando ésta semana acabe, el Rey ya no te amará... porque él te ama, sólo que no lo recuerda, debemos hacerle recordar. - Concluyó con su rostro serio y decidido. - ¿Cenicienta me estás oyendo? - Al fin miró al joven a su lado.
JungKook mantenía su mirada ida, su cabeza no terminaba de asimilar lo que él estaba sintiendo y ya debía pensar en lo que TaeHyung sentía. Pero aun así, cuando el hada le recordó la semana que sólo le quedaba, su corazón se sintió vacío y un extraño temor le consumió por dentro.
Había descubierto recién lo que era el amor, se había enamorado recién de TaeHyung, y la sola idea de perderlo y verlo en brazos de otra persona le hizo temblar por dentro, flaquear todas sus fuerzas...
La imagen del Rey de sus sueños estaba presente en su imaginación...
¿Y si no volvía a sentir la dulzura de aquellos labios de fantasía? No quería que esos ojos misteriosos y pícaros miraran a otra persona... un sentimiento de posesión le estaba queriendo hacer gritar que TaeHyung sólo podía ser de él... pero la realidad golpeaba tan fuerte como cachetadas en un reto a duelo antiguo.
- ¿Cenicienta? - Le tocó el hombro y el joven por fin despertó del trance de agonía en el que se había sumido.
- Necesito... recuperarlo. - Fue lo único que pudo pronunciar.
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