¿Cómo sabes que tu corazón está roto?

Sofía con 15 años.

—Deberías ir a hablarle —dice mamá viéndome de costado mientras hojea una revista religiosa mientras esperamos que la misa comience. Frunzo mi ceño—; ¿crees que no sé qué no paras de ver al hijo de Claudia?

Me sonrojo y escapo de su mirada, para volver a ver a Ben, el segundo hijo de Claudia Martelli, nuestra vecina. No viven al lado nuestro, pero a media cuadra y por eso mi mamá los conoce.

Claudia y Lorenzo Martelli se habían mudado casi al mismo tiempo que mis padres, y ellos ya tenían dos hijos: Felipe, quien es cinco años más grande que Ben.

Nuestras miradas se encuentran por un momento y me regala una sonrisa de costado. Mantenemos esa mínima conexión hasta que la misa termina y nuestras madres se encuentran para hablar.

—Hola, Sof —saluda acercándose y sentándose al lado mío, en uno de los bancos afuera de la iglesia. Sonrío y giro mi cuerpo hacia él—, ¿cómo estás?

—Bien, algo cansada. Con las chicas ayer salimos de noche por primera vez —murmuro sonrojándome. Él es un año mayor y algo mayor que yo, y él sale hace bastante tiempo de noche; vivimos a unas cuadras del centro en donde los boliches se encuentran. Él frunce el ceño un poco, pero lo deja pasar—. ¿Y tú?

—Igual. No sabía que salías ya, pensé que tu mamá no te dejaba.

—Ella no me dejaba hasta que cumpliera 15, y los cumplí la semana pasada —contesto encogiéndome de hombros.

—No lo sabía, Sof, hubiera...

—No te disculpes, Ben, yo tampoco te conseguí algo para tu cumpleaños antes así que no tenías por qué hacerlo —respondo, desestimando sus palabras, él solo me mira—; pero gracias por la intención.

— ¿Saldrás de nuevo este sábado?

—Sí, creo. Una de las chicas tenía ganas, ¿por?

—Búscame, así puedo invitarte algo y me dejas sacarte a bailar, ¿eh? —Sus ojos fijan mi mirada y trago—. Yo sé que te buscaré.

Sofía con 16 años.

—Basta, Ben, sabes muy bien que yo y Lautaro no somos nada. Solo compañeros y un poco amigos, pero las chicas y yo solo fuimos a su casa por un trabajo práctico —digo mirándolo mientras limpio los platos que usamos para nuestra merienda. Él bufa pero me ayuda a colocarlos en el seca-platos.

—No estoy diciendo que no puedas ir a su casa —responde tomando una de mis manos, al terminar con todo y se sienta a través de la mesada, yo me quedo parada—. Simplemente que sé, porque se lo dijo a un amigo en común, que le gustas. Por lo que me gustaría que si lo vas a ver con las chicas, y pasa algo, me lo digas. No lo voy a matar ni nada, solo que voy a hablar con él; lo que menos quiero es limitarte o ser celoso, pero no me gusta saber que puede mal interpretar las cosas si te quedas a solas con él en su casa.

—Solo fueron 10 minutos hasta que papá me pasó a buscar.

—Lo sé, pero aun así no me gusta el sentimiento que me genera.

—Los celos, querrás decir —contesto inclinándome para dejarle un beso. Él me sonríe asintiendo, aplaudo al aire—. ¡Lo sabía!

—Ambos sabemos que soy el más celoso de los dos, pero no soy malo.

—No, lo sé. Nunca me hiciste ni una escena que no fuera justificada, y no califico esto como escena; me gusta que me hables de cómo te sientes con mis amigos y yo hago lo mismo, así que estamos a mano. —Doy vuelta a la isla y me ubico entre sus piernas—. Te quiero.

—Y yo a ti, Sofía. Mucho.

Nos besamos por varios minutos, en los que mis uñas se clavan en su parte baja de la espalda, haciendo que él jadee y profundicemos nuestro beso. Cuando sus manos sacan mi remera del jean me alejo, dejándolo medio confundido. Pero lo empiezo a arrastrar hacia su cuarto, en el primer piso.

—Está bien que tengamos la casa sola, pero jamás le faltaría el respeto a la cocina de tu madre, Ben Martelli.

—Mmmm, ¿quieres que te falte el respeto en el cuarto?

—Quiero que me saques la ropa, eso sí. El respeto quiero que me lo des, de rodillas si es posible —digo mordiéndome el labio inferior, él se ríe.

—Sí, señora.

Sofía con 17 años.

—Así que rompiste con Ben y ahora ambos son amigos —dice papá mirando de lejos a mi ex-novio con mis otros amigos jugando al futbol en la quinta. Estamos celebrando mi egreso de la secundaria.

—Sí, y no quiero que lo trates raro. Es un amigo, muy querido y ambos estamos tratando de dejar que todo fluya, ¿sabes? Aparte paso casi un año, tuve un novio y él tuvo novias.

—Novias que le duraron un mes, por si no sabías.

— ¿Y cómo sabes eso? —Papá rueda los ojos con una sonrisa, niego con la cabeza—. Odio que tú y mamá sean tan amigos de sus padres a veces.

Él no contesta pero puedo verlo reír, es la primera vez que lo hace en meses de manera natural y honesta. Saca una caja de cigarrillos y enciende uno cuando se acomoda en su silla a unos metros de la mía.

—No me mires así.

— ¿Cómo te miro, papá?

—Como si estuviera sosteniendo un arma.

—Bueno, en teoría, el cigarrillo te mata, ¿no? Así que un arma es.

—No fumo porque tengo un vicio, Sofía. Fumo porque lo necesito. Necesito esto, ¿okey? Y me gustaría hacerlo sin que me veas como si hubiera matado a tu perro.

— ¿Es por mamá? —La pregunta sale más como un susurro, aunque llega a escucharlo y cierra los ojos—. Siempre me has dicho que fumas cuando tu corazón está roto.

—No siempre, pero casi. —Aclara su garganta—. Tu mamá y yo estamos bien. Nada malo, solo estoy cansada y lo necesito. Mañana estaré mejor, lo prometo.

— ¿Cómo sabes que tu corazón no está roto?

— ¿Cómo sabes cuándo lo está? —Su respuesta me deja en silencio, él suspira—. Mira, el corazón puede sentirse roto a veces, no siempre significa que lo esté. Para que se rompa de verdad, algo o alguien muy importante acaba de hacerte daño; alguien que te cambia desde tu esencia. El resto lo único que llega a hacer es un pequeño raspón o herida poco profunda.

—Entonces, ¿fumas cuando tu corazón está herido también?

—Si me ayuda, sí.

—De acuerdo —digo dejando el tema en paz, me levanto y miro a los chicos mientras me acerco.

Patricio, mi segundo novio, ahora ex porque lo hemos dejado, se acerca a robarme mi trago; Ben lo sigue y me sonríe.

— ¿Aburrida?

—Nop, solo cansada de verlos perseguir una pelota.

— ¿Deberíamos perseguirte a ti? —Pat hace una mueca graciosa y tira mi vaso de plástico en uno de las mesas—. Game on, baby.

—No, yo no dije eso —digo caminando despacio, alejándome de sus dos miradas locas, alzo mis manos en defensa pero ellos no se detienen—; chicos, ni lo piensen.

—La pileta parece estar en la temperatura correcta —dice Ben guiñándome un ojo—; ¿lista para un trío acuático?

—Oh, Dios, están dementes. Vayan a jugar al futbol y déjenme volver con mis amigas, locos —contesto riéndome de sus expresiones de indignación fingidas; grito cuando Pat me agarra de los brazos y Ben ataja mis piernas—. ¡No, no, no! ¡Chicos!

Ellos ríen y terminamos los tres empapados en la pileta, mientras mis llamadas amigas nos toman fotos y mis otros amigos se carcajean. Me paso las manos por mi pelo mojado tirándolo hacia atrás, eso hace que ambos se me queden mirando. Les frunzo el ceño.

—Jamás le propongan un trío así a una chica, nunca les dirán que sí.

— ¿Ese es un consejo para que lo volvamos a intentar contigo? —Pat me guiña un ojo y yo le arrojo agua—. Calma fiera, sabes que te queremos.

—Estabas un poco seria ahí afuera, pensamos que esto te animaría. —Ben se encoge de hombros y yo le sonrío—. Pero si quieres re-pensar lo del...

—Ya, ya —digo tapándole la boca y sonriendo—. Yo también los quiero y adoro, pero la próxima los mato.

—Sí, señora —repiten al mismo tiempo, dejándome con una sonrisa en la cara mientras empezamos a jugar un poco. Me olvido de mi conversación con papá y del mundo. Estoy con mis amigos y eso es lo único que importa.

¡Hola! Les traigo como me imagino a los ex novios de nuestra Sofía, podemos ver como comió de bien todos estos años. Ahre pero sí.

Igual pueden imaginárselos como quieran. Es solo una referencia.

Bueno, este extra es más que nada para aprender un poco sobre cómo era Sofía y cómo se fue cerrando un poco en todas sus relaciones. Hasta el presente con Edison.

Amamos a Ben, porque Ben es el mejor primer novio que todas podríamos desear.

Bye, nos leemos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top