9. Reencuentros y casualidades.

—Así que, resumen, tu hermana es una perra y estás teniendo un romance lento con el profesor caliente Edison Morales, ¿verdad? ¿O me perdí algo?

—No, creo que lo absorbiste todo —contesto sonriéndole a Anna, quien alza una de sus cejas.

Para ser un lunes, el bar en el que estamos la gente está haciendo fila afuera y los que estamos adentro seguimos pidiendo tragos. El hombre que atiende la barra mira un poco demasiado a mi amiga, haciendo que cuando le traiga el trago que acaba de pedir, se sonrojo hasta ponerse colorada.

—Como que hace calor, ¿no?

—Anna, no creo que lo que te esté haciendo ponerte rojita es eso. —Levanto ambas cejas al llevarme la copa de vino a mi boca, ella pone sus ojos en blanco—. Creo debes superar a Anthony y mover hacia adelante.

—Lo sé, ¿crees que no? Se fue a Londres, bien por él.

—Tú también quieres irte de aquí, ¿o no?

—Como todos, supongo —dice encogiéndose de hombros—; nunca lo he pensado mucho. Es más como un deseo de viajar, pero no creo que mi sueño sea irme a vivir a otro país.

—No te preocupes que si aún me mude, te vendré a visitar.

—Más te vale cariño —respondo guiñándome un ojo y ella desvía su mirada al hombre; luego vuelve su mirada a mí—, ¿de verdad crees que podría pedirle su número y me lo daría?

—Él te dará su número, te lo aseguro, ve.

Anna me da una última mirada antes de apurar su trago y dejar el vaso de golpe en la barra. Acomoda su escote para que quede peligrosamente cerca de ser una exhibición por fuera de la ley y respira profundo, la veo poner esa mirada matara de hombres y marcha hacia el bartender. Él parece decirle algo rápido a su compañero que lo golpe con un trapo, como si le diera ánimos, antes de acercarse a mi amiga. Pronto, ambos se ven bromeando y coqueteando un poco. Ruedo mis ojos, tomo mi copa hasta hacer fondo y la apoyo, pido otra.

Una cosa es que motive a mi amiga a ir por el chico de la noche o su próxima conquista, otra que la vaya a dejar sola con un completo extraño.

— ¿Sofía? ¿Eres tú?

Me doy vuelta buscando al portador de esa voz tan elegante y bella, para encontrarme a una cara conocida. Rebecca Gómez Cush, ex compañera mía de la carrera de ingeniería mecánica y ahora parte de un equipo estadounidense de fórmula 1. O eso es lo último que supe de ella por Facebook hace unos meses.

Fuimos cercanas en los años de universidad, pero a veces esas amistades terminan o, en este caso, son eternas; aunque eso no significa que nos veamos todos los días o hablemos cada hora.

— ¡Becca! —Ambas nos abrazamos y le indico que ocupe el asiento de Anna.

Se ve como una bella diosa que ha bajado al plano de los terrícolas. Ella me sonríe tímidamente aun cuando su vestido negro ajustado, largo de un lado y corto del otro, indica su lado más rebelde. Lado que conocí en aquellas fiestas universitarias.

— ¡Qué coincidencia! Ha pasado demasiado tiempo —dice buscando una de mis manos y yo asiento de acuerdo—. Ni siquiera sé que decirte, ¡te ves esplendida!

Desvió mi mirada divertida y muy alagada, es decir, sé que me veo bien. Porque es uno de esos días que me he levanto y dicho, hoy salgo y me voy a comer el mundo; además me he vestido para mí misma, nadie más.

Paso una de mis manos por mi pelo negro largo, el cual he aprendido a domar con el tiempo y experiencia. Mi atuendo consiste en una pollera de jean negra y un top de encaje del mismo color, a esto le agregue un blazer de color gris con un buen cinturón.

—Tú, nena, te ves escandalosa y hermosa —digo dándole una mirada coqueta de costado, ella ríe estirando su cabeza hacia atrás—; Anna no va a poder creerlo.

— ¿Dónde está esa mocosa? —Voltea su cabeza, escaneando el bar y se detiene cuando la ve todavía flirteando—. Ah, de caza.

—Oh, ¿te acuerdas de nuestras noches de caza?

—Chica, éramos salvajes. —Ella levanta su mano haciendo señas al otro hombre detrás de la barra y pide lo mismo que yo—. Pues dime, cuéntame, endúlzame con tu vida, Sofía. Vamos, suelta la sopa.

Antes de que pueda decir una palabra, un cuerpo de hombros grandes se acerca a nosotras y puede sentir la mirada que le da a Becca. Ella rueda sus ojos hacia mí, pero se esconde tras su pelo para que él no lo vea. Lo escucho gruñir un poco y luego aclararse la garganta.

—Nena, te estaba buscando, no puedes desaparecer en un bar que está así de lleno y con ese vestido —dice en un tono que busca conciliación, luego de desvía a mí y me intenta dar una sonrisa de costado. Mantengo una expresión cautelosa, estoy tratando de entender quién es y si lo odiamos o no—. Hola, soy Xander, el novio de Rebecca.

—Sofía, antigua amiga de Becca, mucho gusto. —Consigo decir y darle la mano. Él asiente y veo que se relaja ante mi gesto de paz—. Así que novio...

—Todavía no llegaba a contarte eso —responde ella casi bufando, Xander ríe por lo bajo. Ella le hace puchero—; ahora que me has encontrado, ¿nos dejas solas para tener mi conversación de amigas?

— ¿Me estas echando nena?

—Sí —contesta de inmediato, sin pestañar. Xander frunce un poco el ceño—. Sé que te preocupa que alguien me robe porque soy una belleza, pero Sofía no patea para ese lado.

—No es eso, aunque cualquier querría apuntar un gol contigo —contesta a su broma; su brazo se apoya en su silla alta y se inclina para que solo nosotras escuchemos—; es solo que dos mujeres que lucen como ustedes, solas en la barra, es carnada perfecta para los muchachos que han salido en las noticias. Esos que están drogando a mujeres y chicas. No me gusta ser así contigo, nena, pero no me siento bien dejándote sola. Ni a tu amiga.

—Sé defenderme —digo primero, sé que mi expresión es como enojada y molesta. Con rapidez agrego—; de todos modos, no me molesta que Xander esté aquí. Así me cuentan cómo se conocieron y cómo es que hablas español.

—Mi mamá era mexicana, me enseño lo básico del español neutro. El resto fueron varios curso que hice por mi cuenta luego de que murió —contesta él, agarrando un banco cercano y sentándose cerca de Becca—. ¿Ustedes se conocen de la facultad?

—Sí, al igual que con Anna. —Señalo a la mencionada. Xander parece repasar al acompañante de nuestra amiga y asiente como reconociendo—. No te preocupes, la tengo vigilada.

—Costumbres. —Se encoge de hombros, Becca golpea su pierna reprendiéndolo—. Es tu amiga, así que solo estoy cubriendo bases.

—Nos conocimos en los talleres de fórmula 1, Xander corre para el equipo en el que trabajo. Y antes de que pienses o digas algo, ambos somos adultos, no necesito que me des el discurso sobre tener sexo en donde cocino.

—No iba a decir eso.

—Claro —dice alargando la palabra, y es mi turno de poner los ojos en blanco—; eres la mamá del grupo. Siempre dices algo así.

—Termine de darte consejos luego de que aprendí que no escuchas nada de lo que digo, nena.

Xander abre sus ojos divertido y levanta su mano hacia mí.

—Pensé que yo solo tenía ese problema.

—No, es parte de ella; acostúmbrate —responde chocando los cinco. Becca cruza sus brazos—. ¿Qué pasa?

—No vale que se armen en mi contra.

— ¿Quién está en contra de quien?

— ¡Anna! ¡Mocosa linda y caotica!

— ¡Becca! ¡Belleza rebelde morena!

Las dos ríen como locas y yo solo miro a Xander que esconde una carcajada en su codo. Piso otra copa para mí, mientras intercambian presentaciones; puedo ver a Xander examinar como preparan mi bebida y que la huelo, tomo un sorbo pequeño, antes de asentir.

—Costumbres —digo, él asiente con una mirada algo triste, pero se recompone rápido. Becca ve el intercambio, aunque no agrega nada. Anna arrastra otro banco y se sienta cerca de mí—. ¿Te dio el número?

— ¿Qué crees? —Sonríe sacando de sus senos un papel doblado—. Callo redondo.

—Ah, nunca decepcionas —responde Becca, ella tiene esa mirada orgullosa. Luego pasa a mí, pero niego—. Oh vamos, tienes que ir a mover ese culo lindo y conseguir un nuevo contacto.

—No necesito sacudir nada... —Empiezo a decir pero una voz me interrumpe carraspeando un poco.

—No necesitas sacudirlo conmigo, señorita García —dice Edison acercándose a nosotros. Anna tiene una mirada malvada mientras que Becca entrecierra sus ojos con curiosidad; Xander permanece atento—. Pero tiene acceso libre para hacer lo que quiera conmigo.

—Uh, potente e indecente —susurra Becca inclinándose hacia adelante para que la escuche. Veo la mano de Xander apretarse en su muslo y ella voltea a verlo—; hombre, lo digo por So. No por mí.

—Nena, no he dicho nada. Solo te recuerdo quien está a tu lado.

—Mucho gusto, soy Edison Morales —dice presentándose y estrechando mano con ambos. Luego me mira inclinando su cabeza—; ¿amigo de Sofía?

—Amigo muy amigo —agrega Anna asintiendo. Luego dirige su mirada a su celular—. Demonios, creo que tendré que acortar mi noche, chicas.

— ¿Paso algo?

—No, no te preocupes. El drama de siempre —responde mirándome y yo hago el amague de levantarme—; ¿a dónde vas?

—Contigo, vinimos juntas, nos vamos juntas.

—Mierda, no —contesta y procede a suspirar por mi mirada. Se gira a Xander—; si llamo a un taxi, me acompañas a la puerta para ver que nadie me secuestra ni nada raro.

—Sí. —Xander asiente endureciendo su mandibula. Besa suavemente a Becca y me ve a mí—. Chequeare que todo esté en orden y no la dejare subir sin ver credenciales.

—So, disfruta, por favor. No me ire si significa que te vas.

—Todos haciendo un equipo contra mí no vale —responde y Becca me mira sarcástica—. De acuerdo, pero me mandas un mensaje.

—Lo haré. —Anna me abraza y saluda a todos.

Edison ocupa su lugar. Xander le dice algo que hace que ambos hombres se observen con mutuo entendimiento. Rebecca suspira.

— ¿Te dijo que no te movieras de nuestro lado, verdad?

—No tenía otros planes de todos modos —dice sonriéndonos. Vemos a Xander y Anna irse antes de decir algo más—. Sofía, fue una sorpresa verte.

—Igualmente.

—Estaba con unos amigos que se marcharon cuando justo te vi y quise venir a saludarte.

—Qué suerte que te conozco. Soy Rebecca, antigua amiga de Sofí y te cortare los huevos si la lastimas.

—De acuerdo, lo tendré muy presente. —Él me sonríe de costado, acercándose más, haciendo que nuestros brazos se toquen.

—Me olvide de decirle mi dicho a Xander.

—Tendrás tu oportunidad cuando venga. —Becca se encoje de hombros.

— ¿Tu dicho?

—Sí —digo mirándolo a los ojos con seriedad—; costumbres de la universidad, no lo entenderías.

—Código de amigas. —Simplifica Becca para él y luego me mira—. ¿Puedo? ¿O no?

—No es algo con título —contesto con lentitud, Edison nos da una mirada curiosa—; pero creo que puedes.

— ¿Puede qué, So?

—No te va a castrar.

—Eso espero, porque aún no llegamos a eso y me gustaría hacerlo en algún momento —contesta en mi oreja, bajo la atención de Becca. La miro y ella desvía la mirada sonrojándose—. No me saludaste.

—Lo siento —murmuro volteando mi cabeza. Nuestros labios muy cerca—. Como me llamaste señorita García, pensé que estábamos manteniendo nuestras distancias.

— ¿Eso es lo único que escuchaste?

—No, pero me gusta tomarte el pelo —digo y cierro mi oración dejando caer mis labios sobre los suyos.

Puedo sentir un sabor mentolado, que atribuyo a algún chicle que se ha debido masticar antes de venir o pastilla; también reconozco su sabor, y mis labios se amoldan a los suyos con suavidad. Obligo a mi cuerpo a solo darle un beso y no trepar sobre él.

Cuando nos alejamos, Rebecca suelta un jadeo bajo y un gritito aguado.

—Oh, Sofí, creo que no solo puedo entrevistarlo e interrogarlo... sino que debo hacerlo —dice antes de dejar caer la primera pregunta de cien más que tiene.

Edison no se ve asustado, solo apoya su mano en mi pierna y mantiene su atención a las preguntas de mi amiga.

Es ahí cuando una pregunta interrumpe mi mente.

¿Qué pasaría si él decidiera quedarse?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top