28. Simón dice.

EDISON

—Así que... ¿Sofía va a pasar las fiestas con su hermana y su papá? Me encantaría estar ahí para ver eso —digo dando lo mejor de mí para que no note mis ojeras y sonrío; Simón alza una de sus cejas, gesto que me hace acordar a mi novia.

Porque, para mí, Sofía sigue siendo mi novia. La mujer que vuelve mi vida más brillante y feliz de lo que ya era, a quien amo y quiero. Pero sé que ella necesita tiempo para sanar su relación con su padre y hermana, tiene que poner su felicidad individual primero.

—Si te hace sentir mejor, yo tendré que estar ahí —contesta sonriendo de costado, ojea su celular momentáneamente y luego bufa. Es mi turno de mirarlo—. Una chica de la universidad que se está transformando en un problema.

— ¿Un buen problema o un problema malo?

— ¿Cuál es la diferencia? Es un problema de todos modos.

—No, porque el primero quieres ayudar a resolverlo y el segundo solo te trae aún más dolores de cabeza —dice Ben, quien llega y nos da una palmada en nuestras espaldas. Toma asiento y pide un café negro—. ¿Cómo andan? ¿Ya pregunto por Sofía?

—Fue lo primero que hizo. —Ante el comentario, pongo los ojos en blanco.

—Yo traigo noticias. Sobre el caso de Roberto y todo eso —interrumpe Ben, le sonríe a la camarera que le trae su pedido; solo cuando ella se va, su rostro se transforma en seriedad pura—. ¿Estás seguro que quieres escuchar esto, Simón?

—Sí, Roberto no es mi padre. E Iván es solo el donador de semen, nada más.

—De acuerdo. Hay cosas que no puedo decir, secreto profesional y todo eso, pero Sofía me dijo que podía decirles las cosas generales y más importantes; hicimos un acuerdo con Roberto, quien enfrentara tiempo en prisión, entre 4 y 5 años. Aunque todos sabemos que en este país, con buena conducta, saldrá en uno solo. Pero quedara en su registro. Mientras que Iván, al no haber estado en la escena y no poder colocarlo allí de ningún modo, tomo un acuerdo económico con Sofía; para que su nombre no salga asociado a todo esto. Tu padre ahora que es un hombre algo importante quiere mantener un perfil bajo.

—Así que Sofía tomo el dinero. Me parece bien, él por lo menos debería pagar monetariamente —concuerda Simón serio. Yo asiento.

—Me hubiera gustado poder llevarlo a prisión, pero Sofía también puso unas órdenes de alejamiento. Por las dudas y dado a los antecedentes.

—Mujer inteligente —digo sonriendo a medias y Ben asiente—. ¿Algo más?

—No, pero ahora yo quiero hacerte una pregunta... me encontré con Miranda en el juzgado. Estaba metiendo sus narices en esto, haciendo preguntas sobre Sofía y tú.

—Miranda es un dolor en el culo que debo resolver. Pero a la vez, es escurridiza.

— ¿No es que ella te había dado toda la custodia de Olliver?

—No, tengo un permiso que me permite tener más independencia. Pero legalmente, la custodia es de ambos.

—Pídele una citación, te la haré yo si quieres. Mira, por lo poco que me has dicho, sus visitas imprevistas y su poca presencia en la vida de Olliver, sumado a su obsesión por meterse en tu vida personal, puede resultar contraproducente en tu hijo. Si pides una citación formal, para arreglar horarios de visita con un terapeuta presente para que, en el caso de que quiera seriamente reintegrarse a la vida de Olliver, sea en un ambiente seguro —suelta Ben, sus palabras resuenan en mí—; si ella se niega, puedes empezar a pedir la custodia completa.

— ¿Te estas ofreciendo para representarme?

—No soy abogado de familia, pero puedo derivarte con mi socio. Sé que Sofía te ama, aun cuando no lo haya dicho. Y eres parte del grupo.

—Ben tiene razón, Edison. Mi tía merece que la vayas a buscar cuando soluciones tus problemas personales con la madre de tu hijo. Además, creo que es hora que esa mujer tome una decisión: ser padre de la vida de Olliver o irse a la mierda.

—Bueno, si tú lo dices, Simón... ¿cuándo tengo una reunión con ese socio tuyo? —Pregunto a Ben quien me sonríe y bebe de su café.

—Ahora, ¿tienes tiempo?

SOFÍA

—Ay, pero si no es mi sobrino favorito.

—Que no te escuche Noel, porque le va a quedar un trauma.

—No me importa, Simón, no arruines este momento —digo sonriéndole mientras le agarro sus mejillas y las estrujo. Luego me siento en la silla al frente de él—. ¿Hablaste con Mariella?

—Sí, y tu sobrina favorita está en la casa quincha de su mejor amiga en Bella Vista. Así que mal no la está pasando.

—Entonces, también hablaste con Sara, ¿no?

—Mamá está asumida en su rol de nueva mamá, con Noel, y está yendo al psicólogo. Como me prometió. Aunque todavía no hablamos bien, de todo; pero pequeños pasos.

— ¿Vas a venir a la cena de Navidad?

— ¿Tengo opción?

—Siempre —contesto mirándolo a los ojos. Él me mira expectante—. Jamás voy a obligarte o vamos, en este caso; sí, el abuelo nos hace ir a nosotras, pero somos sus hijas y le queremos dar el gusto. Tú eres su nieto, puedes ir o no, puedes ir al día siguiente o no; nunca deberías estar en un lugar que no quieres.

— ¿Ves? Por eso te digo mamá la mitad de las veces, siempre me defiendes —responde tomando una de mis manos y apretarla. Yo sonrío y él me imita—. Iré, y me quedare a dormir como en los viejos tiempos.

—Papá estará encantado. —Con un guiño, dejo ir el tema y me aclaro la garganta—. Tengo algo para decirte, pero creo que Ben ya algo te menciono.

— ¿Lo del juicio? Me pareció bien, digo es justo que recibas algo después de todo lo que ellos te hicieron pasar. Y por...

—León —completo, una media sonrisa se forma.

Cuando pienso en él, no tengo en mente la última imagen de él. Porque mi amigo, mi compañero de aventuras, se merece mucho más que eso. Las risas y las hermosas memorias que nos dejó, será por siempre le legado que quiero recordar.

Aun cuando me despierto en el medio de la noche, con pensadillas. Y todavía me culpo, en parte, pero no hay nada que pueda hacer más que pensar en él y dar un paso delante del otro.

—No tienes que callarte cada vez que dices su nombre. Tú y los chicos me volverán loca si siguen así.

—Solo queremos verte bien, esa primera semana, nos asustaste mucho —responde Simón con un suspiro—. De todos modos, ¿qué quieres decirme?

—Más bien darte, esto —contesto, poniendo un sobre en la mesa. Él lo mira y luego lo abre. Lo cierra rápidamente, con los ojos abiertos y luego boquea—. Es la plata que le sacamos a Iván. Es tuya.

—No, tía, es tuya. Él...

—Iván es una basura que jamás estuvo para ti, y solo dio algunos meses la cuota de alimentos para ti. Nunca se hizo cargo y si bien, esto nunca va a reemplazar su figura paterna; es tiempo que saques algo positivo de él. Y quiero que lo tengas. Yo no necesito nada de él, y sé que tú tampoco, pero esto debería poner un poco en equilibro la balanza.

≫Y aclaro que, siempre estarás invitado a vivir conmigo. Es tu casa. Y tendrás una habitación para ti, todo el tiempo necesario. Pero sé que querías empezar a ahorrar, ahora con tu pequeño trabajo de medio tiempo para un lugar propio. Y en este país es difícil, todos lo sabemos; así que cuando Ben me dijo que podíamos sacarle dólares —susurro la última palabra y le aprieto la mano cuando veo que sus ojos se humedecen—. Te lo mereces, Simón. Ya era hora que sacarás algo bueno de tu progenitor.

—No tengo palabras. Tía...

—Quiero que seas feliz, quiero que Mariella lo sea. Esa es una de las razones por las que tampoco quería que Roberto pasara toda su vida tras las rejas. Mariella tiene el derecho de conocerlo y formar su opinión, y también de que él se haga cargo de ella. Monetariamente.

—Mariella jamás te odiaría por eso. Ella sabe todo el daño que nuestros padres hicieron, y sabe que ellos no son familia.

—Lo sé, pero ya sabes, no quiero ocasionarle sufrimiento.

—Eres la mejor tía, la mejor mamá suplente y persona que me toco tener en mi vida. Sara nunca habría hecho esto.

—Tu mamá, mi hermana, es una mujer complicada. Y... empiezo a pensar que somos demasiado diferentes como para llevarnos bien. Pero, tengo esperanzas.

—Yo la amo, es mi mamá; a pesar de las complicaciones, los odios y rencores. Pero lo es. En cambio, vos, tía, sos la mamá que amo con todos los defectos y dones.

Mis ojos se humedecen y tengo que tirar mi cabeza para atrás. En ese momento, una de las meseras pasa a preguntarnos qué queremos tomar y disculparse por la demora. Hacemos el pedido y yo suspiro secandomelos.

—Ahora, hablemos de otra cosa, más... divertida. ¿Qué me dices de esa chica con la que te hablabas?

—Antes de eso... ¿no quieres preguntarme por alguien?

— ¿Alguien? —Me hago la que no sé y miro hacia atrás distraída—. No sé de quién hablas.

—Edison Morales, ¿tu no-novio?

—Ahh, ese Edison. Y yo que conozco tantos.

—No te hagas la loca conmigo. Él pregunto por ti, ni hola me había dicho.

—Es que ese es mi don, los enamoro y los dejo tontos —contesto inclinando mi cabeza. Él niega pero ríe—. Edison y yo somos un tema... inconcluso.

—Por lo menos reconoces que se deben más que ese intento de ruptura tuyo.

—Sí, deberías disculparme, ¿no?

—Simón dice que sí —contesta.

—Odio que hables en tercera persona, es raro.

—Simón está de acuerdo.

—Cállate, niño bonito.

—Okey, pero háblale al hombre. O cuando él lo haga, respóndele. Lo quieres y él te quiere, creo que eso no suena a algo que vaya a terminar pronto, ¿verdad?

****

¿Qué mierda hago acá, al frente de su casa a las 12 de la noche, de un viernes?

Cuando doy un paso para atrás, siento que mi corazón late más rápido y me impulsa hacia adelante. ¿Realmente pensé que esto iba a ser una buena idea?

¿Qué pasa si no me quiere ver?

No es como si hubiera sido la más comunicativa en nuestra, actual casi nula, relación; no desde que lo eche del hospital. Y si bien, podría defenderme diciendo que estaba emocionalmente exhausta y destruida... esa no era la forma de tratarlo, ni de terminar con él.

Tampoco es que quiera terminar con él. Pero... hay cosas que todavía tengo que solucionar, como mis problemas familiares y él tiene a Miranda. Aunque no sé si ellos ya resolvieron las cosas o no.

¿Me quiere o no me quiere? ¿Se arrepienta de haberme sacado los cigarrillos esa primera vez?

"Él pregunto por ti", las palabras de Simón resuenan en mi cabeza y sonrío. También me pongo un poco colorada al recordar sus regalos semanales, con notas incluidas.

—Estoy siendo una estúpida —murmuro para mí misma, inclinándome y tocando el timbre. Muerdo mi labio inferior—, una verdadera estúpida.

Balanceo mi peso entre ambas piernas, y doy pequeños saltitos mientras tanto. Escucho pequeños pasos, unas risas y llaves cayéndose al piso; sonrió mirando hacia el cielo. Cuando la puerta se abre, siento dos pares de ojos detenerse en mi rostro, y yo trato de retenerme de unir mi mirada con la de él.

— ¿Sofía? —Hay un poco de sorpresa y alivio mezclado en su voz, con confusión y alerta—. Para, Ollie.

—Hola, pequeño —digo bajando a su nivel y extendiéndole un sobre. Él me sonríe y da un paso tentativo hacia mí para tomarlo; su papá lo deja al parecer y avanza hasta abrazarme. Lo rodeo con mis brazos—; es por todos esos hermosos regalos que me diste. Ame los dibujos, pequeño hombre.

— ¿Por qué no viniste a verme? Te extrañábamos —contesta haciendo puchero, yo inclino mi cabeza, apretando mis labios.

—Tuve algunos problemas con mi familia, pero estoy resolviéndolo. De a poquito, aunque vengo a dar mis disculpas... personalmente —menciono haciendo una cara rara que lo tiene riendo y él asiente—. ¿Me dejas un ratito sola con tu papá?

— ¿Prometes despedirte de mí?

—Sin dudas, hombrecito. Vaya.

Ambos lo miramos irse, y yo dudo en romper nuestro silencio. Más cuando me da una sonrisa medio tímida que imito.

— ¿Cómo estuviste? ¿Qué hiciste?

—Bien, pasando el tiempo con mi hijo y trabajando un poco en el programa del próximo año.

— ¿Un poco ansioso porque comience el nuevo ciclo académico, profesor?

Él cruza sus brazos y se recuesta en la puerta, doy un paso hacia adelante, atraída por él. Y cómo no.

— ¿No estás robando tiempo y evitando decirme algo más que eso? —Edison extiende su brazo derecho y atrapa el mío, atrayéndome hacia él. Nuestros cuerpos se alinean—. Ahora sí, hola, señorita García.

Abro mi boca, pero la suya se encuentra con la mía. No dudo en besarlo de vuelta, muerde mi labio inferior y suelto todo para poder apretar su cuello en mis manos. Edison me sostiene por la cintura, aferrándose hacia mí.

—No, no, no, no... —digo separándome de pronto. Lo dejo con los labios en forma de pato y suelto una pequeña risa—. Te ves muy lindo, en serio. Y si quiero besarte, pero...

— ¿Pero? —Me mira confundido y esperando que le conteste. Aunque antes me vuelve a buscar y colocarme más cerca suyo. Yo lo hago, agarrando las cosas del piso, para no pisarlas. Se las extiendo—. ¿Mío?

—Tuyo.

— ¿Y vos? ¿Seguís siendo mi novia?

—No sé, ¿a vos te gustaría?

—Mmmmm, me gustaría que si lo fueras, no me ignoraras tanto antes. Te quiero acá con Olliver, conmigo.

—Pero tengo cosas que hacer antes.

— ¿Cosas? ¿Un plan? —Su rostro se llena de diversión—. Soy tuyo, no necesitas nada.

—No es un plan. No es solo por vos. Es por ambos, porque necesitamos que yo haga el esfuerzo que vos venís. Remando. Todo. Este. Tiempo —digo deteniéndome en cada palabra para dejar besos cortos.

—Te quiero, Sofía. Y voy a esperar.

—Mientras tanto, come el lemon pie que te deje en esa bolsa y... fíjate el resto, ¿okey?

— ¿Me dejaste una caja de cigarrillos? —Su pregunta sale con sorpresa al ver una caja arriba de todas las cosas en la bolsa. Niego—. Ah, no es todo lo que parece.

—No, y yo... —respondo mordiéndome el labio inferior y antes de continuar le doy otro beso—, te quiero, profesor. Y te lo estoy demostrando.


Espero que les gusteeee, besos.

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