27. Ciclos.
— ¿Este es tu modo de castigarte, princesa?
La voz de papá me hace hundir los hombros, mientras me acomodo mejor en el balcón frente a la tumba de León. Él deja unas flores al lado de las mías y se sienta a mi lado.
— ¿Cómo está Sara' ¿Y el bebé?
—Sara está bien, aún un poco sacudida, debido a todo. El bebé está bien, el doctor dijo que posiblemente ya le darán el alta entre esta y la otra semana. Ambos se quedaran en casa por ahora.
— ¿Invadirán tu espacio? ¿Cómo te sientes con eso?
—La casa siempre fue de los cinco; tu hermana, vos y los niños siempre fueron bienvenidos a quedarse —contesta mirándome de costado—; ¿has terminado con tus preguntas?
—Oh, puedo seguir si quieres —digo cruzándome mis brazos y las piernas.
— ¿Cómo has estado?
—Bien, hoy es el primer día que Ben me ha dejado ir a un lugar sin compañía. Aunque supongo que no del todo ya que te fue a contar como un loro.
—Solo está preocupado por ti, al igual que yo y Edison, Simón y Mariella también han expresado sus preocupaciones.
—Mmmmm... ¿y está es tu intervención?
—Sí, porque sé cómo te sientes. Jamás quise que volvieras a sentir lo que sentiste cuando tu mamá murió, sin un cierre, pero pensé que lo superarías a tu propio modo; Sara siempre me dijo que tu proceso es mucho más interno que el de otras personas, que sola ibas a superarlo. Claramente, necesitas sacar ese odio de algún modo.
—Porque Sara es una psicóloga, y sabe cómo me siento, ¿verdad?
—Sofía, escúchame, mírame —dice volteándose a verme, yo solo giro mi cabeza—. Tu hermana se siente tan culpable como vos, y ha tomado la decisión de demandar a Iván por violencia de género. Se ve que cuando vivieron juntos hubo peleas físicas que nunca quiso hablar con nosotros. Y también demandara a Roberto por acoso e intimidación.
—Y todo esto, se lo vengo diciendo hace años, papá; ¿qué tuvo que pasar para que moviera su culo? ¿Qué León muriera? Tal vez la próxima vez necesite que yo si muera para que vea lo que todos ya sabíamos.
Papá me observa, buscando signos de que estoy bromeando o teniendo uno de esos momentos de humor negro. Pero no ve nada, porque no estoy sintiendo nada.
Sus brazos me arrastran a su costado y me abraza.
—Nunca digas eso de nuevo. Te amo, princesa, y jamás...
Hundo mi cara en su cuello y me dejo envolver por la calidez de su abrazo. Papá siempre fue cariñoso conmigo cuando era una niña, pero con los años, nuestra relación se volvió menos demostrativa.
—No sé cómo terminar con el dolor —murmuro contra su abrigo. Él me aprieta más y yo le correspondo—. Siento como si no mereciera vivir, porque deje que esto le sucediera.
—Lo sé cariño, por eso quiero que me escuches y me digas que necesitas para convencerte de volver a ver a la psicóloga —responde despacio y lento. Yo no respondo—. Cuando tu madre murió, sentía que no merecía vivir porque ya no tenía con quien compartir la vida.
—Pero estaban separado, aunque nunca explicaron por qué.
—Tu madre... ella se enamoró de otra persona. No importa de quien —contesta rápidamente antes de que yo diga algo—. No me engaño, ni cayo en la tentación de hacerlo, pero me lo comunico una tarde y yo simplemente me sentí... traicionado. Porque yo la amaba y la sigo amando.
≫Le dije que se fuera con él y que no volviera. Ella se mudó por un tiempo, sin decirles a ustedes; no queríamos que supieran la verdadera razón, pero sí, se mudó con otra persona por un año y algo. El hombre de quien se enamoro estaba muy enfermo y murió, dejándola sola de nuevo. Cuando la vi triste, decidí dejarla volver.
—Ahí es cuando ella se enfermó —murmuro y él asiente.
—Nunca creí en las coincidencias, pero creo que ella... no podía concebir vivir sin él, ¿sabes? Y ella me dijo que yo merecía conocer a alguien que me amara como ella se enamoró de él.
—Pero no lo hiciste.
—No, en su lugar caí en vicios viejos. Como los cigarrillos —contesta metiendo una mano en su bolsillo. Saca un paquete medio vacío—. Yo no quería amar a nadie más, y pensé que suicidarme no sería justo para ustedes. Pero fumar sería como dejárselo al destino, podría morir mañana de cáncer de pulmón o no.
≫Aun así, la ame a tu madre. Nunca lo deje de hacer. Y cada vez que ella me habla sobre seguir adelante, empecé a fumar más y más. Ahora creo que he disminuido un poco, porque siento que aún me necesitas.
— ¿Por qué me dijiste que los cigarrillos iban a curar mi corazón roto?
El cuerpo de papá se rigidiza y luego inhala profundamente.
— ¿Es por eso que empezaste a fumar?
—Sí.
—Lo dije porque fue mi modo de superar la ruptura con tu mamá. El modo de evadir mis problemas. No fue un buen consejo para darte, Sofía.
—Lo sé. Pero me ayudo, a dejar a ir algunas cosas. No todo —respondo pensando en el rencor hacia mamá—. Llamare a la psicóloga, papá.
— ¿Sí, princesa?
—Sí. Creo que estoy lista para cerrar este ciclo. O por lo menos intentarlo.
—De acuerdo, ¿quieres que te lleve a casa?
—No, traje el auto. Pero, ¿te puedo pedir otro favor? —Me paro y pongo mis manos en los bolsillos de mi chaqueta. Papá me sonríe de costado.
—Obviamente.
—Dile a Edison que gracias, pero no debe esperarme. Él tiene que resolver la situación de Olliver y enfocarse en su hijo. Cuando yo esté lista y si quiere, le mandare un mensaje. Pero no quiero que frene todo por esto, no debe frenar por mí.
—Él te ama, Sofía.
—Aun cuando yo también lo amo, y eso que yo no creía que se podía amar en meses de salir; sé que... si no estoy bien yo, no voy a estar bien con él. Y su hijo necesita estabilidad, y él también necesita cerrar ciclos.
—Le diré eso. Pero no creo que no te espere.
— ¿Sueno muy egoísta si digo que espero lo mismo?
—No, suenas humana, princesa.
Saludo a la administrativa la pasar por su escritorio y hasta sonrío a algunos de los pacientes que están en la sala de espera.
Es mi quinto mes yendo a terapia y creo que finalmente veo resultados. Al principio todo fue bastante molesto para mí, sentía que no estaba haciendo ningún efecto positivo y me encontraba mucho más irritable.
Ahora me encuentro un poco mejor, pero aún hay un camino hacia arriba. Y aunque la psicóloga me dijo que no veía ningún daño en hablar a Edison o verlo en persona, no me he atrevido. Ella ha hecho mucho hincapié en que mis problemas parecían radicar en mi toxica relación con mi hermana y mi difunta madre, y también problemas de comunicación con papá.
Y eso derivo en que no pudiera abrirme completamente emocionalmente a mis relaciones, ocasionando en rupturas a veces innecesarias o prematuras. Porque mi inconsciente le tiene miedo a herir a otras personas, como me hirieron a mí.
Aun así, Edison ha dejado en claro que no me encuentro sola. Me ha mandado todas las semanas una carta con una mini torta para celebrar las pequeñas batallas ganadas.
Como lo fue cuando el bebé de Sara, un hermoso niño llamado Noel, salió del hospital sano; o cuando Simón termino su año con todas las materias promocionadas al igual que Mariella. También le mando felicitaciones a Anna, quien finalizo su doctorado con un título estelar.
Y así, sin darnos cuenta, Navidad se encuentra a una sola semana. Como el que sería mi aniversario mes 9, creo. Con todas las cosas que han pasado, los meses se me mezclan, y tampoco sé si debo contar estos tiempos separados. Todo un dilema que solo me da dolor de cabeza.
—Le tendré luego que enviar las gracias —dice mi amiga con la boca llena de torta, pero tapándosela con una mano.
—Ahora tienes su número de celular, eh —contesto riendo, porque Edison puede no estar hablando conmigo, pero ha hecho buenas amistades con todos mis conocidos y amigos. Incluyendo a mi mejor amiga y Rebecca, quien bebe de su copa.
—Xander también les manda felicitaciones a ambas.
—Yo solo termine el tercer año.
—De tu segunda carrera —continua Anna—; y es no es nada menos que algo digno de celebrar. Además en el nuevo trabajo te está yendo estupendo.
Asiento mientras río al ver los ojos en blanco de Becca. Renuncie a mi antiguo trabajo como ingeniera mecánica porque ya no era algo que me apasionaba y por todo lo ocurrido, no quería irme de malas. Sino por las buenas y mi propia decisión.
Hace una semana conseguí un nuevo trabajo a medio tiempo en un estudio de diseño que necesitaban a alguien que estuviera dispuesta a trabajar en distintos horarios. El ambiente es tranquilo y muy bonito, mi jefa ha estado contenta con mi trabajo y tengo esperanzas a futuro.
— ¿En que anda tu novio? ¿En andan los dos? Desde el bar que no nos veníamos bien.
—Ya saben, Xander al ser corredor de autos, siempre anda ocupado en diversas cosas. Contratos y tal.
—Ajá. Claro —responde Anna alzando su ceja izquierda—; ahora me vas a decir que tu novio no tiene una pinta de mafioso, Becca.
Rebecca ríe de costado, pero sus ojos se agrandan por un momento. Anna no sabe lo cerca de la verdad que está.
Hace un mes que he vuelto a hablar con ella y me ha dicho cosas que tal vez nunca debió decirme. Pero necesitaba con quien hablar y yo, bueno, soy buena en eso. Sé que nadie más debe saberlo, porque el trabajo de Xander puede que sea medio turbio, pero él ama a Rebecca y haría todo para protegerla. Es más, se enojó bastante cuando supo que ella me conto más de lo que debería; al final entendió que es bueno que tengan a alguien fuera de Europa y Estados Unidos que sepa, por si ella tiene que esconderse.
Una risa se me escapa al ver a Anna con los ojos brillosos. Si alguien no debe saber sobre mafia, es Anna. Porque es capaz de pedirle a Xander que le presente a un mafioso para que se case con ella. Y todo por unos libros de romance que lee.
Siempre trato de hacerle entender que una cosa es la ficción y otra la realidad, y creo que lo entiende; a ver tiene 28 años como para no saber cuidarse, pero a veces es más ingenua de lo que parece y asusta. Así que, por las dudas, es mejor prevenir que curar.
—Los tatuajes no hacen a Xander un mafioso, Anna —digo poniendo los ojos en blanco, ella encoge sus hombros—. Dile que le mando muchos saludos, espero que algún día pueda volver a venir.
—Lo sé, él dice que le ha gustado mucho Buenos Aires. Pero el trabajo lo tiene amarrado a Chicago por ahora.
—Hablando de las tierras lejanas anglosajonas —dice Anna mordiéndose el labio inferior. Rebecca y yo intercambiamos una mirada—; me aceptaron en la embajada argentina de Estados Unidos, gracias a mi reciente doctorado en Relaciones Internacionales. ¡Me mudo a Washington D.C.!
— ¿¡Qué!? ¿Cómo que me abandonas? Perra, bien guardado lo tenías —digo abrazándola luego del shock. Rebecca se une y la felicita—. Mierda, no puedo creerlo.
—Sí, pero aun así, tengo tiempo. No me voy hasta tener todo el papeleo listo, en dos o tres meses.
—Sé que Sofía estará triste, pero yo no. Porque nos veremos mucho más seguido —responde Rebecca tomando una de sus manos—. Con Xander nos mudamos a un departamento en Nueva York. Así que estaremos ahí no más.
—Ambas son malas y me abandonan —digo haciendo puchero, a lo que ambas ríen.
—Te podrías venir con nosotras, no sé, piénsalo.
—Ay no, me gusta donde vivo, pero puedes apostar que estaré yendo de visita. Son la excusa perfecta —contesta guiñándole un ojo y ella asiente. Tiene algunas lágrimas en los ojos, por lo que niego—. No, Anna, no llores, eh. Que me contagias.
—Es que... te voy a realmente extrañar.
—Y yo a ti, pero esto es un inicio. Uno bonito, y es tu sueño. Estoy muy orgullosa de ti —respondo volviéndola a abrazar. Rebecca llena nuestras copas y alza la de ella—. Brindemos.
—Por nosotras —dice Anna, aun con los ojos brillantes.
—Por nuestros sueños.
—Y por las amistades —cierra Rebecca chocando las copas.
La noche continúa y no paro de sonreír ni un minuto. Porque tengo esperanzas, y sueños que no estoy dispuesta renunciar más.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top