2. Los cigarrillos.
Espero a que todo el mundo deje el salón para levantarme y juntar mis cosas, suspiro mirando la puerta. Encuadro mis hombros, como si me preparara para la batalla, cruzo mis brazos con mi cartera colgando de uno de ellos y camino con lentitud.
Miro a ambos lados, reviso cada vez que cruzo un pasillo o camino por el campus desierto. Por suerte, era mi última clase y ya puedo ir a mi auto tranquila. Desafortunadamente, Anna tiene que quedarse para dos clases más y luego tiene que reunirse con su grupo para realizar no sé qué actividades. Aunque es bueno supongo, ya que anda medio molesta conmigo, no de verdad, pero algo es algo.
No la deje darle a Edison mi número. Insistió dos veces para ser justas, mientras explicaba cómo era que él tenía su número. Dijo algo sobre el café y no sé qué más. Después cuando vio que no hay ni una forma en el infierno de que ceda, lo dejo estar.
—Señorita García, es un gusto poder verla hoy de nuevo —dice su voz a penas saco la llave de mi auto. Cierro mis ojos con las ganas de que eso haga que desaparezca, pero no soy tan ingenua—, ¿señorita García?
Me doy la vuelta sin mover mi mano de la posición que estaba con la llave y embolso una sonrisa que pretende ser fría.
—Edison, me gustaría devolverle el saludo de ese modo, pero no tengo ganas —contesto ampliando mi sonrisa de manera que seguramente parezco una loca—; ahora puede retirarse.
— ¿Por qué me odia, señorita García? Sea sincera y deje, por favor, de sonreírme de ese modo.
No contesto, aun cuando podría ya que él pidió honestidad. Abro mi auto y pongo mi bolso en el asiento copiloto.
—No es bueno ni para usted ni para mí que se acerque.
—No es bueno, ¿por qué es una asesina serial? ¿O ha cometido algún delito y es buscada? ¿Por qué mintió acerca de que no será mi alumna? ¿Por qué odia a los niños y sabe que soy un padre soltero? —Edison sigue tirando preguntas que no me deja contestar. Ahora él se acerca con cada una, quedamos frente a frente, pero sin tocarnos—. ¿Por qué puedo ver que detrás de todo este frente hay una mujer que grita para que la liberen?
Ah, ahí estaba el comentario machista que estaba esperando.
A ver, que sí, podría ser que no quiero que se acerque a mí porque es peligroso. Para mí, para mis logros y metas futuras que me prometí no dejar por una polla. Es peligroso para mi cordura, las mujeres en mi familia suelen cometer idioteces por un pene. Y él tiene todos esos requisitos que tuvieron todos los hombres que cayeron por ellas.
Pero yo no soy una mujer que grita para que la liberen. Puedo liberarme yo misma, muchas gracias.
Hombres, siempre queriendo ser los protagonistas.
—No —respondo cortantemente y subo al auto, cerrando la puerta con seguro.
Él no se mueve lejos, sino que se apoya en mi vehículo y agachándose saca dos paquetes de cigarrillos del bolsillo, los apoya contra el vidrio.
—Bien, porque no tengo tiempo para salir con una mujer que necesita un caballero. Aunque no dudo que le alegrara saber que rescate sus cigarrillos, señorita García. Son caros por lo que me han contado.
Yo giro mis ojos, pero escaneo los paquetes, son de la marca que compro y decido jugármela. Busco en mi bolso por si no se ha confundido o lo ha hecho apropósito solo para acercarse. Busco y rebusco pero no hay nada.
Al mirarlo, él tiene esa sonrisa de triunfo que me hace fruncir el ceño. Él inclina su cabeza y vuelve a guardar los paquetes. Entrecierro mis ojos.
— ¿No me lo va a devolver? Son caros, como usted dijo, y no todos tenemos el lujo de poder comprar otros dos paquetes —digo bajando el vidrio, él suelta una risa baja.
La verdad es que podría comprarme otro, pero a la vez soy muy maniática con mi plata y ahorros. Necesito consumir de manera eficiente si quiero tener el dinero suficiente para que cuando termine la carrera, pueda irme de este lugar.
Y yo fumo dos cigarrillos por día. Religiosamente.
—Te los voy a devolver en cuotas.
— ¿Cuotas?
—Sí. Sé que no me darás tu número, así que supongo que quiero aprovechar esta oportunidad para ver si puedes reconsiderarlo. Aunque antes tengo una pregunta seria.
—Yo soy muy seria cuando se meten con mis cigarrillos —digo haciendo énfasis en la palabra mis, él ríe de costado—. ¿Qué, Edison?
Parece pensarlo, saborear las palabras que quiere decirme antes de bajar más para que su rostro quede a la misma altura que el mío.
—Me gustas superficialmente, tienes ese encanto que me atrae en una mujer a simple vista, y por ello quiero conocerte mejor. Siento que tienes paredes defensivas y todo este tiempo he estado pensando que por eso te resistes a darme tu número. Pero si de verdad no quieres conocerme, eso sea porque sientes que estoy sobrepasándome, invadiéndote, intimidándote o algo por el estilo; quiero que lo digas ahora y me iré. No te mirare ni hablare de nuevo. Puedo jugar a este juego de pasar tus defensas solo si juegas conmigo.
Sus palabras calan dentro de mí y me sorprenden un poco. He conocido distintos tipos de hombres, y debo decir que esto no lo había visto antes. Eso que he visto tantos caballeros blancos como negros en mis días.
—Edison, usted no me gusta, para nada. Pero porque, como dije, no es bueno que usted y yo salgamos; es peligroso para mi condura salir con usted, pero... —Me detengo abruptamente cuando su mirada se intensifica—, no me está intimidando o asustando de ese modo. No lo acusare de abuso de autoridad. Porque confió en que no es su intención.
—En absoluto.
—De acuerdo entonces. Aunque sigo pensando que esto es una idiotez, escuchare la propuesta. Si me gusta, aceptare porque de verdad que quiero probarle que usted y yo no haremos buena pareja; sino me temo que deberá irse y no volver. Ah, y dejarme mis amados cigarrillos.
—Que así sea, señorita García —concuerda asintiendo, se muerde el labio inferior antes de continuar—; ¿Cuántos fumas por días?
—Dos, sin falta. Y hoy ya los he fumado.
—Entonces tengo en mi posesión 20 días que usted no fumaría sino se los devuelvo, ¿verdad?
—Vaya, sabe hacer una simple cuenta de matemáticas, Edison. Suena prometedor.
Él pone sus ojos en blanco ante mi broma y yo me permito embolsar una sonrisa de verdad. Edison lo nota y sonríe mostrando sus dientes.
—Me dará su número para que pueda hablarle fuera de la facultad e irá contándome algo de usted. Cada vez que lo haga, le daré un cigarrillo.
—Es decir, quiere saber 40 cosas de mí.
—Sí, pero datos importantes. No lo usual, no su color favorito... quiero saber cosas sustanciales —contesta de forma elegante y me pregunto si querrá saber cosas sexuales; cuando ese pensamiento choca contra mi mente, sacudo la cabeza y ya siento mis mejillas sonrojarse—. Ese debió ser un pensamiento interesante, señorita García.
—Una lástima que no sea adivino.
—Sí, una verdadera lástima —contesta mirándome a los ojos. Sus mejillas se colorean un poco y sus pupilas se dilatan débilmente—; tal vez algún día me lo dirá.
—En sus sueños.
—Si va a una cita conmigo, en algún momento mientras dure esto, obtendrá un cigarrillo más. Haciendo que me quede con menos —dice de pronto, se encoge de hombros—; todo depende usted. Puede tener que verme durante 20 días seguidos y tener conversaciones en los pasillos de la facultad, o tener algunas citas y acortar el plazo.
Muerdo mi labio y apoyo mis manos en el volante, muevo mis dedos sobre él. Cuento hasta 7 antes de decir mi respuesta, antes de que pueda arrepentirme.
—De acuerdo, Edison. Es un trato.
—Es un gusto y me propongo que será un placer jugar con usted —responde palmeando el techo de mi auto, pero no se va. Tiendo su mano—; ¿me va a dar el celular o piensa estirar la tortura hasta mañana?
—Pienso estirar su tortura hasta mañana, Edison. Que tenga buenas noches —contesto cerrando el vidrio. Él saca la mano con rapidez y yo suelto una risa al ver su expresión—. Yo le dije que esto no sería bueno.
—Usted dijo que yo era peligroso —dice poniendo sus manos dentro de su saco y abriendo un poco sus piernas. Lo miro brevemente, pero admito que los trajes y todo el asunto de profesor le sienta divinamente bien—; creo que será al revés. Estoy dispuesto a averiguarlo, señorita García. Que tenga buena noche.
****
Ah este capítulo definitivamente me dejo un poco enamorada de Edison. Y muy orgullosa de Sofía.
Espero que disfruten. D.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top