18. Primera lección: no todo depende de ti, parte 2.

—Wow, creo que has enamorada a mitad de mis compañeros y profesores, So.

Simón se acerca a mí con sus brazos abiertos y una sonrisa esplendida, lo veo también hacer el tonto, así que lo abrazo fuerte riendo.

Está vestido con jeans azul oscuro, camisa blanca desabotonada dos veces desde el cuello y las mangas arremangadas hasta los codos. Los lentes de sol le dan el toque extra que hace que varias chicas se giren a vernos; tengo 33 y el 21 pero no nos vemos tan diferentes en edad, no porque me vea más joven pero porque él se ve mucho más mayor, de una buena manera.

Eso último lo dice siempre Anna.

—Deberíamos parar de abrazarnos porque tus novias se ponen celosas —digo burlando un poco, cuando nos separamos golpeo su pecho en broma y él ríe—; ah cierto, no tienes novias.

—No, no en plural. No todavía —responde guiñándome un ojo de forma exagerada—; ¿qué te trae por aquí? Siempre me tomo el tren.

—Pues hoy tuve una epifanía en el psicólogo que me hizo ver que deberíamos salir y tomarnos la tarde, sino tienes nada q hacer, obviamente —digo viendo que detrás de él vienen dos chicos que reconozco como Sebastián y Nicolás.

—Con todo respeto —empieza el moreno poniendo una mano en su pecho e inclinándose—, pero te ves como una mujer poderosa y bella, tía Sofía.

—Con todo respeto, como mi amigo dijo, —continua Nico con los ojos negros brillando con travesura y tirando sus rulos hacia atrás—, te ves muy caliente y sexy, tía Sofía.

— ¡Hey! Mi tía, no la suya y aunque no tenga relación de sangre con ustedes dos mugrosos, ella está prohibida.

—Sofía sabe que solo bromeamos, tú te pones todo sensible —responde Sebas riendo y dándome un beso en la mejilla. Nico también lo hace pero sobre mi mano manteniendo contacto visual con Simón—. Veníamos a ver si venías con nosotros a un resto en Recoleta, hoy a la noche.

—So, también estás invitada.

Niego con la cabeza, sonriendo. Simón apoya una mano en el hombro de su amigo apretando con fuerza, por la mueca que hace Nico.

—No puedo, mi tía tiene un día planeado, para solo nosotros dos —dice apuntando a Nico con cada palabra—. Aunque el viernes podemos vernos, ¿tal vez en Belgrano?

—Mi tío tiene un bar ahí, seguro nos invita los tragos —apoya la idea Sebas asintiendo, pasando un brazo por los hombros de Nico, lo arrastra hasta que se están alejando y no apartan la mirada de Simón, quien se cruza de brazos—; Sofía, le invitación siempre se extiende.

—Siempre —re-afirma Nico guiñando uno de sus ojos y yo solo le envió un beso inocente que él finge atrapar. Me sonrojo un poco cuando Simón se da vuelta con su ceño fruncido y me fulmina.

—Perdón, es solo que... tienes amigos encantadores.

—Y molestos —responde girado su cabeza, aflojando los músculos del cuello—; sino fueran amigos que confió con toda mi alma, estaría matándolos.

—Jamás saldría con ellos, amigos cercanos o no —digo con seriedad, él me sonríe—; no tienes que preocupar por eso.

—Lo sé, solo que les gusta meterse con mis celos. Tú, los abuelos, me malcriaron por 6 años como niño único de la casa y solo me acostumbre a Mariella porque la amo con locura.

Lo invito a subirse al auto al sacarle la alarma y él suspira llevando la cabeza hacia atrás.

—Mariella y yo nos estamos acostumbrando a la idea de tener un hermano o hermanita que me llevara 21 y 15 años para ella. Es duro, no voy a mentir; y eso hace que este más sensible, con todo eso de compartir a las personas que son mi familia.

— ¿Te molesta que tu mamá este embarazada de nuevo?

—No sé si molestarme es la palabra, pero no me emociona todavía. Ah, y no estoy diciendo que odio a Edison o su hijo, a quien me muero por conocer, por estar en tu vida; me emociona más eso que la próxima adicción a la familia.

— ¿Te interesa conocer a Olliver? Lo conocí el otro día, algo improvisado, pero no quería presionarte. Ya que tienes mucho con lo que lidiar —digo prendiendo el auto y saliendo del estacionamiento—. ¿Es algo que quieres hacer durante el fin de semana?

—Seguro, Mariella también quiere. So, eres como una segunda... mamá —pronuncia despacio mirándome fijo—, me gusta verte feliz y me gustaría saber quiénes son los que van a ser parte de tu vida.

—Oh, Simón —respondo sin aliento, mis ojos se humedecen un poco pero respiro hasta tranquilizarme. En un semáforo en rojo, tomo su mano, sacando la mía de la palanca de cambios; él la aprieta—; te amo, a ti y a tu hermana. Eso jamás va a cambiar, ni Edison ni Olliver.

—Lo sabemos, pero siempre habías dicho que no querías ser madre. Así que eso es algo que quedo grabado en mí y pensé por un momento que si los tenías, dejarías de ser mi tía-mamá. Ahora ya estoy mejor, y quiero ser tan participe de eso como tú lo fuiste en mi vida.

—Me alegra saberlo —contesto sonriendo, más relajada lo miro momentáneamente y él me imita—; hablemos de otra cosa, de que vamos a ir a tomar helado y luego a comer comida nada sana.

—Me has secuestrado de forma voluntaria, si es que eso existe. Y para que sepas, hace tiempo que quería hacer algo como esto.

—Yo también, Simón.

—Hola, perdón que me atrasé pero papá y mamá me pidieron cambiarles unas bombillas en la casa antes de irme. Y Olliver me pidió leerle un cuento —dice antes de besarme, lo dejo pasar—. ¿Cómo están tus niños?

—Bien, Mariella se queda a dormir esta vez. Ahora que compre ese colchón inflable pueden compartir cuarto —digo sonriendo y lo beso de nuevo—; no me pidas perdón por ser un buen hijo y papá, Edison.

— ¡Tía, la comida! —La voz de mi sobrina se alza con mi alarma en el celular desde la cocina. Ambos nos movemos y yo me hago cargo de la cocina.

Veo a Simón parar la película que estaba viendo para pararse y saludar a mi novio, mientras que Mariella lo mira con algo de sorpresa. Cuando ve que Edison trae el postre, es rápida en agarrarle la bolsa y darle un beso pequeño en la mejilla. Llegando a mi lado, me observa.

—Es lindo, tía Sofi. Tienes mejor gusto que mamá.

— ¿Estás diciendo que tu papá y el de Simón son feos?

—No, no son feos. Tienes buenos genotipos, por eso yo y Simón somos bellos —dice pestañando varias veces con falsa dulzura.

—Simón y yo, bruta —interrumpe su hermano mayor.

—Mi punto era, —Mariella no se detiene en el comentario e ignora a los dos hombres que ahora invaden mi cocina para sacar dos copas y una botella de cerveza con otra de vino y empiezan a servir—, que nuestros padres tienen buen genotipo pero no tan buen fenotipo. Tú tienes un buen gusto de fenotipo.

— ¿Gracias? —Giro mi cabeza con algo de confusión y ella chasquea la lengua—. ¿Es lo que estás aprendiendo en la escuela?

—Gracias digo yo a tus halagos hacia mi fenotipo, aunque no me esperaba ese recibimiento —dice Edison acercándose a mi espalda y dejando un inocente beso en mi cabeza—; ¿necesitas ayuda?

—No, ya casi casi estoy.

—Vienes diciendo eso desde hace 5 años —dice Mariella quejándose. Simón rueda los ojos.

—Edison, conoce a la dramática de la familia.

—Idiota —murmura Mariella sacándole la lengua y golpeándolo en el brazo.

—Ayúdame a controlar a los niños —digo con voz baja haciendo que Edison ría y me bese de nuevo los labios.

—Hare mi mejor esfuerzo —contesta alejándose y llevándoselos a ambos a la sala de estar.

Suspiro escuchando como lo entretienen con historias y anécdotas del día. Simón ríe a carcajadas al escuchar como su hermana rechazo a un compañero que la invitaba a salir, felicitándola. No presto mucha más atención, pero mi sonrisa se mantiene en todo momento.

Y por una vez, solo me permito vivir.


¡Hola! Les traigo este capítulo cortito para que no me extrañen.

Y una sorpresa que me hace alta ilusión:

La escena es de unos capítulos más atrás, PERO MIREN A MIS BEBÉS.

Con el tiempo, traeré más comisiones de ellos. No lo duden.

Porfa, vayan a seguir y apoyar a la autora del dibujo @/Ann_Josc en en instagram

Ella ha sido súper exacta en lo que pedí y tiene un re talento.

Con eso me despido.


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