18. Primera lección: no todo depende de ti, parte 1. (+18/21)


AVISO: El capítulo contiene algunas escenas +18/21, de escenas s*xuales, por si no les gusta leerlas son los párrafos en cursiva. Y además el personaje esta en una sesión con su psicólogo, con esto quiero decir que no soy experta en escribir estas escenas, pero he estado leyendo y tratando de informándome. Aunque obviamente cada uno tiene sus propias experiencias con su salud mental y psicólogos/terapeutas. 

Solo un pequeño aviso para que sepan.


—Entonces, ¿cómo te encuentras hoy?

Agustín Colombo me observa cruzando sus piernas, mordiendo la punta de un lápiz HB y sus lentes caídos casi al final de su nariz. Había estado muy preocupada con el hecho de que sea casi de mi misma edad y, si soy sincera, bastante lindo de mirar; peor no ha sido más que un profesional desde la primera vez que nos vimos.

Aunque solo vine dos veces antes, hablamos de temas generales, más que nada, qué me traía a su consultorio y si me sentía cómoda con él.

—Oh, bueno, ya sabes. Bien, dormí en la casa de mi novio... —digo moviendo mis manos en mi regazo.

Sus manos me recorren mi pierna derecha, la cual tengo apoyada en el borde del colchón junto a su cuerpo; me pone la crema para las estrías, lento y despacio, que me dio mi dermatóloga. Crema que me dijo muchas veces que no necesitaba, pero que él entiende que lo hago por mí misma, no por la sociedad, él o vergüenza; es mi modo de darme mimos. Otras mujeres estarán de acuerdo, otras no; pero solo interesa mi opinión así que Edison me lo recuerda todas las noches.

— ¿Crees que cubrí toda la piel? ¿Las partes importantes? —Deja el pote a un lado y pone un beso en mi rodilla—. ¿Sofía?

— ¿Eh? Sí, creo que cubriste las zonas importantes... las que la crema tiene que cubrir —contesto sonrojándome. Trato de bajar la pierna, pero él la retiene—. ¿Edison?

Sus labios vuelven a besar mi piel, solo que más y más arriba, hasta alcanzar mi ropa interior; en ese momento, ambas manos sostienen mi cintura para que deje de moverme y se ríe entre dientes. Aunque no duda en meter sus dedos bajo los bordes y bajarla un poco, dejado más piel que cubre con sus labios nuevamente.

— ¿Cómo ha estado el nivel de ansiedad, Sofía? ¿El estrés?

Sacudiendo mi cabeza y cerrando por un momento los ojos, vuelvo al presente.

—Lo que yo llamo "normales"; Sarah no ha aparecido por mi lugar, pero mi sobrino ha estado hablando con su hermana y...

—Sofía —interrumpe Agustín inclinando su cabeza—; te pregunte por ti, no por los demás.

Sonrío de costado, sabiendo que es una oración que ha dicho mucho conmigo, y muerdo mi labio inferior buscando la manera de explicarme. De explicar cómo me he sentido.

—Cada vez que salgo de mi casa, hago una lista de las cosas que debo hacer, las cuales puedo controlar —aclaro, sacándole un leve sonrisa de afirmación—; luego las organizo de más importante a menos. También he llamado más a mi papá solo para decirle que lo quiero, y por fin le voy a presentar a mi novio, mis ex/amigos.

—Bien, eso suena como algo que te ha estado funcionando.

—Me gustan las listas —comento asintiendo—, aunque odio los nervios que me provoca saber que mis amigos conocerán a Edison.

—Y ya he dicho que...

—Solo vale preocuparse por cosas que uno puede controlar, y no puedo controlar a otras personas —repito haciendo que esta vez ría y anote algo.

— ¿Y tus sentimientos por tu hermana? Que ella no llame debe provocar sentimientos encontrados, ¿no?

Nuestras miradas se encuentran mientras me alcanza el sobre plateado del condón, con ambas manos abro el paquete y lo coloco con un poco de su ayuda para que no quede aire en la punta. Respira con profundidad cuando tomo un poco de lubricante a base de agua, por el condón, y lo cubro completo; tal vez, disfrutándolo con un poco mucho, más de lo necesario.

— ¿Seguirás jugando? No es que necesites mucho lubricante —dice alargando su mano al vértice en que se unen mis piernas y haciendo que jadee cuando hace círculos con su pulgar—. Solo lo dije porque la posición funciona gracias a la gravedad y no quiero que te duela, solo que lo disfrutes.

—Me gusta tenerte en mis manos, de forma literal —contesto rodeándolo con una mano y hundiendo mis uñas en sus abdominales cuando mete dos de sus dedos dentro de mí, con cuidado.

— ¿Por qué no te pones manos a la obra?

—Mandón —respondo pero me levanto de sus piernas y me acerca a él hasta que la punta empuja contra mi clítoris. Él se toma a si mismo con una mano y lo mueve sobre mi punto necesitado, logrando que varios gemidos escapen de mí—; ¿ahora quien está jugando?

—Ah, te estabas tomando tu tiempo, entonces... —Una de sus manos toma mi cadera y me empuja sobre su miembro, mientras se sostiene con la otra; de este modo me concentro en relajarme y no bajar rápido para no desgárrame o algo. Un gemido escapa de él y yo sonrío, dejando mi peso caer despacio en su regazo—; Sofía...

—Me encanta que digas mi nombre —murmuro sobre su boca y él levanta sus caderas, haciendo que clave mis uñas en sus hombros.

—Veamos si puedo hacer que grites el mío.

—Ya veremos —contesto, sus ojos brillan y de pronto nos hace girar en su cama doble. Quedando sobre mi cuerpo y saliendo de mí, para volver a entrar—. ¡Edison!

—Sí, veremos, Sofía.

— ¿Sofía? —Agustín sacude su mano sobre mi cara y yo trago con fuerza—. ¿Estás bien?

—Solo un poco distraída, perdón, ¿de qué hablábamos? —Trato de recomponerme y no sonrojarme de forma obvia. Paso una manos por mi frente, sintiendo que estoy tibia pero no muy caliente.

—Sarah, las no llamadas y tus sentimientos. Me decías que tratas de no pensar mucho en ello.

—Ah sí, sí, ella no llama y yo trato de no tomar mi teléfono para llamarla. Pero Simón, mi sobrino, me detiene.

— ¿Por qué crees que él hace eso?

—Supongo que entiende más mi lado que el de su madre.

—Sí, pero además, Sofía, lo hace porque tú estás ahí. Su madre no. Y por lo poco que me has dicho, nunca estuvo del mismo modo que tus padres o tú hicieron —dice mirándome seriamente—. Me has dicho que nunca quisiste ser mamá, pero creo que has sido una especie de mamá para Simón, más tiempo del que fuiste adulta.

—Nunca lo he pensado de ese modo. Digo, siempre supe que tuve una responsabilidad mayor que la que cualquier hubiera tenido en una situación similar, pero...

— ¿Jamás te has puesto ese nombre? Eras y sigues siendo una "pseudo-mamá". Y te convertiste en ello porque te preocupas, Sofía; eso no es malo, lo que está mal es que te presiones por ser todo para los demás, pero nada para ti.

—Entiendo. Creo —murmuro con una mueca.

—Creo que por hoy estamos, te voy a pedir que sigas haciendo las listas, vocalizando tus molestias; también quiero que traigas a Edison la próxima vez, solo por una hora de las dos que hacemos los viernes.

— ¿Ansioso por conocer a mi novio, Agus?

—No estoy preocupado por la relación que parece que tienen, pero quiero saber cómo él afecta a tu mentalidad. Me has dicho que no quieres usarlo de muleta, entonces quiero evaluar con quienes estoy trabajando —respondo escogiéndose los hombros—. Después, tal vez en un mes, quiero conocer a Simón. Pero por ahora, quiero que hablemos con él sobre tu relación con él. Quiero que veas y analices quien eres para él, a través de tus ojos y luego pregúntale. Considéralo tarea, ¿sí?

—De acuerdo, señor. Sí, señor —respondo poniendo mis ojos en blanco y él ríe.

Mientras relleno unos papeles en administración mi mente desvaría de nuevo.

—Sofía —dice con voz gruesa, haciendo fuerza por contenerse. Presiono mis piernas en sus costados y mis tobillos cruzados en su espalda baja, forzándolo a sentirme completamente—; no quiero...

—Pero yo sí —digo contra su cuello, besándolo y mordiéndolo. Él sisea sobre la piel de mi hombro y siento sus músculos temblar—, vamos, profesor, déjeme tenerlo primero.

—Mierda. Puta madre.

Eso es todo antes de que él lo deje ir y me dé la mejor visión que he tenido, su rostro dejándome ver su placer y los gemidos saliendo sin control. Su cuerpo se rinde por un momento y su peso me parece tan sexy contra mi cuerpo, acaricio su espalda con mis uñas, logrando que gima.

—Eres malvada.

— ¿Cómo soy malvada por dejarte correrte? Deberías sentirte honrado.

— ¿Ah sí? Pues, puede ser que no pueda correrme por un buen tiempo y este sensible —dice y yo lo puntualizo contrayéndome a su alrededor. Él jadea y se eleva para salir de mí, esta vez lo dejo ir para no lastimarlo. Pero Edison en lugar de girarse se arrodilla entre mis piernas y las extiende aún más; sus manos acarician mis muslos internos hasta que sus pulgares aprietan mi clítoris con el solo fin de causarme placer—; pero puedo hacerte correr dos veces por el honor de dejarme correrme antes.

—Eso me gusta, profesor Morales.

—A mí también, señorita García —contesta acostándose boca abajo, con su rostro cerca de mi lugar más necesitado—. Me gusta mucho.

— ¿Señorita? Necesito que firme aquí. —Miro a la secretaria mostrándome una ficha y yo asiento, humedeciendo mis labios secos y forzando que mi mente se aleje de esos recuerdos.

—Claro, perdón. —Sonrío firmando y entregando todo. Cuando estoy saliendo del lugar decido enviar un mensaje a Simón:

"Te paso a buscar a la universidad, no vayas a ningún lado."

¡Hola! Vengo con la primera parte y la segunda saldrá más para el fin de semana, pero no quería dejarlos colgados. Espero que les guste.

¿Qué opinan de Agustín?

¿De los pensamientos sucios de Sofía? La canción es muy de ese momento, si saben a lo que me refiero.

Otra cosa, espero que entiendan que me gusta educar en las escenas s*xuales porque me parece que a veces falta eso, sino hay una desinformación enorme en nuestra comunidad. Por eso hay algunas aclaraciones cómo lo del condón y cómo lo abre. O de que esta hecho el gel intimo. 

AUNQUE POR FAVOR, ANTES DE HACER CUALQUIER COSA, INFORMENSE CON SUS DOCTORES Y PROFESIONALES. SIEMPRE DE FORMA SEGURA. 

¿De qué hablara con Simón?

Nos leemos, D.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top