15. Antojo (+18/21)
Advertencia: Hay una escena +18/21 en este capítulo, sino es de tu agrado, puedes salteártelo. No es un capítulo que contenga información importante sobre la trama familiar de Sofia, pero demuestra un avance en la relación de ella con Edison, por lo que si no eres fan de estas escenas puedes esperar al próximo capitulo/seguir leyendo.
Anna me mira con una ceja levantada mientras le cuento sobre mi visita a papá y a mi mamá. Ella sabía que mamá estaba muerta, fue al funeral y todo; pero lo que le sorprende saber es lo que papá me dijo.
Ella asiente y pregunta por él de manera educada, sabe que mi papá es una persona muy especial para mí. Se han conocido, varias veces, y papá también parece agradarle.
Nos encontramos sentadas en uno de los espacios verdes de la facultad, tomándonos un tiempo libre entre sus clases, y yo solo espero a que mi novio salga de dar su clase. No siempre tenemos estos momentos, ya que no soy una gran fanática de sentarme en el pasto, pero no me quejo. Hace varios días que no conversaba con mi amiga.
—Creo que tu padre debería decirles la historia completa, ¿alguna vez lo hizo o intento? Digo, mereces saber que problemas tuvieron porque sin duda alguna, influenciaron la relación de mierda que tienes con Sara.
—Sí, aunque dudo que papá sea consciente de ello. Al igual que mamá nunca fue consciente de su influencia en Sara.
Ella asiente, sonriéndome de costado, se extiende para agarrar una de mis manos. Ambas nos concentramos en comer unas galletitas y ella toma de su botella de agua, ya que no le gusta mucho el café, lo cual es un sacrilegio pero bueno, es mi amiga, ¿no?
Anna me cuenta sobre su semana, dejando de lado mi drama familiar, logrando aflojar el ambiente. Termino riéndome sobre su conversación con el señor millonario, y las ocurrencias de sus padres; quienes son una pareja demasiado cursi para describir, pero aun así les tengo un gran cariño.
—Señoritas.
Edison se acerca desde atrás mío, aunque puedo imaginármelo sonriendo de costado con ese brillo característico en sus ojos celestes. Siento sus dos piernas detenerse justo en mi espalda, así que termino recostándome sobre ellas; eso hace que Edison ría por lo bajo y yo dirija mi mirada hacia él, llevando mi cabeza hacia atrás.
—Hola, profesor Morales —digo y, de forma exagerada, le termino guiñando un ojo. Él niega con la cabeza—; ¿cómo estuvo la clase? ¿Los niños se portaron bien?
—Aburrida, mis alumnos no han hecho la lectura que tenían que hacer así que tuve que ser más duros con ellos que de costumbre. —Se encoje de hombros y Anna frunce el ceño ante su sonrisa despreocupada—. Tengo que divertirme de algún modo, Anna, así que les tome un examen sorpresa de ello; no puedes juzgarme.
—Ambas estudiamos en esta facultad, podemos totalmente juzgarte —responde a la vez encogiendo sus hombros, esta vez le devuelve la sonrisa amistosa. Se levanta con cuidado y junta nuestra basura, me tiende una mano y la imito.
Intercambiamos los tres algunos comentarios más, pero al final ella termina corriendo a su próxima clase a la vez que nos grita que es nuestra culpa por entretenerla demasiado. Edison me ofrece su brazo para que me cuelgue y lo alcanzo ajustando mi agarre con fuerza.
No obtenemos miradas raras, porque Edison me conto que por seguridad hablo con la administración de la universidad. Les dieron unos papeles para llenar, en donde tenía que aclarar bajo juramento que salía con una estudiante de la facultad pero no propio de él. Con eso aclarado, no deberíamos tener problemas futuros o malinterpretaciones, por lo que las miradas solamente son de algunos estudiantes curiosos, quienes en su mayoría atienden sus clases.
— ¿Tienes ganas de salir, señorita García? ¿O una cena en mi casa es suficiente? —Su pregunta hace que sacuda mi cabeza, despejando mis pensamientos. Ahí me doy cuenta que hemos llegado a su vehículo.
Pienso la respuesta mientras me apoyo en el lateral de su auto y lo acerco con mis manos en sus hombros; todo esto aprovechando que dejo el auto a varias cuadras de la facultad y en una de las calles menos concurridas de alrededor. Mi cuerpo queda apretado entre ambos, pero lo único que me interesa es que él. Llevo una de mis manos a su mejilla y la otra, la izquierda, la dejo sobre su corazón; Edison me mira intensamente, aun cuando empiezo a dejarle besos pequeños en su barbilla. Su cuerpo está tenso, pero al mismo tiempo relajado; como si estuviera a la expectativa. Sus manos se aferran a mi cintura, dejando pequeñas caricias con sus pulgares.
Con un movimiento de mis caderas hacia adelante, obtengo un jadeo de sorpresa que me hace sonreír antes de tomar la iniciativa y besarlo de manera superficial; aunque no me contento solo con eso. Mis labios atrapan el inferior de Edison y lo muerdo despacio con mis dientes, luego lo chupo lento y sin perder el contacto visual. Sus pupilas se dilatan, ahí me permito cerrar los ojos; sumergiéndome en un beso caliente, pasional con Edison Morales.
Sus dedos aprietan mi cuerpo al suyo, sin que sea doloroso ni incómodo. Una de sus rodillas se mete entre mis dos piernas cuando vuelvo a mover mis caderas contra las suyas, sacándome a mí un jadeo, ahogado por sus labios esta vez. Nuestros labios no quieren separarse, yo no quiero que esto termine, por eso mis manos se mueven a su pelo y el termina soltando su bolso que antes colgaba de su hombro para poder apretarme correctamente contra el auto y hacerme sentir su cuerpo completo.
Buscamos aire cuando es biológicamente imposible seguir sin él, aunque sin separarnos. Escondo mi cara en su cuello riendo, dejo algunos besos allí mientras él recupera su propio aliento; una risa ronca escapa de él, creo que porque ambos acabamos de recordar que seguimos en la vía pública.
—Te dije que eras peligrosa, Sofía. Me haces perder la cabeza, de una buena manera —dice haciendo que levante mi cabeza y él acaricia mis pómulos con sus dedos, es delicado y amable—; si no quieres terminar presa por indecencia, deberíamos irnos.
— ¿Pasamos por un lugar de empanadas? Así luego no tenemos que abrir la puerta a un extraño si pedimos delivery —contesto inclinando la cabeza, como si no quisiera que su mano se apartara de mi mejilla. Él ríe, dejando un beso en mi frente—. Tú también me haces perder la cabeza. Solo tú.
—No podría haberlo dicho mejor. —Él recoge su bolso y desactiva la alarma del auto. Cuando me abre la puerta y se asegura de que este adentro, lo rodea y entra. Antes de arrancar, se gira y me agarra la mano, estoy a punto de decir algo sarcástico cuando deja un beso en ella—. Eres muy hermosa, Sofía. Tu mirada, tu piel, tu pelo... tus pensamientos y opiniones, hacen que quiera besarte todo el tiempo.
—Si te portas bien, Edison, tal vez te deje adorarme. Con tu boca, como mi esclavo personal.
—Sí, me gustaría ser tu esclavo si consigo poner mis labios en cada centímetro tuyo. Seré tu esclavo devoto —responde dejándome, por primera vez, sin palabras. Es su turno de guiñarme un ojo con una sonrisa; siento que mis mejillas se sonrojan—. Me gustaría saber todos esos pensamientos que hacen que te pongas colorada, pero primero, iremos por comida.
Durante el camino, ni siquiera intento ocultar mi mirada sobre él. Sus brazos, su pelo castaño, su sonrisa fácil y mis ganas de saltar sobre él.
Puede que él haya dicho que soy peligrosa para él.
Pero él lo es mucho más.
Nos lleva una hora y media buscar la comida, llegar a su casa para darme cuenta que podría conocer a su hijo esta noche. Pero siendo rápido, Edison nota la tensión que cobran mis hombros, y al estacionar se gira para darme un beso rápido antes de decir:
—Olliver está con mis padres, él ama quedarse a dormir allá de vez en cuando y hoy decidieron buscarlo directo del colegio. Jamás te traería a una "trampa". —Sus manos simbolizan unas comillas y yo río asintiendo.
—Me gustaría conocerlo sin, ya sabes, estar a punto de saltar sobre su papá —digo calmándome y volviendo a relajarme. Él ríe y yo lo imito.
Otras dos horas pasan, entre que entramos, comemos y charlamos de cosas sin importancia. Me convence de que me quede a dormir, poniendo de excusa las dos copas de vino que ambos tomamos mientras comíamos. Él me dirige a su sala de estar en donde me acomodo en su costado al principio, pero a medida que vemos una película cualquiera en un canal que no conozco, termine sentada en su regazo, apoyando mi espalda contra su pecho y su mentón choca con mi cabeza.
— ¿Sofía? —Su voz atrae mi atención y murmuro un sí—. ¿Qué hago con los cigarrillos que me sobraron?
Por unos segundos, me cuesta recordar las dos cajas de cigarrillos que secuestro. Luego me doy cuenta que hace bastante que esto dejo de ser un trato, de que esto es mucho más. Ante mi silencio, Edison aguarda; uno de sus brazos rodea mi cintura y el otro descansa en el respaldo del sofá. Parece que no respira a la espera de mi respuesta.
—Me gustaría decir que los quemes, porque no quiero que el trato tonto que hicimos al principio defina nuestra relación —digo relajando mi cuello, termino apoyando mi cabeza en su hombro y su pecho se desciende, como hubiera estado conteniendo la respiración—; pero no quiero que te levantes ahora para hacerlo.
—Podemos hacerlo mañana.
—Totalmente.
Parece que dije lo correcto porque deja un beso en el costado de mi cuello, durando algunos minutos solo con sus labios allí. Su respiración choca con mi piel, calentándome y a la vez despertando nervios que había olvidado que tenía.
Sonrío de forma perezosa cuando noto que el brazo que me rodeaba, se afloja para caer más cerca de mis piernas, antes de apoyar su mano en mi muslo derecho. Su mano no termina de abarcar mi musculo completo, como en las imágenes de internet pero eso no es importante para mí en este momento; en cambio, es muy importante como su otra mano se desliza hasta mi cintura, en donde la remera y las calzas negras se juntan.
— ¿Puedo, señorita García? —Su voz ya no es cuidadosa, es todo lo contrario. Es ronca y profunda, como si no pudiera esperar; pero lo hace. Asiento—. Dame palabras, Sofía.
—Sí, Edison.
Es todo lo que necesita para levantar mi remera y mover su mano lentamente hacia mi pecho. Se toma su tiempo, acariciando mi piel, dejando besos en mi cuello; es como si quisiera despertar mi cuerpo, al mismo tiempo que lo relaja.
Debo, con honestidad, decir que mi ropa interior no combina ni es lo más sensual que alguien ha visto, pero a él no parece importarle. Y en la neblina que estoy, tampoco a mí.
Su mano entera pasa debajo de mi corpiño, agarrando con cuidado mi pecho izquierdo. Un gemido escapa de mis labios, cuando su dedo índice y pulgar agarra mi pezón al mismo tiempo que deja un mordisco superficial en mi hombro. Mientras luego deja besos mojados en esa zona, mi pezón no corre la misma suerte; lo retuerce lentamente hasta que dejo salir otro gemido de placer. Lo veo sonreír por el rabillo de mi ojo y yo muerdo mi labio inferior.
Distraída con lo que sucedía dentro de mi corpiño, no noto como su mano derecha llega dentro de mis calzas. Sus dedos recorren toda mi zona cubierta por las bragas, tentativamente dejando golpecitos hasta que mi cuerpo reacciona cuando encuentra mi clítoris.
— ¿Me dejas, Sofía, mostrarte lo bien que puedo hacerte sentir?
—Me gusta mucho más cuando me dices señorita García —murmuro con la poca voz que tengo. Sus dedos vuelven a pellizcar mi pezón y jadeo—; sí, sí, por favor.
Lo primero que siento es su boca besando mi cuello, chupando un lugar específico; luego su mano derecha mueve mis bragas a un costado, sin perder tiempo, lleva dos de sus dedos a mi humedad para extenderla y luego con el pulgar ataca con fuerza.
Ya no soy capaz de decir si soy yo, él o ambos, pero el lugar se llena de gemidos y jadeos. Él nota que me impaciento, mi cuerpo se mueve al ritmo de su dedo; pero me falta algo. Decide hundir dos de sus dedos en mí interior, mientras su pulgar aumenta en la presión y su mano izquierda cambia de pecho, dándole el mismo tratamiento que al anterior. Hecho la cabeza hacia atrás y arqueo mi cuerpo, su boca toma la mía silenciando el gemido que escapa de mí cuando finalmente llego. Mis piernas tiemblan y las trato de juntar, pero su mano no deja de acariciar hasta que dejo de gemir.
Sus manos se retiran, y con la única seca me ayuda a colocarme la ropa en su lugar. Aunque no me deja levantarme, ni siquiera cuando intento devolverle el favor.
Simplemente me retiene contra su pecho, cruzando su brazo por mi pecho. Se acerca su otra mano a la boca y con mi mirada sobre él, los limpia con su boca.
—Señorita García, no para de sorprenderme.
—Edison... —digo mirándolo de reojo y moviendo mi trasero sobre su entrepierna—; yo...
—No, señorita García. Hoy fue mi antojo, para usted y para mí.
— ¿Qué pasa con mi antojo?
—Mañana es un nuevo día, mañana el antojo puede ser de ambos —responde dejando un beso en mi mejilla, en mi barbilla y, por último, en mis labios—; exquisita, Sofía, por dentro y por fuera.
Sus palabras consiguen, una vez más, sonrojarme. Él ríe abrazándome más contra su cuerpo. Solo él, pienso, solo él puede hacerme esto.
Mi cuerpo, ahora relajado y satisfecho, descansa sobre su cuerpo mientras miramos el final de la película. Él bosteza y, a los minutos, lo sigo. Pero no nos levantamos, él cambia a otro canal y nos ponemos a ver otra película que están dando; pongo una manta arriba de nuestros cuerpos, para acurrucarnos de manera adecuada.
Mis manos descansan sobre las suyas, dejo algunas caricias por sus nudillos y antebrazos. Él deja algunos besos en mi cuello y hombro. Jamás pensé que un momento pudiera ser más perfecto.
—Luego de esto, ¿vamos a dormir a la cama?
— ¿No quieres ir ahora? No me molestaría —respondo de forma tranquila, él apoya su barbilla en mi cabeza.
—No quiero moverme, siendo honesto. —Ríe contra mi pelo—. Pero después deberíamos ir a una cama para no dormir y despertar con dolores.
—Me parece bien.
Los minutos pasan y la película es entretenida; es una comedia romántica, y estamos en la parte en la que ella se entera sobre el pasado de su interés romántico. Edison se remueve un poco debajo de mí, así que intento moverme para no incomodarlo con mi peso; pero me lo impide al rodearme con sus brazos más fuerte.
— ¿Por qué te querías mover?
—Porque tú te estabas moviendo y pensé que no estarías cómodo —contesto con una sonrisa, él niega—. Ok, entonces no me muevo.
—Solo estaba pensando en que nunca preguntaste sobre algo y me molesto un poco.
Inclino mi cabeza, entrecerrando mis ojos. Pienso en nuestras citas y las preguntas que él me hacía a cambio de cigarrillos, luego pienso en nuestros tiempos juntos; le hice preguntas sobre él, algunas sobre Olliver y sus padres, de sus amigos y demás. ¿Qué cosa no le habré preguntado?
—Nunca preguntaste sobre la mamá de Olliver —susurra en mi oído, supongo que viendo que no iba a contestar porque estaba perdida—; ¿no tienes curiosidad?
—No es que no la tenga —digo pensando bien en mis próximas palabras—; es que no la nombraste nunca, ni cuando pregunte por tu hijo. Así que supuse que no está en el cuadro y que no querías que te pregunte.
—Ella no lo está, pero manda mensualmente plata. Solo eso.
—No quería que sintieras como si debieras contarme sobre ella, Edison. Sé lo jodido que puede ser compartir custodia y los trámites legales, porque Sara me ha hecho pasar por ello dos veces. No es que no me interesara, sino... no quería empujarte o presionarte —respondo acariciando sus brazos. Dejo un beso en ellos y lo siento sonreír contra mi piel—. Me preocupo por ti, quiero que esto funcione y quiero conocer a Olliver.
—Lo sé. Y pronto lo haremos, porque también quiero lo mismo.
—De acuerdo, entonces —murmuro contra su piel y él suspira aliviado—; la próxima vez, dime si algo te molesta sin preocupaciones.
—Tú, la próxima vez, pregúntame lo que quieras y partiremos de allí.
— ¿Trato? —Mi pregunta sale con un tono divertido e irónico, recordando nuestro primer "trato", él parece recordarlo cuando ríe y besa mi hombro.
—Trato, señorita García.
Sí, hice algunos gráficos para adornar la historia. Y estuve un poco atrasada en escribir porque revise este capítulo demasiadas veces.
Edison, que lindo es escribirte pero ojala hubiera más como vos en este mundo.
¿Qué opinan de la mención a la desaparecida madre de Olliver?
¿Creen que pronto la conoceremos?
Nos leemos, D.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top