12. Celos inocentes, exigencias e intenciones.

—Entonces tu hermana es una desagradecida.

—Puedes decirle perra, Edison, no me ofenderé —respondo encogiéndome de hombros, él me da una mirada rara—; ¿qué pasa?

—No puedo creer que estés tan tranquila, yo estaría echando humo. —Toma un sorbo de su café—. Los niños no dijeron nada de mi presencia en tu cocina está mañana.

—Bueno, ellos no son niños per se —digo dándole una media sonrisa—. Simón siempre ha sido respetuoso con mis novios, Mariella no conoció a todos.

— ¿Se quedarán contigo? De forma permanente digo.

—No lo sé, tampoco sé si es legal o que. Pero Simón es mayor de edad, puede decidir por sí solo; Mariella, por otro lado, no quiere irse todavía. Ella es muy apegada a Sara, no dudo que pronto me dirá que esta lista para irse.

Edison guardo silencio, supongo que recapitulando los sucesos y todo lo que le conté. Él sabe que aún hay muchas cosas que no sabe de mí, de mi familiar, pero no hace preguntas que no estoy preparada para responder.

Mi celular vuelve a vibrar en el mostrador y en lugar del nombre de mi hermana, "Ben" con un corazón amarillo al lado aparece iluminando la pantalla. Edison la mira de reojo y puedo ver un fugaz indicio de celos, aunque no digo nada. Muerdo mi labio, llevándome el teléfono al oído y recargo mi cintura sobre la mesada.

—Hola, Ben.

—Sofía, ¿estás bien? Me has dejado muy inquieto desde ayer.

—Espero no haber interrumpido mucho tu cita —respondo tocando con mi mano libre el borde mi taza de café, dejando que mis ojos absorban la visión de Edison Morales apretar la mandíbula con su rostro serio. El cual no puedo evitar pensar que es muy caliente—; yo estoy mejor, no debería haberte llamado.

— ¿Por qué? Siempre hemos estado para el otro, una cita no cambiara eso.

— ¿Cuándo tengas una esposa? No la vas a dejar en el medio de la noche porque tu amiga tiene un problema que puede resolver por su cuenta.

— ¿Esposa? ¿Cómo llegamos a hablar de mi muy futura esposa? —Puedo imaginarme a Ben paseándose por su casa, despeinando su pelo y su rostro con una mueca, haciendo muy obvio que lo estoy frustrando—. ¿Segura que estas bien?

—Positivo, y no necesitas pasarte por aquí, ¿sabes? Tengo todo lo que necesito —digo alejándome de donde me apoyaba para avanzar a Edison, quien pone ambas manos en el borde de la mesada detrás de él; haciendo que sus músculos se flexionen y yo vuelvo a morder mi labio inferior—. Hablamos luego, chau.

No dejo que me responda y dejo el celular a un lado. Cuelgo mis brazos por los hombros de este hombre que me tiene un poco atontada.

—No estoy celoso —susurra contra mis labios, mis ojos deben brillar con diversión porque su ceño se frunce. Paso mi dedo de forma delicada sobre esa zona, haciendo que cierre los ojos—, pero...

—Siempre tiene que haber un pero, ¿no? —No estoy enojada, solo divertida y extasiada con sus no-celos—. Ben es muy importante para mí y, sí, mi relación con él no es como con mis otros ex. Reconozco que tampoco me sentiría del todo cómoda si no experimentara esta tipo de amistad con un ex por mí misma, y tú te llevaras de este modo con una de tus ex.

—Quiero conocerlos, ya te dije. Me siento como un secreto cuando no eres directa con ellos sobre nuestra relación.

—Es que no hablamos de eso, no... oficializamos —digo masajeando sus fuertes hombros y cuello con mis manos, él recorre con su mirada mi rostro. Lo toma con sus dos manos y acaricia mis mejillas—. ¿Soy tu novia?

—Eres esa mujer que me está volviendo loco, que me interesa, que me tiene celoso y protector; también es esa mujer fuerte y decidida que me has dejado ver desde el primer momento que nos conocimos. Y sí, me gustaría que seas mi novia.

—Me gustaría serlo.

—Bueno, ya habiendo hecho esto oficial, novia —contesta sonriente, deja un pequeño beso en mi nariz—. Arregla para que conozca a tus amigos.

—De acuerdo.

—Y tienes que hablar con tu hermana —agrega un poco más serio, asiento—; llámame si algo sucede, ¿de acuerdo?

—Sí, señor.

—Eres toda una caprichosa —responde, ahora besándome en la boca. No me deja profundizar el beso y eso hace que sea yo la que arrugue el ceño—. ¿Palabra mágica?

Pienso en contestarle y mandarlo a la mierda, pero mirando sus labios cambio de idea.

—Por favor, profesor Morales —susurros pegando nuestros labios. Él gime en mi boca, el resto del mundo desaparece.

****

Varios golpes, consecutivos y fuertes interrumpen mi lectura de un nuevo proyecto del trabajo.

Porque si bien sigo estudiando mi nueva carrera, tengo que vivir de algo.

No hago ningún sonido hasta que consigo ver por la puerta quien es, cuando veo la cara de mi hermana ruedo los ojos. Enderezando mis hombros, apretando mis labios, sintiendo como cada músculo de mi cuerpo se tensa, me preparo para la pelea.

— ¿Dónde están? —Ella entra en el departamento sin decir nada más que eso, sus ojos están algo rojos. Eso podría ablandarme pero este no es mi primer rodeo—. Sofía, ¿y mis hijos?

—No sé, dime tú. ¿En dónde están usualmente a esta hora? —Cruzo mis brazos, apoyando todo mi peso en mi pierna izquierda.

Ella suspira cuando mira su reloj y algo de la tensión deja su cuerpo. Pongo mis ojos en blanco, dándole un 10 por la actuación.

—En la escuela.

—Así que si sabes dónde están, te pido que dejes mi apartamento.

—No puedo retenerlos... —La detengo poniendo mi palma enfrente de su cara y ella entrecierra sus ojos.

— ¿Crees que yo estoy, qué, encarcelándolos? Si Mariella quisiera volver contigo, ella estaría en tu casa, pero nunca me dijo que quería volver. Tal vez eso me dice más de cómo eres como madre.

—Soy una buena madre.

—De verdad que debes dejar de ver tu propio culo en el espejo, Sara y verte por quien eres.

— ¿Quién soy, según vos, Sofía? Ya que pareces saber todo.

—No voy a hacer esto, por favor, vete —contesto tomando las llaves que deje a un lado cuando paso adentro y le hago señas para que se vaya—. Adiós.

—Jamás vas a saber lo que es ser una mamá, no sabes lo difícil que es.

— ¡Lo sé! ¿Sabes por qué? Porque fui yo quien estuvo en cada acto de primaria, secundaria, en cada partido de futbol y en su fiesta de egresados. Yo fui quien lo llevo y trajo de la escuela cuando mamá no podía. ¡Y tal vez porque sé la responsabilidad que conlleva quedar embarazada no tengo hijos!

Mi respiración es errática y rápida, Sara tiene los ojos abiertos. No me importa haber levantado mi voz o que el mundo entero se haya enterado de esto; ella debe irse o la voy a echar de los pelos.

— ¡Soy responsable! Y amo a mis hijos, sabes que lo hago, Sofía. Vos y mamá nunca vieron eso, papá tampoco del todo.

— ¿No ves lo mal que fueron las cosas desde que Simón nació? Y no lo digo por él, porque siempre fue un niño hermoso. Sino tu relación con nosotros, conmigo y con papá y mamá. ¡Nos apartaste completamente! ¡Y tomaste, tomaste todo! Cada esperanza que tenía en nosotras, en nuestra relación como hermanas, en nuestro vínculo. eres egoísta al no vernos como seres humanos que sufrieron las consecuencias de tus estúpidas decisiones.

— ¡Nadie les pidió que se queden! —Esas palabras, tan conocidas que siempre me dice hace que me reía, porque soy inmune a sufrir más por ellas.

—Vete. Ahora, no lo repetiré.

—Quiero a mi hija devuelta.

—Entonces no la cagues más, Sara. Sé una madre.

— ¿No crees que eso intente toda mi vida? ¿Qué quiero que mi hija prefiera estar contigo y no conmigo? ¿Qué mi hijo viva aquí porque no me quiere alrededor?

Suspiro cansada de esta situación.

—Creo que piensas que eres buena madre porque tratas de no hacer nada de lo que hacía mamá —respondo con honestidad, ella parece querer protestar, pero no la dejo—; y si bien ella no era perfecta, ignorar todos los buenos momentos no te hará ser buena madre. Te hará cometer errores en todo lo que ella fue buena.

—No trato de ignorar los buenos momentos, pero los malos no puedo borrarlos.

—Mira Sara, no soy psicóloga y aun si lo fuera, no soy la tuya. Ve y has terapia, no sé. Pero desde que tengo conciencia has ido de hombre en hombre, priorizando tu necesidad de tener pareja por sobre tu hijo. Y tendré mis propios problemas en mi vida personal, pero mi vida no está unida a nadie más que a mí. La tuya está unida a dos personas más, ahora tres —digo señalando su panza, ella la cubre con sus manos de forma protectora—; no puedes tratar de arreglar esto y seguir haciendo lo mismo después. De este modo no serás mejor que ella.

Sara me mira quieta antes de exhalar, no dice nada más y se va sola de mi apartamento. Pero antes de meterse en el ascensor, se da vuelta viéndome mirarla desde mi puerta.

—Nunca quise hacerte daño, eres mi hermanita.

—A veces no queremos hacer algo, pero sentirlo y tu intención no va a curar esto.

—Lo sé —responde entrando al elevador y las puertas se cierran con esas dos palabras colgando sobre nuestras cabezas.

****

—Tu mamá vino hoy —digo despacio mirando a Mariella, mientras estoy preparando la cena. Escucho la ducha de fondo, ya que Simón se está tomando un baño largo luego de tener un examen importante hoy. Mi sobrina levanta la mirada de la revista que estaba mirando, la cual le compre hoy cuando la fui a buscar—; pregunto por ti.

Una pequeña mentira, porque no pregunto con exactitud, exigió, pero detalles que no sabe, no duele, ¿no?

—Quiere que vuelva con ella —dice afirmando, yo asiento—, ¿quieres que me vaya?

—No, esta es tu casa también —contesto, tomo un pedazo de queso cremoso dándoselo para que lo coma—. Solo no quiero que pienses que no tienes la opción.

—Amo a mamá, pero... —La veo dudar, buscando las palabras adecuadas que decir.

— ¿Sí?

—Si vuelvo y las cosas se ponen mal, ¿qué hago?

La observo, y veo una preocupación muy real grabada en sus rasgos. Sacudo la cabeza dejando el cuchillo y yendo a sentarme con ella. Ubico mis manos con las suyas, ella me mira casi sin pestañar.

—Me llamas de inmediato, te busco, compramos helado y vemos películas con tu hermano. O lo que sea que quieras hacer, muñeca. —Ella asiente y sostiene con fuerza mis manos—. Te quiero muchísimo, siempre serás bienvenida.

— ¿De qué hablamos? —Simón aparece en el pasillo usando solo unos pantalones cortos, pasando su toalla por su pelo, sacudiéndolo. Cuando veo que moja mis paredes, le doy una mirada aguda que hace que se disculpe de forma torpe.

—De que vuelvo a casa, con mamá —responde Mariella mirándome, yo le guiño un ojo—. Pero vendré a tener pijamadas.

Simón mira a su hermana menor con cuidado, yo le hago una seña de que está todo bien. Él sabe una versión mucho menos censurada de lo que sucedió de verdad, así que anda un poco molesto con su madre; aun cuando le dije que es un problema entre nosotras, y que debe hablar con ella sobre la situación de ambos.

—De acuerdo, aunque te extrañare pulguita, sé que tendremos más paz en el departamento. —Se encoge de hombros cuando Mariella entrecierra sus ojos hacia él—. ¡Es verdad!

—Soy Suiza —contesto ante su mirada, él rueda sus ojos. Vuelvo a mis tareas de cocina mientras los escucho pelear un poco más. Antes de escuchar el sonido de ambos cayendo en mi sofá, juntos y riendo.

Un sentimiento melancólico me recorre y viendo mi celular a un costado, decido tomar un salto.

Escribo un pequeño mensaje haciéndole saber a Sara que llevare a Mariella a su casa mañana, luego de la escuela. Y ella me dice que estará esperándonos, agrega que hizo una cita con un terapeuta esta tarde. Muerdo mi labio no sabiendo si confiar en su palabra, pero decido darle un beneficio de duda.

Un mensaje de Edison aparece en la pantalla, sacándome una sonrisa sin darme cuenta. Al abrirlo es una foto de él con una botella de vino tinto sin abrir.

¿Cuándo puedes venir a abrirla conmigo? ¿O tienes miedo?

— ¿Tu novio? —Simón me habla apoyado en el marco de la puerta y yo solo pongo los ojos en blanco. Dejo el celular de lado, decidiendo llamarlo luego con mi respuesta—. ¿Me lo negarás?

—No, no te lo negare, tontito.

—Wow, grandes pasos, tía —responde acercándose, robando un pedazo de queso y yo niego riendo entre dientes.

—No, ya era hora, solo que a veces me muevo muy lento. Pero ya tuve suficiente.

*******

¿Qué opinan de los celos de Edison? fundados o no

¿De las exigencias de ambas hermanas?

¿De las intenciones de Sara?

creo que es una de las primeras veces que vemos a Sofia y Sara hablar de mamá García

¿qué será de ella?

nos leemos

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top