21: cuando el cielo lloro

Toda la noche no pudo dormir, se sentó al borde de la cama por varios minutos, pensando en todas las cosas que sucedieron en un año en su vida.

La vida le había puesto en su camino a Jimin, la persona más dulce que jamás pudiese conocer, con un alma bella; tan bella como las nubes y las estrellas.

La vida le había puesto a Jimin en su camino, quien le enseñó las pequeñas cosas en el día a día, a observar las flores y las abejas, observar las puestas de sol y los amaneceres.

La vida le había puesto a Jimin en su vida quien le hizo ver una cantidad enorme de películas juntos los fines de semana.

Y ahora la vida desviaba el camino de Jimin, llevándolo a uno de los más prestigiosos hospitales del continente, con la esperanza de que sus bonitos ojos se volviesen a abrir.

En un año su vida cambió mucho, desde enamorarse de alguien que nunca creía hacerlo, hasta hacerlo ir diariamente al hospital, con un ramo de flores.

Un año que siempre recordaría con mucho amor y aprecio, porque en ese año, Jimin se plasmó en su vida.

Suspiro tratando de dormir siquiera unas cuantas horas, de acomodo en su cama mientras trataba de contar ovejas y así conciliar el sueño. Las ovejas parecían muy aburridas para él.

Y cuando creyó que no podría dormir, escucho la voz de Jimin.

Lo esperaba al final de un riachuelo, riendo y jugueteando con las piedrecitas del río, llamándole para que así pudiese unirse a su juego. Se veía radiante ante los rayos de sol, estos rayos que se reflejaban en sus pómulos y en sus ojos.

Fue corriendo hacía él, entrando al riachuelo y mojando sus pies, al llegar cerca de Jimin; lo abrazó, tan fuerte que sus brazos dolieron. Le sonrió ampliamente y tomó sus manos, besándolas; sintiendo lo cálidas que estaban.

Minnie.—Dijo acariciando sus mejillas.

Jimin no dijo nada, solo le sonrió, tomando su mano y entrelazando sus dedos.

Jungkook lo acercó a su cuerpo, mirándolo a los ojos, sonriendo con las mejillas rosadas y beso a Jimin. Sus labios se sentían suaves como algodón, su piel desprendía aquel aroma a durazno y rosas característico suyo, su corazón sintiéndose feliz por besar una vez más a Jimin.

Aunque fuese en sueños.

A separarse de su beso, Jimin lo miró con una sonrisa en el rostro, se acercó hacía él y parándose de puntitas le dijo al oído:

Te amo mucho, Kookie.

Lo escucho tan claramente que juraría que Jimin estaba a su lado, por eso se despertó, con la esperanza de que Jimin se encontrase descansando a su lado. Pero al abrir los ojos, se llevó la misma decepción; Jimin no estaba.

Pero le había dicho que lo amaba entre sueños.

El sueño al parecer había sido muy extenso, pues se despertó unos minutos antes que su alarma sonara, apagó su alarma y suspiro.

Era hora de ir al hospital, era el día en el que se llevarían a Jimin con la esperanza de hacer que sus ojos se abriesen.

Salió de su cama y estiró sus sábanas, acomodando sus almohadas y doblando la pijama que había usado. Fue hacía su baño para asearse, debía verse bien al darle el "hasta luego" a Jimin.

Al salir del baño fue hacia el buró cerca de su cama, tomó las monedas que le sobraron del día anterior y las guardó en su bolsillo. Compraría unas nuevas flores, sabía que si le pedía a la madre de Jimin que las llevara con él, ella lo haría, quería que Jimin tuviese aunque sea, flores marchitas, de parte suya cuando despierte. Hacerle saber que todos los días había estado a su lado esperando que vuelva.

Y ahora lo haría, las ansias de Jungkook crecían en su estómago, contando las horas para volver a estar con Jimin.

Bajo por las escaleras para tomar rápidamente su desayuno, un jugo de fresas y unas galletas, al terminarlo de despidió de su madre y abuela, ambas le desearon suerte.

Jungkook tomó el bus de siempre, aquel que le dejaba muy cerca del hospital y frente a su florería de confianza. El camino se hizo rápido, no había tráfico alguno que perjudicase las calles, al bajar la florista le saludó, conversaron un poco sobre el clima nublado, parecía que llovería en un par de horas.

Como siempre, compro el típico ramo de flores, poniendo sobre los tallos aquella tarjetita rosada; con pequeños dibujos adorables sobre ella, tal como le gustaba a Jimin. Puso con su pulso y letra la frase que Jimin le dio en sus sueños, solo cambiándole una palabra.

"Te amo mucho, rosita."

La florista agregó cuatro flores más a su ramo, cortesía por ser un cliente frecuente; le dijo, también porque se notaba el gran aprecio que tenía por la persona a la que le compraba dichas flores.

Ya con el ramo de flores en brazos hizo su camino al hospital, sintiendo sobre su nariz que una gota de lluvia había caído, los pronósticos que había hecho con la florista habían dado en el punto, como ambos lo habían esperado; empezó a llover.

Pequeñas gotas de lluvia que se convirtieron en grandes y pesadas, empezando a mojar todo lo que había en su paso, con el cielo nublado y con nubes negras sobre su cabeza; el cielo se veía muy triste. Llovía a cántaros, lloraba a cántaros.

Con algo de agua encima suyo logró entrar al hospital, para su suerte había protegido de la lluvia a las flores y a la tarjeta que adornada el ramo, se limpió de las pocas gotas sobre su chaqueta y fue hacia el ascensor. Este como siempre, estaba lleno, una fila esperando su uso y el ascensor tardando siglos en volver.

Con un suspiro algo cansado subió por las escaleras, después de todo haría un poco de ejercicio subiendo los muchos escalones que habían. Llegando al segundo piso su celular sonó, vio en la pantalla en número del padre de Jimin, lo colgó, porque ya iba llegando, no era necesario llamar para que apresure sus pasos.

Al llegar al piso de Jimin, vio las puertas de la habitación abiertas; una enfermera entrando a la habitación. Camino con pasos suaves hacía la habitación, al pararse en el marco de la puerta.

No pudo creer lo que veía.

Tal vez, por eso el cielo lloraba.

A un lado de la cama de Jimin, rodeado de máquinas y de doctores—que supuso que eran los que se llevarían a Jimin—la madre de Jimin yacía arrodillada, llorando mientras su esposo trataba de consolarla.

Por eso, se escuchaba como las gotas de lluvia golpeteaban contra las ventanas, por eso el cielo era oscuro.

—¿Qué....pasa?—Aún así, aunque fuese obvio, pregunto.

El padre de Jimin lo miró, los ojos hundidos y la tristeza reflejada en ellos, conteniendo las lágrimas mientras que unas cuantas resbalaban. Se veía tan azul como su esposa.

No necesito una respuesta, el suave "lo lamentamos mucho" de los doctores de lo dijo todo.

Sintió como su mundo se había derrumbado, aún mirando a Jimin sobre su cama de hospital; tan pacifico. Su mundo se cayó en pedazos.

El dolor en su pecho fue indescriptible, muy doloroso, muy agudo, sentía que se ahogaba en su propia miseria mientras veía a su alrededor. Estaba en una negación enorme, no podía, ni quería creer que algo tan grave le pudiese pasara a Jimin.

Solo hace unos cuantas horas atrás su corazón latía, solo hace unos cuantos meses atrás Jimin sostenía su mano para cruzar la calle, solo hace tiempo atrás; Jimin le decía 'te amo' en su sueño.

Y es que la negación seria su verdugo, pues necesitaba oírlo de algún doctor, necesitaba que le dijesen algo.

—Jimin...no le paso nada, ¿verdad?—Pregunto con la voz entrecortada.

Haciéndose mas daño al no aceptar algo muy claro.

—Falleció hace veinte minutos, su corazón se detuvo, lamentamos mucho su perdida.—Dijo uno de los doctores.

Falleció.

Jimin había fallecido por la mañana.

Se había ido, sin decir un ultimo adiós.

No lo podía creer, aun no, tenia que tocar sus manos; sentir en ellas aquella calidez que siempre le otorgaban, camino en la habitación hasta quedar arrodillado al lado de Jimin; tomando su mano contra la suya, estaba helada. Los días pasados su pequeña mano aun conservaba algo de calidez, pero ahora, era como tocar una pared helada.

La calidez había dejado el cuerpo de Jimin.

Se había ido.

Y no pudo evitar llorar, de romperse ahí, soltando el ramo de flores y soltando sollozos, tomando la mano de Jimin contra la suya.

Así como la vida le había puesto a Jimin en su camino, de la misma forma lo había arrebatado de el. Demostrando la fragilidad de esta, como en un momento estas; y al otro ya no. Como un segundo respiras en el frágil mundo y al otro no.

Y es que el mundo no estaba hecho para almas bellas como la de Jimin.














🍨🚬

no pago terapias pq la advertencia vino cuando puse "inspirada en rich y grace de skins"


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