Capítulo 4

La noche de la fiesta de “Bienvenida a Illinois, Ro” era una noche un poco fría. Había estado lloviendo toda la tarde y tenía muy pocas ganas de salir de mi cama. Tenía la laptop encima de mis piernas, con Facebook abierto en el perfil de Alex.

Estos últimos días me convertí en una stalker de primera. Pero tenía un justificativo: necesitaba saber que Alex seguía siendo el Alex que dejé a los 17 años. Bueno, aceptaba que cambiara en algunas cosas pero no en todo y quería asegurarme que las cosas importantes siguieran allí.

Todo parecía correcto menos el hecho de que la tal Angie seguía dejándole mensajes en su muro. Ni siquiera quería imaginarme qué le decía por inbox. Me ponía de mal humor creer que tal vez él si había encontrado otra Jay, alguien que ocupara mi lugar.

Yo solía ser dura con Mar cuando ella empezaba con sus dramas cursis de pareja, esto no era un drama cursi de pareja pero debía ser dura conmigo misma.

— No importa. — me dije a mí misma en voz alta. — Ella no está aquí, tú sí. Aprovecha eso.

Así que iba a aprovecharlo. Me puse de pie, me di una rápida ducha porque Alex llegaría a recogerme en cualquier momento. Me vestí como siempre, jeans negros, una blusa color crema y mis zapatillas deportivas negras. Me puse un collar y entre mis manillas encontré el brazalete que Alex me dio en uno de mis cumpleaños. No estaba segura si debía ponérmelo, solía usarlo pero no estaba segura si hoy tendría que hacerlo. Pero como también era mi brazalete de la suerte decidí que debía usarlo así que lo puse en mi tobillo, asegurándolo bien para que no se cayera.

Metí todo el dinero que pude en los bolsillos de mi chaqueta y mis jeans y terminé de maquillarme un poco justo a tiempo porque me llegó el mensaje de Alex que decía que estaba abajo.

Diablos, estaba nerviosa.

— Saldré. — le informé a Mike mientras corría hacia la puerta del departamento.

— ¿A dónde? — preguntó él, corriendo más rápido para ponerse de pie en la puerta y no dejarme salir.

— Afuera.

— ¿A dónde? — insistió. — No irás a salir con el viejo del café, ¿cierto?

— No. Muévete, llegaré tarde. — traté de empujarlo pero apenas se movió. — Te doy dos opciones: 1, puedo golpearte en la nariz y volver a romperla, o 2 te pateo en los testículos, ¿cuál te parece mejor?

— Mejor dame un beso. — me rodeó con un brazo la cintura e intentó acercarme a él. Estiré mi mano y le di un golpe en el pecho.

— No intentes hacer eso de nuevo. — le advertí. — Si te dije que saldría era para avisarte, no para pedirte permiso.

El único que me daba órdenes era mi celular para avisarme que debía cargar la batería. Desde que comencé a intentar ser independiente fue así. Aceptaba las órdenes de mamá porque aún me mandaba algo de dinero y además es mi madre, puedo tener 40 años y ella seguirá siendo la que manda.

— Mueve tu enorme trasero. — dije enojada, esperando que mi tono fuera suficiente para que se moviera, pero el chico es más testarudo que yo… a veces. Así que una mujer tiene que hacer lo que tiene que hacer. Fui rápida y mi puño chocó contra su estómago, tampoco fue muy duro pero fue lo suficiente para que se doblara un poco. Lo empujé a un lado. — Me obligaste a usar la violencia. Duerme bien.

Y salí prácticamente corriendo para que no me alcanzara. Bajé las gradas a toda velocidad y solo cuando llegué a la planta baja del edificio intenté regular mi respiración agitada.

— Hola. — saludé a Alex al verlo. Estaba apoyado contra el auto.

— No se te pierde la vieja costumbre de llegar tarde. — comentó abriendo la puerta de su auto. Puse los ojos en blanco y me acerqué hasta la puerta del copiloto.

— Tú has aprendido a abrirle la puerta a otros.

— Es solo porque ya había bajado del auto.

— Perlita se ve bien. — comenté al entrar y sentarme. Cerró la puerta y rodeó el auto para entrar a su asiento. No me sorprendía que Perlita siguiera en buenas condiciones. Ambos peleamos mucho para que le regalasen ese auto, recuerdo las súplicas e indirectas que les dábamos a sus padres para que le regalaran a Perlita. Y también recuerdo que no me dejaba conducir porque temía que le hiciera algún daño.

El interior del auto olía a él y por ser de noche y con probabilidades de lluvia el auto estaba con techo lo cual hacia que se concentrara más el aire.

— Eh… ¿Y qué tal la universidad? — pregunté para que no se creara un silencio incómodo entre nosotros. Y porque quería saber si nombraba a la tal Angie.

— Pues estuvo bien, tenía que estudiar mucho así que me dedicaba a estar con los del grupo de estudio, pocas veces volví a casa. —explicó sin quitar la vista del camino.

— Todos me preguntaban cuando regresarías. — Y era cierto porque cada vez que pasaba junto a alguien que nos conocía a ambos me preguntaban cómo estaba y luego qué sabía de la vida de Alex, cómo estaba él, cuándo regresaría. Y obviamente yo no sabía las respuestas.

— Es porque todo el mundo me ama. — respondió soltando una carcajada. — ¿Y qué tal la universidad para ti?

— Pues un asco hasta cierto punto. Te cuentan maravillas de la universidad pero la verdad es que todo apesta como en secundaria. Tareas, trabajos en grupo, combinar eso con trabajos de medio tiempo, aún debes sacar buenas notas si no quieres ser un profesional mediocre. Sigues siendo invisible porque es muy grande y tú solo eres uno más, te alimentas solo de café, apenas duermes, tienes que comenzar a aprender a manejar tus propios gastos…

Notaba que su sonrisa se ensanchaba con cada queja que salía de mi boca.

— ¿Te divierten mis quejas? — Intentó borrar su sonrisa pero no hizo más en agrandarla e intentó ocultarla bajando la cabeza.

— Te tienes que costar las cosas, Jay. — dijo con tono tranquilizador. — Las cosas que nos cuestan trabajo y esfuerzo son las que más se aprecian. Las cosas fáciles apenas las recordamos.

— Sigues siendo el sabelotodo y presumiéndolo. — me recosté contra el espaldar del asiento. —Pero que quede claro que yo sigo teniendo la razón en todo.

— Jay tiene la razón aunque no la tenga. — recitó. Tuve que sonreír al escucharlo.

Ya había estado conduciendo varios minutos y no tenía idea de a dónde íbamos.

— ¿Dónde organizó su fiesta de bienvenida? — pregunté una vez que estuvimos en la carretera que salía de la ciudad.

— Ya vamos a llegar. — respondió él.

— Dime que no te has convertido en un asesino en serie y me estás llevando al bosque para asesinarme y enterrar mi cuerpo en la fosa donde poner los cadáveres de tus otros asesinatos.

— ¿Sigues viendo esas series de criminales? Creí que tu mamá te había hecho prometer que no volverías a desvelarte viéndolas.

— Y no me desvelo, las pasan todo el día así que las veo en la tarde… pero lo que mi mamá no entiende es lo educativas que son. Te enseñan cómo escapar o las posibles defensas a sus ataques. Gracias a Criminal Minds ahora sé cómo podría escapar. Ahora, en serio, ¿sabes a dónde estamos yendo o solo finges saber?

— Sé a dónde. — Y estacionó. — Qué bueno que viniste con deportivos.

Apagó el auto, bajó del auto y fue a la maletera. Permanecí sentada allí. Estábamos en las afueras de la ciudad, muy cerca del bosque.

— ¿Vas a ayudarme? — El rostro de Alex estaba muy cerca del mío. Sonrió ante el susto que me causó y abrió la puerta.

Se puso una mochila al hombro y sacó una caja de cervezas que puso en mis manos. Él se encargó de las dos cajas que sobraban y las cargó una en cada brazo. Comenzó a caminar hacia el bosque.

— Tienes que estar jugando. — me quejé, siguiendo a Alex. —Entre tantos lugares se le ocurre hacer su fiestesita en un bosque. Si nos asesinan tardaran días en encontrarnos, nuestros cuerpos ya estarán descomponiéndose o peor, la bruja de Blair nos cazará uno por uno…

— Estás muy paranoica. — dijo él riendo. — Enserio, demasiado. No vamos a caminar mucho.

A causa de la lluvia, a medida que caminábamos entre los árboles y los arbustos, me iba mojando y mis pies se hundían en la húmeda tierra. Llegamos a un espacio un poco libre de árboles. Una fogata no muy grande estaba al centro del espacio libre. Había como 7 personas sentadas en el piso, entre esos Gabe y Rodrigo. Al vernos Rodrigo se puso de pie y corrió hacia nosotros, cogió la caja que yo cargaba, se la pasó a Gabe quien lo siguió y luego se me acercó y me dio un abrazo.

— Jay, nuestra chica. — me estrujó contra él. — Sabía que quien sería bueno trayéndote era Alex.

Gabe empujó a Rodrigo y también me atrajo hacia el para abrazarme.

— Ya, ya. — dijo Alex. — Suficiente, déjenla en paz. ¿Nadie va a abrazarme a mí?

Los 3 chicos rieron y se abrazaron al mismo tiempo. Me sentí mal por las otras 5 personas que estaban mirando el espectáculo.

— Wow Jay… — comenzó a hablar Rodrigo una vez que estuvimos sentados en la tierra húmeda, agradecí que mis jeans fueran oscuros, de otra forma parecería que aún me dejo vencer por las ganas de hacer pis. — Te ves grandiosa, debes estar de conquistadora por todo Illinois, te pones más buena con los años…

— Ro, tu novia está aquí. — lo interrumpió Alex. Rodrigo rodeó con un brazo a la chica que estaba junto a él. En el rostro de la chica se dibujó una sonrisa incómoda. Era bonita, cabello color caramelo, ojos pequeños y rasgados, una nariz respingada que dudo se consiga por nacimiento, unos labios semi carnosos y vestía ropa ajustada que hacía resaltar su figura y el frío que debía estar sintiendo.

— Cierto, chicos, ella es Mónica. — le dio un beso en la mejilla mientras la presentaba. Así que estaban Gabe, Alex, el grupo que no conocía: Robert, Savanah, Liam, Stan; Rodrigo y su novia y yo.

— ¿Por qué viniste a Illinois? — le pregunté a Ro.

— En busca de aventura, Jay, me estoy dando mi año de aventura y quería reunirme con mis viejos amigos… y los nuevos que hice por aquí. — señaló al grupo de personas que no conocía. Pero ellos se integraron bien, hacía bromas, contaban sus experiencias…

Alex se levantó y fue hacia el lugar donde teníamos las cajas de bebidas. Regresó con 2 botellas y me pasó una al momento de sentarse junto a mí. Hizo lo mismo unas 2 veces más, siempre trayendo soda para los dos. Gabe y Ro intentaron hacerle beber cerveza pero él les repetía que era el conductor designado y que no bebería. Así que yo aceptaba sus cervezas y las bebía sin problema, lo único que me preocupaba era que me dieran ganas de ir al baño. Alex solía siempre autonombrarse el conductor designado, solo bebía en las fiestas organizadas en su casa… eso sino debía llevarme de regreso a casa.

— Así que la Jay de ahora bebe. — comentó Gabe, mirando como bebía la tercera cerveza.

— Es una cerveza…

— Son tres. — intervino Alex, dándome su mirada de reproche. Suspiré y dejé la cerveza a un lado y volví a recoger la soda que me trajo, le di un sorbo y luego lo miré con mi expresión que dice “¿Así está mejor?”. Y como respuesta, entendiendo lo que decía, él asintió.

Uno de los chicos sacó una guitarra, que la verdad no sé dónde la tenía escondida, y propuso que cantar algunas cosas.

Él empezó cantando una mezcla de varias canciones que cuando creía reconocer cuál era ya estaba con la letra de otra.

Cuando por fin terminó, Rodrigo le quitó la guitarra y se la pasó a Alex. Él se negó a tocar pero todos insistieron en que hace mucho que no le escuchaban cantar.

Tardó como 5 segundo en decidir qué tocaría.

Luego se acomodó con la guitarra y empezó a tocar la melodía de la canción. No hizo falta que empezara a cantar para que reconociera cuál estaba tocando: Thinking Out Loud de Ed Sheeran. La canción estaba en mi mente desde hace semanas, la cantaba en el bus, en la ducha, la escuchaba en el celular… estaba medio obsesionada.

When your legs don't work like they used to before
And I can't sweep you off of your feet
Will your mouth still remember the taste of my love
Will your eyes still smile from your cheeks

Bien, no era Ed Sheeran pero tampoco se quedaba atrás. Su voz un tanto gruesa le daba otro toque a la canción que también me gustaba. Y sin pensarlo también me puse a cantar aunque en un poco más bajo para que no me escucharan.

And darling I will be loving you 'til we're 70
And baby my heart could still fall as hard at 23
And I'm thinking 'bout how people fall in love in mysterious ways
Maybe just the touch of a hand
Oh me I fall in love with you every single day
And I just wanna tell you I am

Me di cuenta que todas las miradas se posaron en mí. Pero no eran miradas que decía “Woow, qué voz, deberías ir a The X factor o The Voice” sino que sonreían como si supieran algo que yo no, sobre todo Rodrigo que tenía esa sonrisa pícara que nada bueno podía traer. Me callé mientras Alex seguía.

So honey now
Take me into your loving arms
Kiss me under the light of a thousand stars
Place your head on my beating heart
I'm thinking out loud
Maybe we found love right where we are

— Vamos, Jay. — me animó Alex, mientras tocaba la melodía antes de la siguiente estrofa. Si me pedía que cante y que no me callase porque mi voz era horrible era una buena señal. Y no me molestaría cantar esa canción porque era de mis favoritas.

Así que ambos seguimos cantando hasta el final de la canción y recibimos aplausos por parte de las 7 personas que nos acompañaban. Alex dejó la guitarra a un lado.

— Siempre fueron una parejita tierna. — le dijo Ro a Mónica. — Sabía que la distancia no les iba a separar… ¿estoy sonando muy cursi?

— Sí. — respondimos Alex y yo al mismo tiempo.

— No somos pareja. — explicó Alex, dando un sorbo a su bebida. — Jay no quiso que funcionase.

Abrí la boca formando una gran “o”. ¿Yo no quise que funcionase? ¿Yo fui la que no se conectaba y no se comunicaba? ¿Íbamos a comenzar a distribuir culpas?

Bien, yo podía hacerlo.

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Les dejé un video en multimedia para que amenicen el capítulo, aunque quizá es tarde. Espero que les guste el capítulo. Gracias por votar y comertar!

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