Rebeldes.
Nos unimos a la Legión insurrecta. A diferencia de los Confederados, buscábamos justicia, no poder.
Íbamos en contra de sus preciosas enmiendas, particularmente al decidir matar al regente.
Ella era la de las ideas desquiciadas, pero no estaba de ánimos. Terminé aceptando el mando para intentar inspirarla.
La travesía fue ardua, hubo bajas en ambos bandos, tantos como inocentes caídos. Estos últimos eran los que en verdad dolían.
Al final lo valió, nada como verla disfrutar al arrancar la cabeza del autonombrado emperador. Colocándola en ese desolado asteroide que recorrería la galaxia con un mensaje claro, nadie puede imponer libertad.
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